Bajo la mesa azul
lloraba un niño,
lloraba triste siempre
solo, un quejido.
En la cama pequeña
murió su infancia
creció su adolescencia
bajo una cama.
Triste de tanatorio
se abrió a la vida
un niño que lloraba
mientras reía.
Al alba abrió los ojos
de verde claro
llenando de silencios
papel mojado.
Y un grito en la distancia
le hirió en el alma,
arrancó sus orejas,
mientras lloraba.
El paso de los siglos
sobre la cama
tiñó de sangre negra
tinta del alma
una herida profunda
de tanatorio
que quemó su esperanza,
cerró sus ojos.
Pero un golpe de luz
le abrió la puerta
lo encontró allí, dormido
bajo la mesa
aullando rimas tristes
por sus heridas.
Quedaba algo que hacer:
La Poesía.