Sí, sí, apagón del bueno.
Toda la península se quedó sin luz.
Toda la población se mostró con luz.
Algunas personas
querían explicar
lo que no sabían.
Otras personas
querían vivir
como si fuese
el último día.
Algunas personas
buscaban culpables.
Otras personas
buscaban palpables.
Las calles abarrotadas
de gente intentando
volver a sus casas
o buscando a sus seres queridos.
Las calles desiertas
de tráfico rodado
salvo hacia las afueras
de esta gran ciudad.
Las calles abarrotadas
de gente en terrazas
que aún podían ofrecer
algo de consuelo espiritual
y alguna cervecita.
Ayer
la calle
y los humanos que la habitan
en más del 99 por ciento de los casos
mostraron un lado amable
de la humanidad.
Lo que en ocasiones
se denomina
civismo.