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Tarde o temprano me tenía que aparecer publicidad en el muro de facebook que me animase a usar la inteligencia artificial para que escribiese.

El anuncio no tiene desperdicio:

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Las negritas (mías) lo dejan bien claro: esta propuesta no le sirve de nada a quien quiere escribir, a quien necesita escribir. Esto es útil, o puede serlo, para quien quiere VENDER.

No digo con esto que no esté bien vender, ni que lo que vaya a crear (aunque esta palabra es otra cosa distinta a lo que se propone y yo usaría un mucho más «humilde» hacer) sea malo per se, pero lo que sí digo es que esto no tiene nada que ver con la creación, con el placer o el dolor que quien lo realiza (o lo vive) experimenta.

Pone sobre el tablero el debate ya casi olvidado de qué es la creatividad, pero sigo siendo admirador de las palabras de Isidoro Valcárcel Medina, quien habla no tanto de «creatividad» como de actitud creativa, es decir, de vivir de manera creativa, actuando creativamente.

El mensaje publicitario no miente: afirma claro y distinto en su penúltima frase: Empieza a ganar dinero con lo que sabes… o lo que ChatGPT sabe.

Quizá por eso no acabo de verle el interés (ni simple ni compuesto) al uso de esta herramienta, que me consta que otras personas sí están usando para ayudarles en su experimentación creativa.

Esto no es una broma