Este poema es un borrador.
Esta frase me sugiere comprar (adquirir de cualquier modo) un buen montón de borradores, de esas gomas Milán cuadradas, sobre las que escribir pequeños poemas y afirmar, por fin, que ese poema (y cada uno de ellos) es un borrador.
Repartirlos a distintas personas y pedirles que borren con ellos un poema escrito a lápiz sobre una superficie blanca hasta dejarla impoluta.