Algo me separa de tu nombre

Tú me dices que millones hablan vietnamita
y yo lo sé
con la certeza de estar enamorado.

Me dices que no soy como otros
y yo lo sé
pero tú no estás enamorada.

Me dices que te escribo versos increíbles
y yo lo sé
porque no hay quien se los crea.

Me dices que me recordarás siempre
y yo lo sé
pero no sé, muy bien, de qué manera.

Me pides que yo nunca te olvide
y no lo haré
aunque sé que, jamás, aprenderé tu nombre.

Volar

Es la última palabra
antes de obedecer los pasos que me alejan
a la plaza de lágrimas vivientes
en la ausencia
que habrá de tener otra llamada
pues llena mi silencio con las olas que rompen con violencia entre sus dientes
se convierten en luz y me iluminan
un rostro que quiere volar a tus entrañas
como alfajor de nieves uruguayas
y un niño en el alféizar
colando una manzana para poder vivir
tan sólo una mañana.

En el azul azul de una mañana
que crista en la palabra
un rayo verde
de hoces y de lástima
asterisco que rima con albricias
de azúcar y villenas,
sí,
sin un oculto
hábito de noche, habito en tu recuerdo
al roce inmortal de cascabeles
puntas de estrella azul
dolor de ausencia.

Volar en la llamada un eco sin palabras
que llegue a su destino
de vos
de vos
de vos
de voz enamorada.

Volar

En lo profundo de tus lagos cubiertos de montaña
en tu inocencia ciega
en tus mañanas
como ladrón del tiempo de muñecas,
hábil conocedor de tus encantos.

En filamentos de miel
hebras de sol
enarbolado ensayo de dios
reconociéndose dueño del destino
que nos separará
barco de vela henchida de misterio
en el océano profundo de tus ojos
en la fosa abisal de mi tristeza.

Esto no es una broma