El té de cada día

Cada día tomo varias infusiones de diversos colores y sabores:

Té negro con cardamomo.
Té paquistaní (un tipo de té negro aromatizado) con un chorreoncito de leche.
Té verde de jazmín.
Infusión de jengibre con canela, cardamomo, tomillo y clavo.
Infusión de manzanilla con anís estrellado.
Infusión de jengibre con limón.

En ocasiones té blanco. Otros tés verdes, como el marroquí con hierbabuena o menta en verano, por ejemplo… así que mi vida gira en torno a tazas de té, infusores, teteras, agua hirviendo, vapor, algún edulcorante cada vez más en disminución (miel de romero para el jengibre y la manzanilla, principalmente).

He llegado a pensar en adquirir tazas para próximos proyectos y personalizarlas, utilizarlas a modo de «lienzo» sobre el que escribir poemas, o dibujar o…

De momento y no es casualidad, en la presentación de mañana del Proyecto !ç~ñ¿.# expongo varias tazas diseñadas para la ocasión.

Imagen sugerente de programación sobre todas las cosas

Me encontré esta imagen en una publicidad de una estación del metro e inicialmente pensé que se trataba de un error, pero luego me di cuenta de que estaba bien, que era una campaña o anuncio de una academia de programación.

Pero me encantó la imagen y pensé que sería sugerente pensar o imaginar códigos de diversos lenguajes que haya aprendido a lo largo de mi vida superpuestos a imágenes de mi vida o fotografías más o menos intrascendentes y ver qué ocurre.

Lo investigaré.

El tren de la memoria

Llevo años jugueteando con estas cuatro placas de memoria de (¡Atención!) 1 Mb RAM cada una. Son viejas tarjetas de 30 pines que ya no valen para nada más que para hacer chistes de palabras visuales.

Para mí, son una doble referencia a la memoria, en tanto algo obsoleto y por la obviedad de lo literal: tarjetas de memoria, tarjetas de recuerdos, tarjetas de algo que ha sido olvidado y superado, tarjetas del pasado, tarjetas del tiempo que no volverá, tarjetas de ayer, tarjetas de paraísos perdidos, tarjetas de reminiscencias, tarjetas de recuerdos, tarjetas de semimetales sobreimpresos, tarjetas de vida al fin y al cabo.

¡Qué cosas tiene Instagram!

En Instagram estoy intentando hacer un pequeño damero a base de publicar fotografías en color alternadas con imágenes de la Colección de Poesía Visual del Proyecto Lejanías que son líneas y frases blancas sobre fondo negro.

Hoy he publicado una fotografía del poema visual Dulce pero utilizando algunos «hashtags» poco habituales como el de «#definición», pensando, ingenuo de mí, en la definición de la palabra dulce que está incluida en la pieza.

No había caído en las acepciones de la definición de la palabra «definición». Y ha ocurrido esto cuando he ido a ver qué otras «definiciones» aparecían bajo esa etiqueta en la red social de imágenes…

Todas mis amistades cumplen años todos los años

A modo de «orlas» universitarias o estudiantiles, que por cierto es como surgió la idea de esta red social llamada «FaceBook», los celebérrimos anuarios de los institutos estadounidenses que tantas apariciones han tenido en películas diversas, he creado estas 12 composiciones capturando pantallas y editando mínimamente para eliminar algunos nombres con las «caritas» de mis amistades actuales en esta aplicación.

Me gusta pensar que le dedicaría un segundo de mi vida, al menos, a cada una de las personas que hay detrás de esos «perfiles».

Al terminar la frase de que todas mis amistades cumplen años todos los años, he recordado a alguna que ya ha fallecido y a quien no quiero eliminar de mis «contactos». ¿Sigue cumpliendo años? ¿Estoy en contacto con mi amiga muerta?

Y me ha quedado un extraño sabor agridulce en la punta de la lengua.

Instagram

Esto no es una broma