Frase de Idus de Marzo

Cayo Julio César (en Los Idus de Marzo, de Thornton Wilder) dice:

«Los poetas, y únicamente ellos, emplean todo lo que son en cada momento de su obra».

Y me encanta pensar que voy por buen camino. Cada momento de mi vida lo vivo como si fuese parte de una obra por crear. A veces querría que fuese más sencilla, pero es la que quiero hacer y la voy a hacer tal y como deseo hacerla. O no.

Me ha gustado compartirla en FaceBook y ver que tiene repercusiones positivas. Quizá este sea el camino: ser positivo, más positivo, más de cosas que me gustan y menos de cosas que no me gustan, aunque sea más o menos lo mismo…

Ahora, a cenar.

Mes y medio de vacaciones

O casi.

Mis vacaciones casi no lo son y mis no vacaciones casi no son no vacaciones, lo que equivale a decir que casi son vacaciones. Tengo una borrosa frontera que divide días laborales de no laborales. Trabajo todo el tiempo, como aquel que decía que trabajaba mientras dormía (un escritor surrealista francés cuyo nombre ni recuerdo ni quiero buscar, citado por Breton en el Manifiesto Surrealista). Trabajo mientras camino por la playa, buscando un nuevo método de publicar en este diario, trabajo mientras leo (y he leído bastante este mes y medio) incluso aunque las lecturas sean o pretendan ser más entretenidas que formativas, trabajo mientras hablo con Carmen sobre nuestros planes, y planificamos, planificamos…, trabajo mientras asisto a una exposición de una alumna de un taller de poesía online en Garrucha, que me gustó más de lo esperable, todo sea dicho; trabajo desde Colmenar, desde Vera, desde Madrid, buscando nuevos temas para mis talleres de escritura, para mis eventuales talleres de creatividad, acepto clases particulares de matemáticas desde la costa almeriense, y cuando vengo a Madrid, hace ya más de 10 días, sigo trabajando… buscando maneras de convertir esta ciudad en un lugar más lleno de poesía.

Pero no escribo.

Procuro no escribir. Se me escapa un poco mientras hago alguna anotación junto a alguno de los libros que estoy leyendo. Pero poco más. Nada en este diario, nada en otros formatos, tampoco emails, nada en papel, por supuesto, salvo alguna postal.

Tampoco, durante estos días, he seguido haciendo o trabajando en mi proyecto actual de «Las Lenguas». Intento estar ocioso. Descubrir el placer del aburrimiento. Descubrir la necesidad de volver a mis tareas cotidianas, a mi rutina, a la que intento desde hace años construirme. Y cuando consigo aburrirme hasta ese punto, adoro la vuelta, adoro este retorno a mi hogar, a mis tareas, a mis labores, a mis lenguas y mis clases, mis talleres, mis amigos, mis amigas, mis emails, mi diario diario, mi escritura…

¡Qué dulce la vuelta cuando se adora a lo que se regresa!

Incluso disfruto de un rato de ausencia de Carmen, un breve receso en nuestra presencia compartida. Ella se fue a su pueblo natal y yo quedé en el mío, en esta enorme villa manchega. Y la añoro, la añoro y mensajeo, telefoneo, esperando ansioso su regreso y disfrutando ansioso su ausencia.

Adoración, ansia, añoranza, rutina y producción, parece imposible unir todo esto, pero es así, así es… adoro mi vida con ansia hasta el punto de añorar la rutina de mi producción.

Quizá comience un audio-blog

He estado pensando en la posibilidad de aprovechar el tiempo que deseo seguir usando en caminar en realizar pequeños aportes grabados en este diario.

Si cuando lo comencé tenía mucho que ver con el diario de Soren Kierkegaard, con el paso del tiempo se va pareciendo más a las ensoñaciones de un caminante solitario de J.J. Rouseau. Y sin que mi mente sea comparable a la de ambos, quizá mi voluntad sí lo es.

Tengo pensado grabar en el móvil con un manos libres y después recortar lo interesante, quizá escribir un pequeño texto descriptivo del audio correspondiente y, a continuación, crear la entrada o entradas del día, como cada día hasta ahora.

Pensé inicialmente en usar ese audio en un software de dictado que lo convirtiese en texto, pero quizá ha comenzado el tiempo en el que el soporte de un diario o de unas ensoñaciones puede ser multimedia. Sí, incluso para un poeta, pero uno que, hostil en parte a las nuevas tecnologías, no las desdeña, ni las ensalza, las usa como usaría un teclado, como habría usado un teclado Shakespeare, de quien he comprado sus obras completas en un puestecillo en la playa… ¡qué cosas!

Aún no descarto ese formato más tradicional, pero no descartaré la idea del audio-blog, del diario sonoro, del repositorio de mi voz directamente, como si estuviese en una conversación con otros, con los lectores que empezarán a ser oyentes… o quién sabe qué.

De momento, sé que me está costando retenerme para no publicar nada durante mis «vacaciones». Hoy hago una excepción.

La ineficacia adelgaza

Ayer me decidí a escribir este lema en FaceBook para observar un rato la reacción de los lectores. Es curioso, todo el mundo parece tenerse por eficaz.

El caso es que, claro, yo, que soy parte de ese mundo, también me creo muy eficaz. De ahí que sostenga que estoy engordando debido a mi alta capacidad organizativa que me permite trabajar con el mínimo esfuerzo. ¡Qué morro! y todo por no hacer deporte…

Se me da bien pensar antes de actuar hasta el punto de trazar mentalmente el recorrido óptimo en distintas circunstancias, como para recoger un calcetín del suelo con un solo paso desde la cama o para cruzar la calle no ya en diagonal, que sería rápido, sino en una curva más sofisticada que minimice, al tiempo, el riesgo de ser atropellado, dependiente, no obstante, de la densidad y cantidad de tráfico en sentido perpendicular al cruce.

Por no hablar de la habilidad de escoger tareas pendientes que tengan en común un punto del recorrido que realizar una única vez para no desperdiciar viajes, caminadas, ni siquiera idas y venidas a casa… así que no tengo que hacer muchos esfuerzos para comprar un libro, ir a la compra, enviar una carta, dar de alta una cuenta bancaria y, de paso, saludar a alguna amiga.

Pero es una habilidad que, de un tiempo a esta parte, estoy empezando a ver como inútil, es más, como contraproducente, pues me obliga a pensar, a posteriori, en la realización de algún ejercicio complementario fruto de no haber realizado el más mínimo esfuerzo (bueno, el mínimo sí). Así, tengo que pensar en un ejercicio físico como ir a un gimnasio o una piscina o, incluso, salir a caminar ex-profeso, porque en mi día a día soy perfectamente capaz de reducir mis caminadas al mínimo (y menos mal que carezco de medio de transporte individual más o menos motorizado).

Así que he decidido comenzar a ser parcialmente ineficaz. Ayer fui a por una medicina para una amiga y, después, volví a casa, para enviarla en un sobre que no había cogido y llevado conmigo, así que tuve la oportunidad de subir las escaleras (ahorrar en ascensor, luz y carencia de ejercicio físico). Luego rellené la carta y fui a enviarla, junto con un DVD y, aproveché para ir a la frutería. Podía haber vuelto a casa entre ambas actividades, pero la ineficacia es una gran consumidora de tiempo y no me dejaría hacer nada más… aunque… eso ya lo sabíamos.

Me cuesta tanto ser ineficaz, tengo tan interiorizado el actuar pre-pensando, que opero maquinalmente, casi como un algoritmo optimizador… tan poco humanamente… o no?

Y todo el tiempo recuerdo las imágenes de la maravillosa y sorprendente e-Wally, en la que los ciudadanos van de acá para allá en un cochecito que tiene todo lo que necesitan al alcance, literal, de su mano, con lo que engordan, engordan, engordan…

Y poco a poco me he ido convirtiendo en uno de ellos.

Voy a probar a subvertir el proceso. Al menos en verano, al menos en la época en la que caminar se hace más difícil por causas ajenas a mi voluntad… (por decirlo así).

Voy a echar al correo una carta que podrían venir a recoger con una llamada. De paso, es posible que me dé un paseo hasta el parque de El Retiro.

Y mañana… ya veremos.

María ha dado a luz

Pablo
ha nacido hoy
y le toca celebrar su cumpleaños número cero
o los 9 meses de su concepción
o el nacimiento.

Jens me ha informado
de un parto en mitad de la madrugada
como si se tratase de un niño que llega tarde a casa
como si se tratase de un niño de mi amiga
que está empezando a imitarla.

Y me acuerdo de una canción maravillosa de Victor Manuel
que voy a incluir en este poema con una canción dentro
como un parturiento conjunto de versos
que me recuerden
que quiero a mi amiga
a mi muy querida amiga
como si fuese
(iba a decir mi hermana, pero más o mejor)
una de las personas más importantes de mi vida
y me alegra tanto que el alma se me arroba
se me alborota
me enorgullece
me abriga de esperanzas
en que algo cambiará en un futuro
con unos padres tan maravillosos como ellos
con unos amigos tan maravillosos como yo.

Les quiero!

[audio:https://giusseppe.net/blog/wp-content/uploads/2012/07/Victor-Manuel-Para-un-niño.mp3|titles=Victor Manuel – Para un niño]

Para un niño

(Víctor Manuel San José)

Si te conozco bien
que te presiento
aún antes de nacer.
Si te conozco bien
que ya adivino
el color de tu piel,
escasa la nariz
como era yo,
la boca y el mentón,
sé como son.

Si te conozco bien
nada me extraña
porque yo te inventé.
Conté con la mujer
que te alimenta
entre dos pudo ser.
Conozco tu perfil
lo que te hace reír
y esa fuerza interior
para vivir.

Si te conozco bien
tan apacible
vegetando sin ser.
Si te conozco bien
que me desvelo
por tratar de aprender
a darte un biberón,
cambiarte o descubrir
un diente florecer
desde anteayer.

Si te conozco bien
que soy tu amigo
implacable y feroz.
Si te conozco bien
que tus defectos
son la suma de dos.
Si te conozco bien
no hay que premeditar
al fin luego serás
como tú quieras ser.

(1976)

Dedicada a Jens y María, con todo mi cariño.

Identidad virtual

Personalizamos y nos identificamos con dispositivos, como cuando decimos que me he quedado sin batería como si mi móvil fuese todo mi yo, como si realmente tuviese o tuviésemos (pasar de plural a singular es para disminuir la omnipresencia de mi ego) una batería química que se carga y se descarga aunque no queda nada claro de qué manera se almacena esa carga (presumiblemente) energética.

Nos cargamos en vacaciones, nos descargamos en el trabajo y, alguna vez y es más grave, con algunos amigos nos descargamos…

Decimos estar sin conexión o frases como no tengo cobertura (y no de la seguridad social) como si uno de nuestros dispositivos encargados de conectarnos o cubrirnos no lo estuviese haciendo, pero ¿a qué nos conectamos?

Y entonces surge lo sorprendente: respondemos que nos conectamos a Internet o a una red de telefonía móvil y nos olvidamos de que eso es solo el medio y no el fin: ¿a qué deseamos conectarnos? ¿a otros dispositivos o a otros seres humanos?

Confundimos el medio con el fin (en temas económicos es aun más obvio y dañino) y lo peor es que acabamos olvidando el fin, nos quedamos sin objetivo y nos agobia que no funcione el medio hasta que, habida cuenta del error mencionado, nos sentimos aislados, solos, inconexos.

Pero no lo estamos: basta con mirar a los ojos a quien tienes cerca para darse cuenta de que, con la verdadera conexión, es imposible desconectarse del mundo.

Amistades de mucho y poco

Vera, Estela y Marta cenaron ayer en mi casa: son amigas a las que quiero mucho y veo poco.

Veo mucho a María y Aída y siempre me parece poco. Muy muy poco. ¡Son adictivas!

Por mucho que hable con Sylvia se me hace muy muy poco tiempo. Podría pasar días seguidos sin parar de hablar. Es un enorme placer.

Veo tan poco a Jose o Xabi que apenas puedo decir que sean mis amigos y, sin embargo, los echo mucho, mucho de menos todos los días.

Mi querida Vicky me ayuda mucho aunque ella crea que lo hace poco, con su sonrisa, con su ejemplo de fortaleza, de vitalidad: es alguien a imitar en la vida.

Lilian es un poco despistada con el cuidado de los amigos, pero nos queremos mucho, mucho… como diría mi amiga África, como la trucha al trucho. (Heterosexualidad implícita, por cierto)

Carmen es mucho más que mi amiga, es, poco más o menos, mi alma gemela.

Mercedes, Susana, Ana y más movidos y movidas están entre quienes veo poco queriendo mucho, y hay tantos y tantas en esta categoría que impresiona. Muchos y muchas y no pocos y pocas a los que añoro con tanta frecuencia que no pueden imaginarlo: Jose, Poto, Junki, Ainhoa, Melanie, Paloma, Adolfo, Olga, Ayelén…

Por poco ni veo a mis lejanas amigas Ivania y Elena, en lugares tan distantes como Chile o Australia, pero las quiero mucho, las quiero en mi vida, aunque sea, no más, mediante un email cada año, recordándoles que estoy en sus vidas y que ellas están en las mías… porque gracias a mis amigas no tengo una vida, sino muchas.

Por no hablar de mi adorada y admirada Mariel, esa argentina que me mueve mucho el alma, con lo poco que nos vemos en persona: es de las pocas gozadas que me está regalando FaceBook, saber más de su día a día. La quiero mucho, pero mucho mucho… ¡Querida!

Me empeño mucho en no amistosearme con mis alumnos, pero es inevitable que, poco a poco, van calando en mí sus maravillosas personalidades: Cármenes, Ernesto, Dolores, Nines, Federico, Juan Carlos(es), Chema, Anas (3 o más), Teresa la bella, el itinerante Giovanni y, sin que se me noten preferencias, la sin par Saritísima.

Amigas como Simona, Raúl, Silvia, Robert, Marina y otros y otras que he ido conociendo en diversas diversiones, son gente con quienes tengo poco en común, están en una extraña frontera de amistad, pero por mucho que se empeñe esta categoría en ser un tanto excluyente, prefiero incluirles.

Pero hay algún amigo y, sobre todo, una amiga (cuyo nombre prefiero ocultar) a quien veo poco y, sin embargo, cuando la veo me parece mucho, mucho mucho… así que cada vez menos menos menos…

Por suerte, son muchos y muchas los que me saben a poco.

Como las casi invisibles Granaínas (Belén, Mati y Maria del Mar) a quienes por poco que vea, recuerdo mucho. Tenemos pendiente una comida juntos, será un placer.

Habrá muchos y muchas que he dejado en el tintero, pero los que están, lo están… y sé que no es poco lo que les quiero.

Vacaciones

¿A qué le llamo vacaciones?

Es raro tener que definir las vacaciones, como si no fuesen obvias, pero ocurre que cuando alguien trabaja en algo que le apasiona tanto como para no dejar de hacerlo, no parecen tan apetecibles.

Surge entonces la pregunta de ¿para qué las vacaciones?

vacación. (Del lat. vacat?o, -?nis). 1. f. Descanso temporal de una actividad habitual, principalmente del trabajo remunerado o de los estudios. U. m. en pl. 2. f. Tiempo que dura la cesación del trabajo. U. m. en pl. 3. f. p. us. Acción de vacar (? quedar un empleo o cargo sin persona que lo desempeñe). 4. f. p. us. Cargo o dignidad que está vacante.

Y claro, de la definición del diccionario, deduzco que poco se ha pensado en el trabajo no remunerado que se realiza como forma de vida, como parte esencial de la vida, como algo para lo que se vive y no algo que agota la vida, que aliena, que no alimenta, sino que es un mero medio para conseguir un dinero (u otro tipo de retribución) con el que lograr hacer más fácil la vida.

El tipo del trabajo al que estamos acostumbrados desde que, en épocas del tardío neolítico, se produjo la especialización, que, según la wikipedia, vendría a ser:

División del trabajo es la especialización y cooperación de las fuerzas laborales en diferentes tareas y roles, con el objetivo de mejorar la eficiencia. Aunque es consustancial a toda actividad humana desde la prehistoria, se intensificó con la revolución neolítica que originó las sociedades agrarias y aceleró de modo extraordinario su contribución al cambio tecnológico y social con el desarrollo del capitalismo y la revolución industrial.

Es más, en esta misma enciclopedia, sin reparos de llamarla tal, tenemos que su principal desventaja es respecto a la motivación en el trabajo, donde la división del trabajo puede concluir en la pérdida de interés en el mismo, por su relativa simplicidad y la suma de actividades repetitivas al producir.

Esto me lleva a pensar que ando buscando una forma de vida algo paleolítica en el siglo XXI. Lo cual no parece cuadrar bien con la idea que tengo de mí de un ser moderno, actual, casi post- cualquier cosa… pero claro, también me lleva a pensar que las reparaciones de sistemas que están evolucionando forman parte de la fase de ajuste que acerca a una hipotética idónea situación mediante un movimiento sinusoidal de amplitud decreciente.

No encuentro una curva ejemplo, pero es esa en la que una línea que sale del origen sube hasta superar un cierto límite horizontal, para luego bajar hasta descender por debajo de esa línea y volver a subir superándola, y volver a descender sucesivamente en una sucesión de ondas cuyo hipotético límite está en la cercanía completa a la recta, a ir co-recta-mente, como en inglés, cuya separación entre recto y correcto no existe.

Volviendo al tema…

¿Para qué quiero vacaciones si vivo como me gusta vivir cada día de mi vida? (Añadiré un más o menos por aquellos días que no me gustan, pero que también existen en periodos vacacionales).

Pues no lo sé. Desde hace años me empeño en contestar a este pregunta y no sé la respuesta, pero tampoco creo que sea muy importante.

Acercándome a una definición, o al menos a una aproximación, dije el otro día a mi amigo Ernesto que yo sé si estoy trabajando si tengo el móvil y otras conexiones abiertas y ejerciendo su función de conectarme con el mundo, por ejemplo, durante los fines de semana suelo apagar el teléfono móvil, o suelo no mirar mi correo electrónico y, por supuesto, no pasear por el maldito escaparate que acaba resultándome ser FaceBook. Así que dedico más tiempo a actividades introvertidas, o compartidas con los íntimos, como familiares y amigos.

Pero luego veo cómo trabaja Iván Araujo y me sorprende ver que él lleva a cabo esta labor de separación de actividad conectante cuando está trabajando y no tanto (aunque también) cuando está de vacaciones… también algo difusas, por otro lado, y siento cierta envidia, ciertas ganas de introvertirme más y más, hermitarizarme, vertirme hacia mí y hacia mi trabajo no remunerado más que con el placer de saberlo hecho…

Y me da algo de miedo pensar el límite al que me puede llevar esa actitud. Ese límite aislante, individual hasta ser casi individualista, solitario en demasía…

Volviendo al tema…

Este año, y por año entiendo curso, resulta que he sido retribuido en dinero en mayor medida que otros y, por otro lado, he ido perdiendo algunos de mis alumnos, con lo que lanzar cursos en el mes de julio o septiembre resulta agotador y hasta oneroso, como ya me pasó el año (y por año entiendo curso) pasado.

Según esto, no tendré clases particulares, no tendré talleres de escritura, no moveré ningún intensivo… y dedicaré mi tiempo a vacacionar… pero este blog… este diario al que considero trabajo: ¿lo mantendré? Y mi proyecto de lenguas al que tantas ganas tengo de dedicar mi tiempo, ¿lo seguiré haciendo? ¿qué es para mí estar de vacaciones? ¿qué es para mí trabajar?

Hummmm…

Supongo que puede tener que ver con hacer más que de costumbre lo que me dé la gana… pero, ¿y cuando lo que me da la gana es algo relacionado con mantener un compromiso?

Iré respondiéndome sobre la marcha, olvidaré mis rutinas artificiales, mis intentos de mantener disciplinadamente un ejercicio… y haré, día a día, lo que me dé la real gana… hummm….

No sé si lo tengo claro.

Desde el 1 de julio al 31 de agosto publicaré en este diario de manera irregular, imprevisible y, seguramente, no diario… supongo. Aunque así ya no será un diario.

Pudor

No se puede hablar de A
porque podría enfadarse B
si sabe que le cuento C
a D.

No conviene contarle a E
lo que sabes de F
porque G
podría acabar sabiendo H
por intermediación de I.

Es mejor que no digas que J
visita un K
ante el riesgo de que su L
te diga que eres un M.

Ni se te ocurra mencionar que N
tiene a su Ñ
con un tremendo O
en el P
porque dañarías a Q
y perderías para siempre la confianza de R
que vería en ese S
un símbolo de tu T.

Es mejor que pienses en otra cosa mientras U
te detalla información sobre su V
que no has pedido y sabes que puedes acabar contando a W
sin darte cuenta de que X
no piensa lo mismo de Y
y acabar siendo para tus amistades un definitivo Z.

www.ivanaraujo.com

Acabo de terminar la web de Iván Araújo, mi amigo, mi gran amigo, pintor y grabador que de esto de Internet no entiende nada ni quiere entender.

Y cada día lo entiendo (a él) más. No perder el tiempo en cuestiones como Facebook, emails, etc, hace que pueda centrarse en lo que sí que entiende y sí que hace bien, que es su obra plástica, sus pinturas, grabados, monotipos, sus talleres de grabado, su desarrollo como artista que se hace a sí mismo a cada paso de sus obras, con tesón, con sudor, transpiración al 99%…

Mientras, me ha decidido pagar la web (que un refrito de otras hechas y arreglada para la ocasión) con obra suya, y me hace rememorar a Picasso y Duchamp, sus relaciones, sus pagos en obra, la riqueza que acumuló el segundo que apenas hacía otras propias y, desde luego, poco comercializables, pero que se entregaba, parece ser, en ayudar con diversas gestiones extra-artísticas a sus amigos pintores, como el primero.

Compararme con Duchamp siempre ha sido uno de mis más anhelados deseos, no con Picasso, pero cada cual elige cómo quiere ser… y yo querría ser Duchampiano… Marcel-Duchampiano, claro. Quizá no esté tan cerca como quiero pensar, pero acercándome, y se lo debo, en parte, a mi querido Iván.

Para hacer esta web, como comentaba entre paréntesis, ha sido fácil, reutilizando algunos recursos que ya había usado en la mía, como la estructura en frames, o parte de las hojas de estilo, o la presentación de fotografías usando la librería highslide.js; pero también he tenido que hacer algunas cosas más «periféricas» como cambiar el tamaño de los archivos masivamente, cambiar nombres, crear index.html automáticamente…. para lo que he desarrollado algunos scripts como el siguiente:

#!/bin/bash

# DEFINICION de VARIABLES
let contador=0

while read line
do

    resto=`expr $contador % 4`
    if [ $resto -eq 0 ]
    then
    echo -e "\n \n"
    fi
    # echo -e $(printf "%02d" "$contador")
    numfile=`echo -e $(printf "%02d" "$contador")`
    echo -e "

    \n< a id=\"thumb1\" href=\"img$numfile.jpg\" class=\"highslide\" onclick=\"return hs.expand(this, { slideshowGroup: 1 }) \">"
    echo -e "\"Imagen\""
    titulo=$line
    echo -e "

    $titulo

    "
    echo -e "

    \n"

    # echo "Título: $titulo";

let contador=$contador+1;
done < listado.txt

Y es que me encanta programar para que programe para mí un programa… hacer algo que haga me gusta más que hacer directamente… quizá por eso me interesan tanto los talleres de escritura o performance… saber que ayudo a crear, más que crear en sí mismo es una forma interesante y diferida de creación, y no puedo evitar disfrutarla sobremanera.

También usé otros recursos como integrar un blog de wordpress, para que pueda mantenerlo él mismo y actualizar parcialmente el contenido de la web, o vincular las novedades a álbumes web de google/picassa, que podrá modificar el mismo Iván sin mi ayuda. Esto ya lo había usado también en algunas webs como la de Carmendelarosa.com o la de Espacio El Manantial (cuando la hice yo).

Como condiciones de trabajo, las habituales: usar herramientas extremadamente simples, como el VI, así como software de código abierto (GIMP, gThumb, pyRenamer) todo sobre Linux, con ftp client: Filezilla. Hosting: www.justhost.com.

Ahora, a disfrutar de la web y espero que Iván le guste tanto como me gusta a mí y le resulte fácil de mantener.

Esto no es una broma