Reciclaje absurdo

Viene un icono que te recomienda que arrojes esta bolsa cuasi metálica en un contenedor adecuado para que se pueda reciclar, pero poco se menciona que tan sólo contenía unos 8 pedacitos de pan reseco con tantos ingredientes articiales que podrían durar más de un año.

Poco se menciona que lo sirven individualmente por cada pequeña consumición de bebida en un lugar en el que, en el fondo, no deberían existir viviendas, teniendo en cuenta que es un desierto.

Poco se menciona que para llegar a este lugar es preciso (porque casi nadie vive permanentemente aquí, en las urbanizaciones de las playas de Vera, Almería) tener un coche que, poco se menciona, consume más combustible fósil del que yo gasto en calentarme casi todo el invierno.

Poco se menciona que para hacerlas medianamente habitables estas regiones se usa desalinizadora, de cuyo exceso de cloruro sódico no se habla.

Poco se menciona que allí se encuentra uno de los mayores campos de golf de este país cada día más desértico.

Poco se menciona que para soportar las temperaturas hay que recurrir al aire acondicionado casi también en lo que conocemos como invierno.

Con el café, viene otro mini paquetito metalizado que garantice que la mini-cookie es muy cuqui, pero poco eco-friendly, eso sí, deliciosa cantidad de azúcar en una galleta que es la pasión profesional de cualquier dentista.

Tendré que reciclarla también, claro que sí, mientras pienso que el mundo es un lugar absurdo en el que creemos que un icono gana una guerra que, en el fondo, ya hemos perdido.

Nota: Esto es algo sobre lo que me dedico a pensar en navidades cuando, gracias a la generosidad de mis padres, escapo de esta urbe atravesada por hordas de consumismo, a las regiones de la Almería oriental, donde los habitantes estacionales no están, ni su estridencia que delata la tristeza de su cotidiano.

adivinanzas

Mi prima fue a buscar los resultados de su examen de conducción. Ella se llama Estela y ya te dije mi nombre.

Encuentro este tipo de adivinanzas en la red social obsoleta que más utilizo, ese caduco facebook, y siempre me quedo pensando que no están bien acotadas.

Yo puedo, perfectamente, imaginar como nombre casi cualquier combinación de letras de las disponibles, así, me encantaría llamarme Mipri, o Mafue, por no hablar de Abus… hasta que llego a la presunta solución que no es ni más ni menos que un triunfo más de la mediocridad, de la carencia de imaginación, de la convencional manera de nombrar, e incluso de pensar. Pero seguiría con Sue, Ell, Yatedi o, ¿por qué no? Minom.

Son tonterías, lo sé.
O no lo son. Y también lo sé.

O no sé ninguna de las anteriores afirmaciones.
Y así paso la vida.

san valentín

Hoy
día de san valentín
otro día de mercadeo ramplante
y rampante
– mucho más que un barón –
me paso el tiempo pensando
que la estulticia
alcanza niveles lagertesianos
en la crimanza del bróntoles
que acaricia la duoma.

A punto he estado
a quien quería venderme
rosa rosa rosa rosa
una rosa una rosa una rosa una rosa
sin acordarse de Stein
ni tan siquiera citarla
que yo soy ateo.


tanto y tan radical
que no reconozco los santos
ni los santorales
y si el día
de hoy
se llamase
de don valentín
tampoco reconocería
una autoridad
que no tiene un origen
poético
como tiene que ser.

Así que propago los memes
memos
que memos me mean
hasta llegar a mis ojos.

Hoy
que no tengo agua corriente en casa
por una avería cuyo origen
permanece inédito
acabo por enfadarme
más de lo habitual
por tonterías.

Espero que alguna de las pequeñeces
que me acaecen
trascienda
y me olvide.

Ser o Estar

Seguramente haya razones filológicas que expliquen por qué hay 2 verbos en español (y en otros idiomas afines), mientras que en los germánicos, con el inglés a la cabeza, tienen el to be or not to be que yo traduciría por:

  • estar o no ser
  • ser o no estar
  • estar o no estar
  • ser o no ser

indistintamente y, al mismo tiempo, distinta-mente: muy distinta.

Ser por un ratito… ese ESTAR que tanto me gusta, a mí, tan sumamente poco esencialista.

Hoy he encontrado una servilleta, que hacía las veces de marcapáginas, en la que tengo apuntadas una enorme cantidad de reflexiones, la pregunta ¿por qué ser y estar son dos verbos diferentes?

Y no quiero buscarlo, porque estoy casi seguro de que incluso una inteligencia artifical me respondería que no tiene tiempo que perder conmigo.

Pero yo me lo pregunto.

ME lo pregunto (a mí mismo).

Sin ánimo de respuesta. Por el mero hecho de preguntármelo. Y disfrutar pensando en ello, sin querer saber si hay una respuesta formal que dé explicación a este bobo enigma.

Soy así.
O
Estoy así.

Esa es la cuestión.

El cementerio de los bolis gastados

Tengo una cajita
que fue el paquete original
de un viejo reproductor de mp3
que tiene un cierre
cautivador
imantado.

Tengo bolígrafos
que gastan una ingente cantidad de tinta
porque son de punta
más gruesa de lo habitual.

Cada semana tengo que desechar
un bolígrafo gastado
que quiero conservar
para posibles acciones
o instalaciones.

Hace años planté varios
en una residencia artística
y no creo que hayan dado frutos
azules.

Tengo en mente rellenar
con tinta de calamar
unos cuantos
y escribir
poemas marinos.

Mientras tanto
los bolígrafos
van siendo enterrados
en lo que yo denomino
mi cementerio de los bolis gastados

esperando
algún tipo de resurrección.

ME VOY DE INSTAGRAM (no yo, pero es un clickbait innecesario en mi propio diario)

ME VOY DE INSTAGRAM

Así es… Llevaba tiempo dándole vueltas a este asunto y por fin me he decidido:

El 5 de febrero cerraré todas mis cuentas de Instagram y Facebook, tanto las mías personales como las de mis proyectos individuales.

El mundo está tomando un derrotero que no me gusta y no quiero ser partícipe de él.

Mi razonamiento es el siguiente a grandes rasgos:

1 – Estas redes sociales están radicalizando a la sociedad
2 – Esta radicalización se debe a que los algoritmos dan más visibilidad a los mensajes extremos
3 – Estos mensajes extremos tienen más visibilidad porque provocan más interacciones
4 – Estas interacciones son provocadas ya que cuanto mayores sean, mayores serán los ingresos de las propietarias de estas redes sociales

Creo que es así de sencillo y, como digo, no quiero ser partícipe del entramado.

Sin ánimo de caer en la conspiranoia, pienso que estamos viviendo un auténtico asalto a la democracia por parte de una oligarquía empresarial.

Una oligarquía que está fomentando esta polarización de la sociedad para provocar el enfrentamiento.

Y de esta manera —con el enfrentamiento de la ciudadanía— desencadenar un cambio de sistema económico y social.

Soy consciente de que todo esto podría ser el argumento de una mala novela de ciencia ficción, pero a los hechos me remito.

Tengo la sensación de estar viendo cómo se acerca un tsunami, y no quiero quedarme quieto a la espera de que me lleve por delante.

Comprendo que poco puedo hacer contra las corporaciones que controlan el cotarro, pero al menos no quiero sentirme idiota del todo:

Vale que me controlen, que se apoderen de todo… pero al menos que no sea con los cuatro céntimos que sacan de mí (con publicidad, con mis datos, etc.).

Ya ves, al fin y al cabo es mi humilde aportación para cortarles el grifo… Y poco más.

Me he cansado de quejarme sin hacer nada, de indignarme con su hipocresía y censuras, de su fomento de la tontuna generalizada y de su avaricia sin límites.

Y es que, en definitiva, me he cansado de sentirme idiota.

Pero no te eches a llorar todavía: Sigo disponible en carne y hueso para lo que tú quieras.

¡Un abrazo!

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Llorch Talavera

Un buen amigo, pareja de la gran performer y amiga Isabel León y creador de proyectos tan bellos como Dondodo, publica este post en Instagram y le he respondido lo siguiente, que realmente lleva tiempo rondándome la cabeza, pero especialmente desde el espaldarazo de los «broligarcas» a D. Trump.

Concuerdo completamente con su planteamiento, pero no tengo el coraje o la posibilidad (no estoy seguro) de poder «independizarme» de la dependencia de las mal llamadas redes sociales (son bases de datos propietarias o privadas, no conviene perderlo nunca de vista).

Le he respondido lo siguiente, sintiendo que se vaya a ir, pero también agradeciendo que haya gente valiente que plante cara a estos gigantes de mierda.


Enhorabuena por una decisión tan coherente. Mi trabajo me pone muy difícil llevar a cabo esa decisión, pero ya, de paso, me hace pensar si mi propio trabajo no es un clavo más del engranaje. Llevo también días pensándolo y, de momento, me quedo solo con las redes (servidores) de Meta, pues nunca he tenido muchas otras.

Pero soy consciente de la hipocresía y censuras a las que está abocada toda la red (internet) desde hace décadas. Y la deriva no es prometedora.

El camino hacia la carne y hueso se antoja sinceramente revolucionario. Pero demasiado marginal para pagar un piso en Madrid viviendo de la visibilidad pública. 😐


No tengo muy claro qué hacer en función de lo que está ocurriendo en internet desde hace tiempo. Pero es que realmente afecta muchísimo a mi trabajo pues es casi impensable decirle a la gente que no tengo whatsapp para comunicarme, y es absolutamente imposible no usar ningún dispositivo sin Android (Google) o Apple o usar su navegador o su buscador, por no hablar de pagar el peaje abusivo y casi extorsionador del famoso SEO y su casi monopolio en la publicidad online.

Nota: Mi hosting privado, adquirido ahora por bluehost, posiblemente descansa sobre servidores de Amazon. ¿Sólo nos queda lo analógico? ¿deep web?

Contra la obsolescencia

Compré un Disco SSD hace unos días y una memoria RAM de 1Gb DDR2, que ya es difícil de encontrar para hacerle una pequeña actualización a un viejo Compaq nx6310 que tiene ya casi la friolera de 20 años (la BIOS, posiblemente, es de antes del cambio de milenio) y con el disco y la RAM, que costaron tan solo 20 euros en total, remocé este portátil desde el que escribo y en el que he instalado un Debian 12.5 (lo más actual de linux) con todos los paquetes necesarios.

El disco duro interno, sustituido por este SSD de 128Gb (particionado como se puede ver en la imagen, en un /, 25Gb, 90Gb para /home y el resto -4G- para swap o intercambio, complementando esa memoria que, obviamente en los tiempos que corren de redes sociales y vídeos a cascaporro se queda muy corta), tenía tan solo 80Gb de capacidad y ahora estoy planteándome usarlo como pendrive con un pequeño adaptador o una carcasa para convertirlo en un baratito disco duro externo.

El problema es que todo lo que hay en el mercado es tan barato que resulta casi absurdo gastarse unos 25€ en recuperar este equipo, no siendo un resultado usable para la mayoría de las necesidades actuales, aunque suficiente para escribir una novela o para navegar por Internet sin exigencias de velocidad.

La pantalla, ya con unos limitados 1024×768, resulta pequeñita comparada con lo que suelo usar habitualmente, a pesar de sus 15 pulgadas de diagonal.

Apenas hace ruido, lo que resulta sorprendente, y arranca en menos tiempo que la mayoría de los PC que conozco, pero eso se le debe al estupendo trabajo que hace el equipo de Debian por optimizar su sistema operativo.

No obstante, hube de realizar varias veces la instalación para librarme de los escritorios que instala casi por defecto, como son el GNOME maldito que tanto me recuerda al despropósito de Ubuntu tras apostar por Unity, o el KDE plasma que carga el sistema con un innecesario abanico de cosas bonitas que, naturalmente, han de dejarse de lado en ordenadores reacondicionados de estas características.

Mi próximo problema es qué hacer con él. Este portátil desde el que estoy escribiendo esta entrada en el blog funciona estupendamente pero no lo suficientemente bien como para mi exigencia habitual.

Es una pena tener ordenadores de más, como tantas otras cosas que no necesitamos…

Por supuesto, lo que no haré es tirarlo. Así que los puntos limpios de la ciudad tienen poco que hacer conmigo.

Esto no es una broma