dentaduras

la papada desborda el horizonte visual
mientras su compañero bebe cerveza
y encoge las piernas
bajo la silla.
las estira
las contrae
con calcetines negros y unos pantalones que no llegan al suelo.

papada tiene pelo teñido a la antigua usanza con un cigarrillo bastardo
que cae de su labio inferior.
las medias podrían haber evitado
el aspecto derruido de sus pantorrillas.
al encenderlo dos hoyos orean sus mejillas cargadas en tintas.
oro en la pulsera. en el color de la pulsera que agarra el bolsito
entre los dedos rechonchos.
los codos tienen papada
que desborda
el horizonte acústico con una voz aguda y chillona
sus gafas
sus gafas
con reloj de oro. color de oro.
no hablan.

el café dilata la garganta y
su silencio palpita en mi silencio.
pasa la camarera y se lleva la taza de mi café.
el silencio también
se dilata
en una sonrisa indescriptible
porque no tengo palabras.
sudo el apetito de la llamada trascendente
no aguanto ver los
sinsentidos
sentados en dos mesas diagonales
a la luz de la luna y rodeados
de tantas voces que oigo
y que no escucho…
los pendientes de oro. color de oro.
él se levanta para dirigirse al baño.
imagino la búsqueda
en el fondo de unos calzones
de algodón
de un hilillo extensible
mientras una papada de
120 kg en canal
apoya la barbilla en los nudillos de su mano izquierda
acodada en el mármol
que aún no ha sido escrito.
bosteza.
la corbata es azul
(quizás de seda)
y no lo digo por si no es verdad
pero creo que
esta pareja no es feliz.

Me ha sonreído

Me ha sonreído y tuvo la intención
de interrumpir
irrumpir
en mi silencio
y abrazarme.
noté su alegría,
su infinita felicidad
por volver a verme.
creía que había muerto,
creía que no escribía,
que les odiaba,
(yo, que les dediqué un libro)
que me iba a leer a otras mesas
y todo era verdad.
los cafés son mucho más caros aquí
y no puedo gastar 600 pts
cada vez que quiera escribir
un par de poemas aunque sean proemas
pero (aunque nunca hay que
comenzar así)
el café es buenísimo
y ella me ha sonreído, me ha sonreído
con la intención de
irrumpir…
en mi vida.

Hay pies que andan sobre mi cerebro

exprimiendo el mosto de mis ideas
dando el vino torpe que estrangule mi garganta
vinagre en mi interior
amargo pus de hiel que dice
que no debí leer aquel retrato

y por eso me duele la cabeza
tambores en las sienes
síntomas típicos
de un constipado incipiente.
me enfadaré.
otra vez estaré enfadado
con la realidad
como cuando descubro que soy el único Imbécil del mundo que desprecia regalos porque ocupan espacio.
sé que no es sólo por eso:
¿quiero explicarlo?

taconean mis ojos bailes flamencos
el pecho fuera
mucha tensión en sus figuras
y mi cara tiene
musculatura en tensión.
músculos:
atenazan voraces mis fauces
que no pueden gritar.
músculos:
contraen mi risa en una mueca absurda
que duele como el perdón,
duele como la ausencia de vida
ausencia de ganas de vivir.

mi cabeza no soporta mi cerebro y mi cerebro no soporta más mi vida. necesito de una vez por todas dar la vuelta a la tortilla y que mis rodillas se sostengan sobre mis talones,
en ellas mi columna yerga
mi encéfalo
vivo y fuerte, pleno de frescor, capaz potente
para soportar el dolor
que tengo entre las cejas

    llanto perpetuo
    muela sin juicio
    juicio son castigo
    castigo sin amor.

Atravesé la puerta tambaleándome

y miré a mi derecha,
la cama,
ella tendida ¿o no?
estaba despierta pero no quería mostrarlo
así que aproveché para pasar al baño
y orinar.
salí y me quité la ropa
salvo los calzoncillos; era agradable
sentir el frío en las plantas de los pies.

me tendí a su lado y no pude abrazarla
porque el calor de su cuerpo
me habría hecho vomitar.
me di la vuelta y noté que lloraba
y no pude abrazarla…
tan sólo acerté a acariciar su hombro izquierdo
desde su espalda.
el contacto con su cuerpo tembloroso
me hizo llorar sin lágrimas
(llanto introspectivo)
y me mareé.

había estado vomitando en el último bar
eterno gallego
y había limpiado los restos enrojecidos por el vino en la taza
con mi brazo desnudo.
en el suelo, de rodillas
abrazando el sueño y el frío
como un compañero bueno.

al salir de aquel retrete de sótano
Isa me había preguntado si algo me había sentado mal
y pensé que no tenía sentido mentir
– espero haberlo dejado todo limpio.

Paloma y Adolfo entendieron todo mi dolor
y supe que lo habían entendido
cuando les dije que me iba a casa.

no recuerdo el camino de vuelta. llegué.

me levanté de la cama con la horrible sensación
de urgencia que provoca
la necesidad de vomitar.
llegué al baño y me costó abrir la puerta
me dolía el alma y el estómago
que se contraía
en cada bocanada de desesperación
que se vertía
arrancándome las lágrimas de mi impotencia.
la pena limpió mi depresión
e intenté dormir
sin atreverme a decir te quiero
a la presencia que llora las lágrimas de mi dolor.

Quiero partir en 2 lo indivisible

arañar el infinito con pétalos de dolor
batir el plumaje del miedo
quiero huir de mi sombra con la negrura de la muerte
y no dejar
ni un momento
de escribir.
Soplar la vida en sus dientes de basalto
apalabrar la misoginia con lavabos de mortecina palidez
quebrando las astillas de plástico del bolígrafo
que es libre
escribiendo
soñando con alcanzar la inmortalidad
porque sabe que es posible
está en la meta absurda del placer
en la hombría que se endurece
horadando el sexo impenetrable
hasta romper en 2 lo indivisible.

Esto no es una broma