Más que alucinante
alucinógena
desafiando miligramos de mercurio
en el incendio sostenido
en tus dedos
en tus dedos
donde tu sexo desafía
un pedernal
a la orilla del sí
y tan lejana que pesas menos
no pesas nada
ingrávida avioneta de pestañas
desde el éxtasis de tu rodilla
tu mano
desnuda
engulle una falda tableada
rozando sombras
rozando enveses
muslos de lana negra
matojo de cocodrilos
a la espera de desayunos en oferta
que muerden, violentos,
carne desollada
mata de terciopelo humedecido
en la cúspide sedosa de tu lengua
que le arranca al aire el nombre del creador
y me lo escupe
en lágrimas de recovecos obtusos
como la pena
una uña rasga el cuero
entra en la sangre, voraz
de tus entrañas
te rompe y te retuerce
mientras tus pechos proyectiles
ganan la guerra de los mundos
polvo de las galaxias
abrasa silencio
grito invertebrado
ameba fórmica salvaje
que suda la pared
el cuadro que te acoge
estallido cruento
gritos, sí, otra vez gritos
que asesinan la paz
matan la vida
de un niño de seis meses
con un puñal del pecho a su garganta
beben humores
eyaculan aire
subliman, rayan, cantan,
chillan, violan, sueñan
sueñan, duermen
amanecen
en la calma de una paz donde el bebé ha resucitado
y está besando tu espalda.