Amistades peligrosas

Me llamó la atención leer el artículo de El País Amigos ‘yo, yo, yo’: cómo reaccionar ante quienes solo hablan de sí mismos, porque a medida que lo leía me iba quedando claro que el problema eran «Los Otros», nunca yo. A pesar de tanto «yo, yo, yo» del título del artículo, y es que encontré que nos dicen cómo evitar a esas amistades, pero no cómo dejar de ser uno de ellas, como si no lo fuésemos nunca.

Es una reflexión que cada día intento (no siempre con logros) hacer más: ¿Qué puedo cambiar EN MÍ para mejorar el mundo?

En lugar de perseguir cambiar a la gente (que nunca me incluye), aceptar a las personas como son, incluso si no me gustan (siempre puedo tomar la distancia que considere necesaria para no sufrir).

¿Es inmovilista? Puede ser. Pero es la manera en la que me encuentro a gusto en mi vida actualmente. Siempre habrá quien quiera cambiarme, y no pasa nada… pueden intentarlo. Aquí estoy. Inténtalo.

A golpe de click

conversaciones a golpe de click
en las que toca hablar
de Gaza
de Ucrania

hoy no toca hablar
de Libia
de Mali
de Myanmar

conversaciones a golpe de click
en las que toca hablar
de Trump
de Ayuso

hoy no toca hablar
de Kierkegaard
de Maxwell
de Curie

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de lluvia
de catástrofes

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de entropía
de urbanismo
de predictibilidad

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de sueños
de ensoñaciones
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de códices
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de tiktok

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de vimeo
de linux
de lapiceros

conversaciones a golpe de click
en las que toca hablar
de fútbol
de tráfico

hoy no toca hablar
de poesía
de tresillos
de tapicerías

conversaciones a golpe de click
en las que cada día
me aburro más

Concurso de poemas: «Poema de hasta 60 versos»

#!/bin/bash
# Escribe un poema de menos de 60 versos respondiendo al
# llamamiento del Concurso de Poesía Jesús Serra.
# Se trata de un certamen internacional de poesía
# organizado por Fundación Occident, y que este año
# celebra su XVIII edición.
#
# Pueden presentarse poemas de hasta 60 versos, de estilo y temática libre. 
#
# Esta es mi participación deseada, aunque no la enviaré
# por respeto a la seriedad del Concurso
# que se escribe con mayúsculas y cuya temática libre
# seguramente resultará acotada a las líricas sentimentales
# habituales que campan por doquier en esta escritura
# que parece no haber vivido la transformación
# de las vanguardias o haberlas olvidado como si fueran
# una pesadilla de la que escapar.
#
# Giusseppe Domínguez, M-20250311

echo -e "Poema titulado \"Poema de hasta 60 versos\"\n\n"

numero_maximo_de_versos=60;

for ((i=1; i<=$numero_maximo_de_versos; i++)); do
  echo -e "Verso que ocupa el número" $i
done

fecha=`date`
echo -e "\n\n\tFirmado por Giusseppe Domínguez"
echo -e "\t$fecha"

Esta es una de las salidas posibles de este poema-programa que me ha divertido realizar más que participar en ese concurso en el que no creo que participe.

Poema titulado "Poema de hasta 60 versos"


Verso que ocupa el número 1
Verso que ocupa el número 2
Verso que ocupa el número 3
Verso que ocupa el número 4
Verso que ocupa el número 5
Verso que ocupa el número 6
Verso que ocupa el número 7
Verso que ocupa el número 8
Verso que ocupa el número 9
Verso que ocupa el número 10
Verso que ocupa el número 11
Verso que ocupa el número 12
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Verso que ocupa el número 30
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Verso que ocupa el número 38
Verso que ocupa el número 39
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Verso que ocupa el número 48
Verso que ocupa el número 49
Verso que ocupa el número 50
Verso que ocupa el número 51
Verso que ocupa el número 52
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Verso que ocupa el número 54
Verso que ocupa el número 55
Verso que ocupa el número 56
Verso que ocupa el número 57
Verso que ocupa el número 58
Verso que ocupa el número 59
Verso que ocupa el número 60


    Firmado por Giusseppe Domínguez
    mar 11 mar 2025 12:53:37 CET

 

Actualización forzada

En los ordenadores que uso para trabajar soy muy, pero que muy, conservador. Mantengo versiones de Linux Mint (basado en Ubuntu (basado en Debian)) de «Long Term Support», es decir, que no haya que actualizar a versiones posteriores más que una vez cada 4 años aproximadamente.

El sábado pasado me tocó comenzar la actualización en el PC de casa (que tenía la misma versión de sistema operativo que la del estudio, Linux Mint 20.3 – una) y esta semana tendré que actualizar a Linux Mint 22.1 – Xia la versión en el PC del estudio.

Linux Mint 20.3 ha sido de las más estables versiones de linux que he usado nunca. No quería cambiar, además de que tenía customizado todo lo posible de su aspecto, sin incluir extensiones molestas que ralenticen el equipo, pero resultando un aspecto bello a la vista y cómodo de uso.

Tuve un pequeño susto porque en casa no uso UEFI, sino una BIOS (antigua pero que lo soportaría) de las «de antes», lo que me complicó un poquito la vida al intentar instalar, sin darme cuenta, la versión de Linux Mint UEFI… y, claro, no arrancaba.

No quería perder el tiempo buscando cómo instalarlo con UEFI en mi BIOS (UEFI, en realidad) del 2012, porque tarde o temprano lo que tendré que actualizar es el hardware, a pesar de mi lucha contra el tiempo, así que proseguí con la versión «Legacy».

Afortunadamente, las particiones están separadas convenientemente, de modo que todo mi trabajo y archivos que puedan importarme están libres de ser «tocadas» por esta actualización, así que ese no iba a ser el problema.

Pero reconfigurar y reinstalar los programas que habitualmente uso (que son muchos) y sus peculiares ajustes hechos a lo largo de años sí que sería bastante molesto, para lo que dediqué una mañana entera revisando las aplicaciones que utilizo y escribéndolas en un pequeño archivo del que después extraer la información para reinstalar todo lo necesario.

Lo dejo aquí por si alguien (posiblemente mi yo del futuro) tiene la más mínima curiosidad:

 

sudo apt install synaptic gparted vim-gui-common openssh-server pulseaudio pavucontrol virtualbox vde2 virtualbox-guest-additions-iso

sudo apt install scribus inkscape krita shotwell gnome-color-manager imagemagick fontforge font-manager digikam gimp ttf-mscorefonts-installer gthumb fonts-ubuntu-classic

sudo apt install filezilla chromium calibre freeplane minder geany pdfarranger libreoffice-base libreoffice-math

sudo apt install audacious audacity clementine mixxx openshot pitivi kdenlive vlc shotcut spotify* ffmpeg

 

Además de estas, hube de instalar «manualmente» las siguientes aplicaciones:

  1. 0ad (sólo en casa, para jugar alguna que otra vez)
  2. fuse (GTK+): simulador de spectrum
  3. dropbox: cambiar la carpeta de Dropbox por defecto para usar la que yo quiera.
  4. megasync: redefinir las sincronizaciones
  5. chrome: configurar con mi cuenta de Gmail para tener acceso a varias páginas y contraseñas guardadas.
  6. opera
  7. vivaldi

Y luego las molestas herramientas para la administración como autónomo que no han desarrollado en condiciones, que siempre dan algún que otro problemita con Linux:

  1. configuradorfnmt
  2. autofirma
  3. DniRemoteWizard y cargar en los lugares apropiados el certificado electrónico en un PKCS12
  4. Verificar el correcto funcionamiento de los certificados y las herramientas de firma.

Contradicciones

Ofrecer al mismo tiempo (simultáneamente) una consola retro y hablar del poder de la IA y un sistema operativo que tarde o temprano será retro, será pasado, será obsoleto.

Esto resulta una de las contradicciones más absurdas de nuestro tiempo, queriendo aferrarse al pasado, lanzándose al futuro con la furia de Marinetti.

Podríamos ponerle galones de paradoja, pero no resulta más que una herramienta adicional del neoliberalismo (neocapitalismo) donde se vende hasta la experiencia del viaje al pasado como una boina del Ché.

El domingo tardé algo más de lo necesario en la actualización (a Linux Mint 22.1 Xia) de mi flamante ordenador personal adquirido hace la friolera de más de 11 años, debido a que no encontraba mi simulador de Spectrum (Emulator of the 1980s ZX Spectrum home computer and its various clones) en los repositorios desde la línea de comandos.

Los años, de Annie Ernaux

El viernes me terminé el libro Los años, de la Nobelmente galardonada Annie Ernaux.

Es un libro que hacía un año largo me había recomendado Jaime Vallaure, quien, en su día hará algo como 25 años, me regaló uno de los libros que más me ha impresionado en la vida: La vida instrucciones de uso, de Perec.

Unos meses después, de cara a mis vacaciones del pasado verano, comencé a buscarlo hasta encontrar un par de ejemplares de otros libros de Annie Ernaux en una librería increíble en Gijón, con un nombre bien apropiado para su contenido: La habitación propia. Compré La otra hija y Lo que ellos dicen o nada.

Ambos libros me parecieron una delicia (editorial también, todo hay que reconocerlo), pero los devoré en poco más de un día de mis vacaciones. Se me hicieron breves. Joyas para degustar.

Definitivamente, quería saber y leer más de Ernaux y Jaime, otra vez, había dado en el clavo.

Mi amiga Aída, también admiradora de la obra de esta escritora, entre otras muchas, muchísimas, coincidencias, me dijo que tenía ese libro que andaba buscando de Los años y otro más. Así que hace un mes hicimos un intercambio, como los de rehenes o prisioneros a la luz de un farol mientras llueve sobre el puente fronterizo.

En este caso, nos encontramos en un bar amigo y nos canjeamos los libritos: ella me trajo mi esperado Los años y un librito que me leí en una mañana sin parar, titulado El lugar, en esta ocasión editado, no por Cabaret Voltaire, como los otros tres, sino por Tusquets Editores.

Cuando comencé a leer Los años supe inmediatamente que había dado con algo increíble.

Me gustó de principio a fin, sin fisuras, por su contenido y por su forma, por su enfoque y por lo enfocado, por esas pausas para respirar tanta historia (sin mayúsculas o con mayúsculas, a elegir), por sus imágenes conformadas con texto, por su modo de generar una autoficción o autobiografía en una primera/tercera persona tan sumamente bien elegida para una autobiografía impersonal y, simultáneamente, absolutamente personal. Su ego no oculto y, sin embargo, no molesto, no autoritario o impuesto.

La trama es casi lo de menos y al mismo tiempo es crucial. Su contexto social, la historia del Siglo XX desde 1940 y su nacimiento en guerra hasta su decisión de escribir el libro que tenía entre las manos, en la segunda década de este estrenado milenio.

Pero contiene todo, a modo de libro de libros, esa aspiración borgiana, tan bien lograda en la perequiana La vida instrucciones de uso, contiene la historia política de esas 7 décadas, pero con referencias a las pretéritas y a las por venir, que ya han llegado, contiene su biografía y la de quienes la rodearon, sus circunstancias vitales y sociales, contiene la economía, la ilusión o desilusión de varias generaciones, contiene reflexiones sobre la escritura, sobre la creación, sobre el acto de crear, de creer… contiene fotografías sin contenerlas, contiene tecnología sin contenerla, contiene respiraciones…

Está vivo. Es un libro vivo y vibrante.

No pude evitar leerlo imaginando cómo lo leerían otras personas pues inmediatamente te conduce a otros referentes que crees tener en común con amigas, con amigos, con diferentes lectores posibles de esta pieza increíble de literatura. Menos aún pude sustraerme a intentar sentir cómo lo había leído mi querida amiga, con quien tengo más de 12 años de separación, aunque no suelo ser muy consciente de ello, amén de diferencia de género.

Me planteé la duda de ¿este libro apegado a la historia lo leería igual cualquier persona de cualquier edad o especialmente iba dirigido a un público lector de más de, pongamos, 50 años y con un conocimiento de la historia contemporánea lo suficiente capaz de aprovechar los detalles que regaban la narración?

Por suerte, tuve el gustazo de compartir esta duda con ella misma (el viernes pasado, en el mismo lugar donde nos habíamos trocado los libritos) quien sostenía que Ernaux era, de alguna manera, universal, que conectaba con personas de diverso género, edad… y aunque sigo teniendo dudas al respecto, sí que parcialmente me convenció: al fin y al cabo, ¿no había, yo, hombre español de unos 57 años, conectar personal y perfectamente con una escritora francesa de más de 80?

Creo que hacía décadas que no encontraba un libro que me pareciese tan especial, con una escritora de quien desease conocer todo su trabajo, como ya me hubo pasado con Perec, con Gunter Grass, parcialmente con Paul Auster a quien siempre reconocí como escritor no tan especial, con Tolstoi.

Soy dolorosamente consciente de que es la única mujer entre tantos hombres, pero también de que afortunadamente he ido, poco a poco (y sigo en ello), descubriendo toda la literatura que habían escrito mujeres y que no conocía. En parte porque no se publicaba (o traducía), pero también por falta de interés en buscarlas. Proseguiré mi búsqueda, porque hay mucho por descubrir. A veces calladamente, a veces avergonzado.

De momento, para este verano, si no antes, quiero nuevos libros de esta autora y, posiblemente, de Clarice Lispector, quien merece, por lo menos, otro texto en este diario íntimo y público.

Apple y la obsolescencia

El otro día estuve pegándome con un iMac que Jaime me dijo que ya ni arrancaba.

Yo, optimista siempre con esto de la tecnología, me dispuse a ver si podía sacarle partido a las partes del equipo rescatables, a pesar de que tampoco es que fuese mucho: 1Gb de RAM (en 2 módulos) y un disco duro de 250Gb.

Quizá, me dije, incluso podía repararse la fuente de alimentación o alguna batería… y el equipo podría usarse para un precioso Linux sobre iMac, a pesar de que seguro que eso también iba a ser complicado.

Pero el punto de arranque es que estos equipos están pensados para no abrirse nunca, para tener destornilladores de todos los tipos y colores, para ser delicado y asumir que, lo más problable, este equipo nunca vuelva a funcionar.

Así que ha conseguido que me dé por vencido antes de empezar (tan sólo intentado ver si era accesible la fortaleza en cuestión), a pesar de encontrar un manual maravilloso para este equipo.

https://es.ifixit.com/Gu%C3%ADa/iMac+Intel+20-Inch+EMC+2105+and+2118+Power+Supply+Replacement/1098?lang=en

Por otro lado, este vídeo de alguien que decidió hacer algo parecido a un iMac conectado a una pantalla externa o, incluso, accesible vía red, también fue inspirador para pasar una mañana de lunes descansando de los quebraderos de cabeza de la semana pasada y el fin de semana.

Odio (y admiro) la mentalidad de los equipos Apple. No sé si alguna vez acabaré por tener alguno de mi posesión.

De momento, sigo amando (y odiando) los PC con Linux sin otra alternativa.

la cream de la cream…

No sé quién pierde tanto tiempo de su vida en hacer tal cantidad de memes como circulan en la red (internet, para quien lo dude, como yo).

A mí me daban ganas de continuar ese meme con una respuesta a la frase:

anything past 4 is a crime

con un

anything past 4 is a cream

pero desde luego no voy a perder mi tiempo públicamente cuando puedo perderlo sin ningún problema privadamente, en este diario que, al cabo, es público.

Por cierto, mi elección de café sería, sin dudarlo, «a cream».

Las matemáticas no son un conjunto vano de fórmulas

Las matemáticas no son un conjunto de fórmulas, sino un lenguaje capaz de descubrirlas.

Es una pena que se tenga esta visión de las matemáticas que las relaciona con aprender, sin entender, fórmulas o recetas para resolver problemas más o menos estandarizados. En realidad, las matemáticas, base de la lógica (¿o la lógica base de las matemáticas?) nos ayudaría a entender nuestra forma de pensar, a pensar mejor, a razonar y ser capaces de deducir, de inferir, de descubrir un universo más o menos fuera de la realidad física, pero que sin embargo modela bastante bien (porque nos organiza la mente, no solo el lenguaje, sino la geometría, la aritmética, el álgebra…) el mundo que habitamos.

Es una pena. Pero no parece que haya grandes avances en esta línea, en la que la inteligencia artificial puede que acabe por tener un impacto mucho mayor del que ahora mismo se cree.

No me refiero a avances matemáticos (que también), sino sobre todo pedagógicos, intelectuales, que nos haga replantearnos el famoso ¿para qué sirve? de quien recibe clases de matemáticas, pero también de quien las imparte, enfocándose más en el proceso y menos en el resultado. Al menos eso espero, hoy, que estoy optimista.

Reciclaje absurdo

Viene un icono que te recomienda que arrojes esta bolsa cuasi metálica en un contenedor adecuado para que se pueda reciclar, pero poco se menciona que tan sólo contenía unos 8 pedacitos de pan reseco con tantos ingredientes articiales que podrían durar más de un año.

Poco se menciona que lo sirven individualmente por cada pequeña consumición de bebida en un lugar en el que, en el fondo, no deberían existir viviendas, teniendo en cuenta que es un desierto.

Poco se menciona que para llegar a este lugar es preciso (porque casi nadie vive permanentemente aquí, en las urbanizaciones de las playas de Vera, Almería) tener un coche que, poco se menciona, consume más combustible fósil del que yo gasto en calentarme casi todo el invierno.

Poco se menciona que para hacerlas medianamente habitables estas regiones se usa desalinizadora, de cuyo exceso de cloruro sódico no se habla.

Poco se menciona que allí se encuentra uno de los mayores campos de golf de este país cada día más desértico.

Poco se menciona que para soportar las temperaturas hay que recurrir al aire acondicionado casi también en lo que conocemos como invierno.

Con el café, viene otro mini paquetito metalizado que garantice que la mini-cookie es muy cuqui, pero poco eco-friendly, eso sí, deliciosa cantidad de azúcar en una galleta que es la pasión profesional de cualquier dentista.

Tendré que reciclarla también, claro que sí, mientras pienso que el mundo es un lugar absurdo en el que creemos que un icono gana una guerra que, en el fondo, ya hemos perdido.

Nota: Esto es algo sobre lo que me dedico a pensar en navidades cuando, gracias a la generosidad de mis padres, escapo de esta urbe atravesada por hordas de consumismo, a las regiones de la Almería oriental, donde los habitantes estacionales no están, ni su estridencia que delata la tristeza de su cotidiano.

Esto no es una broma