«Musulmania» no es un país

Leyendo un artículo interesante que habla de la segregación que se produce en los colegios españoles, me quedo atento al siguiente párrafo que contiene una comparación que me perturba desde hace tiempo:

uno de los barrios más alejados del centro de Manresa, el Xup, que fue construido a finales de los 60 para alojar a las familias obreras recién llegadas, fundamentalmente andaluzas. Ahora, abunda la población musulmana.

De familias andaluzas a población musulmana.

Esto es algo extraño:

Las familias andaluzas (en los 60) eran católicas, pero no se indica así, sino tan sólo por su origen de procedencia y no por sus creencias. Era lo normal: Gente como dios manda.

La población musulmana puede que no toda sea creyente, aunque eso sería una contradicción, teniendo en cuenta la etimología de «musulman» (Musulmán (en árabe, مسلم‎, muslim) es quien acepta las creencias islámicas, es decir, que cree en un solo Dios y además en el profeta Mahoma como Mensajero de Dios.) e indicar su procedencia puede resultar largo de explicar o difícil: ¿Puede un musulman haber nacido en, pongamos, La Rioja?

Bajo este párrafo veo racismo y del simple: no se habla de marroquíes, ni de argelinos, ni de magrebíes, ni de árabes o sirios (con sus correspondientes femeninos gramaticales). Se habla de musulmanes pero se quiere decir: gente de piel poco clara (y pobre). Lo digo por si nos tenemos que aclarar a la hora de entendernos.

Me alegra y me da esperanza la iniciativa de estas familias tan paritariamente representadas.

Donar, plantar, ceder…

Los madrileños ya pueden plantar o donar árboles con el proyecto Replanta Madrid

¡Qué buena noticia! Ya podemos donar, plantar, etc… los madrileños por nuestra cuenta, así, sin planes municipales, sin más que una pala y una semillita… lo que viene siendo ordinariamente: «plantar un pino».

Veo a un montón de hombres (hombres de los de traje azul y corbata…) haciendo un paripé de fotografías y plantíos y pienso en las últimas elecciones autonómicas y me da verdadero asco, por no decir pavor, la sensación de que admitamos como algo bueno la dejación de responsabilidad, la falta de interés por la actividad pública a la que deberían dedicarse…

Y hay que aplaudir la iniciativa, claro que sí.

Pues yo no lo hago.

Bajo este aparentemente buen proyecto se esconde una privatización paulatina de la gestión pública, de la asistencia social, de la gestión medioambiental, de la educación…

Y es que de un tiempo a esta parte ha proliferado el número de personas (voluntarias o cobrando sueldos que no quiero imaginar) que se dedican a solicitar la participación económica de la ciudadanía en diferentes ONGs, ya sea del cuidado de niños y niñas, para salvar el planeta del cambio climático, para evitar los bombardeos en según qué regiones del mundo o para cualquier otra cosa de la que, sin voluntad política, se deposita la responsabilidad casi única en la buena voluntad (en actos caritativos) de la buena gente que pueda con su dinero privadamente aportar un granito de arena para ayudar a paliar los problemas… que en ningún caso se plantea resolver.

Es decir, se ha decidido que los problemas están ahí para quedarse, que no se va a buscar soluciones ni a evitarlos, sino que se va a buscar la manera de morir más dignamente… y, por supuesto, pagándolo privadamente aquellas personas capacitadas.

No puedo compartir esa euforia por proyectos como este que los lleva a cabo el ayuntamiento que ha decidido tumbar la propuesta más ecológica que ha tenido Madrid en décadas (Madrid Central) por un absurdo defecto de forma y con un objetivo claramente electoralista.

Pero las elecciones autonómicas dicen que la gente prefiere ese modelo, así que sean esas personas, quienes apuestan por ese modelo neoliberal, quienes aporten a las caritativas limosnas para las personitas que lo están pasando mal… como consecuencia del modelo neoliberal.

Yo me bajo de esa moto. Aun a sabiendas de que hay urgentes necesidades de colectivos que no tienen otra forma de abordarlo. Lo sé, pero ya no quiero formar parte de esta ciudad… casi ni quiero…

Cuando el diablo no sabe qué hacer con el rabo mata moscas

Dice el dicho.

Y yo me dedico a ver las tripas de una web como si no hubiese nada importante que hacer.
Quizá porque nada de lo que últimamente hago me parece importante.
Quizá porque nada me parece importante.
Quizá.

Hoy mi alumna Kay Woo, de quien tanto aprendo, nos ha presentado su preciosa web nueva https://www.kaywooart.com/ y me he puesto a curiosear sus entresijos, que lo ha hecho más difícil de lo normal con la típica obstrucción a la utilización del botón derecho del ratón, posiblemente con intención de que no se pueda descargar imágenes o similar, pero ya sabemos que eso siempre me resulta un reto, así que he descargado algunas de sus páginas para ver de qué manera lo impedían, esperando encontrar en el código algunas pistas de cómo estaba hecha.

Curiosamente, no era otra plantilla de wordpress, de las que tanto abundan, casi hasta en más de un tercio de mi propia web, sino que no podía identificar claramente cómo estaba hecha (salvo que usaba mucho javascript paquetizado) y lo único que he visto para saber de dónde provenía era un dominio al que se hacía referencia de cuando en cuando llamado cloudfront.net, que parece ser que tiene algo que ver con AWS CloudFront, pero puede que no sea propiedad de Amazon, sino tan solo algún tipo de herramienta compartida por ambos.

Pues según Kay estaba hecha en una plataforma denominada Portfoliobox que he de reconocer que tiene una pinta estupenda para plantillas sofisticadas y sencillas al mismo tiempo.

Lo que está claro es que los tiempos de programar webs (si es que alguna vez se llamó así) han muerto completamente en aras de plantillas más o menos personalizables que permiten hacer verdaderas virguerías como la elegantísima web de Kay Woo sin las complejidades innecesarias de bregar con programadores, codificaciones, etc… que dan más problemas que ventajas, por mucho que yo siga siendo un dinosaurio de la vieja guardia y renuncie a hacerlas si no es vía VI sobre Linux…

¡Ay, cuánta torpeza hay en la nostalgia o la cabezonería!

Crema poética

Me llega esta publicidad indeseada al correo electrónico, lo que para abreviar se denomina spam y me incita a producir alteraciones que modifiquen esa protéica cualidad (que no llevaría tilde) por otras palabras mucho más simpáticas.

Nuevo Dofit con crema protéica
y hasta 15% de proteína
Delicioso, Fit y muy Nutritivo

Crema poética.
Crema profética.
Crema política.
Crema polifacética.
Crema probética.
Crema probélica.
Crema poliédrica.

Y cada una de ellas me parece mucho más sugerentes que esa simple referencia a esos aminoácidos creciditos…

La poesía es un arma cargada de futuro

Gabriel Celaya
«La poesia es un arma cargada de futuro»

Cuando ya nada se espera personalmente exaltante,
mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,
fieramente existiendo, ciegamente afirmando,
como un pulso que golpea las tinieblas,
cuando se miran de frente
los vertiginosos ojos claros de la muerte,
se dicen las verdades:
las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.

Se dicen los poemas
que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados,
piden ser, piden ritmo,
piden ley para aquello que sienten excesivo.

Con la velocidad del instinto,
con el rayo del prodigio,
como mágica evidencia, lo real se nos convierte
en lo idéntico a sí mismo.

Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.

Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan
decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo.

Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.

Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren
y canto respirando.
Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas
personales, me ensancho.

Quisiera daros vida, provocar nuevos actos,
y calculo por eso con técnica qué puedo.
Me siento un ingeniero del verso y un obrero
que trabaja con otros a España en sus aceros.

Tal es mi poesía: poesía-herramienta
a la vez que latido de lo unánime y ciego.
Tal es, arma cargada de futuro expansivo
con que te apunto al pecho.

No es una poesía gota a gota pensada.
No es un bello producto. No es un fruto perfecto.
Es algo como el aire que todos respiramos
y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.

Son palabras que todos repetimos sintiendo
como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.

Full Upgrade

Estoy realizando un «full upgrade» de una de mis máquinas virtuales, por si no tuviese bastante con las máquinas reales para mantenerlas. Y se ha producido este bonito efecto de repintado de ventanas deficiente, con la poca memoria de vídeo que le adjudico a las instancias del VirtualBox.

Así que he decidido que se merecía una captura de pantalla y una entrada de este diario ilegible.

Metafóricamente, por si no se ha entendido… estoy haciendo full upgrade y tengo cierta envidia de no poder hacerme uno a mí mismo. Pero mi virtualidad no llega a tanto.

Otra de las capturas de esos repintados ha sido este peculiar código de barras, o espectro electromagnético…

¿libertad o socialismo?

Ha ganado esta falacia de confrontación como si ese «o» fuese una disyuntiva y no una conjuntiva (ambas podían ser ciertas y lo son si se comprende el significado tanto de socialismo como de, fundamentalmente, libertad).

Hoy vivo en una triste democracia que ha elegido aniquilarse.

Nada sorprendente, pues, como dice Carmen, no ha ganado la libertad, sino el individualismo. Y sí. Completamente cierto: esa era la verdadera forma de ese eslogan que ha arrasado en las últimas elecciones de la comunidad autónoma de Madrid, donde habito cada día más desencantado.

Individualismo o socialismo.

Y de eso se trata, de que la mayoría ha elegido individualismo (porque ha sido una sobrada mayoría sin excusas de «es que la izquierda no ha ido a votar«, «es que no está bien representada»…).

Un individualismo cortoplacista que piensa en obtener un rédito en reducción de impuestos (que luego, no obstante, no se produce) o en una «libertad» del haga usted lo que le dé la puta gana. Eso no es lo que entendemos por libertad quienes creemos en una libertad responsable de las medidas a largo plazo, que no desean tener que vivir en una sociedad estratificada socialmente, que implique más conflictividad, más enfrentamientos derivados del reparto injusto de la riqueza generada (por todas las partes que conforman la sociedad, no sólo por empresarios, ni sólo por trabajadores).

Un individualismo que dice «Si lo quiero, lo tengo».

Un individualismo que piensa «Ya me preocuparé del clima en otro momento»

Un individualismo que opta (cuando lo hace) por la caridad y no por la reforma estructural que no la haga precisa.

Un individualismo que quiere fiestas, diversión, entretenimiento y no cultura (porque a lo que se le llama cultura…).

Un individualismo que hace gala de incorrecto, de irreverente, de maleducado, que afirma que lo contrario es de progres afeminados… o similar, así, desvergüenza sin complejos.

Un individualismo que apuesta por las apuestas para saltar cuánticamente de clase.

Un individualismo que habla de una meritocracia que no puede suceder pues la intervención de la estructura formativa la hace imposible para quien no pueda pagársela. Muestra de ello son las formaciones basadas en másteres que tanto se estilan, las universidades privadas y cada día más orientadas a fabricar engranajes (Bologna mediante).

Un individualismo que opina que la empatía es ingenua, pero que no tiene reparos en defender «a los suyos» de la manera más tribal posible.

Un individualismo que somete a las mayorías de diferentes a la minoría de homogeneizadores como si apartarse de la norma fuese delictivo (y pronto…)

Un individualismo que considera innecesario tener un servicio asistencial que cubra a la totalidad de los individuos que conforman la colectividad, sino tan sólo a aquellos que puedan permitírselo, porque en realidad es un individualismo de mentira: No es la libertad del individuo la que se persigue, sino la libertad del consumidor. Si no tiene capacidad de consumir, no es ciudadano.

Hoy estoy triste y no merece la pena hablarlo mucho más. Sé lo que hay. Lo palpo en la calle. Lo vivo en mi portal. Lo veo en cada excursión.

Hoy la voz de la sociedad ha dicho: no quiero ser una sociedad, quiero ser un grupo de consumo, quiero ser la quintaesencia del capitalismo más despiadado, pero quiero ser rico… y a los demás que los folle un pez.

Hoy no me atrevo a expresar otra cosa que la que salga del diccionario, sin más añadidos, así que me he lanzado a este juego definicional oulipiano:

libertad o socialismo

Estado de quien no está preso o sistema de organización social y económica basado en la propiedad y administración colectiva o estatal de los medios de producción y distribución de los bienes.

Forma de organización política, dotada de poder soberano e independiente, que integra la población de un territorio de quien no está dominado por un sentimiento o conjunto de reglas o principios sobre una materia racionalmente enlazados entre sí de la disposición de los órganos de la vida relativa a las clases sociales económicamente menos favorecidas y moderada en gastar basada en la cosa que es objeto del dominio y el conjunto de los organismos destinados a la gestión y el funcionamiento de una parcela determinada de la vida social perteneciente o relativo a una agrupación de individuos o relativo al estado de los que están entre dos extremos de la suma de los productos del suelo o de la industria y la asignación del valor del producto entre los distintos factores de la producción de todo aquello que es apto para satisfacer, directa o indirectamente, una necesidad humana.

individualismo o socialismo

Tendencia a pensar y obrar con independencia de los demás, o sin sujetarse a normas generales
o
sistema de organización social y económica basado en la propiedad y administración colectiva o estatal de los medios de producción y distribución de los bienes.

Idea religiosa, económica, política, artística, etc., que se orienta a combinar ideas en la mente y ejecutar o practicar algo con condición de independiente del resto de las personas, o sin poner en una cosa algún objeto para que no se caiga por reglas que se deben seguir o a que se deben ajustar las conductas, tareas, actividades comunes a todos los individuos que constituyen un todo, o a muchos objetos, aunque sean de naturaleza diferente
o
conjunto de reglas o principios sobre una materia racionalmente enlazados entre sí de la disposición de los órganos de la vida relativa a las clases sociales económicamente menos favorecidas y moderada en gastar basada en la cosa que es objeto del dominio y el conjunto de los organismos destinados a la gestión y el funcionamiento de una parcela determinada de la vida social perteneciente o relativo a una agrupación de individuos o relativo al estado de los que están entre dos extremos de la suma de los productos del suelo o de la industria y la asignación del valor del producto entre los distintos factores de la producción de todo aquello que es apto para satisfacer, directa o indirectamente, una necesidad humana.

vs

libertad o socialismo

Estado de quien no está preso
o
sistema de organización social y económica basado en la propiedad y administración colectiva o estatal de los medios de producción y distribución de los bienes.

Forma de organización política, dotada de poder soberano e independiente, que integra la población de un territorio de quien no está dominado por un sentimiento
o
conjunto de reglas o principios sobre una materia racionalmente enlazados entre sí de la disposición de los órganos de la vida relativa a las clases sociales económicamente menos favorecidas y moderada en gastar basada en la cosa que es objeto del dominio y el conjunto de los organismos destinados a la gestión y el funcionamiento de una parcela determinada de la vida social perteneciente o relativo a una agrupación de individuos o relativo al estado de los que están entre dos extremos de la suma de los productos del suelo o de la industria y la asignación del valor del producto entre los distintos factores de la producción de todo aquello que es apto para satisfacer, directa o indirectamente, una necesidad humana.

Maravillosos regalos en mi vida

Te llega una maravillosa carta como esta, del fantástico Pepe Buitrago y la verdad es que sientes que algo has hecho bien en tu vida para recibir algo así.

Un holograma conteniendo un poema y sabes qué es un holograma, y a veces sientes que sabes qué es un poema. Te ilusiona saber tanto, por improductivo que parezca.

Buscas el juego de la luz y recuerdas aquella primera postal que te envió tu padre desde NYC con el Skyline que entonces contenía un par de torres ahora ausentes.

Le agradeces su envío y te parece muy poco un gracias, pero todo te parece poco porque sientes que eres pequeño, un viejo epsilon matemático.

Recuerdas que tienes pendiente una exposición con él en Dados Negros, que ha vuelto a retrasarse… y ya no sabes cuándo será, pero no importa: tú querrás estar sea cuando sea, pues con personas como Pepe en tu vida, no todo puede ser tan malo como parece a veces.

Hay esperanza…

¿verdad?

Trump y las matemáticas

Y ahora sabemos cómo se derrotó a Trump con la justicia e imparcialidad de las matemáticas.

Es un vídeo muy interesante del canal de Eduardo Sáenz de Cabezón, llamado «Derivando» que en ocasiones se pone realmente complicado. Pero aún así me gusta seguirlo para sentir que no he olvidado todos mis conocimientos matemáticos adquiridos a lo largo de décadas de aprendizaje.

Ideal tener esta publicación en las elecciones más terribles que he vivido hasta ahora. Y las que quedan. Cuando en la Comunidad de Madrid está a punto de entrar en el gobierno por voluntad popular un partido que hace gala de su racismo, machista, homófobo y, por supuesto, alabador de viejos tiempos franquistas que llama «rojos» a quienes deseamos una república, a quienes nos parece estupenda la inversión en sanidad pública, en educación pública (lo público, así, en general) para garantizar unos mínimos de calidad de vida para todas las personas por el mero hecho de serlo.

Votaciones convocadas con muy mala intención (nada es casualidad) un día de diario, a raíz de un incidente de transfuguismo que no les pasa la más mínima factura con su «aliado» a quien, claro está, están devorando.

Esto no es una broma