Descripción de un objeto de casa

Huerta de estrellas que se extiende bajo el cielo con un elefante azul llamado M213. Se llena de lluvias de amor bajo la luna, bajo una luz ventana que goza conmigo y con-ella. Posee bajo su cuerpo un mundo laberíntico en el que habitan magos y algún que otro recuerdo. Sus piernas, encogiéndose, son hoy rodamientos de libertad, roulotte sin baño y sin tracción.
¡Cuánto odio tuve a esta vieja sala de cine de películas subconscientes!.
Altiplanicie rectangular, mullida, que llega a mi rodilla para insinuarme su forma y pedirme que la posea. Pero es ella quien me posee, ella me abduce hasta obligarme a pasar horas sometido a su cálido abrazo, del que sólo me arrancan enemigos sin piedad, benditos protectores de mi empleo.

Su cama.
La de ella.

Me cavó por dentro

Hace ya muchos años
comencé a balbucear
encontrando así extractor de lágrimas
de mi garganta.

Pero el maldito chisme tenía vida propia
y comenzó a horadar mi corazón
haciéndose un huequito
de donde no salió.

Desde allí invadió mi alma que ahora es suya
para dominar mi voluntad
mis dedos y mis piernas que son
sus dedos y sus piernas.

Más tarde este roedor
que me cavó por dentro
devoró mis entrañas,
se apropió de mi sexo.

Lo que yo no creía, también se hizo posible:
se metió entre mis ojos para ocupar mi mente,
me echó de mi trabajo,
me requirió completo
sin pausas, sin opciones
incondicionalmente
mi espíritu y mis pedos
mis mujeres, ciudad,
mis amigos, cafés,
hasta mi psicoanálisis
y
¿cómo no?
mis cuadernos.

Hoy soy un agujero
que absorbe cuanto encuentra
para poder volcarme
de nuevo en forma escrita,

pues me cavó por dentro
y me sembró de nada:
palabras y silencio,
silencios y palabra.

Son mis voces cantando

Pero parece la sirena de la policía
parece la guerra callejera.
La ciudad arde
mis arterias se llenan de poemas
y gritan entre el asfalto y los semáforos
un alarido
vándalo
casi gutural
para pedirle a dios que acabe con el hambre.

esta mañana,
cuando iba a trabajar,
tropecé.
una masa torpe
se movió entre harapos
y mi corazón dio un vuelco.
sin embargo, era una mañana más
un día normal,
cualquiera,
como yo
como la masa triste bajo los harapos
y tres policías salieron del furgón,
lo ataron
lo encadenaron
ante mis ojos
silentes
y cobardes
que bajaron la mirada
y huí,
despacio
a mis quehaceres.

Esto no es una broma