Se cae la casa

La fachada del edificio vecino ha perdido un trozo que el jueves pasado cayó sobre nuestro tejado. Llovía. Pareció que algo serio pasaba. Nos asomamos y tan solo había este pequeño pedazo de pared.

Nos preguntamos qué había que hacer y supusimos que el trámite «oficial» sería telefonear a nuestro administrador, que se supone que administra, para que se pusiese en contacto con la comunidad vecina (con quien corresponda hacerlo allí) para administrar la gestión.

Carmen llamó. La secretaria del administrador nos instó a personarnos en el lugar y gestionarlo nosotros mismos. Le dijimos que si no era algo que acabaría cayendo dentro del ámbito de la «comunidad de vecinos» que ellos administran, así que parecía razonable que telefoneasen o se encargasen ellos de administrar el problema.

A los 5 minutos, subió a casa el presidente recién telefoneado por el equipo administrador para preguntarnos. Pero… ¿por qué no se habían encargado ellos en persona?

Curiosamente, cada año vienen a recordarnos que en sus honorarios ha habido un pequeño incremento anual en concepto de gestión de finca… ¿En qué consiste la gestión de finca? ¿Tan sólo en pasar cada año el gasto y el presupuesto que suele ser una copia del gasto precedente?

Estoy bastante indignado con la poca dedicación que tienen para con nosotros, quienes les pagamos cerca de 1000€/año para que no puedan, ni siquiera, llamar al presidente de la comunidad de vecinos de al lado para solicitar que los seguros correspondientes se entiendan. Es decir, ¿tan sólo cobran y punto?

Quizá con lo que estoy indignado es con que no acabamos (yo) de buscar alternativas (lo que sería mi responsabilidad) a su gestión inane.

Restaurante Nice to meet you

El cumpleaños de Carmen tuve el placer de pasar con ella la mañana completa que, tras una visita al Centro de Arte Centro-Centro de Cibeles, culminó en un restaurante en el que habíamos reservado y al que acudía con bastantes reservas, asumiendo que iba a ser caro pero al mismo tiempo frío, impersonal y de escasa comida de baja calidad, tan sólo justificando su elevado precio en la elevada planta que ocupa en un edificio de un hotel de Madrid, sito en Gran Vía número 80.

Pero me equivoqué, la comida resultó ser deliciosa, el trato sumamente personal y agradable, el lugar cálido y bello, justificando de por sí ese precio de unos 40€/persona que pudo haber sido más, pero que mereció cada céntimo.

Comenzaron ofreciéndonos con suma amabilidad una mesa junto a la ventana de una preciosa pared curvada que desperdicia espacio de mesas en aras de la intimidad y la esquisitez o el buen gusto.

Nada más sentarnos, nos trajeron una cesta con escaso pan (el pan ya no es un alimento básico, parece ser) y un par de chupitos de crema de legumbres, rico y detallista.

La camarera que nos atendió casi en todo momento fue simpatiquísima, como si quisiera trabajar en ese trabajo, y nos hizo un par de fotografías para que no tuviésemos que hacernos selfies todo el rato.

Pedimos un entrante para compartir (Primer plato… Croquetas de cigala con salsa criolla francesa) que estaban deliciosas. La salsa era opcional y, desde mi punto de vista, ensordecía el aroma a mar de las cigalas encroquetadas. Tan sólo una la probé de este modo. El resto de la salsa, acabó cayendo bajo la absorción del pan de aceitunas que nos habían ofrecido.

Carmen optó por un plato principal de pescado (Merluza al horno con muselina verde sobre puré cremoso de Vitelotte y crujiente de cebolla en dos cocciones) mientras yo me decantaba más por carne (Solomillo de buey gallego asado al sarmiento con patatas revolconas, verduritas de temporada, espuma de foie y Oporto)

También tomamos postres (ahí subió un poco más el precio de lo que podría haber sido, pero tampoco injustificadamente) y acompañamos la comida con un vino muy rico tinto por copas, en lugar de una botella, pero esto fue exclusivamente debido a que a continuación teníamos que trabajar. El precio de la botella estaba dentro de lo razonable para un lugar semejante.

Lo que realmente acabó por resultar precioso más allá de nuestras espectativas fueron las vistas desde la terraza a la que nos instó a visitar la amable camarera. Es un lugar para repetir, a pesar del precio, de cuando en cuando. Resulta verdaderamente inolvidable, así que el precio de la comida cunde con generosidad.

Eurovi¿qué?

Desde hace más de 2 décadas que no sé nada de Eurovisión. Creo que lo último que vi fue «ay quién maneja mi barca, ¿quién?» y ya no pude más.

Me parece un absoluto despropósito hortera y vacuo (como tantas otras cosas, por otro lado), pero decirlo públicamente puede resultar snob e intelectualoide, así que me tengo que guardar las opiniones por si acaso piensa el respetable que soy demasiado serio, demasiado altivo, demasiado algo… que no sea demasiado banal.

Hoy he visto esta entrevista y no puedo dejar de pensar que es un signo de nuestra identidad nacional. Aunque sé que no somos los únicos. Pero no me consuela el «mal de muchos».

¡Qué muchacho! ¡Qué inteligencia denota! Pero… es sólo un chaval que han decidido llevar a ese evento absurdo. Las preguntas que me han quedado son otras: ¿Esto se financia con dinero público? ¿Por qué RTVE (pública) se encarga de esta bazofia?

Contacto o amistad de red social

Una persona furibunda escribe en su «muro» o lugar de esparcimiento esta pregunta airada:

¿Para qué piden contacto (jamás lo llamaré amistad) por facebook gente que no interactúa para nada, que no está ni en las «alegrías» ni en las «derrotas»? ¿Qué buscan, qué quieren? Porque cuando yo he pedido contacto a alguien ha sido por un genuino interés por su persona. ¿Son simples mirones?… Buenas tardes, feliz tarde ?

Y digo yo (y me dan ganas de preguntarle) ¿por qué no borras a aquellas personas que consideras que no interactúan lo suficiente para que te agrade su compañía? Por cierto, ¿lo de dejar el masculino en «mirones» es debido a que sólo se refiere a hombres?

La verdad es que ese patio de vecinos azul y blanco es cada día más cansino.

Estoy haciendo backups imposibles

¿Cómo hacer un backup de algo que está sucediendo?
¿Cómo sincronizar el futuro con el pasado
para
en un futuro
sincronizar el pasado con el futuro?

Todo ello en el presente,
un presente que se eterniza en el futuro
desde un lejano pasado.

Los backups
(que también podríamos denominar copias de seguridad)
son un denodado esfuerzo
por adueñarse del tiempo
olvidando que la naturaleza del mismo
es fluir
es pasar
es ser olvido
desmemoria
pérdida
caída
fin.

Quiero ser un martillo

Hay chavales que piensan (nihilistas) que nada sirve para nada. Esto es frecuente.
Hay chavales que piensan que estudiar no sirve para nada. Basta frecuente y algo fundamentado en la situación socio-económica actual.
Hay chavales que piensan que alguna asignatura (que no les gusta) no sirve para nada. Esto es sencillamente pereza, indisciplina mal entendida.

Pero…

El otro día, dando una clase de matemáticas, quise acercárselas diciendo que el estudio de lo sinusoidal estaba en la base de las ondas, como las de la música y me dijo… «eso no sirve para nada». «¿El qué?», pregunté yo.

Según él, la música, el arte, la literatura, eran asignaturas que no deberían existir porque no servían para nada. Así, sin más. Cuando le dije que, siempre según él, tampoco las matemáticas servían para nada, me dijo que bueno, que eso era antes, pero que ahora veía que sí, que servían, como las demás ciencias.

Le sorprendía (explicitó) que a mí (su profesor de matemáticas) me sorprendiese su respuesta. (¡Ay, criaturita!, si supiera…)

Pero yo no le intenté persuadir. No es mi problema si este chaval no pretende otra cosa que ser «útil» en la vida. Quiere ser una herramienta, un martillo, un bolígrafo… algo que no tiene vida propia, sino tan sólo para otro individuo que lo maneje. Especialmente triste, patético, en un chaval cuya vida (económicamente hablando) está más que resuelta.

Pero no es mi problema.

Quizá sea el de los hijos del mañana cuando este «chaval» acabe por promulgar las leyes de educación, dada su previsible trayectoria.

¡Qué persona más muerta, más vacía!

El correo electrónico

Desde hace casi 30 años tengo correo electrónico.
Y desde entonces tengo obsesión por guardar copias del mismo, aunque claramente cada día es más absurdo guardarlo, teniendo en cuenta que la mayoría de las comunicaciones las realizo mediante otros medios de los que no almaceno los mensajes.

Pero así sigo.

Hoy he realizado una copia de seguridad debido a que tuve algunos problemas al renombrar una carpeta lo que me generó un pequeño, intrascendente, problema de incompatibilidad (era un nombre que la aplicación que actualmente utilizo para consultar mi correo electrónico utilizaba para una de las cuentas POP3 que gestiono).

Casi creí haber perdido los mensajes, pero al menos sabía que estaban en texto plano, así que no era tan grave como podía ser.

Volviendo a renombrar lo necesario y cambiando algunas cosillas internas de archivos «ocultos», conseguí que volviese a funcionarme como deseaba. Ya de paso, aproveché para depurar las reglas de filtrado de mensajes, algunas de las cuales estaban desfasadas y se ejecutaban sin necesidad, reduciendo la eficacia de la recepción de mi correo.

Utilizo, actualmente, Mozzilla Thunderbird 45.7.0 sobre Linux Mint, después de que este programa absorbiera a mi querido Eudora.

Pero los tiempos cambian y el día de mañana, más que probable, el correo electrónico será un recuerdo, cosas de los viejos tiempos (valga la redundancia). Mientras tanto, seguiré haciendo copias de seguridad.

😉

sinsentido

Estoy pensando en escribir un libro cuando la noche no aparece en lontananza y aquellas personas que se pierden por Ciudad Real viajan a lugares insospechados, sin embargo, he de reconocer que la no, la noche más larga, ha sido aquella en la que cualquier humano, cuando un humano… no sé cómo acabar las frases en las que aparece la palabra humano, ser humano o no ser humano that is the question; es mejor pensar en otra cosa antes que seguir insistiendo en la misma porque todo esto no es más que una locura sin principio ni fin cuándo se empieza a hablar sin saber qué c****** se va a decir o qué c*** se va decir, tuvo, acaba por ser un despropósito sin sentido y es muy gracioso como hasta un maldito programita de interpretación de texto oral acaba por entender que c****** no se puede decir y qué c*** tampoco se puede decir y me toca las… narices.

Recibido al dictado improvisado de la web https://talktyper.com/es/

Esto no es una broma