Está sentada en la banqueta
como si no la observaran
con un abrigo largo
plateado
pelo de oro.
Pagó y
se fue.
No dio ni para un verso.
Diario
Libro de Poesía con Aspirinas
Más información en la sección Libros de la página web www.giusseppe.net
Está sentada en la banqueta
como si no la observaran
con un abrigo largo
plateado
pelo de oro.
Pagó y
se fue.
No dio ni para un verso.
me han encendido, tus labios
un segundo
para luego pisarme, acallarme
pero colilla muerta siempre
sabré que me has besado.
ha vuelto la luz
sobre nuestras cabezas
y se vuelca
mancha negra
rodando
interrumpida
como el aire tosido de la enfermedad
vida vestida de escarlata.
Negra y no te había visto,
pero estabas a dos palmos de mi alma;
dos metros de distancia.
Quise olerte, morderte
para saborearte y poseerte
pero escapaste
y la funda de un bolígrafo azul nunca será lo mismo.
Hace ya muchos años
comencé a balbucear
encontrando así extractor de lágrimas
de mi garganta.
Pero el maldito chisme tenía vida propia
y comenzó a horadar mi corazón
haciéndose un huequito
de donde no salió.
Desde allí invadió mi alma que ahora es suya
para dominar mi voluntad
mis dedos y mis piernas que son
sus dedos y sus piernas.
Más tarde este roedor
que me cavó por dentro
devoró mis entrañas,
se apropió de mi sexo.
Lo que yo no creía, también se hizo posible:
se metió entre mis ojos para ocupar mi mente,
me echó de mi trabajo,
me requirió completo
sin pausas, sin opciones
incondicionalmente
mi espíritu y mis pedos
mis mujeres, ciudad,
mis amigos, cafés,
hasta mi psicoanálisis
y
¿cómo no?
mis cuadernos.
Hoy soy un agujero
que absorbe cuanto encuentra
para poder volcarme
de nuevo en forma escrita,
pues me cavó por dentro
y me sembró de nada:
palabras y silencio,
silencios y palabra.
Pero parece la sirena de la policía
parece la guerra callejera.
La ciudad arde
mis arterias se llenan de poemas
y gritan entre el asfalto y los semáforos
un alarido
vándalo
casi gutural
para pedirle a dios que acabe con el hambre.
esta mañana,
cuando iba a trabajar,
tropecé.
una masa torpe
se movió entre harapos
y mi corazón dio un vuelco.
sin embargo, era una mañana más
un día normal,
cualquiera,
como yo
como la masa triste bajo los harapos
y tres policías salieron del furgón,
lo ataron
lo encadenaron
ante mis ojos
silentes
y cobardes
que bajaron la mirada
y huí,
despacio
a mis quehaceres.
Es curioso que
cuando se encienden las luces
todo
parece más oscuro.
Todos son para mí
para ser para todos.
Te doy el que tenía preparado
de suaves hondonadas
hasta balancear
ideas y hormonas
entre taladros de sexo
y alegría.
Porque la risa explota
contra los animales
sobando guerras muertas
y de muerte
rotas
¡Rotas!
por una carcajada.
te impresiona
y con-
vierte
en persona, lágrimas palabra
verso que se vuelve llanto
hasta quien sabe cuanto
hasta la muerte
la pena
y nicaragua que, en guerra
dio la flor
de una poetisa.
Poetas que temblando abrazan una droga.
Mario Trejo.
Están en mi calle, en mi misma esquina
con una sensibilidad
de sombra y miedo
una mañana de hielo y muerte
sangre quebrada en venas sin futuro
y mierda bajo su gabán
¡Sí!, sus propios excrementos
oliendo
Paso a su lado y cruzo de acera
tiemblo
¡Sí!, tiemblo de miedo y de dolor
Están en mi calle
en mi misma calle
bajo mi ventana cálida y serena
abrazándose.
La muerte les espera.