Amapolas en el Cráter

Desde la semana pasada, Clave 53 tiene una «emisora de radio 2.0», lo que comúnmente se denomina «podcast». Estamos emocionados con la propuesta y aquí incluyo el primer episodio de los que se irán realizando a raíz de uno diario y programando su emisión para que duren bastante tiempo, pero imagino que va a ser algo que me va a llevar mucho tiempo durante muchos años.

La idea partió de un verso de un alumno de los talleres y surgió en este periodo de confinamiento debido al coronavirus.

Todos los demás episodios pueden verse en Amapolas en el Cráter.

Un comando utilísimo de Linux

Es una maravilla la de cosas que se pueden hacer desde línea de comandos de linux (unix, en general), así que pongo por ejemplo este pequeño portento para modificar el tamaño de todas las imágenes encontradas (podría hacer una búsqueda más restrictiva, solo basándome en la extensión de los archivos) y adaptarlas a las dimensiones que desee:

find . -type f -size +1000k -exec mogrify -resize 25% {} \;

Este comando busca los archivos mayores de 1000K (cerca de un megabyte) y reduce su tamaño (como imagen) en un 25% porcentualmente, lo que puede ser una reducción enorme de recursos para una librería de fotografías que se deseen usar en una web, que es para lo que lo estoy usando, de manera que las imágenes que sincronizo en mi base de datos de imágenes no sean desmesuradamente grandes para su posterior descarga y gestión o visualización por parte de Piwigo

Una herramienta tan poderosa como para eliminar o modificar espacios de nombres de archivos, o caracteres no admitidos, como nuestra bienamada ñ, o las acentuaciones, o todas las mayúsculas por minúsculas…

find . -name '* *' -exec rename 's/ /_/g' {} \;

Este comando busca archivos o carpetas (no está especificado el type) que contengan espacios en su nombre (podría haberse buscado otra cosa) y se sustituye por guiones bajos con el comando rename.

find . -depth -exec rename -n y/A-Z/a-z/ {} \;

Cambiamos todas las mayúsculas por minúsculas, tanto en archivos como en carpetas. (Quitando el «-n», lo efectuará, de lo contrario, muestra lo que haría, pero no lo hace)

También me permitiría cambiar las ñ o Ñ por caracteres de mi elección, pero eso es mejor hacerlo con cuidado, porque sustituir por «n» o «N» puede borrar otro archivo… así que es preferible, primero, saber dónde están esos archivos con un comando que los busque como este:

find . -name "*[ñ|Ñ]*" -print

 

Otras opciones increíbles del programa mogrify incluyen la rotación arbitraria de bloque de imágenes, o la reducción absoluta a, por ejemplo, 1024 de ancho forzoso con el atributo «resize 1024».

mogrify -resize 1024 *.jpg
mogrify -rotate "-90" *.jpg

Después de pasar la mañana del martes compleja y parte de la tarde con esto para modificar algunos cientos o miles de archivos, me encuentro esta joya del 2005 que contiene unos cuantos scripts mucho mejor documentados y programados de lo que yo hubiera hecho y con una sencillez tremenda para modificarlos y adaptarlos a lo que necesite.

Añadiendo movimiento con CSS

Después de la actualización del «theme» de WordPress que realicé ayer en el entorno de producción, he comenzado lo que podríamos denominar el ajuste fino.

La verdad es que estoy fascinado con las posibilidades que tiene CSS3, como generar animaciones tan sencillamente como diciendo «trasládete de acá a allá«… más o menos. Es formidable y ya había hecho uso de ello en la web del proyecto La Consulta, especialmente en el apartado de mostrar el tamaño aumentado de las imágenes de los garbanzos contados cuando se pasa el ratón por encima.

Es tan tentador usarlo una vez que se conoce que puede acabar pareciendo un circo en el peor de los sentidos. De momento, sólo incorporaré alguna traslación de «cajitas» en el blog y cuando comience (que ya estoy a punto) a remodelar la web, usaré las mismas, además de intentar utilizar los mismos colores, así que lo he añadido a un archivo CSS llamado animaciones.css que estoy creando a partir de la fantástica herramienta encontrada en animista.net.

Me habría gustado utilizar «@import» en el CSS adicional dentro del tema de wordpress, pero parece que no es viable hacerlo, así que me obliga a tener duplicadas (con lo poco que eso me gusta) esas directivas tanto en el hueco que la edición del tema WordPress me permite, así como en el archivo CSS /estilos/animaciones.css de la raíz de mi web.

De momento, dejo el código que ha generado esta aplicación online en esta entrada, por si alguna vez vuelvo a necesitarla:

.slide-in-left {
    -webkit-animation: slide-in-left 3s both;
            animation: slide-in-left 3s both;}
.slide-in-right {
    -webkit-animation: slide-in-right 3s both;
            animation: slide-in-right 3s both;
}

/* ----------------------------------------------
 * Generated by Animista on 2020-5-8 11:22:35
 * Licensed under FreeBSD License.
 * See http://animista.net/license for more info. 
 * w: http://animista.net, t: @cssanimista
 * ---------------------------------------------- */

/**
 * ----------------------------------------
 * animation slide-in-left
 * ----------------------------------------
 */
@-webkit-keyframes slide-in-left {
  0% {
    -webkit-transform: translateX(-1000px);
            transform: translateX(-1000px);
    opacity: 0;
  }
  100% {
    -webkit-transform: translateX(0);
            transform: translateX(0);
    opacity: 1;
  }
}
@keyframes slide-in-left {
  0% {
    -webkit-transform: translateX(-1000px);
            transform: translateX(-1000px);
    opacity: 0;
  }
  100% {
    -webkit-transform: translateX(0);
            transform: translateX(0);
    opacity: 1;
  }
}
/**
 * ----------------------------------------
 * animation slide-in-right
 * ----------------------------------------
 */
@-webkit-keyframes slide-in-right {
  0% {
    -webkit-transform: translateX(1000px);
            transform: translateX(1000px);
    opacity: 0;
  }
  100% {
    -webkit-transform: translateX(0);
            transform: translateX(0);
    opacity: 1;
  }
}
@keyframes slide-in-right {
  0% {
    -webkit-transform: translateX(1000px);
            transform: translateX(1000px);
    opacity: 0;
  }
  100% {
    -webkit-transform: translateX(0);
            transform: translateX(0);
    opacity: 1;
  }
}

 

Actualizado el «Theme» del blog

Hoy he pasado «a producción» los cambios que había estado haciendo en un servidor de pruebas/desarrollo que tengo configurado en una Raspberry.

He decidido usar una personalización del tema TULSI WPKoi WordPress theme después de casi 10 años (desde que arranqué con este blog) y lo hice de la mano de un tema minimalista al que echaré de menos, seguramente, pero que había quedado obsoleto con su inadaptación a los dispositivos móviles (no es «responsive»), además de algo demasiado simple en estos tiempos modernos de imágenes desmesuradas, el tema en cuestión era el Open Sourcerer que como su propio nombre indica era de código abierto, muy «linuxero», con unas tipografías sans-serif, poco color, fondos oscuros y muy orientado a texto.

TULSI en

He tardado en encontrar un «theme» que me gustase entre los más de 7000 posibles temas que ofrece WordPress para configurarse sencillamente, tanto es así que por momentos he pensado en tirar la toalla y usar, como dice mi amiga Aída que WP pretende, uno de los propios de la plataforma y adaptarlo a mis gustos o necesidades, en lugar de encontrar uno que se pareciese a mí… por decirlo así, pero que además fuese «responsive», pues es algo que a estas alturas es indispensable y que permitiese bastante personalización de manera sencilla, sin tener que editar mucho código CSS que no sé muy bien si se mantendrá en la primera actualización de turno del tema.

Buscaba una interfaz sencilla (como a la que estaba acostumbrada) de fondos oscuros y propósito generalista (no orientada únicamente a imágenes, como la mayoría) pero al mismo tiempo que tuviese algún color impactante, algún detalle casi agresivo, dinámico, que reflejase cierta osadía, y me había decantado por un tema llamado Dark PRO, que se ajustaba muy bien a mi criterio, pero que no acababa de dejarme hacer una prueba completa (en mi servidor de desarrollo) antes de pagarlo y usarlo en mi servidor definitivo, es decir, no podía estar seguro de si funcionaría bien en dispositivos de pantallas pequeñas, pues el menú para móviles no funcionaba en la versión gratuita.

Algunas cosas de ese tema me gustaban mucho y veré la manera de incorporarlas en la personalización que estoy haciendo del TULSI, que son principalmente el tipo de letra (he elegido una Nunito OpenFont de Google), muy redondita a pesar de ser sans-serif, y algunas ideas como marcar las cabeceras de los widgets laterales.

Es posible que contrate la versión PRO del tema que estoy manejando para dotarle de algo de movilidad, pero también puede que acabe por implementar ese dinamismo con CSS personal. Al fin y al cabo, creo que puedo hacerlo como ya he mostrado en proyectos como La Consulta.

De mecánica cuántica, amor y entrelazamientos…

Leyendo una red social me encontré una imagen (de esas que contienen texto con frases mascaditas) con alusiones al entrelazamiento cuántico y el amor, así, ni más ni menos.

Estoy tan habituado a encontrar la palabra «cuántica», palabra que creo comprender con bastante precisión, en entornos tan disparatados como las terapias o mantras new age, que casi ya ni leo cada vez que veo algo así y no sea en un perfil de algún amigo de la carrera (estudié química cuántica, por si alguien no lo sabe).

Pero esta vez me sorprendió que no fuese la típica tontería. Lo dejo a modo de prueba:

¿Qué tiene que ver el entrelazamiento cuántico con el amor?

De acuerdo con la ciencia, poco o nada, en realidad. Sólo es una bonita metáfora que decidí aprovechar, haciendo alusión a las festividades mercadotécnicas de mediados de febrero. Aunque hay quienes van por el ciberespacio proclamando cosas como: «—¿Qué es el amor? —Un intento de crear un entrelazamiento cuántico entre dos o más seres sensibles macroscópicos». Cuestiones metafísicas aparte, vayamos ahora a lo realmente importante acerca de este ilógico efecto enmarcado en la física cuántica: qué es el entrelazamiento cuántico, por qué su descubrimiento forma parte de un hito en la historia de la física, qué pensaba Albert Einstein sobre él y para qué nos pueden servir el entender y el manipular dicho fenómeno.

De la física clásica a la física moderna

La física clásica rige el mundo de lo macroscópico, es decir, explica todo lo que alcanzamos a percibir a simple vista y sucede a nuestro alrededor día a día. El gran protagonista es Isaac Newton (a la física clásica también se le llama newtoniana), físico inglés de mediados del siglo XVII cuyas leyes siguen vigentes en la actualidad. Los principios físicos clásicos inaugurales aparecieron incluso antes de la Antigüedad y no fue sino hasta finales del siglo XIX que comenzaron a tener problemas para explicar algunos fenómenos observables gracias a nuevas tecnologías o metodologías. La clásica, es la física que nos permite comprender conceptos como masa, aceleración, velocidad, inercia, energía, trabajo, potencia, temperatura, unidades de medida… en fin, todo lo relativo a acústica, electricidad y magnetismo, mecánica (sólidos y fluidos en reposo o moviéndose a velocidades muy por debajo de la velocidad de la luz, es decir, a mucho menos de 299 792 458 metros por segundo), óptica y termodinámica.

Por su parte, la física moderna explica fenómenos que escapan de nuestra capacidad perceptiva: ocurren a niveles microscópicos, a velocidades cercanas a la de la luz o en planos cosmológicos. Surgió a través de dos teorías que buscaban superar algunas inconsistencias clásicas y explicar resultados experimentales novedosos que era imposible descifrar en su época: la Teoría de la Relatividad de Einstein y la Teoría de la Mecánica Cuántica de Werner Heisenberg, Louis-Victor Pierre Raymond de Broglie, Erwing Scrhrödinger et alii. Entre las ramas físicas modernas encontramos: cosmología, «estudio de las estructuras y dinámicas del universo a escala mayor. Investiga sobre su origen, estructura, evolución y destino final»; mecánica cuántica, «estudia el comportamiento de la materia y de la luz, en la escala atómica y subatómica»; relatividad especial «que aplica a las partículas elementales y a sus interacciones —describiendo todos los fenómenos físicos excepto la gravedad—», y general, «que explica la ley de la gravitación y su relación con otras fuerzas de la naturaleza».

Esa «espeluznante acción a distancia».

Llamado «espeluznante acción a distancia» por Einstein, el entrelazamiento cuántico es una suerte de «sincronización» que une a dos partículas, sin importar la distancia que las separe; dicha unión consiste en que estas partículas, una vez que han entrado en contacto y se han entrelazado, comparten estados complementarios simultáneamente (es decir, el estado de una influencia a la otra). Cabe aquí recordar que, de acuerdo con la mecánica cuántica, las partículas están en una superposición de estados (en varios estados a la vez), «su estado está dado por una función de onda con valor diferente de cero en los dos estados a la vez». ¿Te suena el experimento del gato de Scrhrödinger? Bueno —siguiendo la explicación de Javier Santaolalla—, supongamos que uno de esos estados es el color, que el estado de una partícula es azul y rojo a la vez; al ser medida u observada la partícula, la función de onda colapsa en un estado particular (rojo o azul). Cuando dos partículas se entrelazan, si la primera es azul, invariablemente la segunda será roja, de forma inmediata («en tiempo cero») y aunque las separe una distancia de años luz.

Ahora bien, Einstein le corrigió la plana a Newton respecto a la gravedad, el físico alemán nos heredó una visión del universo en el que la gravedad no es una fuerza instantánea sino una consecuencia de la curvatura del espacio-tiempo. Y, entre otras muchas cosas, el nobel de física también estipuló que transmitir información en el vacío a velocidades ultralumínicas es imposible; de ahí su reticencia en torno a la posibilidad de que dos partículas fueran capaces de «sincronizarse» sin importar la distancia. En los años treinta del siglo XX, Einstein se negó a creer que las desconcertantes teorías de la mecánica cuántica pudieran corregirle a él su hermosa Teoría de la Relatividad, y murió sin darles crédito. Décadas más tarde, con base en el experimento mental conocido como la paradoja EPR (nombrada así por ser Einstein, Boris Podolsky y Nathan Rosen sus autores), John Bell propuso sustento matemático y dedujo sus famosas desigualdades para confirmar lo propuesto por la mecánica cuántica, pero advirtiendo que: 1) se violaba el principio de localidad y 2) el entrelazamiento cuántico no podía usarse para enviar información de manera instantánea.

Sí, por lo tocante al entrelazamiento cuántico, Einstein se equivocó.

A la fecha, en repetidas ocasiones se ha comprobado la existencia del fenómeno (no obstante, el cómo logra este efecto funcionar, sigue siendo algo por comprender); y no sólo eso, además se han ido superando ciertas lagunas experimentales señaladas por los detractores del entrelazamiento cuántico (incluso se han usado fotones entrelazados emitidos por estrellas). Así, en 2015 se anunció el teletransporte cuántico de dos propiedades de un fotón, llevado a cabo por científicos chinos; en 2016, investigadores británicos demostraron matemáticamente que el entrelazamiento cuántico es necesario para todas las teorías físicas con un límite clásico; en 2017, científicos de la Universidad de Ginebra lograron el entrelazamiento cuántico de dieciséis millones de partículas; y, también el año pasado, un grupo de físicos chinos logró corroborar el entrelazamiento cuántico de partículas separadas por mil doscientos kilómetros de distancia.

¿Y a mí qué puede importarme el «amor» de las partículas?

Pues ciertamente debería importarnos a todos, porque —como toda buena ciencia que se precie de serlo— la física cuántica está aquí para mejorar nuestra calidad de vida o al menos hacerla más fácil. Los especialistas en entrelazamiento cuántico plantean la posibilidad de: crear una batería que aproveche la liberación de energía de algunos estados cuánticos; hacer posible la computación cuántica y desencadenar su potencial; desarrollar una red global de comunicaciones potencialmente inviolable… En suma, los científicos han comenzado a bosquejar las posibilidades tecnológicas inherentes al aprovechamiento de los principios de la física moderna.

Aunque aún falta mucho por descubrir antes de lograr concretar dichos avances tecnológicos. Otro pendiente que persiste es el de hermanar mecánica cuántica y relatividad; tal vez la Teoría de Cuerdas sea la que finalmente haga realidad los sueños de unidad que deseamos nos lleven a la anhelada Teoría del Todo. Y bueno… pensándolo bien, quizá amor y entrelazamiento cuántico sí compartan una que otra cosilla: no se ciñen a distancia, fecha o lógica alguna… Fuente: Belén Ruiz a través del Facebook de un tal Miguel Ángel Martínez Gómez (hoy, mirando información sobre él, he visto que era Físico Nuclear, y lo he entendido).

Por mi parte, sólo me limité a agradecer el texto dejando de manifiesto mi alegría por haber encontrado fondo y no únicamente tonterías con las palabritas de turno:

Maravilloso el texto. Por fin una explicación científica bien redactada y sin pretensiones de usar la palabrería científica para cualquier fin. Única crítica (que es más de rizar el rizo que otra cosa): las leyes científicas no son «vigentes» sino útiles en contextos determinados, es decir, no es que no se haya «derogado» la ley de Newton de la Gravitación Universal, sino que en contextos de cuerpos en los que sea despreciable tanto la relatividad (velocidades altas, masas/energía altas, tiempos minúsculos o distancias enormes) y la mecánica cuántica (moléculas (pequeñas) y todo lo subatómico), es decir, en la mayoría de las cosas que «vemos y olemos», podemos seguir usando la palabra «fuerza» como si existiese y no fuese una consecuencia de la deformación de un espacio no absoluto sino relativo a las masas que lo conforman.

Ataquemos las ideas, no a las personas

NO soporto «el peinado» de esta mujer…. FIJAROS es como sucio, desaliñado, desidioso, pelandrusco, mentiroso, vulgar…. ufh!, paro.

En una red social me encuentro este texto acompañando a esa imagen y no puedo dejar de pensar que me cansa defender a las personas de derechas, pero es que mi entorno es bastante de izquierdas y ya se sabe.

La cuestión es que me molesta que se recurra a atacar su peinado o si es fea o si parece que está ida… y no se menciona nada de su ideología neoliberal que provoca desigualdad, entre otras cosas.

A punto he estado de borrar a esa persona (quien lo ha publicado y comentado) de mis contactos y puede que lo único que haga sea dejar de ver sus publicaciones durante un mes. Es una forma de evitar en mi entorno actitudes que considero inapropiadas aunque las dirijan contra personas con quienes de ninguna manera concuerdo ideológicamente.

Y no me vale la frase hecha de que «lo personal es político» para justificar ataques personales… porque es justo lo contrario: comportarse como machista es machista. Y punto.

No quiero ni pensar cómo estarán las «hordas» de derechistas «perroflautando a koletas». Afortunadamente, esos lares ni los piso.

Jueces hasta en la sopa

En esta época (y en otras también, pero en esta ya es excesivo) no paro de ver en redes sociales el juicio a todo, a lo que se hizo, a lo que no se hizo, a lo que se podía haber hecho, a lo que se debía hacer…

Así que…

He decidido erigirme en Juez Recursivo: Juzgo a quienes juzgan, incluido a mí, que juzgo a quienes juzgan, incluso a mí, que juzgo a quienes juzgan a quienes juzgan… etc, etc, etc…

Y por esta vez no voy a programarlo, pero sería tan sencillo.

Homofobia detectada

Ayer por la mañana encontré esta imagen en una red social y me sonó espantosa, me sonó a ese asqueroso insulto que siempre he despreciado como insulto, pues hablar de la orientación sexual de alguien para desprestigiarle siempre me ha parecido miserable, vil e indignante.

Es curioso que ese ataque se haga contra alguien a quien se acusa de «homófobo», en lugar de por alguien que considera la homosexualidad una enfermedad (que, incluso en este estúpido supuesto, tampoco sería oportuno usar como insulto).

A veces me encuentro dudando si me parece algo homófobo o machista y ya no sé si es que tengo la piel muy fina o un agudo sensor bien educado para detectar estos comportamientos y no dar por descontado que si viene de alguien afín a mi espectro político no va a ser homófobo o machista.

Así que le pregunté a mi querida amiga Aída, que tiene la piel tan fina como la mía o un buen sensor (que no censor, no me juguetee nadie con el seseo ingenioso), y me gustó saber que ella también lo ve como yo. Sí, me temo que con el tiempo acabaré queriendo estar sólo rodeado (solo y rodeado también) de personas que tengan ese sensor agudo y esa piel que incomoda a quienes buscan mofas simplonas e insultos grosos.

No entro a valorar lo que opina el señor de la foto sobre estas cuestiones pues es alguien con quien no me sentaré jamás en una mesa. Pero de mis afines… 😐

La Bola de Cristal fue irrepetible

No se sabe por qué hay programas de televisión que han marcado una generación entera, aunque puede que fuese por el hecho de que sólo había una cadena nacional. Sí, puede que fuese por eso. Por otro lado, no todos los programas que se emitieron entonces en esa única cadena nacional han marcado tanto como otros. En concreto, no conozco a nadie (de mi entorno) que no considere una joya la maravillosa Bola de Cristal, con sus Electroduendes, su Bruja Avería, sus llamamientos explícitos a dejar de ver la tele para no acabar convertido en un becerro, ni su aperturismo que llevó a ser prohibida (prácticamente) tras permitir canciones del punk más radical de aquella época. Hablamos de una época que acababa de vivir un golpe de estado (Tejero, 23F del 81) que reclamaba volver a los tiempos de Franco.

Y ahí, agazapada, galopaba la siguiente amenaza de la libertad, llamada consumismo, que nos hizo no caer en el comunismo, según algunos y que nos arrastró a la esfera del neoliberalismo que imperaba en la era Reagan-Thatcher.

Pero los guionistas de aquellos electroduendes eran verdaderos adelantados a su tiempo que vieron lo que se avecinaba y hacían decir a la antagonista Bruja Avería «¡Viva el mal, Viva el capital!» en cada episodio, amén de reírse del absurdo de practicar deportes en gimnasios, o vestir a la moda, más preocupados por la apariencia que por el contenido.

Llamaban a voces a leer, a desarrollar la creatividad, la imaginación, a desabrocharse la mente, a usar el paracaídas del cerebro que sólo sirve si está abierto.

Programa emitido en TVE entre 1984 y 1988, dirigido por Lolo Rico, si algo caracterizaba a La bola y la convirtió en un espacio único fueron las grandes dosis de imaginación y la libertad creativa. Siempre pendiente de las últimas tendencias, era lógico que se empapara de la estética y la cultura que marcó los 80: la movida madrileña, La Bola se convirtió en el mejor escaparate para este movimiento musical logró popularizarla y la acercó a todos los que no podían acceder fácilmente a ella por no vivir cerca de Madrid. Personajes hasta entonces nunca vistos como el Hada Truca (Alaska), El Cuarto Hombre (Javier Gurruchaga), el Librovisor (con Pablo Carbonell y Pedro Reyes) y, como no, los Electroduendes marcaron un antes y un después dentro de los programas infantiles. La Bruja Avería, Maese Sonoro, el Hada Vídeo y Maese Cámara hicieron reír y abrir sus mentes a una nueva visión de la actualidad a miles y miles de niños de la generación de los 80.

El sábado 18 de abril, descubrimos que RTVE (algo más modernizado que en aquellos tiempos) tiene todos los episodios que se grabaron de La Bola de Cristal disponibles en su plataforma RTVE A la carta, y Carmen estuvo disfrutando de uno de ellos en nuestra flamante televisor de pantalla casi plana, conectándonos con un dispositivo conocido como ChromeCast, que permitía manejar el programa desde el SmartPhone… y sin embargo, los guiones de entonces no parecían en absoluto obsoletos.

Esto no es una broma