primeros pasos con python

De manera muy tonta, ando hoy perdiendo el tiempo aprendiendo python, como si me hiciese alguna falta conocer un lenguaje más.

Todo ocurre por alguna razón (o no).

En esta ocasión «la culpa» la tiene una conversación con mi amiga Sofía sobre el lenguaje python. Yo le dije que se pusiese a aprenderlo por su cuenta, la verdad con la osadía que da la ignorancia, pues es un lenguaje de mucho más alto nivel de lo que yo imaginaba y es bastante complejo (y completo), aunque puede tener una curva de aprendizaje rápida y satisfactoria.

He encontrado este par de tutoriales para comenzar. Por lo menos a saber de qué se trata esto de la programación orientada a objetos con un lenguaje interpretado. Creo que de los que conozco es el único que agrupa estas dos propiedades.

Una sencilla introducción

Un completo tutorial (cuando se complica deriva a páginas en inglés)

Paradojas

Paso tanto tiempo
eliminando perfiles de facebook de entre mis amistades virtuales
eliminando visualización de publicaciones que no me interesan
eliminando seguimiento a cuentas que escriben con mayúsculas como si no hubiera silencio
eliminando publicidad poco o nada significativa para mí
eliminando lo que no me gusta
que sería mucho más sensato
eliminar mi cuenta de esa red social
eliminar mi presencia vitual
eliminar me.

Conexión, siempre conexión…

Tener conexión a Internet ha sido una obsesión casi desde su despliegue para mí, así que lo primero que hago en un ordenador (o dispositivo cualquiera) es ver la manera que tiene de estar conectado o establecer un camino hacia la red.

En el estudio tuve infinidad de problemas de conexión, pues las distintas antenas wifi que usaba desde un USB de mi PC no alcanzaban a vincularse al router que generosamente me presta para su uso Jaime, en la habitación de al lado. No es un problema de distancia, sino de potencia de señal receptora de las antenas, lo que no solía nunca ser un asunto por el que me preocupase. Así, por ejemplo, el viejo portátil HP Pavillion que he estado a punto de tener que tirar a la basura, podía conectarse con su antena interna sin ninguna dificultad y no perdía señal como me solía pasar con las señales WiFi desde el ordenador de torre (que por cierto salió bastante malo, a pesar de ser un procesador i7, de tener 16Gb de RAM y un SSD desde el que arranca).

Finalmente adquirí un repetidor de señal para ver si el problema estaba en la intensidad de potencia y quedó conectado (ya sin más incidentes) de un par de maneras distintas, la primera haciendo uso de la posibilidad de extensión de la señal (básicamente un «bridge») sin cambiar la red, así me conectaba vía WiFi a la red original, pero la segunda me gusta más que es convertir el repetidor en un nuevo creador de red local, conectado a la red de Jaime, es decir, funcionar como un router (que yo llamo minirouter) al que uno mi PC mediante un sencillo cable ethernet, ahorrándome la posible conexión WiFi de las antenas que tanto problema me vienen dando en el mismo.

Pero este fin de semana he venido al estudio a instalar una placa PCI-e que dotase al equipo de 5 puertos USB adicionales (en concreto puertos USB 3.0 que esta placa no tenía) que al ser alimentada de corriente directamente pudiese ayudar a tener más funcionales las antenas wifi del equipo, así como permitirme tener un disco duro externo que aumentase la capacidad de almacenamiento en un terabyte sobre los 256Gb que ahora tenía disponibles en ese disco interno SSD que supuestamente es una panacea, sobre el que está instalado un linux mint 18.1 (Serena) con soporte hasta abril del 2021.

Afortunadamente todo ha ido bien y parece que incluso el equipo arranca mucho más rápido, y esta instalación me ha permitido que finalmente la conexión directa desde mi PC a la red wifi «original» que me presta Jaime funcione (podía ser un problema derivado de la falta de potencia eléctrica a las antenas Wifi, llamados «dongle»). Pero dado que ahora tengo el «minirouter» y que además también funciona sin problemas el dispositivo (otro «dongle») que dota al equipo de conectividad BlueTooth, tengo hasta tres caminos distintos por los que enviar los datos a internet… (más de tres en realidad)

1 Opciones a través de router de Telefónica que genera la red EA66:
1.1 A través de una antena WiFi «Conexión inalámbrica» directamente. Probada y funcionando.
1.2 A través del «MiniRouter» que se conecta por Ethernet al PC y por conexión WiFi a la misma red y genera otra subred en el ámbito de las 192.168.x.x reservadas para ello. Enrutando de una a la otra.
1.3 Rebuscada, pero la usé antes de tener el MiniRouter, es mediante un cable cruzado que se conectaba al portátil HP que a su vez se conectaba por WiFi a la red de Jaime sin problemas, con lo que este PC hacía las veces de router (algo fácil de configurar en Linux).
1.4 Usando un router instalado en una Raspberry que tengo en casa, es decir de la misma manera que 1.2 o 1.3.

2 Opciones a través de «Datos móviles» generados por mi smartphone, donde este hace las veces de router conectándose a Internet mediante tecnología 4G:
2.1 Mediante la creación de una red WiFi generada por el teléfono y conectándome a ella con el WiFi dongle del PC.
2.2 Mediante la conexión USB directa o Bluetooth al teléfono.

Es algo absurdo, pero saber que pase lo que pase tengo un camino alternativo para conectarme a Internet me tranquiliza. Siempre lo ha hecho desde que tengo idea de la potencia de estar de conectado a un red de datos que expande el concepto de ordenador hasta lo global (para bien y/o para mal).

Códigos QR de Duelos y Quebrantos

He recibido los códigos QR de los distintos enlaces donde se encuentran los archivos de audio del libro de poesía de Amada Blasco, Duelos y Quebrantos, que estoy editando en estos días.

Una bonita propuesta es tener un índice en códigos QR con estos enlaces para accederlos vía teléfono «inteligente» o similar.

Ahora toca integrarlos en alguna página del libro en papel que, de este modo, se enlaza con lo intangible del sonido albergado en el intangible universo de las nubes telemáticas.

La tumba 404 estaba desierta

Estaba en la galería 3
del crematorio
donde estaban depositando
las cenizas del marido de mi prima.

Como casi todo en esta vida
estaban numeradas las tumbas
que en realidad eran nichos
que en realidad eran nada.

En la inmensa mayoría
flores
adornaban nombres grabados sobre el mármol
o nombres destacaban en relieves dorados
e incluso
plateados.

Mientras tanto
un cuadrado en la retícula vertical
de cadáveres incrustados
con urnas abandonadas
permanecía desierto
con tan sólo el número
en el centro del mismo
gritando un 404
que a cualquier internauta
le resulta más familiar que aquellos nombres
de aquellas tumbas plenas de polvo de color gris claro
que queda después de una combustión completa
formado por sales alcalinas y térreas
sílice
óxidos metálicos
y algún resistente hueso con rastros de ADN.

404
Error: La página que ha seleccionado
no existe.

Y yo (en sepulcral silencio)
no paraba de preguntarme
si era la más real de todas las lápidas
si no era un acertado epitafio
de algún programador web
si no era una broma macabra
si era la verdadera esencia de la muerte
si no era la verdadera esencia de la vida.

20200202

Cuatro dígitos para el año, dos para el mes y otros dos para el día.

Desde hace años (prácticamente toda mi vida) escribo la fecha en este formato, que es el único racional posible, pues ordena las fechas como si fueran números ordenados de menor a mayor, mientras que cualquier otro formato eso no sucede.

El domingo tentado estuve de entrar en alguna red social para decir que es «capicúa», por si alguien no se había dado cuenta, pero luego estuve pensando que para ser simétrico completamente tendría que tener los doses escritos de manera simétrica, si es que eso es posible.

Hoy he creado una pequeña composición verdaderamente simétrica a partir de esa fecha tan interesante:

El poema visual está realizado con Inkscape sobre Linux Mint.

Facebook y la Protección de Datos

Es gracioso si Facebook no entiende que los datos que yo querría proteger son aquellos que no le doy, pues no es de «terceros» de quien busco protegerme, sino del propio entramado de FaceBook, a quien ya le doy mucha, pero mucha más información de la que creo darle… y contra eso no es para lo que ofrecen protección.

Gracioso o todo lo contrario, pero me ha parecido casi un chiste, un sentido del humor algo sofisticado, este recordatorio del «Día de la protección de datos» en una red social. Casi un oxímoron.

Como cosa curiosa, otra minidiversión más, el mensaje me apareció en el muro de la red social 2 días después del día en cuestión, dejando claro que no es una de sus prioridades…

Así es la pantalla principal de mi móvil

Una primera pantalla de un móvil dice bastante de su poseedor, algo como si es ordenado (yo lo soy en exceso) o si es desordenado, qué aplicaciones son sus más usadas, a qué le da importancia… y a qué no se la da.

Obviamente yo no tengo instalado Facebook en el móvil, aunque se me cuela en forma de Instagram y, además, por Whatsapp que no está en un botón directo, sino que he de entrar en la carpeta de comunicaciones para poder usarlo.

El calendar es algo que uso más que casi ninguna otra aplicación y wikipedia mi pasatiempo preferido. Uso una herramienta algo desconocida para gestionar ordenadores remotamente que me permite manejarlos como si fuese un mando a distancia (eso significa remotamente).

La fotografía que uso de fondo de pantalla es una que realicé por fortuna en un murete de una estación del FEVE mientras recorríamos (Carmen y yo) Asturias y Lugo hace ya casi tres años. Tuve problemas en el pie y casi no pude disfrutar ni un segundo de aquel viaje, y sin embargo guardo bellos recuerdos, como el momento en el que me acerqué con mi teléfono (entonces un BQ de menos calidad que el actual) y realicé esta fotografía azarosamente buena que también tengo de fondo de mi pantalla de ordenador de trabajo. Quizá para recordarme que la vida puede ser lenta y placentera, que no hay tanta prisa como nos quieren (¿quiénes?) hacer creer y que apreciar los pequeños detalles del entorno puede ser la más placentera de las actividades.

Una camiseta verdaderamente Vintage

Ayer, a varias amistades, les envié este fotografía, que podemos denominar autorretrato o selfie, al modo de las que se hacen youtubers o influencers… y otras personas cuyas profesiones son nombradas en inglés para proporcionar más empaque a sus naderías, dado el auge del imperialismo o colonialismo cultural anglosajón.

Es una camiseta que me habían regalado en un seminario de administración de sistemas, seguramente antes de 1997, pero no puedo precisar. En aquella época, los rs6000 eran el no va más. La última pieza de tecnología que quedaba por crear para hacer un mundo mucho mejor… jejeje…

Lo mejor del caso es que me está bien de talla. He de reconocer que me alegra saber que aún, a pesar del paso de los años y el aumento de los kilogramos (que no sé tampoco precisar por la ausencia de mediciones desde hace más de 3 décadas), sigue valiéndome y también saber que no la he tenido que tirar a la basura. Quizá su color me desmotivó a usarla durante muchos años y algo que no se usa suele durar mucho más que algo que se usa, lo que no sé qué aporta de información.

Lo único triste fue que mi móvil no tuviera resolución infinita para captar ese móvil en el espejo fotografiando ese móvil en el espejo fotografiando ese móvil en el espejo fotografiando ese móvil en el espejo… Así hasta infinito ?

Esto no es una broma