Porcentajes

Encontrado este texto incrustado en una imagen en una red social, lo leo y resuelvo que es bastante acertado, aunque colocarlo en facebook no sea quizá la manera menos perversa de combatir lo que se denuncia.

No obstante, como todo en estas redes de incomunicación, ha desatado un pequeño debate que, ni mucho menos, estoy dispuesto a continuar. Tan sólo unos apuntes:

XXXXXXXX Dice:
Que estupidez más grande… EEUU cuenta con 769.000km2 de bosques naturales un 0,008% de toda su extensión y Rusia cuenta con 1.178.000km2 de bosques un 0,007% de su extensión.

YYYYYYYY Responde:
Creo que no has entendido lo que quiere decir. No habla de los bosques, sino más bien de la relación del capitalismo con la Ecología: nula relación, pues el capitalismo lo que busca es el beneficio económico, ningún otro.

Quería sumarme a lo dicho por YYYYYYYY, pero veo el ridículo de entablar batallas como esta en esos medios, así que me precipito a centrarme en otras cosas:

Si EEUU cuenta con 769.000 km2 bosques naturales de un total territorial de 9.147.593 km2, se trata de una fracción del 0,08406583, lo que aproximadamente equivale a un 8%, que es mil veces superior a los 0,008% que XXXXXXXX había dicho.

Si Rusia cuenta con 1.178.000 km2 bosques naturales de un total territorial de 17.125.191 km2, se trata de una fracción del 0,068787554, lo que aproximadamente equivale a un 7%, que es mil veces superior a los 0,007% que XXXXXXXX había dicho.

Es decir, que XXXXXXXX ha cometido dos errores de tres órdenes de magnitud en la medida: algo así como afirmar que yo mido más de mil quinientos metros de altura o «peso» más de 70 toneladas. Con alguien que comete estos errores, la compresión sobre lo que ese texto simplón incrustado en una imagen quieren decir, no es algo que se pueda dar por supuesta.

Pero ¿qué importa?

Nadie da importancia a las matemáticas. Al fin y al cabo, se trata de emitir opiniones basadas en vísceras, no en razonamientos. Cada día me parece más evidente. Y quizá no sea un problema. Siempre que nos reunamos con aquellas personas cuyas vísceras emitan los mismos gruñidos.

La infanta se va de España, como su abuelo.

No puedo entender que este letrerito haya causado una polémica que termine con la destitución de las personas que lo han elaborado, más o menos accidentalmente (o no).

¿Acaso hay algo de incierto en el hecho de que Leonor (la infanta, es decir, la persona que por el derecho que le otorga su sangre, su ADN azul, va a tener una paga vitalicia y la posible responsabilidad y honor de representar al estado que no la ha votado, al menos individualmente), esa Leonor hija de rey, nieta de rey, va a irse de España como hizo su abuelo?

Independientemente del motivo (que a continuación comento), se va de España por una serie de años en los que las arcas del estado (vía asignación real) van a financiar su estancia en un privado colegio de Gales.

Es decir, que la educación pública no es suficientemente digna para una persona de su abolengo (que no realengo).

También su abuelo, alias «el emérito», está viviendo fuera de España, parece ser que con otros motivos menos dignos aún, más propios de verdaderos canallas o de sinvergüenzas que huyen de la justicia (también pública) española para ponerse a buen recaudo, aunque nos quieran vender otra motivación.

Si no hubiera (por otro lado) motivo alguno de vergüenza con respecto a la residencia elegida (y financiada también por el erario público) por parte de Juan Carlos de Borbón, seguramente no se habría desatado la estúpida polémica en torno al rótulo en televisión. Pero hay que asegurarse que del rey no se hable, ni siquiera mal, aunque lo merezca.

Y diremos que eso es respeto institucional porque la constitución española protege (blinda) la monarquía de «injurias», pero voy a buscar la definición de injuria a ver si realmente este texto contiene alguna:

injuria. Del lat. iniuria. 1. f. Agravio, ultraje de obra o de palabra. 2. f. Hecho o dicho contra razón y justicia. 3. f. Daño o incomodidad que causa algo. 4. f. Der. Delito o falta consistente en la imputación a alguien de un hecho o cualidad en menoscabo de su fama o estimación.

Claro, no se puede ni tan siquiera incomodar… ¡vaya! Sí que hay razones lingüísticas para justificar el despido de los trabajadores que han redactado ese veraz rótulo que asegura, sencillamente, que LEONOR SE VA DE ESPAÑA, COMO SU ABUELO.

Y además de esto, RTVE (mi televisión, pues la financio con los impuestos) se disculpa, SE DISCULPA, ante esta «irresponsabilidad», depurando responsabilidades… o lo que es lo mismo, despidiendo trabajadores, porque según la misma cadena en un comunicado emitido urgentemente, la más importante institución es la corona, por encima, incluso, de la propia constitución.

Comunicado urgente RTVE

La Administradora Provisional única de RTVE, Rosa María Mateo, lamenta profundamente el grave error que se ha producido esta mañana durante la emisión del programa La Hora de La 1 y ha adoptado medidas inmediatas para que los responsables de esta equivocación sean relevados de sus puestos.

Durante la emisión de una información relativa a los próximos estudios de la Princesa Leonor en Gales, se ha sobreimpreso un rótulo con la leyenda: «Leonor se va de España, como su abuelo«. Una grave irresponsabilidad que no puede empañar el compromiso inquebrantable de RTVE con la defensa de los valores constitucionales y de las instituciones del Estado y sobre todas ellas, la Corona.

Así que para un bloque político, las derechas, la Corona ha de ser salvaguardada aún a costa de censuras (véase el feo caso Pablo Hasél, por el que medio mundo nos está llamando poco democráticos), aún a costa de derechos laborales, aún a costa de inferencias políticas en un medio bastante más conservador de lo que lo suelen tachar.

Dentro del otro bloque, las izquierdas, desunión, como es habitual. Pero porque en realidad no existen.

Como de costumbre, tengo que encontrar afinidades en los partidos nacionalistas aunque en muchas otras cosas no concuerde con sus propuestas o sus metodologías.

Y mientras, nadie cuestiona que lo más vergonzoso es que para tener una formación de alto nivel, una persona haya de escoger un colegio privado y un colegio fuera de este país.

Y mientras, nadie cuestiona que lo más vergonzoso es que una persona por un motivo tan peregrino como su cuestionable ADN tenga privilegios o posiciones ventajosas de por vida sobre los súbditos del país.

Y mientras, nadie cuestiona que lo más vergonzoso es que uno de esos individuos privilegiados viva en un país de dudosa moralidad escapando de las causas abiertas que deberían tenerlo encerrado en, este, su país.

(Obviamente, por nadie entiendo una minoría tan insignificante como para saber que esta situación no cambiará en toda mi vida).

Mind-full

Me ha hecho mucha gracia esta imagen sobre la diferencia entre «mind-full» y «mindful», ese método de relajación activa que está haciendo furor.

Pero no he podido evitar un comentario sobre lo que echaba de menos al respecto:

Como amante de lo iterativo, me habría encantado en el «bocadillo» del pensamiento canino un hombre y un perro caminando que van teniendo sendos pensamientos, donde el del can incluye un hombre y un perro caminando que van teniendo sendos pensamientos… etc, etc, etc.

¿Puede el deporte no ser machista?

Nota aclaratoria: Este escrito no es en absoluto un lamento por pérdida de privilegios (creo)

Hace unos días se daban los pasos necesarios para la aprobación de la conocida como Ley Trans, que pretende eliminar las discriminaciones por razones de género en colectivos o sobre personas cuya identidad sexual no sea cis, amén de aquellas otras personas que tengan identidades no binarias o, incluso, fluidas.

Está claro que hay cavernas donde ni siquiera es menester dialogarlo porque a duras penas entenderán que una persona pueda ser diferente a «como dios manda«, aunque por supuesto ese dios sea barbudo… por la gracia de dios.

Pero fuera de esas cavernas, el tema está siendo abiertamente conflictivo, entre otras cosas, incluso, por parte de colectivos feministas que habían puesto a la mujer (mujer cis) como sujeto de la reivindicación igualitaria (o identitaria).

No menos cierto que parte del mismo conflicto tiene que ver con los intereses relacionados con la explotación económica de los vientres gestantes (vientres de alquiler) y su desregulación que tienen en mente colectivos (cis y trans) que no pueden concebir un nacimiento genético (por llamarlo así) sin ayuda externa (que se está deseando externalizar hasta formar empresas de trabajo temporal para tener bebés por encargo).

Además, es el caldo de cultivo óptimo para desagrupar colectivos combativos e incómodos para el sistema, como el ahora mismo fracturado LGTBIQ+ y aplicar el célebre «divide y vencerás» juliano.

Hay muchas razones para ser precavido en opinar sobre temas como este, que pueden acabar por enfrentar desde lo más irracional posible: la identidad. No se es algo por razonamiento, ni por ideología, sino por IDENTIDAD.

Y ahí radica parte del problema que se viene viendo venir desde hace tiempo: las nuevas generaciones de colectivos (no sólo minorías sexuales, sino también racializadas (aborrezco esta palabra, aunque comprendo la necesidad urgente de ese colectivo aludido de esta manera)) no luchan en el reconocimiento de derechos igualitarios, sino identitarios. Poder afirmar su identidad públicamente sin que ello conlleve un perjuicio ni merma alguna de derechos.

Me parece crucial que así sea, faltaría más. De hecho, cuando pienso en que la lucha está en esta fase, siento cierta satisfacción al creer que se ha avanzado en luchas sociales hasta el punto de poder reclamar ese derecho (en absoluto baladí).

Otras veces siento que se ha perdido el sentido de la lucha, al menos como yo la entendía (hombre cis heterosexual, blanco y de clase media, europeo occidental). Para mí la lucha estaba (y creo que sigue estándolo) en desear los mismos derechos humanos:

Considerando que la Declaración Universal de Derechos Humanos proclama que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos, y que toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esa Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición.

Por motivos de urgencia (por ejemplo el indecentemente alto índice de feminicidios) se ha ido situando la lucha en la defensa emergente de las vidas de personas maltratadas (mujeres cis en la inmensa mayoría de los casos) hasta buscar leyes que las amparen por su identidad.

Por los mismos motivos de urgencia (maltrato generalizado de la transexualidad) ahora también se busca la protección de esos colectivos (que son personas, no sólo abstracciones) que buscan leyes que los amparen por su identidad. Identidad que, incluso, se contempla que pueda ser «elegida».

Y estos dos últimos párrafos generan conflictos tan «sencillos» como el que surge al reservar espacios reservados para mujeres (cis) y era algo a lo que estábamos acostumbrados en múltiples contextos: cárceles, iglesias, mezquitas, vestuarios, gimnasios, piscinas, deportes… por no hablar de personas que dicen: «los hombres que se sienten juntos» o «las mujeres juntas» o cosas por el estilo que siempre han sido algo deplorado por mí.

Con respecto al deporte, hoy he leído un artículo que decía que «la ley trans propuesta choca con las normas del deporte» y se argumentaba en función del grado de testoterona que hay en sangre o similar para ver si se pueden aplicar unas nuevas reglas que excluyan o permitan competir a determinadas personas en una determinada prueba so pretexto de que en caso de competirse sin esas pruebas hormonales las competiciones las ganarían previsiblemente mujeres trans (u otras personas que se identifique como mujer).

Es casi imposible que esa ley salga adelante tal y como está escrita y no deja de ser un borrador sobre el que están trabajando para conseguir homologar derechos para todas las personas, pero en parte están haciéndonos ver que la mayoría de nuestras actividades estaban inmersas en un constructo cultural (heteropatriarcado) impuesto a lo largo de milenios y cuya revisión es mucho más compleja de lo previsto.

En mi caso, siempre he considerado el deporte de competición (prácticamente sin excepción) una sublimación de una violencia intraespecífica, una creación cultural para evitar que «los hombres» se peguen (luchen) sin reglas que les sometan a un entorno protegido. En realidad, iría aún más lejos y diría que toda competición tiene en su esencia una guerra en la que individuos humanos pueden competir por sus alimentos, el agua, el espacio, la luz, la posibilidad de aparearse o cualquier otro recurso que puedan necesitar para sobrevivir y reproducirse. Así hasta llegar a pensar que la violencia de género está mucho más profundamente incrustada en nuestra sociedad de lo que se suela suponer, como que el propio sistema capitalista no es ni más ni menos que una emanación de ese constructo socio-cultural.

A mí me diagnosticaron epilepsia siendo un niño, y me dijeron que debía evitar toda competición. Quizá eso fue lo que me apartó de los deportes, pero el caso es que también me apartó del sentido de competición necesario para desear vencer, para desear tener éxito. (No sé si esa recomendación fue algo tendenciosamente eugenésico, pero ahora que lo pienso algo de ello hay).

Obviamente, no tengo soluciones que aportar a un problema de una complejidad que sobrepasa con creces mis conocimientos de todas las situaciones posibles para todas las identidades posibles. Así que este texto es una tontería con la que expresar mis propias dudas a fecha de hoy, que seguramente serán distintas dentro de una década pues, aunque a veces no lo parezca, la sociedad y sus construcciones culturales asociadas mutan más rápido de lo que creemos y, en ocasiones, más lento de lo que deseamos.

Saturno devorando a su hijo

Siempre me han encantado las pinturas más románticas de Goya: los fusilamientos, las mitologías y por supuesto los cuadros negros a los que el Museo del Prado les dedicaba una sala a la que solía ir cuando empecé a vivir solo en las cercanías del mismo hace ya 3 décadas.

Salía de la Universidad Autónoma de Madrid donde trabajaba en el IIC, para ir a casa tomando el tren que me dejaba en Atocha y subía desde allí dándome un paseo por el Paseo del Prado hasta entrar en el museo un ratito (en aquella época era gratuito) y acercarme a la sala de las pinturas negras de Goya.

El resto apenas me interesaba, así que no perdía tiempo deteniéndome en la exhaustiva colección de obra que siempre me parecía destruible. (Y eso que aún no había descubierto a DADÁ)

Saturno devorando a su hijo

Hoy en una red social me encuentro una publicación que usa de excusa Saturno devorando a su hijo para hablar de los males de la sociedad y, sin embargo, dada la banalidad del contexto, lo único que he pensado es:

¿Se lo come sin pan?

Soy un fan de la línea de comandos linux

Quizá porque mi primer contacto con un ordenador fue con línea de comandos, allá por los tiempos en los que en la UAM usé un AIX desde una terminal conectada a un ordenador central que era el único que tenía entorno gráfico.

Quizá porque es más rápida y consume menos recursos que los sofisticados programas de gestión de software que vienen con las distribuciones populares de Linux (yo, de hecho, lo primero que instalo es Synaptic).

Quizá porque lo puedo hacer remotamente desde mi teléfono móvil o, como hoy, desde mi PC mediante una conexión (bien configurado su acceso PKI) por SSH, conectándome a la Raspberry que tengo de servidor de backup y de desarrollo, al mismo tiempo que me conecto al PC que habitualmente usa Carmen para trabajar (mientras ella está trabajando, de hecho).

Cada noche hago un repaso de los dispositivos conectados y tecleo un

sudo apt update
sudo apt upgrade

 

(y si procede un sudo apt autoremove, para limpiar lo innecesario)

Termino con un shutdown now que me remite a aquellos tiempos de mis primeros tecleos… donde una broma habitual era hacerse con la password de root y proceder a un apagado de los 5 terminales conectados al central. ¡Qué vandalismo!.

Había una forma muy sencilla que consistía en simular una pantalla con un «login» en el que la persona que había de encender y administrar los equipos se conectaba y devolver un pantallazo tras haber capturado su contraseña. A continuación, se volvía a mostrar la verdadera pantalla de login y parecía un minúsculo error de tecleo… Sigue siendo un ataque eficaz a pesar de lo poco sofisticado del método.

Aborrecedor@XEOAs del lenguaje inclusivo

Y digo yo que quien haya decidido realizar este «meme», o lo que es lo mismo, esta memez, se habrá percatado de que da la razón a quien defiende que el lenguaje inclusivo es una imposición difícil cuando no imposible de imponer a la lengua, por más que aparentemente «La lengua» esté ignorando a esas personas puristas (que, obviamente, se visualiza en forma de hombre, todo esto, por supuesto, aparente y superficialmente, como corresponde a memez semejante).

¿No hay aborrecedoras del lenguaje inclusivo? Yo doy fe de que conozco alguna, aunque haya más hombres que mujeres aborreciendo ese uso.

¿Cómo debiera haberse conformado la frase para hacer uso del lenguaje incluso en el «meme»?

¿Puristas de la lengua y aborrecedores y aborrecedoras y aborrecedor@s del lenguaje inclusivo?

(Chiste publicado en el grupo «Queer: Jodiendo al género binario«)

Sigo pensando que es una batalla que no se podrá ganar, aunque quizá sirva para visibilizar algunos otros problemas de género no gramatical.

Exposición de «El sueño americano» en Caixaforum

Hace más de un mes fuimos a ver la exposición organizada por Caixaforum titulada «El sueño americano», con un subtítulo que reza: Del pop a la actualidad.

Sin entrar a comentar nada sobre el título (¿americano o estadounidense? o ¿qué significa actualidad?), diré que el espacio me agrada, a pesar de ser el equivalente a otro que no piso desde hace años por ser propiedad y blanqueo de una entidad bancaria privada salvada con dinero público. Además, al ser clientes de La Caixa, no había que pagar la entrada.

Tampoco hubimos de pagar el transporte, dado que fuimos desde casa en Gran Vía a Atocha en un autobús urbano de la línea 001, de los que ha decidido poner el consistorio actual para seguir con la farsa de crítica al gobierno anterior y su estúpida cruzada contra la peatonalización y limitación del vehículos privados dentro de lo que se conoce como Madrid Central y que quieren redenominar como Madrid 360 para que no sea una promesa incumplida de tantas de un alcalde a quien votaron, en gran medida, para conseguir la supresión de esa medida impopular. De momento no lo cumple…

Salimos de casa a eso de las 10:30 y llegamos a desayunar a un sitio hipster (mucho) que había buscado por Internet, llamado el Patio Vertical, que hace referencia al muro verde que resulta ser una de las paredes del museo bancario. Es un lugar cálido e ideal para hacerse fotografías, pues hay que amortizar las tartas y el té… lo que antes se denominaba desayuno.

Al entrar en Caixaforum nos preguntaron si queríamos ir a ver la exposición sobre diseño y surrealismo llamada «Objetos de deseo» que no me interesa en lo más mínimo, así que les dijimos que sólo queríamos ver lo del sueño americano.

No tenía grandes expectativas, salvo ver alguna obra de artistas que pudieran gustarme, pero he de reconocer que la exposición estaba muy bien montada (se nota que hay dinero), y sin abundancia de obra saturante, sí que hacía un buen recorrido por las tendencias más conocidas del arte norteamericano desde los 60 hasta comienzos del siglo XXI, donde ya se perdía un poco en adivinar un futuro que certifique qué de todo aquello (de todo esto) tenga algún tipo de repercusión y perdurabilidad.

Obviamente, me gustó la obra de Sol LeWitt y el minimalismo, aunque habría agradecido algo escultórico suyo y no sólo pictórico, pero aún así, capturé esta fotografía:

Pero sin duda, cada vez que veo obra de Jenny Holzer me obnubilo y asiento dándome cuenta de que entiendo porqué ha hecho lo que ha hecho y cómo lo ha hecho y al mismo tiempo me entristezco pensando que nunca se me ocurre antes que a ella… Es un trabajo que me fascina y no esperaba encontrar muchas piezas suyas, pero ahí estaba:

Sencilla y contundente, con poco material objetual y mucho conceptual… sin perder una armonía estética que no conseguiré jamás en ninguna de mis ideas.

Tras un par de horas de recorrido, salimos de nuevo al Paseo de la Castellana, que a esas alturas se llama Paseo del Prado, y cruzamos al lado desde el que retomamos el 001, para gratuitamente regresar a casa.

Fue una preciosa mañana. Y la necesitábamos.

El adiós de Iñaki Gabilondo

He seguido durante años la trayectoria de quien considero el mejor comentarista político que ha tenido el periodismo patrio en las últimas décadas, hasta que las redes sociales y el griterío impuesto política y socialmente ha terminado por agotarle (supongo que los 78 años de vida no ayudan, ni una pandemia global…)

Me entristece que abandone, pero le comprendo tanto que el silencio me atenaza cada día más, hasta el punto de que sólo quiero escribir poemas que no tengan el más mínimo sentido o interpretación con la que generar otro altercado airado.

Llevo desde marzo (confinamiento mediante) dejando de lado la mayor parte de las conversaciones que lo único que buscan es convencerme de algo. Sea lo que sea. Me cansa. Recuerdo el texto de «Lo Neutro» de Roland Barthes y no puedo sino subscribir cada una de sus palabras, escritas casi antes de que yo naciese.

También recuerdo la tristeza que sentí (y el enfado, pero antes me enfadaba) cuando cerró CNN para pasar a ser Gran Hermano 24h.

Ahora ya casi ni siento enfado (diría que no me merece la pena) y sí algo de tristeza, pero cada día también menos, quizá porque estoy tan pesimista que me parece el lógico o natural devenir de los acontecimientos.

Echaré de menos a Iñaki Gabilondo de quien tengo más de 10 artículos comentados en este humilde diario tras haber sido seguidor suyo desde hace tanto tiempo, desde hace tanto que no se llamaba seguidor a quien leía o veía los vídeos de otra persona a quien, por supuesto, nunca se llamó influencer.

Esto no es una broma