Esto se veía ayer desde la ventana de la salida de mi piscina municipal.
¿Están preparando tumbas para la que se nos viene encima el 4M?
A mí ya no me extrañaría nada.
Miedo. Mucho miedo.
Diario
Esto se veía ayer desde la ventana de la salida de mi piscina municipal.
¿Están preparando tumbas para la que se nos viene encima el 4M?
A mí ya no me extrañaría nada.
Miedo. Mucho miedo.
Parece que no pasa el tiempo:
Lo encontré en una agenda que estaba deshaciendo para reciclarla (reutilizarla, en realidad) del 2005, que había sido ya usada para servirme de cuaderno de los talleres que entonces coordinaba de Desarrollo de la Creatividad.
Tremendo.
Feliz 2005 y que la suerte les acompañe.
El otro día compré un micrófono USB para poner en la mesa donde ahora mismo estoy realizando los talleres de poesía y escritura creativa en formato «mixto» y no acaba de servirme, pues parece que da algún tipo de problemas con meet.jit.si que no encuentro con Skype. Es un poco rollo esto de la tecnología y no lo puedo expresar con palabras menos «ñoñas», pues es un problema ñoño.
Pero el micrófono venía con una oferta («de tiempo limitado», como si algo no lo fuera) en la que prometían 10€ en cupones de amazon para aquella persona que enviase un email con una captura de pantalla que mostrase que se había escrito una reseña positiva (jejeje) con un vídeo del producto.
Yo publiqué lo siguiente, que era verdad:
He comprado este producto con la intención de utilizarlo en vídeoconferencias en las que necesitaba que el micrófono estuviese situado a unos 2 metros del PC y recogiese sonido multidireccional sin problemas.
Ha sido inmediata su instalación/configuración en Linux Mint (no siempre es fácil para los que vivimos en esos entornos) y tiene una consistencia o solidez que augura buen resultado.
El embalaje es compacto y bien etiquetado, con claridad y con un aspecto muy profesional.
Y subí un vídeo grabado para la ocasión en casa, con un mínimo de intimidad mostrada, pero me quedó una rara sensación de estar «vendiéndome» por un puñado de euros… pero la verdad es que si los recibo me alegrarán y sentiré que he gastado menos de lo que quise haber gastado en la adquisición de este producto que, el jueves pasado, me dejó tirado a mitad de una clase online, con gente presencial esperando que yo resolviese unos problemas absurdos y, sí, algo rollo.
El otro día veíamos en un grupo una clase dedicada a Emmy Hennings, una de las fundadoras (olvidada, por motivos obvios) del Cabaret Voltaire, que dio origen a Dadá.
Me alegró la tarde (que no iba mal) que las dos personas que estaban asistiendo, en cuanto se mencionó la palabra «Cabaret», sacaron sendas boas cabareteras de colores vibrantes y no supe ni reaccionar. Me habría partido de risa, pero yo estaba «en modo serio» y me pilló con el pie cambiado. Ahora bien, no perdí la oportunidad de hacer una captura de pantalla que recogiera ese momento.
Poco a poco las clases de los Talleres de Poesía y Escritura Creativa de la Asociación Cultural Clave 53 vuelven a ser presenciales; así, por ejemplo, ya van a serlo los dos grupos de los jueves (a las 8 y a las 9), salvo excepciones y, por supuesto, manteniendo todas las medidas recomendables para garantizar la seguridad, dentro de lo posible, además de ofrecer la posibilidad de conectarse online a quienes por la razón que sea no puedan o quieran venir presencialmente (lo que va a quedarse al menos durante un curso más, pues pronto volverá a haber nuevos oleajes que nos tendrán en vilo).
Esta opción es algo incómoda porque hay muchas dificultades tecnológicas que afrontar, como el hecho de tener que usar 2 dispositivos de cámara, uno para que se oriente hacia mí y otro hacia la gente que haya venido a la clase a seguirla de manera presencial. Pero al mismo tiempo evitando que los dispositivos de audio de ambos dispositivos se acoplen produciendo sonidos muy molestos que nos recuerdan que hay un medio, y no un fin.
He probado algunas configuraciones de equipos y seguro que podría ser mejor, si hiciese un desembolso de dinero irrazonable para el uso que le voy a dar… espero.
De momento, el portátil de backup de Carmen de la Rosa es el que utilizo para seguir la clase (es un equipo que ya no está en su punto álgido de rendimiento, pero que ha sido preparado para aguantar un poco más), mientras mi móvil (un Xiaomi de gama baja) es utilizado para que quienes no están puedan ver a quienes están presentes, montándolo sobre un trípode para que esté a una altura conveniente.
El problema es que necesitaría un micrófono con altavoz inalámbrico para conectarlo al móvil que pudiese poner en el centro de la mesa y nos oyesen con claridad, pero quiero ahorrar ese consumo utilizando los recursos que ya tengo, así que he montado una especie de Frankenstein con unos micrófonos inalámbricos que tenía y un auricular también inalámbrico que me regalaron mis alumnos hace más de un lustro.
Probaré un par de clases a ver si tengo que terminar por adquirir un chisme más que seguro que me da algún problema de compatibilidad con mi Ubuntu Studio…
Nada conocía de esta escritora, una de las precursoras del feminismo occidental, ni tampoco de la Querella de las Mujeres, un episodio que se originó en la literatura, a modo de debate académico en defensa de la capacidad intelectual, el derecho de las mujeres al acceso a la universidad y la política de las mujeres frente a la misoginia.
querelle des femmes es el nombre por el que se conoce al debate literario y académico que tuvo lugar a lo largo de varios siglos abarcando desde finales del siglo XIV, en la Europa medieval, hasta la revolución francesa en el siglo XVIII
¡Qué lejos parece y qué poco se ha avanzado en muchos ámbitos desde hace ya 7 siglos! Parece mentira, pero lamentablemente no lo es.
Se me rebatirá diciendo que se ha avanzado mucho, pero no me lo parece, teniendo en cuenta que es una justa reivindicación de hace 700 años. ¡Es una barbaridad!
Y también lo es que yo no supiera nada de ella, pero claro, no me lo contaron en todos mis años académicos.
Ahora una de esas barbaridades ha caído por casualidad, más que por causalidad: Viendo la serie The Great en la plataforma de vídeo bajo demanda (streaming) StarzPlay, me encontré desconfiando de la propuesta que le atribuían en la misma a la poco fidedignamente retratada Catalina II acerca de tratar la viruela con una «viruelización», que sería una especie de tratamiento similar a las vacunaciones.
Me dio por leer sobre la variolización y me di cuenta de que no era tan inverosímil esa atribución, pues ya a principios del SXVIII Mary Montagu había luchado por el reconocimiento de esta técnica para el tratamiento de enfermedades contagiosas, mucho antes de que se extendiese la sistemática vacunación atribuida a Edward Jenner.
Y leyendo sobre la biografía de tan singular mujer, me encontré con otra no menos relevante y también desconocida para mí hasta el punto de suponer que el feminismo había comenzado en el SXIX… en el mejor de los casos: la autora de la frase «Si todos los hombres nacen libres, ¿por qué todas las mujeres nacen esclavas?»», quien no era sino Mary Astell.
Me hizo mucha gracia encontrar en la descripción de su formación que aparece en la wikipedia la frase:
ella estaba asociada a la escuela filosófica con sede en Cambridge que basaba sus enseñanzas en los filósofos radicales tales como Aristóteles, Platón y Pitágoras.
pues no me había parado a pensar nunca en lo radicales que realmente eran, aunque sí, lo son en tantos sentidos que queda fuera de este texto el desarrollar su radicalidad. (Ay, querido Pitágoras…)
Quizá por una recomendación de la aplicación para teléfono móvil de la wikipedia, accedí a esta polémica de la Querella de las mujeres y a la primera mujer que pudo aportar su propia voz al debate (hasta entonces sólo mantenido entre hombres, «curiosamente»): Christine de Pizan de quien se dice:
Christine de Pizan (Venecia, 1364 – Monasterio de Poissy, hacia 1430) fue una filósofa, poeta humanista y escritora. Su obra más conocida es La ciudad de las damas (1454), considerada por algunas autoras como precursora del feminismo occidental y se sitúa en el inicio de la llamada querella de las mujeres, un debate literario surgido en torno a la situación de las mujeres y su defensa frente a la situación de subordinación que marcaba la época.
Aunque me parezca recomendable comprarlo, leerlo, regalarlo, etc, he encontrado esta versión escaneada en PDF (que usaré para mis talleres) de su libro más emblemático: La Ciudad de las Damas, una especie de primer protomanifiesto feminista, aún muy lejano del que en el SXX escribiera Mina Loy, pero desde entonces y hasta ahora… ¡Feminismo!
Por supuesto que estoy de acuerdo con Fuck VOX: no es complicado, pues es un partido que representa todo aquello que repudio con todas mis fuerzas: machista, racista, clasista, violento, intolerante, etc, etc, etc.
Pero.
Sí, voy a poner un pero a este «fuck VOX» y no tiene nada que ver con que se utilice el inglés (un idioma que nos coloniza paso a paso), sino con el hecho de que no podemos atraer tan sólo con negativas.
Hay mucho que ofrecer, no sólo la exclusión a VOX sino un mundo en el que estas ideas no tengan cabida, ofrézcanme un ideario, un programa, programa, programa, que me convenza (me tienen casi preconvencido, sólo hay que articular en positivo lo que queremos).
Quiero un mundo igualitario, feminista, inclusivo, quiero apoyos a colectivos sociales que lo están pasando peor en un sistema cruel e insolidario, quiero una república, quiero una república, quiero una república laica, completamente laica, donde la religión esté relegada al ámbito privado, por supuesto sin financiación pública, ni reconocimiento de «el sentir religioso» como si negasen «sentir no religiosos», quiero una sanidad pública, quiero una educación pública de calidad, financiada con una tasa impositiva que repercuta más sobre quien ingrese más, sin ningún tipo de privilegio, quiero que la carta de los derechos humanos no sea papel mojado ni un mero horizonte, sino una realidad a la que ceñirse para incrementar la libertad desde ahí, no desde la estúpida dicotomía de «libertad o XXX».
Quiero una condena contundente a toda violencia más allá de los mínimos límites puestos ahora mismo, que condenen socialmente a cualquier maltratador, hasta el punto máximo aplicado con contundencia a esa lacra que debería acordarse en denominar terrorismo machista.
Quiero una posibilidad de reconocimiento de las diferencias culturales identitarias hasta el punto de que se pueda plantear estructuras federales o diferentes encajes territoriales, como si cualquier asunto de esta índole fuese materia política y por tanto materia de debate parlamentario.
Quiero que el respeto a las libertades individuales no esté por encima de las libertades sociales hasta convertir al ser humano en lobos devorándose a sí mismo para garantizar su derecho a matar a la otredad.
Quiero tantas cosas… que no tengo que «fuck vox» para ello. Quiero que VOX no sea votado porque la población comprenda que lo que pide esa formación es inaceptable en una democracia que dice perseguir unos estándares de libertad, igualdad y fraternidad propios de una civilización que busca mejorar la calidad de vida de la sociedad.
Quiero, claro que sí, que haya un cordón sanitario o como se le quiera llamar, para garantizar que quien hace apología de la violencia machista, racista, etc, no pueda estar en las instituciones que se supone que están para protegernos a modo de contrato social, pero sobre todo, quiero enamorar a quien de mí no se enamora…
Porque sin amor no puede haber una política constructiva que ilusione y gane elecciones.
¡Más amor y menos odio!
Y desde ahí… ¡Yo votaré el 4M!
Uno imagina cuando encuentra por primera vez números a los que llama irracionales que no lo son en el sentido que ha imaginado, sino en el hecho de que no son razones, razones entre números enteros, pero tampoco uno cae en la cuenta de que a las divisiones les llamamos razones, así, sin ton ni son o todo lo contrario, quizá no hay nada más razonable que dividir las cosas, repartirlas, incluso los números enteros para que dejen de ser tan pretenciosamente enteros y cuando uno se encuentra números que no son el fruto de una repartición siente cierta aversión hacia ellos, los repudia, los niega, los ningunea, uno intenta convencerse de que son aproximaciones de algo más «razonable», aunque uno llegue a saber que no es así por reducción al absurdo, que parece una reducción al Pedro Ximénez, pero no tiene nada que ver con ella, por muy sabrosa que pueda resultar en ocasiones.
Uno imagina cuando encuentra por primera vez números a los que llama irracionales que no son todos iguales y que el loco paralelismo prestado por el léxico filosófico sirve para clasificarlos en trascendentes, construibles, algebraicos, normales… Sí, también uno descubre que hay números normales y lo que a uno le vuelve aún más loco (que no irracional) es que todo número normal debe ser necesariamente irracional, así, como si nada, como si eso de repente explicase tantas cosas que uno nunca ha comprendido en la vida que parece una epifanía.
Uno imagina cuando encuentra por primera vez números a los que llama irracionales que no son el final de todos los números posibles y que ha de haber algo más allá, así que se emociona incluso cuando a uno le hablan de los números imaginarios que hacen realidad el hecho de que los números reales no sean tan completos como creían ser, mientras sí lo serán los números complejos, así: completos sin complejos.
Uno imagina (pues no puede parar de imaginar) cuando encuentra por primera vez números a los que llama irracionales que no son más que la puerta de entrada a la matemática de la poesía, la que descubrirá un número poético que incluirá sus números imaginarios, sus irracionales, sus enteros y sus fracciones, sus negatividades, sus nulidades, la nada, nada infinita, nada lemniscática, nada redonda y pueril, nada feliz en la que uno se pierde sin dilación en una ecuación diferencial diferente a lo esperable, una nada inestimable, incalculable, una nada que forma operaciones como versos sueltos en un cosmos ingrávido.
Uno imagina cuando encuentra por primera vez números a los que llama irracionales que el amor debe de estar escondido en el número π o que la i no es la e, pero ambas comparten la letra como signo último al que referirse, en el que habitar, en el que albergarse hasta que paren de llover decimales si es que alguna vez escampa; uno va más allá del signo reconocible objetivamente para abrazar el grafo, el signo asémico, la línea más o menos continua que un material traza sobre otro rompiendo y rompiéndose a nivel atómico, destrozándose para dar vida a la imagen: imagen que imagina uno cuando encuentra por primera vez números a los que llama irracionales que no lo son en el sentido que ha imaginado.
¿Qué piensas cuando no encuentras «reflexionando» entre las actividades que puedes decir que estás llevando a cabo en FaceBook?
¿Acaso no se puede reflexionar en una red social?
¿Acaso reflexionar no es una actividad legítima?
¿Acaso estas preguntas no tienen ningún sentido?
¿Acaso las preguntas han de tener algún sentido?
¿Acaso algo ha de tener algún sentido?
¿Acaso algo?
¿Acaso?
Comencé la semana santa con esta visita a He caminado 2.876,98 Km. para hacer esta exposición en la Galería Cruce, Arte y Pensamiento, que había comisariado Fernado Baena.
Pensé que encontraría a alguien con quien ir a tomar unas cañas, pero no hubo mucho quórum, así que me volví a casa, después de no haber caminado ni unos 4 kilómetros.
Me encantó el trabajo de Manuel Rulfo, que ya conocía, en el que va «dibujando» con su cuerpo y su memoria sobre el lienzo del Parque del Retiro, hasta que encuentra un resultado que le satisface.
Así ha creado imágenes que, obviamente, no tienen valor representativo, sino conceptual, procesual, de lo que es muy consciente este artista tan interesante y a quien admiro, entre otras cosas, por su talante humilde y amistoso, que no es poco.
La exposición puede verse hasta este sábado 10 de abril de 2021, en una época en la que caminar con tanta libertad resulta limitado, lo que la convierte en una reivindicación paradójica sin esa pretensión, pues su principal sublevación (no pequeña precisamente) es contra un mercado capaz de convertir en mercancía cualquier obra.
¿Cómo puede el afán devorador y consumista adueñarse de una idea?
Sabemos, a estas alturas de inocencias fallecidas, que ha inventado mecanismos para adueñarse también de ideas, de procesos, de subproductos, subviertiéndolos en mercadería, en souvenirs, hasta no dejar nada libre de «pecado».
Así que no esperamos que este trabajo acabe impoluto en unas caminadas en el aire, sino que terminarán pudiendo generar algún objeto susceptible de intercambiarse por monedas, pero también los artistas han de comer. Al menos, eso sí, son capaces, como la obra de este genial Rulfo, de generar reflexión al respecto.
¡Gracias, Manuel!
Sociedad de sonetos.
Sociedad de consumo.
Sociedad insaciable.
Sociedad de egoísmo.
Sociedad impaciente.
Sociedad de cristal.
Sociedad inapagable.
Sociedad de arrugas.
Sociedad indulgente.
Sociedad de colores.
Sociedad imprudente.
Sociedad de volutas.
Sociedad de reflejo.
Sociedad inevitable.
Sociedad de vanidad.