Apropiación

Al fondo un par de hombres con sus teléfonos a tope, escuchando cada uno por separado sus respectivos vídeos sin pensar que el espacio que ocupan (espacio sonoro) es un espacio compartido.

Y es que detrás de cada apropiación privada del espacio común casi siempre hay un hombre. Eso me resulta bastante triste. No quiere decir (un poco de lógica) que todos los hombres ocupen el espacio común más de lo que les corresponde, ni que no haya mujeres que también lo hagan, pero si escuchas un coche con la música puesta a todo meter, casi seguro que no hay ni que mirar para saber que será un hombre quien conduzca.

Me recuerda a la vergüenza que sentí en Bangkok por ser un occidental (hombre) que no viajaba por turismo sexual (explotación sexual) entre tantos otros que sí lo estaban haciendo. No quiere decir que todos los hombres sean explotadores sexuales, pero sí que la inmensa mayoría de las personas que llevan a cabo transacciones comerciales para «apropiarse» del cuerpo de una mujer (o un hombre, pero menos veces), se trata de personas hombre. Y, al ser yo una persona-hombre, me da vergüenza la asociación que puede realizarse, la sospecha que se cierne sobre mi comportamiento, siempre compadreado por otros hombres que lo comprenderían y avivarían.

Obviamente, unir en una reflexión mis penas (las mías, de hombre occidental heterosexual cis blanco de clase media) con la explotación sexual de mujeres puede parecer una banalidad, pero creo que si nos diésemos cuenta de que están relacionadas quizá haríamos algo más activo que una mera protesta en un diario personal.

Esto no es una broma