Jamones

Comer jamón debajo de esta «decoración» del techo parece algo excesivo, pero no fue óbice para que ayer, después de descargar la enésima copia de seguridad de las web que administro, me bajase a comer a un sitio en la esquina que está así decorado y cuya bandera es parecida a la extremeña, pero también comparte colores con la palestina y otras de países o regiones de Oriente Medio.

Curioso que los colores no entiendan de estas cosas. A los colores les da completamente igual el «mandamiento» de no comer cerdo.

Mogrify

Algunos de los comandos que he utilizado recientemente para modificar el tamaño de infinidad de archivos jpg sin necesidad, ni siquiera, de editarlos con GIMP.


giusseppe@estudio53:/tmp/ultimas$ grep mogrify ~/.bash_history
 
mogrify -resize 50% *
find . -type f -size +1000k -exec mogrify -resize 25% {} \;
mogrify -crop 729x729 *
mogrify -crop 1000x1000 deformaciones.jpg 
find . -type f -size +1000k -exec mogrify -resize 25% {} \;
mogrify -resize 1000 *.marco.jpg
mogrify -crop 2424x1650 *
mogrify -crop 2424x1635+0+1871 *
mogrify -bordercolor black -border 290x675 *-0.jpg
mogrify -crop 2424x1630+0+5 *
mogrify -bordercolor black -border 290x685 *.jpg
mogrify -rotate -90 *.jpg
mogrify -resize 25% *.jpg
mogrify -density 72 *.jpg

 

Estoy francamente encantado con el comando mogrify, del paquete ImageMagic que tengo instalado en mi ordenador Linux:

ImageMagick® is a free, open-source software suite, used for editing and manipulating digital images. It can be used to create, edit, compose, or convert bitmap images, and supports a wide range of file formats, including JPEG, PNG, GIF, TIFF, and PDF.

A este mundo le sobran…

Una amiga publica esta imagen en una red social y no quiero contradecirla ni, mucho menos, enmendarle la plana (¡qué expresión!), pero me resulta bastante gracioso que un texto que dice que «a este mundo le sobran opiniones y le faltan abrazos« se quede tan pancho ante tal paradoja: esa afirmación es una opinión. Opinión con la que puedo estar completamente de acuerdo, aunque sobre mis opiniones ya he escrito en otro sitio… más y mejor.

Ni que decir tiene que también me resultó algo molesto (quizá sobre ese «también») el punto tras «se equivoque», y las mayúsculas sin otro sentido que el de comenzar la línea, como si lo hubiese escrito alguien que no sabe evitar que se autocorrija el editor.

Cuando alguien se equivoque, abramos más los brazos que la boca: a este mundo le sobran opiniones y le faltan abrazos.

Pero me gusta la bicicleta y la pared de tres tonos de rosa, amén de la tipografía, que podría calificar de «femenina», si es que eso tiene algo de sentido.

Agua

las gotas ocultan
sus formas
sinusoidales
dejando ver la sombra
imposible
de su transparencia
rota

unas impurezas
convierten la inocencia
del líquido elemento
en mar de átomos absortos
territorios aislados

islas de agua
rodeadas de sequedad
penínsulas húmedas
continentes inundados
de posibilidades

las gotas ocultan
su inexistencia

Los reel y esas cosas…

Me encanta este «reel» que han publicado en su cuenta de Instagram mis queridos amigos Beatriz Pagés y Toni Cárdenas, de Carromato Audiovisual

Fue un verdadero placer hacer la I Feria del Libro de Edita Clave 53 en ese lugar tan maravilloso y rodeado de gente a quien quiero tanto.

He conseguido descargarlo en mi móvil y tenerlo publicado en este diario para poder volver a verlo cuando Meta haya quebrado, que lo hará más tarde o más temprano. 😉

Fotografiar un holograma

Fotografiar un holograma es especialmente complicado, porque la luz juega con la luz para producir la imagen y para reflejarse en el soporte. Este doble juego convierte en otro juego el futil intento de captar en la bidimensionalidad de una fotografía la pseudo-tridimensionalidad de un holograma.

Como cada año, recibo con mucho orgullo este regalo postal que me hace mi admirado Pepe Buitrago y siempre queda pendiente enviarle algo que esté a la altura de su generosidad. No es ni siquiera posible económicamente, pero me quedan las ganas.

Kukicha

La semana pasada decidí que no podía seguir sin teteras para los Talleres de Poesía y Escritura Creativa de Clave 53, a pesar de tener una pared carente de electricidad por una avería que seguramente resolveremos pronto. Así que pergeñé una mesita auxiliar con una enciclopedia que está empaquetada en una caja de cartón, la coroné con una tabla de un marco de conglomerado maderero para fotografías que no estoy utilizando y la ubiqué junto a un enchufe en la zona común del estudio donde sí que funciona la transferencia de electrones a través de un cableado apropiado.

Para estrenarla hice uso del té kukicha (en japonés: kuki=tallo, cha=té), así que perdón por la redundancia, del que he estado leyendo su origen e historia, más que (además) sus presuntas propiedades para la salud, que siempre parece ser lo que todo ser humano busca, incluso aunque no estén enfermos.

Lo habíamos comprado en una tetería llamada TeAna en la calle Labrador, 4, Madrid, cerca del metro de Acacias donde una mujer, llamada Ana, nos lo «vendió» estupendamente después, eso sí, de más de una hora de conversación.

Cuando lo serví, transmití la siguiente historia porque me tenía completamente cautivado pensar que era el «té de los campesinos pobres». Me pareció tan tierno que me hizo seguir haciéndolo toda la semana y repitiendo la misma historia. Es una pequeña delicia (de historia) aunque en cuanto al té, prefiero otros… Pero la narración y su descubrimiento no ha sido baladí.

El Kukicha es un té japonés un poco inusual, ya que está compuesto tan solo por los pedúnculos y tallos internos de las hojas. Comenzó como un subproducto de la producción del Matcha, el Sencha y el Gyokuro, cuando para obtener los tés de mayor grado se separaban los tallos de las hojas.

Fotografié esta pequeña muestra de lo que se infusiona para mostrar la diferencia con respecto a las hojas más o menos verdes que habitualmente constituyen lo que se denomina «té».

República Federal de las Alcantarillas

Esta es una fotografía que tomé el otro día en la Calle Alcalá de Madrid y que he remitido al grupo de Mensajes Ocultos en el Suelo de la Ciudad, que me hace, de cuando en cuando, mirar al suelo más de lo habitual y, sobre todo, con otra mirada, una centrada en encontrar extrañeza, en sorprenderme, no en asustarme, con lo que el simple y sencillo escenario en el que vivimos nos ofrece.

Esto no es una broma