le petit mal
le petit mort
what a
fucking
difference!
Diario
what a
fucking
difference!
Yo presumo (vanidad, todo vanidad…) en ocasiones de ser de las pocas personas que editan en Linux y con software de código abierto, incluso con tipografías, en su mayoría, OpenSource.
Pero poco digo de que Carmen de la Rosa sea una de esas raras avis que musicaliza utilizando un programa como el Mixxx (Free and open source DJ software for Windows, macOS, and Linux) en un mundo en el que la inmensa mayoría de la gente utiliza software privativo, casi siempre sobre Mac.
Vivimos muy al margen de la eficacia, muy al margen de la corriente… éticamente, eso sí, impecables y ahorrativos. 😉
Si me resisto a tirar estas cosas, ¿no será algún síndrome con nombre de griego? ¿será romanticismo?
Tengo pendiente hacer algo (aún no tengo cerrado qué hacer) con una colección de disquetes de 3 y medio y de 5 y cuarto que he ido almacenando a lo largo de mi vida. Ahora que ya no tengo disqueteras (asumiendo que lo que me importaba dentro de los mismos lo tengo almacenado en CD o en disco o en la nube (no siendo estas opciones excluyentes)), he pensado que puedo prescindir de ellos como soporte de información digital y puedo usarlos como soporte plástico (en los varios sentidos de la palabra plástico).
Estuve limpiándolos para que quedasen como si no hubiesen sido usados nunca, lo que me resulta difícil de asumir, pues sé que tienen (aún) contenido que, en ocasiones, podría ser incluso personal.
Me encanta la recursividad, así que el otro día en una conversación con mi querida amiga Aída surgió la idea de un emoticono que se riese dentro de otro y acabé haciendo esta tontería que no acaba de ser muy recursiva (4 pasos y lo detengo por falta de resolución), pero tampoco quería perder mucho tiempo con lo que, efectivamente, es no más que un chiste privado.
Estos banner me parecen de lo más irritante que tienen las redes sociales. Casi tanto como la publicidad indeseada (esto es publicidad, también) o la pseudopornografía con clickbait.
Analizo:
1.- Pedimos el cese de la violencia en Gaza.
¿Alguien no quiere que cese la violencia en el mundo? La simpleza con la que se pide es tan obvia que parece la carta a los reyes magos de un bebé.
2.- Suma tu voz, ¡no podemos mirar hacia otro lado!
Pero en cuanto haga scroll estaré mirando hacia otro lado. En cuanto haya otra noticia (otra Ukrania invadida), miraré para otro lado, me harán mirar para otro lado. Nadie habla de Haití, ni de Mali ni de …
3.- Firma ahora
¿Qué validez tiene una firma online? No se hace mediante un certificado digital, ni nada similar: tan sólo nombre y, en el peor de los casos, te solicitan el DNI para que parezca más «serio», sin tener en cuenta la falta de seguridad que eso supone.
Pero lo más sangrante es el final:
4.- Sólo te llevará un minuto. ¡Actúa!
O sea, que de lo que se trata, fundamentalmente, es de hacer un acto caritativo y carente de compromiso (más allá de ese minuto):
No se menciona que elegir un gobierno en una elecciones es algo que puede o debe ser algo que presione internacionalmente a (en este caso) Israel para terminar con esa masacre que está cometiendo.
No se menciona que hay manifestaciones a las que acudir que agiten conciencias y obliguen a cumplir compromisos de nuestro gobierno (al fin y al cabo nuestra representación como estado).
No se menciona que existen otras formas de actuar que, realmente, sean acción.
Hace casi una década que no firmo nada online y ya expliqué el porqué en esta entrada de este diario personal que en ocasiones temo que me refleje como un carcamal cascarrabias. Quizá lo soy. O quizá mi momento ha pasado y dejo a las generaciones más jóvenes que tomen el control y se lancen a la calle y bloqueen la ciudad…
Pero el único problema de movilidad que suelo tener es la aglomeración de personas comprando sin parar artículos innecesarios en la calle Gran Vía.
Al fin y al cabo, han gastado su minutito de tiempo en «actuar» y les queda el resto del día para hacer lo que quieran, que suele ser…
Au Revoir Simone (band): Descubiertas (para mí, claro. Ya lo estaban) por ver por primera vez en mi vida Twin Peaks. Suelen tocar en la última secuencia de algunos capítulos de la serie de 2017. Obviamente, no habían ni nacido en 1990.
Es una banda definida como «indie de Brooklyn», que tiene temas muy tranquilos mezclados con otros demasiado tecnificados para mi habitual consumo musical. No todo me gusta de ellas, pero me ha encantado encontrarlas.
He tardado mucho en ver la serie de D. Linch, lo sé, pero es que me daba miedo.
Ahora hay cosas que me dan mucho más miedo… así que ya puedo ver casi cine de terror.
Es una buena noticia. Supongo.
aunque es dramático
por fin veo la salida
en este túnel
Una pequeña pieza de algo que podríamos denominar poesía visual realizada con círculos adhesivos de etiquetados de CD para impresora sobre cartulina roja.
¿Cuántos puntos como mínimo harían falta para que LOVE se entendiese?
En esta ocasión lo realicé con 36 puntos, pero seguro que con muchos menos habría sido posible.
He comenzado a leer este libro (no audiolibro, ni PDF) que está resultando una auténtica maravilla que no comprendo cómo no he leído antes.
Me lo regaló Carmen estas navidades (estaba en mi lista de «pendientes») y he tardado casi un mes en comenzarlo. Lo leo despacio, muy despacio, recreándome en lo que leo y abriendo las ventanas que me presta el libro para conocer otros múltiples pensadores de finales del SXX que tengo mucho más desconocidos de lo que debería, teniendo en cuenta que en ocasiones hasta me atrevo a citarlos.
Así, gracias al canal de youtube (La Travesía) en el que he encontrado este fantástico vídeo explicando y resumiendo el contenido del libro de Guy Debord, estoy conociendo de manera básica y provisional a algunos de ellos, como Saussure, Derrida, Baudrillard, Lacán, MacLuhan… completándolo con unas lecturas de la wikipedia y algunos artículos adicionales.
Si a ellos les hubiera dedicado la atención que le presté en su momento a Roland Barthes…
La verdad es que me parece descorazonador casi todo lo que escucho de su pensamiento: una sensación de desazón se apodera de mi espíritu y el pesimismo me abandona como a aquel que sostuvo una paloma y la dejó ir mientras sus lágrimas en la lluvia iban siendo olvidadas.
¿Es triste la postmodernidad o sencillamente me hago viejo?
Es decir, aquellas fotografías en las que se activa la cámara especial para fotografiar objetos a distancias entre 2 y 5 centímetros del objetivo.
Pero no necesariamente para fotografiar aquello para lo que se supone que están pensadas estas cámaras, sino para obtener, como en la foto que acompaña esta entrada de mi diario, un borroso resultado con nitidez donde no se supone que debe estar.
Esta subversión de su función la convierte en un verdadero capricho para realizar tomas sin más intención que la de jugar a descubrir una visión diferente a la esperable, una mirada distinta sobre lo que, en ocasiones, llamamos realidad.