81 sellos estampados con la fecha del cumpleaños de mi madre el día de su 81 cumpleaños sobre papel de acuarela de 300gsm.
Sellado y grabado el audio del proceso el día 20250130 a las 16:45.
Diario
81 sellos estampados con la fecha del cumpleaños de mi madre el día de su 81 cumpleaños sobre papel de acuarela de 300gsm.
Sellado y grabado el audio del proceso el día 20250130 a las 16:45.
Compré un Disco SSD hace unos días y una memoria RAM de 1Gb DDR2, que ya es difícil de encontrar para hacerle una pequeña actualización a un viejo Compaq nx6310 que tiene ya casi la friolera de 20 años (la BIOS, posiblemente, es de antes del cambio de milenio) y con el disco y la RAM, que costaron tan solo 20 euros en total, remocé este portátil desde el que escribo y en el que he instalado un Debian 12.5 (lo más actual de linux) con todos los paquetes necesarios.
El disco duro interno, sustituido por este SSD de 128Gb (particionado como se puede ver en la imagen, en un /, 25Gb, 90Gb para /home y el resto -4G- para swap o intercambio, complementando esa memoria que, obviamente en los tiempos que corren de redes sociales y vídeos a cascaporro se queda muy corta), tenía tan solo 80Gb de capacidad y ahora estoy planteándome usarlo como pendrive con un pequeño adaptador o una carcasa para convertirlo en un baratito disco duro externo.
El problema es que todo lo que hay en el mercado es tan barato que resulta casi absurdo gastarse unos 25€ en recuperar este equipo, no siendo un resultado usable para la mayoría de las necesidades actuales, aunque suficiente para escribir una novela o para navegar por Internet sin exigencias de velocidad.
La pantalla, ya con unos limitados 1024×768, resulta pequeñita comparada con lo que suelo usar habitualmente, a pesar de sus 15 pulgadas de diagonal.
Apenas hace ruido, lo que resulta sorprendente, y arranca en menos tiempo que la mayoría de los PC que conozco, pero eso se le debe al estupendo trabajo que hace el equipo de Debian por optimizar su sistema operativo.
No obstante, hube de realizar varias veces la instalación para librarme de los escritorios que instala casi por defecto, como son el GNOME maldito que tanto me recuerda al despropósito de Ubuntu tras apostar por Unity, o el KDE plasma que carga el sistema con un innecesario abanico de cosas bonitas que, naturalmente, han de dejarse de lado en ordenadores reacondicionados de estas características.
Mi próximo problema es qué hacer con él. Este portátil desde el que estoy escribiendo esta entrada en el blog funciona estupendamente pero no lo suficientemente bien como para mi exigencia habitual.
Es una pena tener ordenadores de más, como tantas otras cosas que no necesitamos…
Por supuesto, lo que no haré es tirarlo. Así que los puntos limpios de la ciudad tienen poco que hacer conmigo.