calendario

Muchas veces, el mejor calendario es el más analógico de todos: simple, presente, elocuente, fácilmente modificable, y que en un primer vistazo muestra lo agotador que suelen resultar los fines de curso.

Esta es una prueba de mis fines de semana (lo más difícil de recordar) de mayo y junio. El ocio se entrelaza con el negocio en una trenza algo perversa y contradictoria.

Yo soy el SPAM

Invitado por Andrea Vidal Escabí a participar en una iniciativa de arte postal en principio orientada a los 7 asistentes (ella incluida) de su grupo del Taller de Poesía de Clave 53 en el que se encuentra, decidí hacer extensivo del mismo a mi querida Carmen de la Rosa y enviarle esta postal fabricada con una fotografía orientada a una renovación de DNI o Pasaporte que, por la razón que fuera, había quedado sin usar. 8 fotos no usadas para una renovación que posiblemente ya no me servirían por el paso del tiempo fueron lo utilizado para la cara A de la postal, que rezaba SPAM.

La propuesta de Andrea era la de generar postales/collages con el correo no deseado, pero hace años que no recibo nada que no desee recibir. Es extraño, es como si hubiese dejado de existir como consumidor. ¿Se habrán dado cuenta?

Pero como no recibo SPAM (correo no deseado) en papel, estuve tentado de realizar algún tipo de collage con el SPAM electrónico, pero implicaba imprimirlo en algún momento y me parecía contrario al espíritu de la propuesta, que trataba de recuperar el papel innecesario, no tanto de generar nuevos papeles innecesarios.

Así que terminé por asumir que mis fotografías (ya obsoletas) eran ese papel innecesario con el que realizar, sobre cartulina negra, un simple mensaje que dijese que yo soy el SPAM, lo que no deja de ser triste: ¿no soy en absoluto deseado? e instaba a hacer «conmigo» lo que se quisiera.

En realidad, no sé si quería decir (sí lo sé, pero no pienso desvelarlo) si ese «conmigo» era conmigo como persona o conmigo como representación de una persona. ¿Quién está diciendo ese «conmigo»? ¿Soy yo (el que escribe) o es mi fotografía o la postal?

En cierto modo, cada cual es libre de interpretarlo a voluntad, teniendo en cuenta que me defenderé de aquello que no me guste que me hagan. Supongo.

Dady-Dada

Dada Daddy es una intervención que alguien (a quien no conozco, no necesariamente anónimo) ha realizado la calle Costanilla de los Ángeles, justo al lado de donde tengo el Estudio 53.

Maravilloso que esté justo al lado de un texto que dice: «Prohibido fijar carteles».

No he podido resistirme a tomar una fotografía y enviársela a mi querida amiga Tanja Ulbrich, que es la persona más dadá que conozco. Pero ni de lejos es la única. En realidad, gran parte de lo que hace que una persona llegue a ser amiga mía tiene que ver con el gusto por las vanguardias históricas (que no clásicas) del SXX. Es muy poco probable que alguien a quien no le interesen o considere que son algo ridículo y tomadura de pelo sea muy buen amigo mío. Pero también puede ocurrir. Faltaría más. En esto no soy tan intransigente como con el machismo, el racismo o la homofobia/lesbofobia (a veces también incluiría el clasismo, pero suele estar incluido en alguna de las anteriores).

Euroconector cuando no hay casi ni Europa

Intento vender de segunda mano (aunque sin usar que yo recuerde) un euroconector de 3 metros de longitud, que guardaba como oro en paño, por si algún día (que nunca ha llegado) lo necesitaba.

Me hace gracia pensar cómo puede llamarse euroconector, como si fuese algo que sirviese para conectar Europa, esta misma que acaba de debatirse entre fraccionarse definitivamente o seguir fraccionándose poco a poco, como hasta ahora.

En otro tiempo se hubiera llamado conector atómico, quizá. Puede que este nombre plausible vuelva a estar de moda como algo «deseable». ¡Qué triste!

Tagliatelle al huevo con salmón en salsa de nata con cintas de calabacín

Ingredientes para 2 personas:

  • 250g de Tagliatelle fesco.
  • 100g de salmón aumado.
  • 200ml de nata para cocinar
  • 1 cebolla
  • 1 calabacín
  • 40g de queso gorgonzolla

Cortamos en juliana la cebolla y con un pelador de patatas hacemos cintas de calabacín.

Rehogamos la cebolla y cuando esté transparente añadimos el calabacín en una sartén profunda en la que después podamos mezclar la pasta cocida.

Cortamos el salmón en tiras de 5mm aproximadamente. De ellas, reservaremos 2 para adornar al final el plato.

En 2 litros de agua hirviendo, cocemos durante 3 minutos o un poco más la pasta fresca. Si no es pasta fresca, tenerla cociendo desde antes, para que los tiempos encajen.

Añadimos un poco de sal y orégano al sofrito de cebolla y calabacín.

Cuando esté tierno el calabacín, que veamos que está comestible, añadimos las cintas de salmón ahumado. (Me consta que se podría hacer con salmón sin ahumar, lo que es importante a la hora de tener en cuenta la sal añadida al sofrito para no pasarse)

Tras poco más de un minuto, cuando cambie de color el salmón, añadimos la nata para cocinar y dejamos que reduzca un poco la salsa.

Cortamos cuatro o cinco taquitos de un centímetro cúbico cada uno de queso gorgonzolla.

Agregamos los taquitos a la salsa, siempre a fuego lento y esperamos a que se derritan removiendo para que no se pegue.

Retiramos de la cazuela donde estuviese cociendo la pasta y la añadimos a la sartén, sin lavar, por supuesto, para que siga adherido parte del caldo de cocción.

Mezclamos y servimos. Si tuvimos la precaución de reservar una cinta de salmón, es el momento de sumarla a la decoración, junto con un poco más de orégano y, si fuese posible, una hoja de perejil fresca.

Este es el resultado total que sale con las cantidades indicadas.

Esto no es una broma