abajo bailaban tango un corazón sucio |
Fotografía
Punk
Que yo no haga dieta no quiere decir que yo sea punk… por mucho que simpatice. Tampoco que yo no muera (de momento).
Este divertimento para empezar la semana con alegría, con un guiño a las anécdotas cotidianas, a los detalles ocultos detrás de papeleras, debajo de carteles de neón… bajo el asfalto, quizá, hay huertas de poemas.
Me he encontrado en Internet
A mí mismo, sí, a mí mismo, como si no estuviese aquí, en la mesa, en la silla, escribiendo este texto ridículo sobre que me he encontrado a mí mismo…
Aunque quizá no sea yo. Quizá soy un poco tú… o un poco él, o incluso ella. Soy algo menos mismo. Me he encontrado a tú mismo, o me he encontrado a ella mismo… o solo a ella.
Mí, mí, mí, mí…
Do re mí…
Bueno, el caso es que en la web de Acción Mad, que este año acaban de publicitar su Décimo Encuentro de Arte de Acción de Madrid (Acción!MAD13), había un enlace a una web llamada A Space For Live Art, en la que resulta que me he encontrado documentación sobre la participación que tuve en el 2010 en el Acción!10MAD. Ha sido divertido e interesante, saber que voy siendo famoso, casi como si lo pretendiese.
Las fotografías son muy buenas, aunque no conozco su autoría. Lo lamento.
Pasión por las alturas
Con el absurdo que da la codicia
se alzan en Madrid estas cuatro torrecillas
que han dejado el día de la bestia
a la altura del betún.
¡Cuánta tontería!
¡Cuánta osadía!
Intentar llegar a las estrellas
por sentirse humano
demasiado humano
y embarrado.
Afortunadamente
de cuando en cuando
lo que se erige
se deserige
y cae:
El tiempo lo cura todo
incluso la arrogancia
y los humanos
demasiado humanos
mueren.
El día de los pianos
Ayer, 2 de Octubre de 2013, la Fundación Jesús Serra, hija bastarda del Grupo Catalana Occidente, organizaba una jornada preciosa donde 7 pianos eran dispuestos a lo largo de varios puntos de la Calle Serrano de Madrid.
Que fuese elegida la «noble» calle Serrano del barrio más pudiente de esta ciudad no es óbice para que el acontecimiento fuese bello, aunque no olvidemos la parte poco ética subyacente.
Carmen y yo, haciendo uso de nuestra libertad horaria relativa, nos dimos el lujo de pasear la calle de sur a norte desde la Plaza de la Independencia (la Puerta de Alcalá), hasta el más septentrional de los pianos, situado en la puerta del Museo Lázaro Galdiano, que tiene toda la pinta de un museo orientado a especuladores de arte, más que a propuestas verdaderamente artísticas.
Olvidándonos como pudimos del contexto, de esta ciudad que ni siquiera tiene a bien informar de un evento que enriquece el sombrío panorama cultural de la misma, incluso sin tener mucho que ver en su puesta en marcha, negando su obligación de proveer de información a los ciudadanos y no solo a los consumidores. Claro, esta propuesta era demasiado gratuita. No había forma de hacer caja. Dalí sabe de qué hablo.
Pues eso, la recorrimos y disfrutamos de un par de horas tremendamente agradables. En el piano situado en la Plaza de Colón había algo más de gente, pero en general, los pianos estaban casi abandonados, mirados a través de algún smartphone que tomaba una rápida instantánea (valga la redundancia) y seguía camino de algún trabajo rápido e instantáneo.
En el siguiente, siguiendo esta ruta de ascensión, nos encontramos una mujer argentina que tocaba un Tango de Pugliesse y Carmen y yo nos lanzamos a bailarlo. Fue un momento precioso, admirado, regalado, por la pianista, por la fundación y por nosotros.
El ruido de la ciudad insertaba sus notas discordantes en el sonido del instrumento, al más puro estilo John Cage. Tentado estuve de emular su 4’33». Pero no lo vi procedente: No era el lugar ni el momento. Como no lo habría sido de sus Pianos preparados.
Aquí se puede escuchar una muestra de un amateur (o no tanto) tocando un poco.
[audio:https://giusseppe.net/blog/wp-content/uploads/2013/10/pianoserrano.mp3]Fuimos fotografiando diversos motivos del evento, charlando con las pobres encargadas de cuidar los instrumentos que iban a pasar más de 12 horas seguidas sin que se hubiesen molestado por pensar en ellas desde la organización que no había dispuesto ni la posibilidad de que se sentasen durante ese tiempo, ni que tuviesen ocasión de abandonar su puesto para orinar, defecar o comer. El evento era bonito… no obstante.
Y las fotos dan fe de ello:
Mascarada
No comprendo el atractivo de las máscaras
que siempre me han dado miedo
y una sensación de insinceridad
que no me agrada.
Ayer me trajo Carmen esta
máscara
de parte de sus sobrinos
para mí.
Ellos suponen que me debe de gustar
porque a ellos les gusta
pero a mí me espantan
las máscaras.
Me disgustan incluso
esas pretendidas máscaras de alta gama
llamadas venecianas
o las de teatro griego antiguo
o teatro romano
o teatro de máscaras.
Me aterran y desagradan
las abomino
y yo
con una máscara puesta
me doy un cierto miedo a mí mismo
como no reconociéndome
sintiéndome poseído por una otredad
que
aparte de oscura
resulta ignota
violenta
fea
y algo gorda.
Lo único que siento agradable de las máscaras
es el hecho
de que suele ser fácil
quitárselas.
¿Qué se vende, la ropa o el hombre?
Hace unas semanas guardé esta foto en mi memoria (digital y neuronal) porque me ocasionó una especie de convulsión mental: ¿Qué se vende, la ropa o la humanidad?
Mi sensación es que con la oferta de comprar, quien se está vendiendo es, curiosamente, el comprador. Vendiéndose a un sistema que necesita engullir su demanda fabricada por la oferta, una demanda artificial, una demanda virtual, falsa, innecesariamente satisfecha, insatisfactoria por esencia para perpetuar el hábito de compra y mantener la cadena temporal de la adicción (que no adición (querida Aída)).
La imagen me parece tremenda, no sé por qué, pero me lo parece. Me indigna y me subleva, pero lo único que hago es (aunque quizá no es tan poco) huir: salgo corriendo de centros comerciales o tiendas como Zara, Lefties, etc… Me empieza a entrar una angustia similar a la que siento en una iglesia cristiana, ganas de volverme sociópata… no sé, pero algo en mí no acaba de encajar… ¿o soy de los pocos que sí encajan en algo que aún no existe? ¿soy un elegido? ¿un ser superior, a la manera Nietzschiana? ¿O solamente un marginal que ansía encontrar su lugar?
El final del proyecto sobre el Tractatus
Terminado el proyecto sobre el Tractatus, con la acción que realicé en El Patio de Martín de los Heros. El resultado, por decirlo así, queda en esta página, para quien guste curiosear.
Algunas fotos que realicé intentando que coincidieran con las horas en punto. Que sirvan como complemento a esa documentación que casi nunca adquiero ni requiero.