De vacaciones

Hoy se ha fundido
la bombilla de las flores.
Pedro Casariego Córdoba

No tenemos rayos de colores
luz de azules
no tenemos palabras
sin contra
adicción
porque hoy se ha fundido
la lluvia
el paraíso
nadie que puede
o no
ser
pedir perdón
tomar café
camarerear
emborracharse de aliento enamorado
vibrar en una cama de la que sale calor
una cama de la que sale vida
de la que se levanta una piel
y grita
(con alegría
te deseo.

Tengo palabras

Tengo palabras escritas del revés,
cabeza abajo,
y tengo dibujos sin forma hirviendo en mi recuerdo

tengo sueño:
una legaña amarilla en el ojo derecho,
lágrimas secas,
palabras atascadas en un panal de miel,
una canción de orugas
que me trajo un amigo

tengo besos que quiero que sean versos
y versos que son besos
aunque yo no lo quiera.

Tengo una mirada en sus ojos
que me miran nuevos
música clásica y rock de hilo musical,
2 o 3 personas despistadas,
sudor en las manos,
tengo siempre sudor
de sal al sol

sueños metas
metralletas (de tetas y tetas)

tengo un horizonte con un más allá

puntos de inflexión
para la reflexión
distracciones de teléfonos móviles, risas
y tatuajes
monocromos

granizados y suelas de futuro en los papeles.

Tengo una sonrisa
siempre
una sonrisa que me da la vida
tengo una vida de café
con leche
de silencio maga
una escalera infinita
cinta de möebius.

Tengo reflejos de los ceniceros
espejos que dicen lo que quiero que digan
aunque no dicen nada,
una mosca muriendo de calor
aturdida en la acera
y la miro y
doy un paso atrás
bajo la marquesina
esperando el autobús
que llega
y subo
y hace frío dentro.
me entra sueño
(de dormir)
pero lucho
contra mi cuerpo también lucho
contra el sueño
por mis metas

tengo tiempo
tengo la vida llena de momentos
y en cada momento una revolución
revelación
de dios hecho polvo
y polvo hipoalergético
en la iglesia de san miguel
a la salida del colegio
con esa corbata de goma blanca en la cabeza.

Tengo algún que otro recuerdo
gratuito
o no,
un brazo que me duele,
calor.

Tengo una esperanza hecha mujer
durmiendo en una cama compartida,
una piel navegable por surcar,
aliento de tekieros en canal.

Tengo 2 ordenadores en alta disponibilidad
esperándome ansiosos
con su teclado de mentiras
del que no soy extensión.

Tengo amigos debajo de los párpados
cuadernos de verdades,
globos de aires de fiesta
detrás del sillón.
Luz en la casa
música
poesía cada día
frases interminables subjuntivas
y cortitas
universos de multiversos
asfaltos y dinero
céntimos
servilletas
puntas de bolígrafo independientes
una cadena canalla
una colmena perdida
dudas que no me dan miedo
y miedos que me dan valor.

Tengo cosas y casos
crisis y knosis
tengo una pelota a la que llaman Tierra
para jugar un mundial
de realidades
en el campo galáctico del tiempo
haciendo deporte
en esa ficción fricción
de mesas que se mueven.

Tengo un pie que se adelanta
una postura tímida y cansada
acercamientos que aproximan
aunque parezca mentira
y otros que alejan irremisiblemente
con la fuerza del retroceso de los lanzamisiles
que están destruyendo la cuerda.
Porque tengo una cuerda tensa y a la contra
que va y viene y viene y va.

Tengo ganas de terminar este poema
y ganas de que no acabe jamás,
que ocupe el futuro
alfombra receptora
voladora
y roja,
roja como mi sangre
tu sangre
su sangre
Porque, dentro de todo,
(dentro)
de cada palabra,
sangre.

No hay tiempo

para escribir no hay tiempo
para vivir no hay tiempo
para morir no hay tiempo
para disculparse no hay tiempo
para ver como me miran desde lejos no hay tiempo
para llorar no hay tiempo
para gemir en la oscuridad no hay tiempo
para darse a la locura no hay tiempo
para estar solo no hay tiempo
para estar acompañando no hay tiempo
para estar no hay tiempo
para oír una tristeza diminuta no hay tiempo
para no oírla no hay tiempo
para dejar de lado la ternura no hay tiempo
para abrazarse a un filete de ternura no hay tiempo
para decir basta no hay tiempo
para dar un mordisco a un bocadillo de calamares en la niebla no hay tiempo
para una puerta que se abre del armario no hay tiempo
para nada no, para nada hay tiempo
no hay tiempo para el sexo
no hay tiempo para arrastarte por las dunas de la noche
no hay tiempo para llorar a tu lado una pena sin luz
no hay tiempo para partir
no hay tiempo para parir
no hay tiempo, no, para nada

y en medio del silencio
te recuerdo.

Trenzas de oro y una red de tergal

cosida en la pernera de su pantalón
no se si soy la víctima
o un hacker escaneando
su vulnerabilidad.

No estoy acostumbrado a ser sorprendido por una mirada
pero tropecé con sus ojos sin querer
buscando unas botellas de vino
que eran demasiado caras.
Subí los ojos para no chocarme
y allí estaban los suyos como voces
que me gritaban: ¡míranos!
y no quise evitarlo.
Sus pantalones se han perdido en el horizonte sin mar de corredera
mientras yo sacaba este cuaderno
para no dejar escapar entre mis dedos
el silencio sorprendente de su encanto.

Le he escrito un poema

Le he escrito un poema
y no se lo he dado
y ahora pienso
que lo habría hecho sino la fuese a volver a ver
que lo habría hecho si este no fuese mi café preferido
pero no se lo di.

Le he escrito un poema
y lo he pasado a limpio
con algún que otro cambio
para creer que fijo el ritmo
y en una hoja separada
lo he guardado en la contraportada
de Pista de despegue
pero no se lo di.

Y estoy tragándome este café intomable
este vaso de agua sabe a rayos
o detergente con limón
y mientras dibujo un perfil de mil fronteras
hecho de lana palabras y aficiones
me acuerdo de su pelo rosa
sus pesqueros azules
su camiseta blanca
su risa de colores
que no he querido escribir en el poema
porque no me he atrevido
porque no me atrevería a volver a este café
si se lo diera
¡pero no se lo he dado!.

Para una camarera del Café Galache.

De la palabra al acto

Déjame
dibujarte con palabras
rodear tu cintura de azulejos
versos pobres que te acaricien los pechos
latidos hechos letra besando tu nostalgia

Déjame
perfilar tu silueta
a golpe de machete y portaminas
rajar tu vestido de temores
con la navaja viril de mis caprichos
con el estigma de una preposición
con la grieta adjetivada que te erige
frágil
ahora que vas
azul y roja
tan llena de colores
tan de vida
más allá de todos mis deseos
miserables e intelectuales
que no rodean tu cintura
ni tocan tus pechos
ni laten ni besan ni perfilan
ni rayan
ni casi me dejan escribir(te)

Esto no es una broma