Muy satisfecho con el trabajo realizado por ambas partes (la mía como editor y la Vicente Navarro Abad como poeta y diseñador gráfico de la portada) en el proceso de edición de este libro.
He elegido para la ocasión un tipo de letra curiosa, huyendo de mis amadas sans-serif radicales, como la Futura o la Verdana, para recaer en un tipo amable, suave, pero no excesivamente llena de gracia: Cabin Regular
Usé para esta ocasión la imprenta Lozprinter.com que me ha permitido obtener un libro con un acabado en la cubierta bastante espectacular, aunque algo peor el posicionamiento de las cajas en la tripa del libro.
Escribí un prólogo en el que me enternecí bastante que quiero dejar aquí:
Prólogo de Oklahoma no es un buen lugar
Giusseppe Domínguez, M-20190913
Plano general de un prólogo con un Cadillac burdeos al fondo pisando una desgastada línea discontinua amarilla
Un día unos ojos recién abiertos
caerán en cascada sobre el acantilado
de estas páginas entre tumba y tumba,
descubrirán el dolor de un nuevo idioma
El poemario que tienes en tus manos no es propiamente un poemario, es más bien una colección de libros de poesía que se han decidido comprimir en uno solo, es una librería densa en un único volumen, un universo de versos que anda a la caza de un nuevo idioma más allá de cascadas y acantilados, de tumbas y de ojos.
Conocí a Vicente en una cena hace ya más de 15 años y, de inmediato, nos caímos bien mutuamente acaparando prácticamente toda la conversación de la velada; y es que conversación contiene versación, que es algo que a él, como a mí, le aprisionaba o apasionaba desde hacía tiempo. Un año después comenzó a asistir a los talleres de poesía que coordino desde el 2002 en la Asociación Cultural Clave 53 y nuestras charlas arreciaron, su ansia por expandir el conocimiento cabalgaba con la mía y fuimos enriqueciéndonos en la búsqueda de textos interesantes, poéticos, que nos revolviesen el alma y el intelecto, si es que ambos entes no son uno.
Ese enriquecimiento se aprecia en casi omnipresente referencia literaria, epígrafes de poetas tan alejados en el espacio y el tiempo como Edgar Allan Poe y Pedro Andreu, pasando por el romanticismo, el simbolismo, las vanguardias de principios del siglo XX, acmeísmo ruso, la generación perdida, el Jazz, la arquitectura, el diseño, la cultura pop, el cine… el cine. Sí. Vicente hace poemas que parecen guiones cinematográficos y posiblemente guiones cinematográficos que parecerán poemas. De cuando en cuando, en sus poemas encontramos acotaciones cinematográficas, como expresiones externas, técnicas, que nos situasen más allá de la emoción, sin abandonar, dicho sea de paso, la capacidad lírica de la poesía, emotiva, votiva, volitiva…
Toquetea la parodia de sí mismo, huyendo de la poesía más convencional, acariciando el postmodernismo, incluso apropiacionista, ecléctico por definición: trata de reunir, procurando conciliarlos, valores, ideas, tendencias, etc., de sistemas diversos, baraja la poesía experimental o el mero juego de estilo sin mayor pretensión (ni menor) que la exploración pura.
Este poemario escrito a lo largo de la última década estaba en las telarañas de su memoria (ROM) cuando quiso rescatarlo para trabajarlo con la intención de publicar su primer libro de poesía. Una vez decidido, nos pusimos codo con codo, pantalla mediante, a lidiar con la periodicidad que da la vida moderna hasta esculpir este libro (primero de varios, me consta) pues cada poema ha sido cincelado con mimo, tallado con fuerza, con la dureza requerida para extraer piedras preciosas de las simas de la tierra.
La poesía de Navarro-Abad corretea, juega, escudriña, busca; la poesía de Navarro-Abad es erótica, tierna, jugosa, risueña, burlesca, seria, profunda, social, socarrona, inteligente, culta, banal, cotidiana… todo ello en ocasiones simultáneamente, lo que conlleva cierta precaución a la hora de acercarse a sus textos pues más allá de la broma está la ética, más allá de la vulgaridad está la sofisticación, más allá de la anécdota está la voluntad de universalidad, ahí mismo está el conocimiento hondo de culturas lejanas, así, como quien no quiere la cosa. Es parte de su juego y su búsqueda personal, la de ser una especie de zen urbano en la vorágine del nuevo milenio en el hemisferio occidental, con fútil modestia porque es imposible mantenerla: Vicente Navarro-Abad es un erudito que no reconoce serlo… pero se le escapa por los poros, no puede evitarlo.
Oklahoma no es un buen lugar, verso del poema Fábulas de cama, llegó a ser el título perfecto de estos poemas que tienen el aroma de una road-movie, de los neumáticos quemados de un descapotable que escribe poemas con el humo en la carretera del futuro. Te recomiendo, lector o lectora, que levantes tu pulgar junto al arcén y te dejes transportar a lo desconocido. Te aseguro que el viaje será divertido, diverso y verso.