Nueva Normalidad

Tal como suponía, está siendo más complicado volver a una «nueva» «normalidad» que confinar a la mitad de la población mundial por una pandemia global. O sea, «bastante» complicado.

Teorías anticientíficas campando a sus anchas, dificultades para ponerse de acuerdo administraciones, ausencia de criterios unificados, hacen que aquella época durante la que no pudimos salir de nuestras casas casi resulte atractiva en cuanto a sencilla.

Espero que no tengamos que volver a la simple cuarentena, pero parece poco probable que no acabe por suceder, especialmente en lo tocante al ámbito estudiantil donde los contactos son altos y el número de individuos en espacios cerrados durante largos periodos de tiempo es enorme.

El Síndrome de Jesse Pinkman

Este texto, ajeno, perteneciente o al menos presente en el muro de facebook de Gloria Green, podría subscribirlo palabra por palabra. Me ha encantado, aunque, como remachan en uno de los comentarios críticos con el mismo, el tono agresivo acaba por hacer que tan sólo quien ya está de acuerdo con lo dicho lo subscriba. Al fin y al cabo, hemos decidido no querer escuchar la voz discordante de la nuestra desde hace tiempo… y cada día más.

Recordáis ese capítulo de Breaking Bad, al principio de la serie, en el que Jesse Pinkman tiene que deshacer un cadaver en ácido (no voy a entrar en lo riguroso de “deshacer” un cadáver en un ácido más bien flojito, y no en una base)?

Walter, profesor de química, le dice que compre una cubeta de plástico (no recuerdo qué polímero menciona). Jesse primeramente va a hacerlo, pero acaba diciendo algo así como “poliestireno my as*”, y decide hacerlo en una bañera, en su casa.

Porque él, a pesar de ser un ignorante en el tema, cree que tiene suficiente conocimiento para poder decidir y opinar. A pesar de no saber absolutamente nada de química y estar ante alguien que sí, a él, su “sentido común” y su “conocimiento” (o más bien, la falta de este) le dicen que el plástico es más endeble que su bañera, y qué tontería gastarse dinero en una cubeta cuando la casa de su abuela tiene una bañera estupenda, así que decide llevarle la contraria.

Creo que todos sabemos cómo acaba el capítulo: con la bañera, el ácido y el cadáver en el salón de la casa de Pinkman.

Pues el síndrome de Jesse Pinkman lo tenemos ahora con los conspiranoicos y magufos, esa gente que sin tener ni pajolera idea, se atreve a opinar, y hasta cree que su opinión es válida porque desde su ignorancia les parece que “tiene sentido”.

– “Cómo me va a proteger una tela de un virus?”

– “Enfermo asintomático? Si no tienes síntomas no puedes estar contagiado!”

– “Si los científicos se corrigen en algo totalmente nuevo, sobre lo que se dijo hace unas semanas, es porque no tienen ni idea.”

– “Si los tests dan falsos negativos y falsos positivos, es porque no sirven”.

– “Es perfectamente posible poner un microchip a alguien con una vacuna, a los animales se les implanta con una aguja, así que, por qué no?”

– “Si tomo vitamina C y como bien, no hay virus que me tosa”.

– “No tengo ni idea de la diferencia entre las ondas de mi microondas y el 5G, pero el 5G nos va a matar a todos”

-“Como las farmacéuticas son empresas, y como tales, buscan hacer caja, vamos a tomar una visión radical, y rechazar todo lo que venga de ellas por sistema, y tomar la lejía que me vende este señor que es economista y se compró un título falso de una titulación no homologada por 1400 euros en una universidad cuyo campus es un bajo en una ciudad de Cataluña, que seguro que él busca lo mejor para mi y ha encontrado un remedio milagroso que lo cura todo”.

Si a ellos, que no tienen la más mínima formación en virología, epidemiología o medicina en general, les cuadra… Por qué no? Será una opinión tan respetable como la de los expertos que llevan años, o décadas de estudio e investigación, porque absolutamente todo en esta vida es opinable, a que sí?

Tranquilos, que sois muy listos. Solo las mentes brillantes descubrirían secretos de estado y conspiraciones de las grandes élites usando google y YouTube, los tontos somos los demás, desde luego.

Tras esta publicación hay un debate de personas que con argumentos disparatados intentan rebatir alguna de las cuestiones que plantea, pero demuestran más que nada que el texto en cuestión es completamente necesario, o al menos, vigente en grado máximo.

Entre otras cosas, me he detenido en uno de los «hilos» que ha hablado sobre la «maldad» del 5G, que siempre me hará gracia y he acabado interviniendo, curiosamente, contra alguien que opinaba, como yo, que la tecnología 5G dista mucho de ser peligrosa (en su caso seguramente mejor informada pues es teleco), pero lo curioso es que utilizaba un argumento equivocado y he querido «corregirle» de cara a otras posibles conversaciones, para que no sea su error lo que dé pábulo a terraplanistas de diverso pelaje:

Un hombre ha publicado un texto contra el 5G con un enlace a una web que prueba que es de muy alto coste energético, lo que sería un argumento correcto para atacar esta tecnología, vinculándolo con el calentamiento global, sin ir más lejos, pero no lo hace así, sino que afirma:

El 5G si que nos va a matar todos. Es la única zona donde discrepo.

Una ingeniera de telecomunicaciones interviene diciéndole que no sabe de qué habla y, además, le llama gilipollas y machista… (puede que lo sea, no sé, pero me parece excesivo el lenguaje que usó para desacreditarle):

Soy ingeniera superior de telecomunicaciones gilipollas. He comido más antenas en mi vida que pan. De verdad que me hacen sentir mucha vergüenza ajena esta gente. Te matrículas en telecos, estudias 7 años y luego me cuentas lo peligrosa que es la Red 5g. Es que sois ridículos por Dios. Los ingenieros de telecomunicaciones nos llevamos las manos a la cabeza cuando os leemos. No debes ni saber la longitud de onda que se usa, ni el espectro, ni el acceso… de verdad, hacéis sentir bochorno. Da igual si te has hartado a estudiar. Te desacredita hasta el más tonto del pueblo. ¡qué país por dios!

Me llama la atención esta frase «ingeniera superior de telecomunicaciones gilipollas» porque con la ausencia de la coma, «ingeniera superior de telecomunicaciones, gilipollas», en realidad se está llamando gilipollas a sí misma, pero no quiero ahondar en esta tontería.

Gloria Green publica

es que no es plato de buen gusto que te den lecciones sobre tu propio campo… como mujeres encima supongo que sabes que es algo que nos pasa mucho!

La dueña del muro (con permiso de Facebook S.A.) consigue que la conversación se «reacomode» a los términos del civismo y la buena educación y el hombre en cuestión pregunta con ingenuidad (y algo de mala intención):

Soy optimista – estoy seguro que podéis conversar como personas normales sin confundir machismo/chemtrails/insultos con el tema aquí de 5G. A ver si lo logramos.

María, una pregunta simple, por favor: ¿como es posible que con más densidad de estaciones (ya que necesitamos una en cada esquina de calle), y con 100x más energía emitida en total, no tener más energía en nuestro cuerpo? O sea, ¿es correcto decir que más energía electromagnética será absorbida del cuerpo humano? O no?

Gracias de antemano por tu respuesta, no soy irónico, todo en serio.

Pd: tengo masters en ing medioambiental (que incluía este campo), así que ahora que hemos establecido nuestros conocimientos quizás podemos tener una conversación mas útil.

Me llama la atención que ambos tengan que demostrar su autoridad (falacia de autoridad), mediante la enumeración de su curriculum académico o profesional, pero es comprensible dado el tema que parece alejar a ajenos a la materia.

La ingeniera de telecomunicaciones procede a responderle de la siguiente manera:

estás hablando de ondas electromagnéticas y ni mencionas la frecuencia ni la longitud de onda. El problema son las ondas de microondas por ejemplo. Tienen una frecuencia altísima y tocan átomo. Al tocar el átomo con tanta frecuencia lo hacen vibrar y generan calor. Por eso cocinan. Las ondas que usamos para trasmitir información en antenas no tocan átomo.

¿sabes cuántas asignaturas de física y matemáticas hacemos en telecos antes de estudiar las ondas electromagnéticas? Para aprobar antenas y radiocomunicaciones primero nos hemos comido unas 30 asignaturas hiper complejas. La Red 5G no va a cocinar a la gente porque las características de esas ondas no hacen eso. Con todo vuestro nabo, os ponéis a opinar de cosas que necesitan 7 años de estar encerrados estudiando y fliparla en colores porque los temarios no se acaban nunca. Nos hacen calcular a boli y papel toda la física que tiene cada antena y vienes tú con tremenda gilipollez. Hacéis un ridículo espantoso. Espantoso.

Pero yo no pude dejar pasar lo que vi sobre las microondas (por cierto, ninguno, siendo ambos ingenieros, lo rebatió) y publiqué, algo que no suelo hacer en estos tiempos, el siguiente texto en la conversación (sin aportar datos sobre mi aclamada formación académica), la verdad es que con mucho miedo… Pero bueno. Así están las cosas, cada día más autocensura.

XXXX Me gusta este debate, pero debo discrepar en este punto (seguro que puedes repasar el espectro electromagnético para ello) «El problema son las ondas de microondas por ejemplo. Tienen una frecuencia altísima y tocan átomo. Al tocar el átomo con tanta frecuencia lo hacen vibrar y generan calor. Por eso cocinan.». Esto no es correcto. (Todo lo anterior y relacionado con el 5G es más que correcto). Es sólo una puntualización (innecesaria, quizá). Las microondas, que son de mucha más baja frecuencia que, pongamos, el infrarrojo (frecuencia que emitimos, sin ir más lejos, por nuestro propio calorcito humano, sirva esto también de argumento contra el 5G), lo que hacen es emitir en una longitud de onda que es absorbida por las moléculas de agua para vibrar (creo recordar que en realidad es rotar, pero no es relevante), o aumentar su energía cinética en cualquier caso, mediante un cambio de estado en los niveles energéticos de la molécula, haciendo que aumente la temperatura (variable termoestadística por antonomasia) por cocción electromagnética inducida. Espero que esta ridícula puntualización no se entienda como mansplaining. Un saludo, por lo demás, agradecido por la publicación de este texto por parte de Gloria Green.

No me quise meter a hablar de lo que significa «tocar átomo», pero eso es casi poético, más que mecanocuántico y espero que no me vilipendien por machista… o perderé la fe en el ser humano.

A su vez, revisando los mensajes, he decidido responder al mensaje del ingeniero medioambiental con la siguiente información:

El cuerpo humano no sólo no tiene problemas absorbiendo radiación electromagnética (la del sol lo es, y de mucha mayor frecuencia/energía que la del 5G), sino que a su vez la emite en forma de Infrarrojos permanentemente, lo que nos convierte en antenas de emisión energética de nuevo de más alta energía (y penetrabilidad) que la absolutamente inocua que pueda emitir el 5G o, como dice La ingeniera de telecomunicaciones, la 100G llegado el caso.

Y después de hacerlo sí he pensado que algo de machismo puede que tenga pues he enmendado la plana antes a ella que a él… aunque en cierto modo, creo que ella puede que lo escuche o se dé cuenta del error y no creo que él esté dispuesto a cambiarla y siento que esta ha sido la razón por la que he puntualizado a quien creo que prefiero ayudar. Me cansa discutir con terraplanistas.

Maldito Olivo

Aquí una explicación del porqué he pasado un mes de mayo tan espantoso este 2020 sin que tenga nada que ver con el coronavirus de moda. Fuente: polenes.com.

NIVEL DE ALERTA:

Baja: < 100 granos/metro cúbico

Media: 100 – 200 granos/metro cúbico

Alta: > 200 granos/metro cúbico

 

Pasando de 100 granos/m3, para un alérgico como yo es bastante molesto… así que el año pasado por estas fechas, sentí algo de picor, estornudos, etc, un par de días… pero ¡¡¡este año he superado la barrera de los 600 granos/m3!!!

2019
Olivo y Gramínea en Madrid 2019

2020Olivo y Gramínea en Madrid 2019

Evidentemente, odio el polen del olivo con todo mi alma (ánima, que se creía que reposaba en el pulmón), pues sí, algo de esto hay.

Casualidad o no, Ciudad Real batía records con más de 1600 granos/m3, cuando yo empiezo a sentir los efectos del polen de olivo en los 100 granos/m3 (es decir, unas 16 veces más de polen del que yo podría aguantar), lo que, en resumidas cuentas quiere decir que Le tengo alergia a Ciudad Real. No quiero ni pensar cómo habría pasado este año si hubiese visitado a la familia política…

De mecánica cuántica, amor y entrelazamientos…

Leyendo una red social me encontré una imagen (de esas que contienen texto con frases mascaditas) con alusiones al entrelazamiento cuántico y el amor, así, ni más ni menos.

Estoy tan habituado a encontrar la palabra «cuántica», palabra que creo comprender con bastante precisión, en entornos tan disparatados como las terapias o mantras new age, que casi ya ni leo cada vez que veo algo así y no sea en un perfil de algún amigo de la carrera (estudié química cuántica, por si alguien no lo sabe).

Pero esta vez me sorprendió que no fuese la típica tontería. Lo dejo a modo de prueba:

¿Qué tiene que ver el entrelazamiento cuántico con el amor?

De acuerdo con la ciencia, poco o nada, en realidad. Sólo es una bonita metáfora que decidí aprovechar, haciendo alusión a las festividades mercadotécnicas de mediados de febrero. Aunque hay quienes van por el ciberespacio proclamando cosas como: «—¿Qué es el amor? —Un intento de crear un entrelazamiento cuántico entre dos o más seres sensibles macroscópicos». Cuestiones metafísicas aparte, vayamos ahora a lo realmente importante acerca de este ilógico efecto enmarcado en la física cuántica: qué es el entrelazamiento cuántico, por qué su descubrimiento forma parte de un hito en la historia de la física, qué pensaba Albert Einstein sobre él y para qué nos pueden servir el entender y el manipular dicho fenómeno.

De la física clásica a la física moderna

La física clásica rige el mundo de lo macroscópico, es decir, explica todo lo que alcanzamos a percibir a simple vista y sucede a nuestro alrededor día a día. El gran protagonista es Isaac Newton (a la física clásica también se le llama newtoniana), físico inglés de mediados del siglo XVII cuyas leyes siguen vigentes en la actualidad. Los principios físicos clásicos inaugurales aparecieron incluso antes de la Antigüedad y no fue sino hasta finales del siglo XIX que comenzaron a tener problemas para explicar algunos fenómenos observables gracias a nuevas tecnologías o metodologías. La clásica, es la física que nos permite comprender conceptos como masa, aceleración, velocidad, inercia, energía, trabajo, potencia, temperatura, unidades de medida… en fin, todo lo relativo a acústica, electricidad y magnetismo, mecánica (sólidos y fluidos en reposo o moviéndose a velocidades muy por debajo de la velocidad de la luz, es decir, a mucho menos de 299 792 458 metros por segundo), óptica y termodinámica.

Por su parte, la física moderna explica fenómenos que escapan de nuestra capacidad perceptiva: ocurren a niveles microscópicos, a velocidades cercanas a la de la luz o en planos cosmológicos. Surgió a través de dos teorías que buscaban superar algunas inconsistencias clásicas y explicar resultados experimentales novedosos que era imposible descifrar en su época: la Teoría de la Relatividad de Einstein y la Teoría de la Mecánica Cuántica de Werner Heisenberg, Louis-Victor Pierre Raymond de Broglie, Erwing Scrhrödinger et alii. Entre las ramas físicas modernas encontramos: cosmología, «estudio de las estructuras y dinámicas del universo a escala mayor. Investiga sobre su origen, estructura, evolución y destino final»; mecánica cuántica, «estudia el comportamiento de la materia y de la luz, en la escala atómica y subatómica»; relatividad especial «que aplica a las partículas elementales y a sus interacciones —describiendo todos los fenómenos físicos excepto la gravedad—», y general, «que explica la ley de la gravitación y su relación con otras fuerzas de la naturaleza».

Esa «espeluznante acción a distancia».

Llamado «espeluznante acción a distancia» por Einstein, el entrelazamiento cuántico es una suerte de «sincronización» que une a dos partículas, sin importar la distancia que las separe; dicha unión consiste en que estas partículas, una vez que han entrado en contacto y se han entrelazado, comparten estados complementarios simultáneamente (es decir, el estado de una influencia a la otra). Cabe aquí recordar que, de acuerdo con la mecánica cuántica, las partículas están en una superposición de estados (en varios estados a la vez), «su estado está dado por una función de onda con valor diferente de cero en los dos estados a la vez». ¿Te suena el experimento del gato de Scrhrödinger? Bueno —siguiendo la explicación de Javier Santaolalla—, supongamos que uno de esos estados es el color, que el estado de una partícula es azul y rojo a la vez; al ser medida u observada la partícula, la función de onda colapsa en un estado particular (rojo o azul). Cuando dos partículas se entrelazan, si la primera es azul, invariablemente la segunda será roja, de forma inmediata («en tiempo cero») y aunque las separe una distancia de años luz.

Ahora bien, Einstein le corrigió la plana a Newton respecto a la gravedad, el físico alemán nos heredó una visión del universo en el que la gravedad no es una fuerza instantánea sino una consecuencia de la curvatura del espacio-tiempo. Y, entre otras muchas cosas, el nobel de física también estipuló que transmitir información en el vacío a velocidades ultralumínicas es imposible; de ahí su reticencia en torno a la posibilidad de que dos partículas fueran capaces de «sincronizarse» sin importar la distancia. En los años treinta del siglo XX, Einstein se negó a creer que las desconcertantes teorías de la mecánica cuántica pudieran corregirle a él su hermosa Teoría de la Relatividad, y murió sin darles crédito. Décadas más tarde, con base en el experimento mental conocido como la paradoja EPR (nombrada así por ser Einstein, Boris Podolsky y Nathan Rosen sus autores), John Bell propuso sustento matemático y dedujo sus famosas desigualdades para confirmar lo propuesto por la mecánica cuántica, pero advirtiendo que: 1) se violaba el principio de localidad y 2) el entrelazamiento cuántico no podía usarse para enviar información de manera instantánea.

Sí, por lo tocante al entrelazamiento cuántico, Einstein se equivocó.

A la fecha, en repetidas ocasiones se ha comprobado la existencia del fenómeno (no obstante, el cómo logra este efecto funcionar, sigue siendo algo por comprender); y no sólo eso, además se han ido superando ciertas lagunas experimentales señaladas por los detractores del entrelazamiento cuántico (incluso se han usado fotones entrelazados emitidos por estrellas). Así, en 2015 se anunció el teletransporte cuántico de dos propiedades de un fotón, llevado a cabo por científicos chinos; en 2016, investigadores británicos demostraron matemáticamente que el entrelazamiento cuántico es necesario para todas las teorías físicas con un límite clásico; en 2017, científicos de la Universidad de Ginebra lograron el entrelazamiento cuántico de dieciséis millones de partículas; y, también el año pasado, un grupo de físicos chinos logró corroborar el entrelazamiento cuántico de partículas separadas por mil doscientos kilómetros de distancia.

¿Y a mí qué puede importarme el «amor» de las partículas?

Pues ciertamente debería importarnos a todos, porque —como toda buena ciencia que se precie de serlo— la física cuántica está aquí para mejorar nuestra calidad de vida o al menos hacerla más fácil. Los especialistas en entrelazamiento cuántico plantean la posibilidad de: crear una batería que aproveche la liberación de energía de algunos estados cuánticos; hacer posible la computación cuántica y desencadenar su potencial; desarrollar una red global de comunicaciones potencialmente inviolable… En suma, los científicos han comenzado a bosquejar las posibilidades tecnológicas inherentes al aprovechamiento de los principios de la física moderna.

Aunque aún falta mucho por descubrir antes de lograr concretar dichos avances tecnológicos. Otro pendiente que persiste es el de hermanar mecánica cuántica y relatividad; tal vez la Teoría de Cuerdas sea la que finalmente haga realidad los sueños de unidad que deseamos nos lleven a la anhelada Teoría del Todo. Y bueno… pensándolo bien, quizá amor y entrelazamiento cuántico sí compartan una que otra cosilla: no se ciñen a distancia, fecha o lógica alguna… Fuente: Belén Ruiz a través del Facebook de un tal Miguel Ángel Martínez Gómez (hoy, mirando información sobre él, he visto que era Físico Nuclear, y lo he entendido).

Por mi parte, sólo me limité a agradecer el texto dejando de manifiesto mi alegría por haber encontrado fondo y no únicamente tonterías con las palabritas de turno:

Maravilloso el texto. Por fin una explicación científica bien redactada y sin pretensiones de usar la palabrería científica para cualquier fin. Única crítica (que es más de rizar el rizo que otra cosa): las leyes científicas no son «vigentes» sino útiles en contextos determinados, es decir, no es que no se haya «derogado» la ley de Newton de la Gravitación Universal, sino que en contextos de cuerpos en los que sea despreciable tanto la relatividad (velocidades altas, masas/energía altas, tiempos minúsculos o distancias enormes) y la mecánica cuántica (moléculas (pequeñas) y todo lo subatómico), es decir, en la mayoría de las cosas que «vemos y olemos», podemos seguir usando la palabra «fuerza» como si existiese y no fuese una consecuencia de la deformación de un espacio no absoluto sino relativo a las masas que lo conforman.

Apariencia no es lo mismo que esencia

¡Qué desastre de noticias!

Dicen en la noticia y se quedan tan anchos, que el diámetro de la luna aumentará un 14% durante este fenómeno, que es sería una verdadera noticia bomba, pues prácticamente nuestra vida como la conocemos desaparecería en un santiamén. Pero luego leo más despacio… aunque ya imaginaba el resultado… y se trata de su apariencia, claro que sí, no de su verdadero diámetro, faltaría más.

Si la redacción del texto fuese con fines puramente poéticos podría comprenderse, pero se trata de un periódico cuya información tiende a ser meramente informativa, sin otra intención que la de dar datos fríos (si es que alguna vez el periodismo lo hace así).

Menos mal que un párrafo escondido corrige el aparente error haciendo referencia al diámetro visible (la clave, por tanto, está en esa percepción y no en el verdadero tamaño del astro).

Al situarse más cerca de lo habitual del planeta, su diámetro visible desde este aumente hasta en un 14% y su brillo crece en un 30%.

Está claro que ya no saben cómo «amarillear» hasta las noticias más planas desde el punto de vista emotivo. ¡Raro me parece que no lo hagan relacionarse con la crisis catalana o con el auge de los partidos populistas!

El periodismo está en una verdadera y profunda transformación hacia los abismos de la desinformación, hacia la literatura más melodramática y tendenciosa posible, lo que en gran parte contribuye a aumentar el estado de tensión en el que parece que vivimos, cuando, realmente, no se está tan mal en este planeta cuyo tamaño, a pesar del fracking, no va a cambiar demasiado…

Diyoduro de pentaoxígeno

Hace poco, dando una clase particular de tercero de ESO, me encontré con que en formulación química les decían que existían los «haluros de oxígeno», más allá del Fluoruro de Oxígeno, que, debido a la mayor electronegatividad del Fluor ante el Oxígeno, era el único compuesto binario que el oxígeno podía formar en el que no fuese el elemento más oxidante de la naturaleza.

Pero parece ser (cosa que no conocía) que la IUPAC a partir del 2005 dictaminó en su sapiencia infinita, que la naturaleza oxidante del oxígeno pesaba menos a la hora de nombrar los compuestos con los demás halógenos que el mero hecho de estar posicionado en una tabla periódica a la derecha de los mismos y por tanto hacer «difícil de entender» que pueda ser más electronegativo que los halógenos allende el Fluor (cualidad medible, por otro lado, de manera cuantificable al menos dentro de un convenio que tiene factores cuantificables y no posicionales como la energía de ionización o la afinidad electrónica).

La electronegatividad no se puede medir experimentalmente de manera directa como, por ejemplo, la energía de ionización, pero se puede determinar de manera indirecta efectuando cálculos a partir de otras propiedades atómicas o moleculares.

Se han propuesto distintos métodos para su determinación y aunque hay pequeñas diferencias entre los resultados obtenidos todos los métodos muestran la misma tendencia periódica entre los elementos.

El procedimiento de cálculo más común es el inicialmente propuesto por Pauling. El resultado obtenido mediante este procedimiento es un número adimensional que se incluye dentro de la escala de Pauling. Esta escala varía entre 0,65 para el elemento menos electronegativo (francio) y 4,0 para el mayor (flúor).

Con esta definición que dio lugar a la Esala de Pauling, obtenemos una electronegatividad de 3,5 para el Oxígeno, frete a 3,0, 2,8 y 2,5 para el Cloro, Bromo y Yodo respectivamente.

I2O7 vs O7I2

Así que engendros como esta combinación de Oxígeno y Yodo han de nombrarse como DiYoduro de HeptaOxígeno, cuando se ha nombrado hasta «ahora» (olvidada parece ya la tradicional y antiquísima anhídrida) como un mucho más racional, según Stock, Óxido de Yodo (VII) o la nomenclatura sistemática que no acaba de imponerse: Dióxido de heptayodo. Racional en el sentido de que se sitúa a la izquierda de la fórmula el elemento más electropositivo y a la derecha el más electronegativo, atendiendo a criterios empíricos, medibles, pero parece ser que no es así ahora, sino que pesa más la mera ubicación de los elementos en una tabla, sin atender a medidas, lo que pasa a ser más irracional y, desde luego, menos empíricamente justificado.

Para justificarlo, han alterado el sentido de lo que se conoce como electronegatividad, creando una ficticia tabla que no corresponde con los valores cuantificables, pero que hace más «fácil» su lectura:

Es absurdo olvidar la medida o el criterio cuantificable y atender a la posición que algo ocupa en un «nomenklator». Es como ignorar que la naturaleza es la que es y querer «domarla» en lugar de «domesticarla» o comprenderla.

Me parece un verdadero disparate este cambio que sugiere la IUPAC y que ha despertado más de una opinión en contra.

El problema, entre otros, es que el número de oxidación del Oxígeno en las combinaciones con todos los elementos menos electronegativos (entre los que están los halógenos indicados, salvo, como dijimos, el Fluor), sigue siendo como no podía ser de otra manera, -2, lo que hace que el elemento oxidante siga siendo el oxígeno (ya le tocará alguna vez entender eso de las reacciones REDOX), así que técnicamente está «oxidando» a los halógenos (con sus correspondiente estados de oxidación positivos) y, por tanto ¡¡¡¡siendo Óxidos!!!!

FALAZ 2020

Todas las nocheviejas pienso que vivimos mucho más inmersos en costumbres agrícolas de lo que nos creemos, heredando viejos hábitos basados en la observación simplona de los ciclos de cultivo, que nos dio lugar a la idea de año (sin tener en cuenta a los peculiares romanos), las estaciones, esas divisiones de 12 meses solares, ignorando casi por completo a la Luna, salvo quizá para establecer una división adicional de 7 unidades relacionadas con la noche… con la oscuridad y una simple división de 28 entre 4 sin entrar en detalles…

Con lo que tenemos un 365 que no se divide muy bien entre 4, ni entre 12, ni esos aproximadamente 30 días que no se dividen nada bien entre 7… con lo que el caos está garantizado. Y es que empeñarse en manejar enteros, como si no existiesen los irracionales… ese empeño casi diría pitagórico… es algo bastante absurdo hoy en día, salvo para encontrar unidades (unidades, sí) en el continuo espacio temporal en las que felicitarse de estar vivo y desear felicitaciones a las personas que nos rodean.

Ni siquiera el año tiene una forma de medirse sencilla, relacionada con meses o estaciones, ni hay una única definición de «año», por más que nos empeñemos en simplificar, porque siempre hay que simplificar, así que tenemos, entre otras muchas:

El año es sideral o año sidéreo cuando:

El tiempo que trascurre entre dos pasos consecutivos de la Tierra por un mismo punto de su órbita. Generalmente usado por los astrónomos, es la medida más precisa de un año. Referencia: las estrellas. Duración: 366,255936 días siderales, o 365,256 363 004 días solares medios, 365 días 6 horas 9 minutos 9,76 segundos, es decir, un día solar medio menos.

Pero si nos ponemos a pensar, también el sol se desplaza (¿con respecto a qué?), modificando así el lugar por el que la tierra ha de pasar en su movimiento orbital, así que, técnicamente, no pasa por el mismo punto, salvo si consideramos que las estrellas están fijas en un universo que, curiosamente, está en expansión… o eso parece.

Y es que la definición de día tampoco es menos compleja, así que ya puedo ignorar por nimios los conflictos de calendarios diferentes, como Julianos, Ortodoxos, Gregorianos e incluso islámicos.

Siete días dicen (esa unidad temporal también me ha intrigado mucho) que es una semana… pero ¿Cómo son los días?

Ya, ya… una vueltecita de la Tierra sobre sí misma… pero ¿en qué eje? ¿se desplaza este eje?

Bueno, pues son 24 horas… y seguimos.

¿Qué es una hora?

Minuto es cosa minuta, cosa menuda en la que fracturar las horas. 60, seguramente heredados de las cuentas babilónicas, ese conteo con las falanges de los dedos, que nos dieron lugar a los sistemas basados en bloques de 12 unidades (las falanges de una mano), que agrupándose hasta cinco (los dedos de la otra mano) daban un precioso 60.

Y para cuando llegamos al segundo (unos 3600 aproximadamente más pequeños que la horita), nos encontramos con una definición cuando menos desasosegante:

Un segundo es la duración de 9 192 631 770 oscilaciones de la radiación emitida en la transición entre los dos niveles hiperfinos del estado fundamental del isótopo 133 del átomo de cesio (Cs), a una temperatura de 0 K.

Dicho lo cual todo parece arreglado, pero tampoco, teniendo en cuenta que los 0 K son inalcanzables en la práctica y tan solo se pueden conseguir aproximaciones. No obstante lo cual es más preciso, dónde va a parar.

Porque claro, ahora queda acordar el porqué del 2020… es decir ¿desde cuándo contamos?

Y viene otro follón de no menores dimensiones: ¿Jesucristo? ¿En serio? No sabemos (con certeza) si fue o no un personaje histórico ni hay acuerdo, contestada afirmativamente esa primera duda, sobre su año de nacimiento. Con lo que en realidad esos 2020 años transcurridos (medidos más o menos chapuceramente a lo largo de la historia) lo son desde hace no se sabe desde qué acontecimiento relevante en una religión que ni siquiera internamente tiene un criterio único.

Eso sin mencionar que habría que contar con un año cero que no existe… se pasó del milenio uno antes de cristo al milenio 1 después de cristo así, sin avisar, sin anestesia… en una época en la que esa sutileza de los decimales era poco más o menos ridícula para el común de los mortales, ese invento del cero estaba aún pendiente de llegar a nuestro ombligo.

Avistamiento OVNI

Cuando creía que el correo entrante estaba a punto de desaparecer, convertirse en un dinosaurio extinto, me encuentro con esta joya en mi buzón tan divertida como inverosímil:

XII ENCUENTRO – 6 JULIO 2019 AVISTAMIENTO OVNI EN PUERTO DE LOS COTOS

La asistencia es libre y gratuita. Es una jornada para distendirnos, reír, estar felices, conocernos y disfrutar. Todo desde el afecto y la amistad. No hace falta ser un deportista de élite ni un escalador para este encuentro. Recorreremos caminos sencillos y de escasa dificultad. Cuantos más seamos más energía moveremos. Nuestro planeta, y los seres que vivimos en él, necesitamos el cambio energético y vibracional que ya ha comenzado. Nosotros estamos haciendo el cambio. TODA LA INFORMACIÓN: http://www.luzparatodos.com.es/OVNIS%20Jornada%20Avistamiento.html

No he podido por menos que (asegurándome de que no era una dirección URL potencialmente peligrosa) visitar la web y reírme un rato más con frases como la siguiente:

No está garantizado que vayan a aparecer, aunque siempre lo hacen

Donde no sé si habrán observado que «SIEMPRE», implica una garantía de que aparecerán. Qué divertido si no fuese en serio. La entrada es gratuita. Y la web no parece «vender» nada más que unas cuantas ideas algo infantiles y algo de publicidad en forma de banners en la parte inferior de la página.

Recuerdo que cuando era joven (muy joven) leí bastante sobre ufología, incluso un divertido (y pretendidamente serio) libro que sostenía que, en realidad, Jesucristo existió y era extraterrestre… Tenía entre doce y catorce años, leía todo tipo de lecturas que me dijese que fuera de este planeta se podía estar mejor que en este, en resumidas cuentas. También por la misma época me comencé a interesar por la química y la física. Leí la teoría de la Relatividad (que no comprendí) a los 15 años y el Principio de Incertidumbre de Heissemberg a los 16. Iba interesándome cada día más y comprendiendo y aceptando, a pesar de lo duro que resultaba, el conocimiento que encerraba ese fatídico principio.

Bastante cabezota, me dio por estudiar Química, especializándome en Cuántica, con la intención de «rebatir» o, cuando menos, ver si era rebatible esos límites al conocimiento científico tal como lo conocíamos, tan deterministas, por decirlo así.

Y no hubo suerte.

Siguen perturbándome las ecuaciones de transformación de la masa, la longitud o el tiempo en función de la velocidad (Transformaciones de Lorentz) y veo que esa «asíntota» vertical cuando la velocidad se acerca a la velocidad de la luz es algo molesta… y sospechosa de ser una aproximación derivada de algún modelo posiblemente inaplicable a altas velocidades… pero sospechosa… porque mi intuición (que se equivoca con más frecuencia de la que creo) no quiere creerlas.

Acabé por dejar de lado la literatura ufológica, por supuesto, antes de entrar en la carrera, porque se cae por sentido común y un poco de lógico muy rápidamente (casi a tanta velocidad como una interpretación literal de la Biblia, por poner un ejemplo) pero siempre le he tenido cariño y sigo viendo cualquier película de ciencia ficción por mucha ficción que prevalezca incluso a costa de que quede poca ciencia. Pero sé que es ficción. Igual que sé que no se matan seres humanos en una película de guerra o que las películas del oeste pueden estar rodadas en, pongamos, Almería o que uno de los chinos de 55 Días en Pekín es un amigo de mis padres nacido en Colmenar Viejo.

Sobre OVNIS… no voy a entrar a debatir su posible existencia ni avistamientos… como tampoco le discuto a la madre de Carmen que le rece a la virgencita de turno para que se me pase la alergia. Ni sobre los efectos saludables de la imposición de manos o el consumo de agua edulcorada con memoria…

Es posible que exista vida extraterrestre. Claro que sí. E incluso que esa vida extraterrestre sea «inteligente». Puede que, si nos ponemos generosos, incluso podamos asumir que esa inteligencia y la nuestra sean capaces de, llamémosle, entenderse en un hipotético encuentro. Pero la simpleza con la que imaginamos esa alternativa me parece tan vacua como cuando pregunto, si te mueres y vas al cielo ¿te quedas como estás en el momento de la muerte o algo mejor, así, a modo Obi Wan Kenobi?

No es cinismo. Pero a veces me dan ganas de cinificarme… y olvidarme del mundo que me rodea… e irme en la primera nave espacial extraterrestre que quiera llevarme a dónde sea.

Miedo a la hidratación

Pensé una frase «divertida», un pequeño chascarrillo y a continuación en la repercusión que tendría publicarlo en Facebook.

Justo en ese momento me entraron los siete males, de imaginar el aluvión de recomendaciones más o menos coercitivas de nutricionistas aficionados que ejercen las 24 horas al día.

No lo publico.
Sí, sí publícalo, pero prohíbe a cualquiera que te quiera decir qué tienes que hacer con tu vida.
Es demasiado duro andar prohibiendo comentarios por una cosa así.
Es verdad, no publico.
No, no me refiero a eso, mejor publica, pero no le des importancia a los comentarios.
Ya, pero es que es posible que incluso se enzarcen amigos o amigas en diatribas acaloradas por un chascarrillo.
Pues como quieras. No publiques.
Sí, sí, quiero publicarlo. Pero me da miedo.
Pero si es un tonto chascarrillo.
Ya lo sé, pero ¿crees que lo saben los usuarios y las usuarias de esa red social? ¿No lo tomarán en serio?
Quizá tú estás tomando demasiado en serio lo que puedan comentar.
Puede ser. Sí. Tienes razón. Lo publico y a ver qué pasa.
Eso, lánzate, así, con valentía.
Puffff… da miedito.
¡Venga ya!
Ya te digo. Pero sí, hoy voy a publicarlo. He pensado que cuando alguien comente, sea lo que sea, voy a darle al icono de la risita, sin ninguna otra explicación. Así, sin avisar. Me da igual el comentario que sea. Me río y punto. Risa demoledora. ¿Qué te parece?
Algo incorrecto, pues te estás riendo de la gente. Pero bueno, si te hace sentir más tranquilo…
No sé si más tranquilo, pero quiero publicarlo, sea como sea, para no sentir que estoy perdiendo libertad tan rápidamente como siento que la estoy perdiendo.
Esta conversación demuestra que la has perdido ya. No te resistas, adáptate a los nuevos tiempos.
Jo… Hoy pensaba que hace años era bastante punki y ahora soy más bien hippie… pero ambas tendencias están tremendamente trasnochadas.
Ya estamos otra vez. Ahora te meterás con los hipster.
No, no eso. Pero bueno… te dejo, que voy a publicar en FB ese texto tan rompedor como absurdo. ¡Y a ver qué pasa!

Me estoy hidratando.
¿Con agua o alguna crema?
No, no. Con hidratos de carbono.

Tabla periódica por capas

Sería interesante crear una tabla periódica que contenga toda la información de los distintos elementos, pero en distintas capas que puedan o no visibilizarse o invisibilizarse, de manera que en cada ocasión tengamos la tabla que deseemos tener: por ejemplo, en una primera aproximación, no sirve de mucho saber la masa atómica, en otro momento, puede no ser necesario saber si en su estado fundamental a temperatura «ambiente» son gases, pero puede ser útil conocer su configuración electrónica en un primer vistazo. También el nombre, quizá la traducción del mismo a otro(s) idioma(s), los isótopos más frecuentes… las valencias u estados de oxidación habituales… valores como la densidad, la electronegatividad… etc, etc, etc.

Lo dejo como pendiente para hacerlo más adelante. No es complejo, lo que no tengo claro es su utilidad. Pero si me guiase por esto último haría tan pocas cosas en mi vida…

Esto no es una broma