espirales

a veces
saber matemáticas
o
intentar ser preciso
con las palabras
es visto como una agresión

el otro día
me dijeron que tenía una visión del tiempo
muy lineal
y que
quien me lo dijo
tenía una visión del tiempo
o del progreso
que no era en absoluto
lineal
sino en espiral

yo no pude estarme callado
y rebatí
que no por espiral
era no lineal
sino más bien
todo lo contrario

que ni siquiera se trataba
de líneas complejas
que estuvieran en la frontera de lo espacial
como conjunto de Mandelbrot

una espiral
de las que hablábamos
es una curva
o línea
de dimensión simple y llanamente
1

y
de hecho
es una transformación homotópica
de una simple
línea
recta

porque no todas las líneas
son rectas
aunque muchos no conciban otras

pero la espiral
es tan sencilla
tan básica
como la más simple
recta
afín

pero ya no es solo
una cuestión matemática:
es del puro lenguaje
castellano
(y remito a la
RAE
para quien quiera profundizar
en esta cuestión)

la incultura
se manifiesta
de tantas maneras
como seres humanos respiramos
sobre la tierra

pero la prepotencia
de muchas menos formas

De números y hospitales

Hoy
mientras esperaba a que a Carmen
le sacasen la sangre
pensaba en la historia de esta expresión,
cuál sería su origen
y el porqué sería tan tremendo
pensar
que nos están sacando la sangre
en tantos aspectos metafóricos…

En ese momento reflexivo
por megafonía
sonó este mensaje
que juro no haber inventado:

Familiar con el número 111, acuda a sala 1 de información.

Quiero desahuciar a mis vecinos

Sin ser exagerado, pero sí, soy la rama dura de esta comunidad de vecinos en la que parece que no ocurre nunca nada grave.

Hace un año fui nombrado presidente, de manera rotativa, me tocó serlo, y nos informaron entonces de que había algunos impagos en el inmueble porque algunos vecinos no pagaban las cuotas de comunidad correspondiente. Yo fui el único que dije que me parecía adecuado proceder con un juicio. Sé que suena muy duro, pero me parece terrible que se exijan responsabilidades a políticos, a banqueros, a empresas… y no empecemos por pedírselas a nuestros vecinos.

Si alguien adquiere un piso en propiedad, lo que no es en ninguna medida obligatorio sino voluntario, adquiere con él una responsabilidad, en realidad, un conjunto de derechos y obligaciones. Tiene el derecho a alquilarlo, por ejemplo, a venderlo, etc… pero también las obligaciones de hacer frente a algunos pagos como son los correspondientes impuestos (que podemos considerar excesivos, por supuesto, pero sin olvidar que contribuyen al mantenimiento de una estructura urbana, de unos recursos sociales como son la limpieza de las calles, la recogida de basuras, el alumbrado, etc).

Y es grave cuando alguien desea obtener solo los derechos sin las obligaciones.

Hace algunos meses hubo una reunión extraordinaria porque no se había ido a juicio y estábamos al borde de la quiebra como comunidad (lo que no dice mucho de nuestro administrador, a quien despediría inmediatamente, por ello entre otras cosas), debido a impagos sucesivos ya de tres de los diez propietarios del inmueble. El 30% de morosidad…

A pesar de la situación, el resto de mis vecinos seguía sin desear emprender acciones legales contra los que no están pagando y haciéndonos sufrir una lamentable irregularidad a los que sí pagamos.

En esa reunión, se propuso (el administrador destituible) que pagásemos un poco más para poder hacer frente a pagos como el de la recogida de basuras del portal y sacada del cubo cada día.

Ahí hice acopio de cabreo y aproveché mi curso para decir no y me planté en añadir que no subiría ni un céntimo mi contribución a nada de la comunidad de vecinos mientras existiese algún impago pendiente, antes bien, si se proponía algún tipo de aumento por vía democrática, ejercería mi derecho a negarme a pagar, pasando a engrosar la lista de morosos.

Tan solo se logró cancelar algún servicio, como este de recogida de basuras, para poder salir del atolladero en el que estábamos. No conseguí que se enjuiciara a nadie ni se iniciaran los más mínimos procesos de reclamación por vía jurídica.

La secretaria del administrador me informó de algunos de los problemas personales que estaba teniendo ella para localizar a los propietarios morosos, de algunos de los problemas personales que estaban teniendo algunos de los propietarios morosos, de algunos de los problemas personales que estaban teniendo algunos inquilinos de algunos de los propietarios morosos y yo, por mi parte, no le informé de los múltiples problemas personales que tenían muchos de los propietarios no morosos para hacer frente a los pagos correspondientes a sus responsabilidades.

No entienden que no se trata de nada personal. Se trata de algo, afortunadamente, regulado por normas que evitan que tengamos que llegar a convertir esto en algo personal. Si fuese personal, hace tiempo que habría empezado a «insultar» o tratar mal a algún vecino… No. No es personal. Son «negocios».

Quiero incluir una cláusula o norma adicional en las que rigen la comunidad para que ese enjuiciamiento, ese procesamiento legal se inicie automáticamente. No quiero que tengamos que ser consultados sobre algo que, directamente, no debería pasar.

Entiendo algún problema puntual, pero no una acumulación de más de 12 impagos sucesivos, adeudando la friolera, en total, de más de 3000 euros entre ellos. ¿No es posible tener un umbral (y me acuerdo del efecto fotoeléctrico al decir esto) a partir del cual se inicien acciones, se ponga en movimiento algo?

En esa reunión última asistió Carmen representando nuestra posición y defendiéndola muy bien, el administrador sugirió seguir esperando a ver si había resoluciones del conflicto sin llegar a lo jurídico. Carmen, como habíamos hablado, defendió lo contrario y el resto de vecinos, todos ellos tan buenos, casi naife, sonreían y asentían a ambas cosas… como buenos sumisos humanos.

Parece ser que uno de los morosos ha acordado una forma de pago, parece ser que otra ha prometido que va a pagar en breve, a un tercero no sabemos si aún es pronto… Y seguimos sin garantías de cumplimientos por su parte. Ni formas de exigirlas.

En paralelo, queríamos que el administrador incluyese la posibilidad de mantenernos informados a cuantos vecinos lo deseásemos, ahora que hay internet, que todo esto de comunicar parece más sencillo, mediante un email mensual, por ejemplo… y parece ser que contestó que eso era demasiado trabajo, que cómo iba a hacerlo si tenía unos 3000 clientes… ¿y si todos le pedían lo mismo?

Yo pensé, cuando me lo contó Carmen, que si tenía de verdad 3000 clientes, ¿cómo era que no se podía permitir el lujo de contratar a alguien que se encargara de esa gestión? Otra nueva razón para buscar otro equipo administrador de fincas. Pero en este país somos tan inmovilistas… Costará mucho convencer a otros vecinos de que debemos exigir más a quienes realizan para nosotros un servicio remunerado en un sistema en el que debería regir el libremercado nos encontramos atados por nuestra propia incapacidad. Por poner un ejemplo, Telefónica-Movistar sigue siendo en operador principal por falta de voluntad de los particulares para elegir uno diferente. Por no hablar de Windows o Internet Explorer frente a Linux. Hay alternativas, y algunas pasan por el hecho de tomar decisiones, y otras, incluso, por complicarnos algo la existencia, pero nos pueden hacer más libres.

Así que, como para pensar en alternativas en la gobernanza política.

En resumidas cuentas: soy el único que parece exigir que, si es preciso, desahucien a mis vecinos morosos. Si no pueden pagar un gasto comunitario, que se pongan en la piel de quienes pagamos a duras penas ese gasto común, esa aportación social, incluso, y me consta, desde situaciones duras como pareja con ambos miembros en el paro. ¿Qué necesitan estos últimos para, ya no revolucionarse, pero al menos para luchar exigiendo un cumplimiento de obligaciones igualitario?

Seguimos sin recogidas de basuras, seguimos con poco dinero en el fondo común de la, redundantemente llamada, comunidad y el administrador, neoliberal, claro, nos propuso bajar la recaudación… y mis vecinos, con la única objeción de Carmen en representación nuestra, aprobaron encantados esa reducción de contribución.

El cortoplacismo se manifiesta tan frecuentemente que es pasmoso darse cuenta de que lo que se produce a pequeña escala se reproduce a escala nacional e internacional. ¿No son conscientes de que no tendríamos dinero para hacer frente a una pequeña derrama que, en breve, acaecerá?

Me pasma.

Y yo afirmo y reafirmo: no subiré ni un céntimo (y si se baja, no subiré de nuevo) mi contribución, pase lo que pase, hasta que no haya ni un moroso en mi edificio. Quizá el problema estará cuando tengamos un problema de habitabilidad y nos demos cuenta de que, quienes no están llevando a cabo los pagos, curiosamente, no tienen estas viviendas como primera y única vivienda, que son especuladores en pequeña escala, que son propietarios que alquilan sus pisos, o dueños de una empresa que puede declararse en quiebra sin afectar al propietario del inmueble…

Confiemos en que no pase nada… confiemos en nuestra responsabilidad individual para salvarnos el culo, pasemos olímpicamente del hecho de poder beneficiarnos de formar una pequeña «comuna» o comunidad bajo la que guarecernos de posibles contingencias.

Y luego…

ufff… ¡no lo había pensado!

Una etiqueta para recordar

para recordar
Mi querida amiga María encontró esta etiqueta en el envoltorio de una lata de espárragos verdes. La tienen (ella y su chico, el simpático germano Jens, maravillosos padres de Pablo) sobre la puerta de su nevera, atrapada con imanes.

¿Dónde está la gracia?

Mi amiga es profesora de Filosofía y, de hecho, uno de sus preferidos, me consta, es ese I. Kant, a cuya memoria están dedicados estos espárragos. Espárragos que, para colmo, llevan de nombre «Sócrates».

¿Por qué unos espárragos verdes están tan intrincados con la filosofía occidental? ¿Cómo supieron elegir tan sumamente bien a los filósofos a los que dedicaban atención? Hay que recordar que podían haber sido William James o, incluso, Auguste Comte.

Me parece evidente que estos espárragos sabían bien lo que se hacían, pero, incluso, sabían con quién debían topar en una estantería de un comercio vallecano, para alumbrar un frigorífico tan apropiadamente.

Lo de que Espárragos Verdes esté escrito en 4 idiomas: Español, Inglés, Francés (con error, creo) y, por último, pero no por ello menos importante, en Alemán, hace aún más increíble esta coincidencia, pues esta amiga habla todos ellos. Y ni siquiera habría cometido el error en el francés, en el que podría decirse bilingüista.

Quise inmortalizar su etiqueta porque me pareció un sencillo resumen de ella misma. Me encanta esta fotografía, como me encanta mi amiga, por todo lo que sugiere… y lo poco que lo aparenta. Pero ella es más verdad que el pan y la tierra… que diría Serrat.

Esta entrada va, con todo mi cariño, dedicada a María.

un euro

ayer en el metro
había un tipo tocando
en un instrumento interesante
híbrido de xilofón y guitarra
de percusión sobre cuerdas
y lo hacía bien
sin la atorrante necesidad de acompañarlo
con un molesto percutor amplificado

ya le había visto y oído
en otra ocasión
hace algunos días
y recuerdo que me dolía el pie
como ayer
y que no le di nada de dinero
así que
cuando caminó entre la gente
pidiendo unas monedas
busqué en mi monedero (de ahí el nombre)
y encontré que no tenía otra cosa
que unas cuantas monedas
todas de un euro
y le hice entender que no podía desprenderme de ninguna
(habría querido tener 50 céntimos o incluso
estuve tentado de pedirle cambio
y me asomé a su cajita recaudadora
y pude ver mucho color dorado
síntoma de que nadie
o casi nadie
le había dado una moneda de un euro)

noté algo en su mirada
pero no supe qué era
hasta que se fue del vagón
y me miró malhumorado
y me preguntó
(suponiendo que él sabía la respuesta)
¿tanto es una monedita?

yo contesté con una voz algo avergonzada
un mísero sí
apenas audible
aunque supuse que no quería saber la respuesta
y me quedé pensando
en lo que hago con un euro

ese mismo día
no había comprado caramelos para quitarme el mal aliento
antes de mi clase con mi alumna preferida
porque costaban cerca de un euro

cada vez que compro un kilo de arroz
pienso que con menos de un euro
tengo para comer un tiempo

cada día
cuando entro en el DIA
para buscar productos baratos
sé que no encontraré los que más me gustan
y quizá ahorro menos de un euro
al día
seguro que ahorro menos de un euro al día
y estoy dando de comer a una franquicia
que se enriquece
a costa de explotar trabajadores

elijo calcetines
que compro una vez al año
por un euro de diferencia cada seis pares

y me permito un lujo
de un café semanal
en una cafetería (El Parnasillo)
en la que cuesta 2,20 €
haciendo tiempo entre una clase particular y mis talleres de poesía
pero ponen galletitas que le puedo regalar a Carmen
y está tan cerca de El Manantial
que controlo bien el tiempo de acercamiento

hace tiempo me hice el propósito
de no hablar de la economía de guerra
que me obliga a llevar la vida que he elegido
porque lo he elegido
y no tuve tiempo (ni ganas)
de explicarle a ese músico
ambulante
que un euro es mucho más dinero
del que me permito para libros
al mes
y los necesito

así que la respuesta era sí:
es mucho una monedita
para mí

y para él también
por cierto
teniendo en cuenta
que monedita a monedita
supongo
tendrá para comer

pero no lo pensó
y no creo que lo pensara
pero qué importa

(¿pero quién vive?)

Prefiero ser ciudadano

a ser humano
así sin más
y desde luego
prefiero ser ciudadano
a trabajador
pero sé
que alguien del campo
puede sentirse invisible
como cuando el genérico masculino
se usa
y muchas mujeres
sienten
invisibilidad
aunque no exista intención
salvo en la naturaleza intrínseca de nuestro lenguaje
que no es nuestra lengua
aunque también es nuestra y nuestro y de todos
y de todas

los parados pueden sentirse invisibles
ante los trabajadores
y los rurales
ante los ciudadanos
y las mujeres
ante los hombres
y nos olvidamos todos
y todas
de que el contexto
o la contexta
es quien realmente
genera el soporte
para que el texto
o la texta
tenga sentido


prefiero ciudadano
aunque
incluso
pueda ser por esa facilona descomposición de la palabra
y aún sigo sensible.

Un bonito cumpleaños

Collage del cumple

Mi querida amiga Sylvia organizó un maravilloso cumpleaños (el suyo, por si quedaban dudas) en un restaurante japonés que, no dejando de ser una franquicia, nos sorprendió a todos con una calidez inusual.

Lo de calidez no solo va por el calor tremendo que pasé y que hizo que lamentase estar, en general, vestido, sino por el trato amable y simpático de las camareras, foráneas, posiblemente filipinas o extremo-orientales de enormes sonrisas y cuerpos menudos. El encargado o dueño es un amigo de Sylvia llamado Raúl, bastante guapete y, sobre todo, generoso en humor y cordialidad. Hace que su lugar, el Sushi Olé de la Calle Francisco Silvela, 71, sea un sitio más que recomendable para organizar fiestas de cumpleaños, o para ir a comer cualquier día, con unos platos riquísimos, servidos con una simpatía y unas salsas deliciosas.

Pero lo mejor, obvio, no fue el restaurante, aunque ayudó mucho, sino el amor que desprende Sylvia en todo lo que hace y que convierte un evento de desconocidos, pues entre nosotros los asistentes no todos nos conocíamos, en una fiesta de la que no quieres irte. Un espacio de corazones abiertos, donde todos queremos encontrarnos con otros, donde compartir el espacio no es solo compartir el espacio.

Súmale a esto que te encuentras con amigos a los que ves menos pero que quieres mucho, como Iván, mi querido Iván Araujo a quien debo tanto, Jose Eugenio Vicente Torres, el grande, Alicia, su chica, que mejora con los años, como el buen vino (que tanto le gusta ;-)) y la tierna pareja de divertidos Guzmán y Patricia, con quienes tenemos muchas cosas en común.

¡Qué delicia! Una fiesta que se te hace corta, que te quedas con ganas de más, como nosotros, que tuvimos que irnos porque la preciosidad de mi chica (¡ay, qué guapa que iba, la muy…!) tenía que ir a Ciudad Real al día siguiente a dar un curso de Tango. Me dijo que me quedara, pero quería dormir a su lado y apagar mis ojos contra su costado.

Le pedí a Sylvia que tuviera la decencia de celebrar su cumpleaños 3 o 4 veces cada año, para poder disfrutar de una noche tan bonita.

Me quedé con ganas de muchas conversaciones pendientes, como con su amiga Begoña, que tiene pinta de ser todo un cielo o un rato más con Jose, o haber podido cruzar más de una frase con Iván, pero sé que nos veremos más…

¡Qué afortunado soy de tener gente tan maravillosa a mi alrededor!

Y eso que no hablo de los otros muchos amigos (as/as/as/as) que tengo en la cabeza. Pero hoy quería hablar de ella, de su fiesta, de lo grato de su entrega, de su calidez, de su sonrisa… siempre, su sonrisa.

El mundo es un lugar tan bello…

Performance titulada Ataduras

Visualicé unas cuantas ataduras
como

un reloj (de pulsera) encadenado a una bola de esas de las prisiones
el problema está en que no me vale una imitación de bola
hecha con cartón piedra o similar

una cadena o soga atada a un ladrillo

y algunas otras que puedo seguir imaginando
como un ordenador personal
o una lavadora

y preferiblemente nada humano
pues los seres humanos no son ataduras
ni mis amigos
ni mi familia
ni mi pareja, mi compañera, mi libertaria

después de estar «atado» a mis ataduras
intentar
moverse.

Es algo que tengo que perfilar. Está poco definida, me falta visualizarla más concretamente. Pero quería participar a quien leyese este diario de cómo me surge una idea que, quizá, con el tiempo, veré en algún encuentro de arte de acción o algo así.

Además, me gusta inscribirla junto a un texto que describa lo que me hacen sentir esas ataduras, lo que me incitó a pensar en ellas, a desear mostrarlas, a querer escribir un poema con acciones sobre ese tema.

Esa, digamos, partitura, quedará escrita y publicada en mi web para uso y abuso de quien así lo desee.

jo nooo

es que
no me gusta
quiero de eso
no
de eso no
es que
jo
yo
eso no me gusta
ni eso
vale
venga
ponme un poco de eso

y a mí
y a mí
y a mí
pero esperar
no hay para todos
jooo
pues yo quiero
y lo otro no me gusta
ni a mí
ni a mí
pues a mí me sienta mal
y a mí me da alergia
jooo
pues vaya
ya
venga
¿te pongo esto?
no
yo quería eso
y esto no me gusta
no quiero
venga…
que no
que no quiero
que no es bueno
pero venga
es lo que pude traer
pero a mí esa marca no me gusta
pero bueno
que no
que no me gusta
venga que da igual
a mí no me da igual
ni a mí
ni a mí
pónselo a aquel
¿tú no quieres un poquito?
no
de esto no
quiero de eso
como yo
y yo
y yo

he traído esto de postre
pues vaya
¿no había otra cosa?
estaba en oferta
y era de aquí al lado
es que a mí lo que me gusta es lo de todos los años
en esa tienda que sabes
pero es muy cara
ya
pero no me gusta otra cosa
pruébalo
que no
que no quiero
ni yo
ni yo tampoco
pues vale
esto es lo que hay

pues vaya
jo
qué mierda
oye
no hables así
es que…
¿no tienes hambre?

pero eso no me gusta
yo quiero el de siempre
y yo
y no entiendo porque no se puede
pues porque no
es que es muy caro
ya
pero para eso no como
pues bueno
no tendrás mucha hambre
bueno

pero no quiero eso
no quiero
no me gusta
joooo
ni a mí
ni a mí

venga
vamos a hablar un poco de la crisis
para distraernos
vale
es que yo entonces
me aburro
y yo
y yo
pues nada
dejemos pasar el tiempo
o de que quieres hablar
de mí
y yo de mí
y yo
¿y de otros?
no
no
no
mejor de mí
sí pero después de hablar de mí
y de mí
que no
que no se puede hacer así
pues vaya
jooo
qué mierda
que te he dicho que no digas mierda
pero es que es una mierda
te voy a castigar
pues hala
castígame
esto es un rollo
y me aburro
y yo
y yo






un ratito de silencio
en ciertos casos
no viene mal
porque ya está todo
dicho.

Lo que hago por dinero

Hago pocas cosas solo por dinero, pero con esto de la crisis (= el miedo a no tener dinero) estoy aceptando alguna cosa que no haría si no fuese exclusivamente por dinero.

Una de ellas (la única que recuerdo ahora mismo, de hecho) es darle clases particulares a un par de hermanos en las cercanías de la plaza Mayor. Me viene estupendo, porque pagan bien y estoy cerca de casa, tan cerca que el tiempo que tardo en desplazarme a/desde su domicilio al mío casi no lo tengo en cuenta. No es que sean mala gente, es que tienen un serio problema de actitud: me ignoran y me tratan como si fuese su criado (en el peor de los sentidos).

Procuro ignorarlo porque lo único que hago es pensar que me llevo mejor con la sumisa filipina que me trae el agua para que no tenga sed mientras les doy la clase en una habitación tan indecorosamente decorada con derroche de oro y plata, rancia como mansión de castellano viejo, de fortuna hecha con sudor ajeno, apestosa indecencia de ostentación arcaica.

Mientras, espero que pase el tiempo, unas 2 horas durante las que, de cuando en cuando, intento granjearme, ya no su amistad, sino cierto respeto y trato coloquial simultáneamente.

Pero ayer, hablando sobre la mucha gente que seguro que hay en la zona en Navidades, me responde el mayor con su altanería habitual:

Desde que han abierto la estación de cercanías de Sol, vienen gentes de Parla y Móstoles y así. Ya ves, se compran pisos en esos pueblos baratos y no tienen nada mejor que hacer que venir a Plaza Mayor a pasar la tarde en Navidad.

Le habría soltado una hostia si fuese violento. Le habría dicho que era un imbécil imberbe posiblemente homosexual reprimido, aunque esto no tenga nada que ver, y que más le valdría aprender a tener que ganarse la vida por su cuenta hasta darse cuenta de lo que es poder venir a pasear por el centro de Madrid y desahogarse de una vida en la que una tarde sin tener que ir a trabajar era algo lujoso de por sí.

Apunté sus frases literalmente en el cuaderno que llevo a la clase, para no olvidarlas. Pero no dije nada.

Me sentí un kuntakinte perdiendo completamente, no ya un dedo, sino el orgullo, la dignidad. Y tuve que acordarme muy mucho de que me viene bien su dinero. Recordé lo poco que me esfuerzo durante esas clases con ellos, y en especial con este, por que avance en su comprensión de las potencias, por la poca energía con la que gano un poco de dinero… aunque también desgastan estos silencios forzosos.

Cada semana valoro si haría o no esas clases. En cuanto tenga un par de alumnos más, buscaré una excusa, lo sé, para dejar de darles clase. Seguro que no soy el primero ni seré el único en una serie de tutores que no están dispuestos a ser tratados con tal indulgencia, con esa actitud de presunta superioridad en la que creen estar a salvo.

Y pienso en gillotinas.

Y pienso que da igual cómo le dé las clases, que sus padres se asegurarán de que tengan un futuro prometedor como líderes político-económico de este país, que sus padres harán que sus vidas sean tan sencillas como para no tener que pensar en viajar apiñados en un transporte público de masas para visitar, tomándose tan solo un bocata de calamares, un lugar inaccesible como es el centro de esta ciudad, una tarde de las fiestas navideñas.

Por una vez, eso sí, empaticé con esa costumbre que siempre aborrezco de venir al centro por esas fechas, empaticé con esa gente, me sentí esa gente, me sentí gente… y me alegré.

Esto no es una broma