Cinco instantes del proceso diario que vengo haciendo desde hace meses en lo que he denominado como proyecto: Cada día más silencio.
Fotografía
1Gb RAM recién adquirido
Cada vez soy más moderno.
Podría decir lleno de ironía.
Algún día de estos me hago analógico.
Como si no lo fuese.
Como si fuese digital
o alguna vez lo hubiese sido.
Como si necesitase más memoria que 1Gb de RAM
en un ordenador de hace más de 20 años.
Demostrar que la obsolescencia
no está tan programada
más allá que en nuestros hábitos de consumo
que quieren (impersonal al canto) implantarnos.
El viejo paradigma del enfrentamiento.
Quiero reflotar
un portátil que mi madre
daba por muerto.
Compré 2 piezas por un total de 20€
para reacondicionarlo
y ahora es capaz de ejecutar
(sin matar a nadie)
el mismo software
y casi
a la misma velocidad
que otro equipo
de hace tan sólo 10 años.
Este lifting
le ha dado un par de lustros
de juventud
fingida
por supuesto.
Pero quizá sea suficiente
con fingir
para alcanzar
algún falso nirvana.
Restos
Fotografías de diversos ángulos de un papel (cartulina verjurada negra, de 300gsm) repleto de restos de pruebas de distintos proyectos analógicos, sellos, etc:
Va quedando mejor que muchos de los proyectos probados sobre esta cartulina.
La cera de la cerería
La cerería del niño del remedio
ya no tiene remedio.
Los feligreses
han decidido
no comprar velas
hechas de cera.
Sus velas son de yate
velas de tela.
Los niños ya no tienen remedio
para sus ceras.
Dibujan con tabletas
de vidrio romo.
La cerería
tiene al lado una iglesia
subvencionada.
No lamento este cierre
aunque mucho me temo
que irá a ser breve
o abrirá algún local
gentrificado:
La especulación no entiende
de religiones.
El niño sin remedio
ya no está en Siria.
Está olvidado en mitad de un mercado
capitalista.
Los feligreses
ahora son más fieles
de yoga y polipiel
de terapias dudosas
que les hagan creer
creer
creer
creer
que la Tierra es más fácil
de lo que entienden.
Comprehender
comprendiendo
o
desconociendo.
La cerería
bajo mi ventana cierra
una nueva fase.
Diseñador ocasional
Siempre metido a hacer cosas que no sé hacer, siempre fracasando, pero nunca frustrado, le realicé este diseño a la pareja de mi amiga Aída, con tal celeridad que metí la pata en el QR que contiene sus datos de contacto, pues incluí su teléfono personal y no el del trabajo.
Lo habíamos estado haciendo para pruebas y se quedó así y cuando me pasaron los datos definitivos se me olvidó cambiarlo en el QR. ¡Un desastre!
En cuanto al formato y la impresión, probé con una imprenta que tenía ganas de conocer, pero la verdad es que los materiales que ofrecen son bastante básicos. Dudé si reclamar sobre si esta cartulina era realmente de 300 gramos, como afirman, pero pregunté a Jaime, mucho más versado que yo en estas lides y me dijo que, aunque a él le parecían bastante finas también, estaban bien y el precio era imbatible. Así que me conformé.
El jueves recibí el segundo pedido, después de que el primero llegase con ese error inasumible.
Lo consideraré un regalo a mi amiga y, por otra parte, un buen curso de aprendizaje. Así son las cosas en este mundillo…
Juegos con el teclado: LUZ-SOMBRA
Dos versiones del mismo juego de palabras, una vez que descubría LUZ, era obvio que iba a buscar SOMBRA.