¿En serio?

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¿En serio esto no es un mensaje «patriarcal»?

A mí no se me ocurre andar llamando witches a ninguna de mis amigas, por muy «cool» que parezca. Tampoco llamé maricona a mis amigos gays cuando aquello parece que estaba «bien visto» si te consideraban libre de pecado homófobo.

Me parece que esa imagen, encontrada en una red social en el perfil de alguien que se define como feminista, dista mucho de ser una reivindicación igualitaria.

O será que mi masculinidad no me permite verlo.

Yo ya no entiendo nada. Así que, por supuesto, ningún comentario a su publicación.

Presentación y Recital de Poesía del Libro Red de Versos

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A pesar de que este curso pasado tentado estuve de hacer sólo una versión digital de Red de Versos, que por cierto ha quedado muy bien, también acabamos (ahora ya con mis alumnos y alumnas) por hacer la versión en papel, maquetando, editándola y finalmente presentándola con un recital en uno de los lugares más amables de la geografía cultural madrileña: Librería Menos Diez, en la Calle Espejo, número 5.

Batracomiomaquia

Llevo el día fascinado con esta obra adjudicada a Homero en alguna ocasión, aunque bien es probable que sea bastante posterior a la Ilíada, cuya autoría en exclusiva también está puesta en duda.

Si el aedo en cuestión fue el compositor de semejante sátira épica resultaría aún más cautivador, pero no es desmerecedor para la obra que no sea Homero quien la escribió.

Me maravillan los nombres de los personajes, los héroes épicos, reyes de ranas y ratones en guerra, desatada por un percance al cruzar un ratón a lomos de una rana, siendo esta asustada por una serpiente y dejando hundirse al roedor cuasi accidentalmente.

Dicen en Wikipedia que la Batracomiomaquia (Βατραχομυομαχία, del griego antiguo βάτραχος, ‘rana’, μῦς, ‘ratón’, y μάχη, ‘batalla’) o la Batalla de las ranas y ratones es una épica cómica o parodia sobre la Ilíada, atribuida definitivamente a Homero por los romanos, pero que de acuerdo a Plutarco sería una obra de Pigres de Halicarnaso, el hermano (o hijo) de Artemisia, reina de Caria y aliada de Jerjes. Sin embargo, algunos autores modernos la atribuyen a un poeta anónimo de la época de Alejandro Magno.

La palabra «batracomiomaquia» ha llegado a significar ‘disputa estúpida’. La traducción alemana, Froschmäusekrieg, ha sido usada para describir disputas tales como la surgida entre la Escuela de Matemáticas y la de Sociología del Instituto de Estudios Avanzados de Princeton.

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Batracomiomaquia de Homero
Nota: Traducción de Jenaro Alenda y Mira (principios del siglo XX)

Al comenzar esta primera página, ruego al coro del Helicón que venga a mi alma para entonar el canto que recientemente consigné en las tablas, sobre mis rodillas —una lucha inmensa, obra marcial llena de bélico tumulto— deseando que llegue a oídos de todos los mortales cómo se distinguieron los ratones al atacar a las ranas, imitando las proezas de los gigantes, hijos de la tierra. Tal como entre los hombres se cuenta, su principio fue del siguiente modo:

Un ratón sediento, que se había librado del peligro de una comadreja, sumergía su ávida barba cerca de allí, en un lago, y se refocilaba con el agua dulce como la miel cuando le vio una vocinglera rana, que en el lago tenía sus delicias y le habló de esta suerte:

—Forastero, ¿quién eres? ¿De dónde viniste a estas riberas? ¿Quién te engendró? Dímelo todo sinceramente: no sea que yo advierta que mientes. Si te considerare digno de ser mi amigo, te llevaré a mi casa y te haré muchos y buenos presentes de hospitalidad. Yo soy Hinchacarrillos y en el lago me honran como perpetuo caudillo de las ranas: crióme mi padre Lodoso y me dio a luz Reinadelasaguas, que se había juntado amorosamente con él a orillas del Erídano. Pero noto que también eres hermoso y fuerte, más aún que los otros; y debes de ser rey portador de cetro y valeroso combatiente en las batallas. Mas sea, declárame pronto tu linaje.

—¿Por qué me preguntas por mi linaje? Conocido es de todos los hombres y dioses y hasta de las aves que vuelan por el cielo. Yo me llamo Hurtamigas, soy hijo del magnánimo Roepán y tengo por madre a Lamemuelas, hija del rey Roejamones. Pero, ¿cómo podrás conseguir que sea tu amigo, si mi naturaleza es completamente distinta de la tuya? Para ti la vida está en el agua, mas yo acostumbro roer cuanto poseen los hombres: no se me oculta el pan floreado que se guarda en el redondo cesto; ni la gran torta rociada de sésamo; ni la tajada de jamón; ni el hígado, dentro de su blanca túnica; ni el queso fresco, de dulce leche fabricado; ni los ricos melindres, que hasta los inmortales apetecen; ni cosa alguna de las que preparan los cocineros para los festines de los mortales, echando a las ollas condimentos de toda especie.

Jamás huí de la gritería horrenda de las batallas, sino que siempre me encamino hacia el tumulto y pronto me mezclo con los combatientes más avanzados. No me espanta el hombre con su gran cuerpo, pues encaramándome a la cama en que reposa le muerdo la punta del dedo y hasta le cojo por el talón sin que le venga ningún dolor ni le desampare el dulce sueño mientras yo le muerdo. Dos son los enemigos de quienes en gran manera lo temo todo en toda la tierra: el gavilán y la comadreja, que me causan terribles pesares; y también el luctuoso cepo, donde se oculta traidora muerte. Pero temo mucho más a la comadreja, que es fortísima y, cuando me escondo en un agujero, al mismo agujero va a buscarme. No como rábanos, ni coles, ni calabazas ni me nutro de verdes acelgas ni de apio; que estos son vuestros manjares, alimentos propios de los que habitáis en la laguna.

A estas razones Hinchacarrillos contestó sonriendo: —¡Oh forastero! Mucho te envaneces por lo del vientre; también las ranas tenemos muy muchas cosas admirables de ver, así en el lago como en la tierra firme. Pues el Cronión nos dio un doble modo de vivir y podemos saltar en la tierra y zambullir nuestro cuerpo en el agua, habitando moradas que de ambos elementos participan. Si quieres comprobarlo, muy fácil te ha de ser: monta sobre mi espalda, agárrate a mí para que no resbales y llegarás contento a mi palacio. Así dijo; y le presentó la espalda. El otro, subiendo al punto con fácil salto, asióse con las manos al tierno cuello. Y al principio regocijábase contemplando los vecinos puertos y deleitándose con el nado de Hinchacarrillos; mas, así que se sintió bañado por las purpúreas olas, brotáronle copiosas lágrimas y, tardíamente arrepentido, se lamentaba y se arrancaba los pelos, apretaba con sus pies el vientre de la rana, le palpitaba el corazón por lo insólito de la aventura y anhelaba volver a tierra firme; y en tanto el glacial terror le hacía gemir horriblemente. Extendió entonces la cola sobre el agua, moviéndola como un remo, y, mientras pedía a las deidades que le dejaran arribar a tierra firme, iban bañándolo las purpúreas ondas. Gritó, por fin, y estas fueron las palabras que profirió su boca:

—No fue así ciertamente como llevó sobre los hombros la amorosa carga el toro que, al través de las olas, condujo a Creta la ninfa Europa; como, nadando me transporta a mí sobre los suyos esta rana que apenas levanta el amarillo cuerpo entre la blanca espuma.

De súbito apareció una hidra, con el cuello erguido sobre el agua ¡Amargo espectáculo para entrambos! Al verla, sumergióse Hinchacarrillos, sin parar mientes en la calidad del compañero que, abandonado, iba a perecer. Fuese, pues, la rana a lo hondo del lago y así evitó la negra muerte. El ratón, al soltarlo la rana, cayó en seguida de espaldas sobre el agua; y apretaba las manos; y, en su agonía, daba agudos chillidos. Muchas veces se hundió en el agua, otras muchas se puso a flote coceando; pero no logró escapar a su destino. El pelo, mojado, aumentaba aún más su pesantez. Y pereciendo en el agua, pronunció estas palabras:

—No pasará inadvertido tu doloso proceder, oh Hinchacarrillos, que a este náufrago despeñaste de tu cuerpo como de una roca. En tierra, oh muy perverso, no me vencieras ni en el pancracio, ni en la lucha, ni en la carrera; pero te valiste del engaño para tirarme al agua. Tiene la divinidad un ojo vengador, y pagarás la pena al ejército de los ratones sin que consigas escaparte.

Diciendo así, expiró en el agua. Mas acercó a verlo Lameplatos, que se hallaba en el blando césped de la ribera; y, profiriendo horribles chillidos corrió a participarlo a los ratones. Así que éstos se enteraron de la desgracia, todos se sintieron poseídos de terrible cólera. En seguida ordenaron a los heraldos que al romper el alba convocaran a junta en la morada de Roepán, padre del desdichado Hurtamigas, cuyo cadáver aparecía tendido de espaldas en el estanque, pues el mísero ya no se hallaba próximo a la ribera, sino que iba flotando en medio del ponto. Y cuando, al descubrirse la aurora, todos acudieron diligentes, Roepán, irritado por la suerte de su hijo, se levantó el primero y les dijo estas palabras:

—¡Oh amigos! Aunque a mí solo me han hecho padecer las ranas tantos males, la actual desventura a todos nos alcanza. Soy muy desgraciado, puesto que perdí tres hijos. Al mayor lo mató la odiosísima comadreja, echándole la zarpa por un agujero. Al segundo lleváronlo a la muerte los crueles hombres, con novísimas artes, inventando un lígneo armadijo que llaman ratonera y es la perdición de los ratones. Y el que era mi tercer hijo, tan caro a mi y a su veneranda madre, lo ha ahogado Hinchacarrillos, conduciéndolo al fondo de la laguna. Mas, ea, armaos y salgamos todos contra las ranas, bien guarnecido el cuerpo con las labradas armaduras.

Diciendo semejantes razones, a todos les persuadió a que se armaran; y a todos los armó Ares, que se cuida de la guerra. Primeramente ajustaron a sus muslos, como grebas, vainillas de verdes habas bien preparadas, que entonces abrieron y que durante la noche habían roído de la planta. Pusiéronse corazas de pieles con cañas, que ellos mismos habían dispuesto con gran habilidad, después de desollar una comadreja. Su escudo consistía en una tapa de las que llevan en el centro los candiles; sus lanzas eran larguísimas agujas, broncínea labor de Ares; y formaba su morrión una cáscara de guisante sobre las sienes.

Así se armaron los ratones. Las ranas, al notarlo, salieron del agua y, reuniéndose en cierto lugar, celebraron consejo para tratar de la perniciosa guerra. Y mientras inquirían cuál fuera la causa de aquel levantamiento y de aquel tumulto, acercóseles un heraldo con una varita en la mano —Penetraollas, hijo del magnánimo Roequeso— y les anunció la funesta declaración de guerra, hablándoles de esta suerte: —¡Oh ranas! Los ratones os amenazan con la guerra y me envían a deciros que os arméis para la lucha y el combate, pues vieron en el agua a Hurtamigas, a quien mató vuestro rey Hinchacarrillos. Pelead, pues, los que más valientes seáis entre las ranas.

Diciendo así, les declaró el mensaje. Su discurso penetró en todos los oídos y turbó la mente de las soberbias ranas. Y como ellas increparan a Hinchacarrillos, éste se levantó y les dijo:

—¡Amigos! Ni he dado muerte al ratón, ni le he visto perecer. Debió de ahogarse mientras jugaba a orillas del lago, imitando el nadar de las ranas; y los perversos me acusan a mí que soy inocente. Mas, ea, busquemos de qué manera nos será posible destruir los pérfidos ratones. Voy a deciros la que me parece más conveniente. Cubramos el cuerpo con las armas y coloquémonos todos en los bordes más altos de la ribera, en el lugar más abrupto; y cuando aquéllos vengan a atacarnos, asgamos por el casco a los que a nosotros se aproximen y echémoslos prestamente al lago con sus mismas armaduras. Y después que se ahoguen en el agua, pues no saben nadar, erigiremos alegres un trofeo que el ratonicidio conmemore.

Diciendo así, a todos les persuadió a que se armaran. Cubrieron sus piernas con hojas de malva; pusiéronse corazas de verdes y hermosas acelgas, transformaron hábilmente en escudos unas hojas de col; tomaron a guisa de lanza sendos juncos, largos y punzantes; y cubrieron su cabeza con yelmos que eran conchas de tenues caracoles. Vestida la armadura, formáronse en lo alto de la ribera, blandiendo las lanzas, llenos de furor.

Entonces Zeus llamó a las deidades al estrellado cielo y, mostrándoles toda la batalla y los fuertes combatientes, que eran muchos y grandes y manejaban luengas picas —como si se pusiera en marcha un ejército de centauros o de gigantes— preguntó sonriente «¿Cuáles dioses auxiliarán a las ranas y cuáles a los ratones?» Y dijo a Atenea:

—¡Hija! ¿Irás por ventura a dar auxilio a los ratones, puesto que todos saltan en tu templo, donde se deleitan con el vapor de la grasa quemada y con manjares de toda especie?

—¡Oh padre! Jamás iré a prestar mi auxilio a los afligidos ratones, porque me han causado multitud de males, estropeando las diademas y las lámparas para beberse el aceite. Y aun me atormenta más el ánimo otra de sus fechorías: me han roído y agujereado un peplo de sutil trama y fino estambre que tejí yo misma; y ahora el sastre me apremia por la usura —¡situación horrible para un inmortal!— pues tomé al fiado lo que necesitaba para tejer y ahora no sé como devolverlo. Mas ni aun así querré auxiliar a las ranas, que tampoco tienen ellas sano juicio: pues recientemente, al volver de un combate en que me cansé mucho, me hallaba falta de sueño y no me dejaron pegar los ojos con su alboroto; y estuve acostada, sin dormir y doliéndome la cabeza, hasta que cantó el gallo. Ea, pues, oh dioses, abstengámonos de darles nuestra ayuda: no fuese que alguno de vosotros resultase herido por el punzante dardo, pues combatirán cuerpo a cuerpo, aunque una deidad se les oponga; y gocémonos todos en contemplar desde el cielo la contienda.

Así dijo. Obedeciéronla los restantes dioses y todos juntos se encaminaron a cierto paraje. Entonces los cínifes preludiaron con grandes trompetas el fragor horroroso del combate; y Zeus Cronida tronó desde el cielo, dando la señal de la funesta lucha.

Primeramente Chillafuerte hirió con su pica a Lamehombres, que se hallaba entre los más avanzados luchadores, clavándosela en el vientre, en medio del hígado: el ratón cayó boca abajo, se le mancharon las tiernas crines, y, al venir a tierra con gran ruido, las armas resonaron sobre su cuerpo. Después Habitagujeros, como alcanzara a Cienolento, le hundió en el pecho la robusta lanza: hizo presa en el caído la negra muerte y el alma le voló del cuerpo. Acelguívoro mató a Penetraollas, tirándole un dardo al corazón, y en la propria orilla mató también a Roequeso.

Comepan hirió en el vientre a Muchavoz, que cayó boca abajo y el alma le voló de los miembros. Gozalago al ver que Muchavoz se moría, adelantóse e hirió a Habitagujeros en el delicado cuello con una piedra como de molino y a éste la oscuridad le veló los ojos.

Grandemente apesarado Albahaquero hirió al ratón con el aguzado junco, sin que luego se le acercara para recobrar la lanza. Así que lo vio Lamehombres, dirigióle un brillante dardo y no le erró, pues se lo clavó en el hígado. Y como viera que Comecosto huía, cayóse al pie de la elevada orilla. Pero ni aun así cesó de luchar, sino que le hirió; y éste vino al suelo para no levantarse más; tiñóse el lago con la purpúrea sangre y el ratón quedó en la ribera envuelto en las delgadas cuerdas de sus intestinos.

Juncalero, al ver a Taladrajamones, entró en gran temor, tiró el escudo y huyó, echándose de un salto en el agua. El irreprensible Reposaenelcieno mató a Pastinascívoro y Gozaenelagua dio muerte al rey Roejamones, hiriéndole con un canto en la parte superior de la cabeza: el cerebro le fluía al ratón por la nariz y la tierra se manchaba de sangre.

Lameplatos mató al irreprensible Reposaenelcieno, acometiéndole con la lanza; y a éste la obscuridad le veló los ojos. Puerrívoro, al verlo, cogió por el pie a Oliscasado y, apretándole con la mano el tendón, lo ahogó en el lago.

Ladrondemigajas quiso vengar a su difunto compañero e hirió a Puerrívoro en el vientre, en medio del hígado: cayó a sus pies la rana y el espíritu de la misma fuese al Hades. Andaentrecoles, cuando lo vio, tiróle desde lejos un puñado de cieno, que le manchó el rostro y por poco no le ciega.

Encolerizóse el ratón y cogiendo con su robusta mano una enorme piedra que había en la llanura, verdadera carga de la tierra, con ella hirió a Andaentrecoles debajo de las rodillas: quebróse toda la pierna derecha de la rana, y cayó ésta de espaldas en el polvo. Vocinglero acudió en su auxilio y, acometiendo a Ladrondemigajas, le hirió en medio del vientre: envasóle todo el aguzado junco y, al arrancarle la pica con su robusto brazo, todos los intestinos se desparramaron por el suelo.

Y así que lo vio en lo alto de la ribera Habitagujeros —el cual, hallándose sumamente abatido, se retiraba del combate cojeando— saltó a un foso para escapar de la horrible muerte. Roepán hirió en la extremidad del pie a Hinchacarrillos; y éste, afligido, diose en seguida a la fuga y saltó el lago.

Alguívoro, cuando le vio caído y casi exánime, abrióse paso por entre los combatientes delanteros y acometió a Roepán con el aguzado junco, mas no logró romperle el escudo y en éste se quedó clavada la punta de la pica. Pero le hirió en el eximio casco de cuádruple penacho, haciéndose émulo del propio Ares, el divinal Catorégano, único combatiente que sobresalía entre la muchedumbre de las ranas. Mas arremetieron contra él y, al verlo, no se atrevió a esperar a los esforzados héroes y fue a sumergirse en lo profundo del lago.

Figuraba entre los ratones el mancebo Robaparte, señalado entre todos e hijo del irreprensible Roedor que acecha el pan. Roedor fue a su casa y mandó a su hijo que interviniera en el combate, y éste aseguró, braveando, que había de exterminar el linaje de las ranas. Púsose cerca de ellas con ganas de combatir reciamente; rompió por la mitad una cáscara de nuez y armóse metiendo las manos en ambos fragmentos. Temerosas las ranas fuéronse todas al lago. Y aquél hubiera llevado a cabo su propósito, pues su fuerza era grande, si no lo hubiese advertido en seguida el padre de los hombres y de los dioses. El Cronión se compadeció entonces de las ranas, que perecían, y, moviendo la cabeza, dijo de esta suerte:

—¡Oh dioses! Grande es la hazaña que van a contemplar mis ojos. Muy perplejo me dejó Robaparte al gloriarse fieramente de que ha de destruir las ranas en el lago. Mas enviemos cuanto antes a Palas, que produce el tumulto de la guerra, o a Ares, para que lo aparten de la batalla no obstante su valentía.

Así se expresó el Cronida, y Ares contestóle diciendo: —Ni el poder de Atenea ni el de Ares bastarán, oh Cronida, para librar a las ranas de la perdición horrenda. Mas, ea, vayamos en su auxilio todos juntos o mueve tu arma con la cual mataste a los titanes, que eran con mucho los mejores de todos; y de esta manera quedará domeñado el más valiente, como en otro tiempo hiciste perecer al robusto varón Capaneo, al gran Enceladonte y a las feroces familias de los Gigantes. Así dijo; y el Cronida arrojó el brillante rayo. Primeramente despidió un trueno, que hizo estremecer el vasto Olimpo, y en seguida lanzó el rayo —temible arma de Zeus— que voló, serpeando, de la soberana mano. Su caída a todos les causó pavor, así a las ranas como a los ratones; mas no por eso abandonó el combate el ejército de estos últimos, que hubiera esperado aún más que antes destruir el linaje de las belicosas ranas, si Zeus, compadeciéndose de ellas desde el Olimpo, no les hubiera enviado prestamente auxiliares.

De pronto se presentaron unos animales de espaldas como yunques, de garras corvas, de marcha oblicua, de pies torcidos, de bocas como tijeras, de piel crustácea, de consistencia ósea, de lomos anchos y relucientes, patizambos, de prolongados labios, que miraban por el pecho y tenían ocho pies y dos cabezas, indomables: eran cangrejos, los cuales se pusieron a cortar con sus bocas las colas, pies y manos de los ratones, cuyas lanzas se doblaban al acometer a los nuevos enemigos.

Temiéronles los tímidos ratones y, cesando en su resistencia, se dieron a la fuga. Y al ponerse el sol, terminó aquella batalla que había durado un solo día.

Diccionario Personal de la Lengua Española

Por Isidoro Valcárcel Medina.

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No puedo dejar de agradecer el haber participado en este maravilloso proyecto «isidoriano«, del que tanto he aprendido (de el y de él).

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Fue divertido, como cuando programé un pedacito de código para organizar listas de palabras por número de letras y distribuirlas en diferentes ficheros, o como cuando estuve tecleando el pasado curso en distintas enumeraciones las palabras del diccionario, o cuando charlábamos sobre la absurdidad del proyecto… y quizá, por ello mismo, su necesidad.

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Pero, sin duda alguna, lo que recordaré con más cariño el resto de mi vida serán las charlas intrascendentes sobre nuestras preocupaciones, el té a media mañana, con una cucharada de miel de tomillo o de romero, a las que me he hecho adicto, si eso es posible.

Afortunadamente, la persona perdura más allá de sus proyectos y la relación con Isidoro ha cambiado para siempre, para convertirse en uno de mis amigos, aunque las circunstancias mutuas hagan complejo el encuentro tan frecuente.

Presentación de Optimismo Radical

Después del viernes pasado, quedó registrado el evento completo de la Presentación del libro de poesía Optimismo Radical de Juan Carlos Ortega en el Centro de Arte Moderno, que tuvo a bien grabar para la posteridad (!) uno de los coordinadores del espacio.

Me encuentro nervioso e inquieto, pero ese mismo nerviosismo ayuda a dinamizar una presentación que resultó divertida, poética y hasta se hizo breve, durando una hora.

En un momento dado de la misma, leí las definiciones de la RAE de las palabras Optimismo y Radical, por si aquello aportaba alguna luz sobre el asunto titular:


Definición

optimismo. Del fr. optimisme, y este del lat. opt?mus ‘óptimo’ y el fr. -isme ‘-ismo’. 1. m. Propensión a ver y juzgar las cosas en su aspecto más favorable. 2. m. Fil. Doctrina que atribuye al universo la mayor perfección posible.

óptimo, ma. Del lat. opt?mus. 1. adj. Sumamente bueno, que no puede ser mejor.

radical Del lat. tardío radic?lis, y este der. del lat. radix, -?cis ‘raíz’. 1. adj. Perteneciente o relativo a la raíz. 2. adj. Fundamental o esencial. 3. adj. Total o completo. Cambio radical. 4. adj. Partidario de reformas extremas. U. t. c. s. 5. adj. Extremoso, tajante, intransigente. 6. adj. Bot. Dicho de cualquier parte de una planta: Que nace inmediatamente de la raíz. Hoja, tallo radical. 7. adj. Gram. Perteneciente o relativo a las raíces (? de las palabras). 8. adj. Gram. Dicho de un segmento morfológico: Que constituye la raíz de la palabra. U. m. c. s. m. 9. adj. Mat. Dicho de un signo (?): Que indica la operación de extraer raíces. U. t. c. s. m. 10. m. Quím. Agrupamiento de átomos que interviene como una unidad en un compuesto químico y pasa inalterado de unas combinaciones a otras.

Etimología

La palabra «raíz» viene del latín: radix. La raíz en botánica, es el órgano de las plantas que les permite fijarse al suelo y a la vez extraer las sustancias nutritivas del mismo. Por analogía, se emplea la palabra raíz con muchos fines. Así, por ejemplo, la raíz de una palabra es la parte invariable de la misma donde está encerrado el concepto sustancial de la misma y que dará lugar a la formación de una familia de palabras cambiando su terminación, que es la parte variable de la palabra; generalmente la raíz de las palabras provienen de las palabras más antiguas que dieron origen al concepto, como ya habrán leído en muchas etimologías.

La palabra latina «radix» se asocia con una raíz indoeuropea *wrad, presente también en las palabras rama, ramera, derrame, etc.

La palabra «optimismo» viene del adjetivo latino «optimuus» ‘muy bueno o buenísimo’, que sirve de forma superlativa a «bonus» ‘bueno’. Pese a su origen latino, «optimismo» no se documenta en castellano hasta 1787 en una obra de Juan Pablo Forner y habría que esperar hata 1848 hasta encontrar otro ejemplo de «epicúreo optimismo» en los escritos de Nicomedes Pastor.
El concepto de optimismo fue elaborado por el filósofo alemán Leibniz (1646-1716), quien particularmente en su Teodicea desarrolla la idea de lo «optimum» dado que Dios necesariamente había creado el mejor de todos los mundos posibles. Estas ideas fueron satirizadas por el francés Voltaire en su famosa y paródica obra «Candide ou l’Optimisme» (1759)

Lógicamente, el antónimo exacto de optimismo sería «pesimismo», tomado del latín «pessimus» ‘muy malo’, superlativo correspondiente del adjetivo «malus» ‘malo’. Esta voz es algo posterior, ya que en francés se documenta por primera vez en 1759 como pareja antagónica de optimisme.

Hay que decir que «optimus», tiene diferente raíz. Su raíz op- es la de «ops, opis» (recurso, riqueza, ayuda). Así pues designa etimológicamente la situación álgida de recursos, riqueza y fuerza, material sobre todo, de modo que el optimismo se fundamenta en tener «opulencia». Opulento y opíparo, por ejemplo, son palabras que comparten raíz con óptimo y optimismo.

Presentación del libro de poesía de Juan Carlos Ortega

Presentación del libro de poesía

Optimismo radical

de

Juan Carlos Ortega

Editorial Cuadernos del Laberinto

Viernes 20 de mayo, 19 h

Entrada libre y gratuita hasta completar aforo

Participan

Giusseppe Domínguez

Juan Carlos Ortega


 

Juan Carlos Ortega entiende la poesía como ese lugar donde guardar recuerdos, vivencias, herramienta para aprehender el mundo, y al tiempo juguete y varita mágica con la que construir nuevas experiencias, telescopio para explorar el universo, puzle, siempre puzle. Como sabe que este instante presente nunca volverá, ansía fijarlo por escrito. Para este autor la poesía no es una entelequia, sino tangible manifestación de su forma de estar en el mundo.
Este es un libro para todos los que se atrevan a sentir, a leer, a jugar, a amar, a vivir, este es un libro para ti.

Juan Carlos Ortega. Madrid. Licenciado en Filología hispánica. Cursó estudios de Doctorado en el programa de Literatura española moderna y contemporánea. Profesor de Lengua y Literatura desde el año 1991 en los niveles de ESO y Bachillerato. Publicó los poemarios Regreso (2010), y Canto cotidiano (2012);y ha participado en antologías como Tragaluz 17 (2011),Verso Cero (2013), Amor. Poesía amorosa contemporánea (2014), Haré confeti de mis versos (2014) y 21 poetas sin ánimo de título (2015). Ha realizado cursos de formación actoral y participado como actor en obras como Las mariposas son libres, de Leonard Gershe; Fuera de quicio, de José Luis Alonso de Santos; Terror y miseria de todos los tiempos, montaje a partir de textos de Bertolt Brecht y José Sanchís Sinisterra. Además ha sido profesor de taller de teatro y ha dirigido diversos montajes. También ha realizado estudios de formación en Terapia Gestalt; y en la actualidad está formándose en Constelaciones Familiares Sistémicas y está estudiando el grado en Psicología (UNED). Además trabaja como terapeuta.

El sentido evolutivo de la música

Blanca Torres que lleva el programa Cartas de Afrodita de RNE y a quien tengo el gusto de conocer gracias a otro hedonismo practicado habitualmente en pareja llamado Baile del Tango, formulaba ayer la pregunta en FaceBook de si pensamos que la música tiene algún sentido evolutivo.

A mí, que nunca me acaban de quedar las cosas claras, me entró la duda de si refería como especie o como qué, en referencia a ese evolutivo/evolución. Me lo aclaró diciendo que se refería a si es relevante desde un punto de vista biológico para nuestra supervivencia y evolución.

Me quedé pensando y le pedí tiempo para fraguar una respuesta que fuera un poco más allá del «pues a mí es que me gusta mucho, así que sí… claro…»

Unas horas después, otro conocido del mundillo del Tango (José Luis Yanguas), respondió con un estupendo argumento:

Por supuesto la música tiene sentido evolutivo. Pertenece a capas inferiores del cerebro, en su origen, pues enlaza con la evolución del apareamiento, la sexualidad y las emociones posteriormente. Hay un paralelismo entre el canto de las aves, la voz y la música humana, sobre todo tonal. El ritmo enraiza el el corazón, y en el ser social del ser humano, que también evoluciona.

Ya me ha ocurrido en alguna otra ocasión el encontrarme en la misma mesa redonda que este estupendo contertulio, así que seguí pensando en ello.

¿es [la música] relevante desde un punto de vista biológico para nuestra supervivencia y evolución?

Como bien dice Jose Luis, el origen de la música enlaza con la evolución de la función reproductiva y el paralelismo con lo animal es innegable, pero cabe pensar si esa es la verdadera concepción de la música hoy en día.

El ser humano tiempo ha que ha dejado de ser natural, gracias a la evolución que dio como resultado el lenguaje, entre otras cosas. Somos lenguaje, que diría Wittgenstein o discurso, según Barthes.

Y la música, innecesaria ya para cumplir la función original, la de cortejo animal para sostenimiento de la especie, para probar las mayores habilidades reproductivas, lejos de desaparecer, mutó y se sublimó.

Y esa música ya no es la más o menos instintiva animal, sino un constructo artificial que puede no tener nada que ver con la reproducción, pero sí con la evolución de la especie y su supervivencia.

Cierto es que cuando pienso en música no sólo pienso en música, sino en poesía, en arte, en todo aquello que, en incontables ocasiones suele ser tachado de inútil o innecesario.

Es más, en más de una de esas ocasiones me he encontrado diciendo de mí mismo que siempre me he dedicado a «cosas inútiles» o que reivindique el fracaso y no el éxito. De ahí que siga sin saber si lo que hago (que es variopinto) sirve para algo.

Como escribí en un artículo titulado Las habilidades y la reproducción:

La selección de la pareja con la que llevar a cabo la procreación puede estar asociada con la búsqueda de habilidades que deseemos que la descendencia posea. Así, es posible que se pueda explicar el porqué al espectador medio le atrae aquel arte que de-muestra habilidades y no un arte contemporáneo que no las busca.

Esto permite también explicar cierto paralelismo entre el arte y el deporte, que está relacionado con el éxito o el fracaso, no con la frustración.

(Leer el resto del artículo)

Sin embargo, eso no niega la utilidad, independientemente de lo que en otras ocasiones haya afirmado, para la supervivencia de la especie, pero más bien para satisfacer otra necesidad de la misma que no es tanto la de reproducirse sino la de desarrollar sus capacidades mentales, sus habilidades sociales mediante compartición de actividades grupales, o el simple hedonismo al que podríamos aspirar en un hipotético futuro altamente automatizado que permita al humano recuperar el edén. (Que no será tan edénico, por cierto)

Por mi parte, estoy convencido de que la música (ni la poesía, ni el arte) no desaparecerá cuando por fin realicemos reproducciones completamente artificiales, por ejemplo, clonación mediante, lo que hará innecesaria, por cierto, la participación del cromosoma Y, amén de los protocolos de cortejo que involucrasen la música con aquella originaria finalidad.

La forma clásica de entender la música (poesía/arte) como herramienta y no como fin o entendida como herramienta en la que hay que tener éxito (hacerlo bien) frente a un entender la música como algo en lo que hay que disfrutar (sin necesidad de hacerlo bien) no importando el fracaso obsoleta y acorde a visiones que, por más que se empeñen, no volverán jamás.

El ajedrez lo ganará ya siempre una máquina. Pero eso no quitará jamás el placer de jugar una partida… y perder.

Si entendemos la música como un proceso y no como un fin, como un objeto, si la entendemos como un juego, seguro que pervivirá y hará de nuestra humanidad una humanidad más jugetona. ¿Es eso lo que la evolución nos exigirá? ¿Las condiciones medioambientales nos conducirán a jugar más o a dejar de jugar?

Espero personalmente que la respuesta sea el juego, el disfrute, el hedonismo, especialmente epicúreo, juego racional.

Cuando pienso en la función que puede ocupar la música (la poesía/las artes) actualmente y de cara al futuro de la humanidad, observo la longevidad asombrosa a la que hemos llegado y las dificultades que ello conlleva y para las que, quizá, tenga una nueva utilidad en tanto mantenimiento de actividad cerebral, ralentizando la (hogaño) inevitable degeneración neurológica.

Amén (y con esto termino) de la función social que siempre ha desempeñado y que no hace sino mutar de formas, pero que mantiene vínculos o ayuda a la aparición de nuevas relaciones interpersonales. (En esto, el Tango [música|baile] es una auténtica maravilla, dicho sea de paso).

¿es [la música] relevante desde un punto de vista biológico para nuestra supervivencia y evolución?

Sí. Relevante. ¿Necesaria? Sí. ¿Desde un punto de vista biológico? No lo tengo tan claro. ¿Para nuestra supervivencia? Sí: Para una humanidad feliz. ¡Eso!, ¡eso sí que sería (r)evolución!.

Himno Nacional de Mongolia (1950)

Mongolian_text

Textos extraídos de http://www.linguasport.com/languages/EURASIAN/ALTAIC/Mongolian.htm

[TRANSCRIPCIÓN FONÉTICA]

(cada línea corresponde a una columna vertical del texto original)

darqan manai qubisqaltu ulus
dayaγar mongγol-un ariγun γolumta
daisun-u köl-dür kejiy-e čü oruqu ügei
dangdaγan engkejin egüride möngkejin-e

qamuγ delekei-yin sidurγu ulus-tai
qamturan nigedügsen engnege-yi bekijigüljü
qatan joriγ büküi ele čidal-iyer-iyen
qairatai mongγol orun-i-ban manduγuluy-a

joriγtu mongγol-un joltai arad-ud
jobalang-i tonilγaju jirγal-i edlebe
joriγ-un tulγaγuri kögjil-ün tülkigür
jibqulangtu manai ulus mandutuγai

qamuγ delekei-yin sidurγu ulus-tai
qamturan nigedügsen engnege-yi bekijigüljü
qatan joriγ büküi ele čidal-iyer-iyen
qairatai mongγol orun-i-ban manduγuluy-a

[VERSIÓN CIRÍLICA MODERNA]

Дархан манай хувъсгалт улс
Даяар Монголын ариун голомт
Дайсны хєлд хэзээ ч орохгvй
Дандаа энхжин vvрд мєнхжинє
Хамаг дэлхийн шударга улстай
Хамтран нэгдсэн эгнээг бэхжvvлж
Хатан зориг бvхий л чадлаараа
Хайрт Монгол орноо мандуулъя
Зоригт Монголын золтой ардууд
Зовлонг тонилгож жаргалыг эдлэв
Жаргалын тулгуур хєгжлийн тvлхvvр
Жавхлант манай улс мандтугай
Хамаг дэлхийн шударга улстай
Хамтран нэгдсэн эгнээг бэхжvvлж
Хатан зориг бvхий л чадлаараа
Хайрт Монгол орноо мандуулъя
Монгол улсын тєрийн

дуулал (1950)

(Convertido a UTF-8 en http://unicode.online-toolz.com/tools/unicode-html-entities-convertor.php)

[TRADUCCIÓN]

Nuestro sagrado país revolucionario
es el hogar ancestral de todos los mongoles.
Nunca cederemos a los pies del enemigo
y prosperaremos por toda la eternidad.

Formando alianzas unificadas
con todos los países honestos del mundo,
desarrollemos nuestra amada Mongolia
con una voluntad de hierro y toda nuestra fuerza.

La gente afortunada de la valiente Mongolia
se ha liberado del sufrimiento y disfrutan de la felicidad,
el pilar del deleite, la clave del progreso.
¡Que nuestra majestuosa nación viva para siempre!

Formando alianzas unificadas
con todos los países honestos del mundo,
desarrollemos nuestra amada Mongolia
con una voluntad de hierro y toda nuestra fuerza.

Sobre la obra de Raquel G. Figueiras

Delicada sutileza natural, con tintes oníricos, pero terrenales.

meditaciones

La obra de Raquel G. Figueiras me evoca Brancusis femeninos, una reclamación de una masculinidad contemporánea, un canto al frágil canto de un gallo y la omnipresente figura maternal del nido.

El empleo de materiales delicados, realza esa demanda de atención a nuestro entorno, una mirada cuidadosa, mimosa, cariñosa, incluso en las más aguerridas figuras de rostros hipermedicalizados, al tiempo que grita silenciosamente llamando a la moderación, a la responsabilidad, en definitiva, a la sensatez.

Esto no es una broma