Hay preciosidades en cualquier lugar

Salgo del metro ayer y veo que sobre el cielo está impresa la imagen de estos dos árboles de distintos colores, cuadro impresionista que la naturaleza (que también existe en la ciudad) me ha regalado.

Solo hay que caminar con la mirada abierta, con un poquito de calma en el cerebro, con una cámara de fotos para capturar el alma del momento (en este caso la de mi móvil de hace cuatro años, que es el que más me ha gustado de cuantos he tenido) y dispuesto a detener el tiempo, un instante, de ahí que se llame instantánea a la fotografía.

Nuevas fotografías

He actualizado mi web, aunque apenas sea algo de lo que vaya a darse cuenta nadie. Estoy escribiendo o creando en una especie de vacío público, lleno de gente, lleno de lectores que no me leen o que si lo hacen se olvidan porque hay tantos estímulos que no merece la pena conservar ninguno en mente.

He añadido dos secciones a la sección de fotografía de mi web, una correspondiente a líneas y otra a derivas. Ambas secciones son inacabadas, como todo en esta web que nunca se terminará mientras no haya un cataclismo que termine con Internet o fallezca.

También he añadido un texto en prosa a sumar a los que ya tengo, en esta ocasión con un prólogo de un libro de poesía que escribí para mi alumno y amigo Ernesto Pentón.

Voy a añadir en esta entrada (la segunda de hoy) una pequeña galería de fotos de las que se pueden encontrar en las secciones de líneas y derivas.

Líneas: y Derivas

Un buen trabajo

Hemos terminado la intramudanza que nos ha llevado más de un mes de vida nómada, itinerante, agradecidos por la generosidad de nuestro entorno que ha demostrado que, en época de crisis, este país tiene la salvaguarda de los recursos sociales del entorno de amigos y familiares.

Frente a los que abogan por una mayor movilidad laboral, como la que se produce en lugares como EEUU, hay que contraponer las ventajas derivadas de tener a la familia y los amigos muy cerca. Esta red (social, pero de verdad) hace menos dura la caída. Y ahora estamos cayendo.

Además, quería mencionar en algún lugar (y lo seguiré haciendo) la buena labor del hombre que hemos contratado para realizarla. Empezaré por dejar sus datos para quien quiera recoger el testigo y emplearle:

Volodymyr Davydyuk
622125422
constructowood@hotmail.com

Es un hombre de origen ucraniano que habitó durante varios años en Canarias y después….
(sigo luego) (ya sigo)
vivió en Madrid mientras se construía sin parar. Hasta que se ha parado. Y se encuentra con pocos encargos y está pensando en irse de vuelta a Canarias.

La cuestión importante, más allá de su biografía y/o su pasado y procedencia, es que pocas veces había imaginado que un trabajador de este sector fuese tan cuidadoso, cordial, amable pero sin tomarse excesivas confianzas, delicado y al mismo tiempo claro cuando hay que serlo, puntual, que ha hecho que la obra haya sido más llevadera de lo que parece ser habitual.

Es más que recomendable contar con él para obras de cualquier envergadura, pues igual cuenta con la capacidad organizativa suficiente para trabajar con una cuadrilla y ejercer de jefe de obra que es un manitas que trabaja pequeñas labores en una casa, como puede ser arreglar una cisterna, prolongar un armario, cambiar el cableado eléctrico, pintar las paredes, haciendo el gotelé a mano y procurando que el grano tenga el mismo grosor homogéneo en todo lo nuevo que en lo que ya estaba pintado.

Llegué a «enfrentarme» con él porque era tan detallista como para que en el fondo de un agujero de una canaleta técnica de un armario que nos hizo a medida y que iba a estar tapado por un embellecedor, él no quería que la protección de la madera se pudiese ver afectada. Yo no podía entenderlo, ¿pero si no se va a ver jamás? Da igual, me dijo, es que me gusta hacer bien las cosas.

La verdad, ha hecho la obra como si se hubiese tratado de un trabajo artístico, cuidado al máximo, como si fuese para él y no solo por dinero. Por cierto, tampoco resultaba ser el más caro de los presupuestos que barajamos.

Es increíble, pero hasta siento que le vamos a echar de menos. Su sonrisa afable, su cordial manera de ayudarnos a tomar decisiones, de sugerir sin imponer su criterio, de buscar soluciones a problemas, en lugar de encontrar problemas antes de las soluciones.

Sinceramente, contratarle fue lo más acertado que he hecho este año. Y la obra lo atestigua. Estamos encantados.

He hecho algo terrible

He debido de hacer algo terrible esta mañana, cuando dando un paseo, con la cámara al hombro, o en el bolsillo, me dieron unas irrefrenables ganas de fotografiar una antena.

Decidí que ya que tengo que ir a rehabilitarme el hombro durante unos cuantos días, iba a aprovechar para volverme caminando a casa, tratando de no repetir nunca el camino de vuelta. Y hoy tomé rumbo a Cuatro Caminos, desde Guzmán el Bueno, 133, pasando por la ferretería de mi tío (a punto he estado de escribir un plural desagradable aún, dada la ausencia de mi tía muerta).

Comencé fotografiando un par de instantáneas del edificio donde asisto a la rehabilitación para luego comenzar a fotografiar diversas cosas que me llamen la atención por una u otra razón (o sinrazón). En frente, más o menos haciendo esquina con Francisco de Sales, me atrajo una antena rarísima que parecía un insecto extraño. Raro y extraño… tenía que fotografiarlo.

Pero, nada más apretar el botoncito, vino hacia mí un guardia civil amablemente contundente a decirme que no tenía ningún derecho a fotografiar el edificio, que, por motivos de seguridad, debía ver la foto y que me exigía (así, porque sí) que la borrase. Le mostré la foto que seguramente consideró absurda y la borré delante de sus párpados (y sus narices) y me exigió ver otras fotos que hubiese hecho. No creo que me mereciese la pena hablarle de las derivas situacionistas. Era cuestión de tiempo que se empezase a enfadar. Así que simplemente, satisfice su necesidad de sentirse útil y borré la foto que tenía mucha menos información que la que ahora mismo estoy dispuesto a poner en este blog… extraída de Google Street View.

Luego seguí mi camino algo enfadado por la falta de simetría en esa relación según la cual yo puedo ser objeto fotografiable en cualquier momento y lugar de la ciudad, sin poder ser objeto fotografiador. Sintiendo, además, la estupidez de esa arbitrariedad que pone como base o justificación la seguridad nacional, al más puro estilo guantanamero. Esa arbitrariedad que permite que un guardia pueda exigirme borrar fotos o ver fotos que yo tenga hechas así porque sí, por si acaso soy un peligro… y si él es un peligro… ¿Quién me protege?

Bien, sé que se supone que debemos confiar en las fuerzas de seguridad del estado, pero también pediría un poco de confianza en los ciudadanos, si no van a confiar en nosotros… ¿por qué he de confiar ciegamente en ellos?

No quiero extenderme mucho más, y sé que no es cuestión de hablar de ellos y nosotros… pero hoy lo siento de esta manera, aunque, vengativamente, he decidido incluir en la foto de Street View una en la que se pasaron por el forro la restricción o el respeto y fotografiaron, incluso, a un agente que no tendría porqué estar expuesto de esta forma.

¡Ay…. la seguridad nacional!

Endesazul

Endesa Zul
Actitud azul?
¿Es una broma?
Parece increíble que esta publicidad no se refiera a las elecciones municipales recientemente celebradas (aunque más que celebradas, cabría decir realizadas) en las que el azul se impuso al rojo claramente.

Claro que también podría deberse al interés por Facebook de algún publicista algo torpe. Los colores son simbólicos, como ya decía Kandinski en su famoso libro De lo espiritual en el arte, capítulo V, el dedicado a los colores.

Pero es que todo, repito: todo, es simbólico. El simbolismo ya lo afirmó. La poesía, siempre por delante de las ciencias… y a veces en paralelo, así que no siempre… y siempre al mismo tiempo, puesto que para la poesía no existen las contradicciones porque todo es una contradicción, y no, la poesía, insisto, ya lo sabía.

Así que, quizá, este anuncio hay que entenderlo en clave jocosa o poética, contradictoria o infeliz. ¿Será que el azul ya no es el de tus ojos, sino el de Endesa? El romanticismo, el más cursi romanticismo, parece tocar a los marketings hasta hacerlos necios. ¿Se le pasó? ¿Fue intencionado?

Ay…. cómo me gustaría pensar que fue una licencia poética… pero me temo que no.

Será azul.
Será.
Azul.
Azulea eléctrica
como la luna
manifestación de la conciencia de la tierra
azulea mecánica y barata
como tu corazón
expuesto en la ventana
para que el sol caliente tus entrañas
para que la lluvia arrastre tus lágrimas
azules
como párpados opacos
a la luz de un fuego
de gas natural
que nos quema
hasta las facturas de la pena
hasta la pena electoral
hasta la rabia
hasta la nada
y nada
nada
hasta llegar al mar.

Encontrar una mirada o un objeto

Me gusta dejar vagabundear mi mirada por los objetos que encuentro alrededor. Cuando me sorprende uno intento recordarlo, a veces, incluso, fotografiarlo. No tanto por la necesidad de plasmar su recuerdo como por el de premiar mi acto de descubrimiento, mi mirada consciente, mi mirada de niño que descubre, otra y otra y otra vez, el mundo.
Hay pocas cosas que me gusten tanto como esto, como reencontrarme con mi niño interior, con ese que dicen que todos tenemos dentro. Hoy he pasado horas con las hijas de la prima de mi amor, que me llaman tímidamente tío, disfrutando de sus miradas a las cosas, aprendiendo de ellas, viendo cómo se puede disfrutar de un alfabeto inventado (cómo no haberlo propuesto en mi taller de poesía china!!!) o con una colección de piedrecillas que guardar en una bolsa de plástico o descubrir champán en una botella de agua de la fuente de la plaza.
Hay quien sostiene que sería un buen padre, pero no se dan cuenta de que en realidad lo que me gusta es ser buen hijo, bueno jugando con otros niños, con otras niñas, con sus descubrimientos, los más importantes, los que sólo se pueden hacer una vez en la vida… salvo que se siga siendo niño por siempre. ¿Significa que no me gusta crecer? No. Me gusta tener los años que tengo, me gusta ser capaz de ver con su mirada y también con la de sus madres y padres; y quizá algún día también con la de sus abuelos y abuelas.
Es variado y sabroso, es caleidoscópico y polifacético, es encontrarse con una realidad llena de objetos que son más que objetos, con piedras que son dinero, con arena que sirve para hacer una crema, con hormigas que se pueden comer para que la caca salga con patitas negras y caiga por una cascada de agua amarilla.
O un candado que encierra el aire, que encarcela al universo sin que este lo sepa, haciendo que la naturaleza toda sea una cárcel de la que no es posible escapar, salvo por el hueco dejado para la llave imaginaria. Un retrovisor que refleja lo que no debería, que refleja el cielo por el azar de la destrucción.

Esto no es una broma