Estoy tentado de reescribir un shell

Es una de esas tonterías que me rondan la cabeza cada cierto tiempo.

Como la de sincronizar sin parar mis archivos… todos, todos, todos… y cada uno… y entre sistemas de archivos molestos que no dejan mantener datos adicionales del mismo, como su fecha de última modificación o su propietario y permisos.

Esta semana rehíce mi syncronizator.sh para que fuese utilizable por Carmen y su recientemente instalado Linux Tango Studio. Optimizándolo para que fuese más modular, lo desglosé en funciones más oportunas… y ahora no puedo dejar de pensar que el mío, el que estoy yo utilizando, no está optimizado… tengo que arreglarlo, aunque, si funciona, ¿qué es lo que hay que arreglar?

Puedo ahorrar, como mucho, 1024 bytes de código… y no creo que llegue… pero no puedo dejar de pensar en ello. No puedo pasar a nada más, estoy bloqueado y sé que no podré irme de vacaciones si no arreglo esto antes. ¿Es estúpido?

Por supuesto que es estúpido. Si funciona, dice el dicho en informática, no lo toques. Y quiero tocarlo. Pero ese dicho se inventó por algo: alguien tocó algo que funcionaba. Es más, sé que se hace con tanta frecuencia que asusta…

Y no tengo a quién contarle estas tonterías. Mi amiga Aída es la única que puede entender esta fijeza friki con la programación innecesaria, con un acercamiento a la informática desde la inutilidad poética. Ayer se lo contaba y ella se reía entre comprensiva y cómplice. Si le cuento esto a Carmen me mira con cara de no entender nada, y acaba por preguntarme que si eso va a ser mejor. ¿Mejor para qué? En realidad quiere decir más útil. Y yo tengo que reconocer que no, que no es más útil que lo que tenemos ahora mismo. Menos mal que, ella, mi compañera de vida, no necesita entenderme para aceptarme, para que le guste cómo soy y me dice: «pues si te apetece hacerlo, hazlo».

¡Qué maravilla! Para mí, esto es el sueño de una pareja ideal. Quien te alienta a hacer aquello que no comprende, pero que si ve que te puede apetecer, no se pregunta nada más. Su generosidad es ilimitada. Su amor es ilimitado. Me ama, aunque yo no pueda entenderlo, y lo demuestra de esta curiosa manera: me anima a hacer algo tan superfluo e inútil que un poema parece una obra de ingeniería civil.

Es la novia ideal de un poeta… pero no te la presto: búscate la tuya…

¡Qué insolidario!

Pues sí. Ya ves… voy a programar.

Recursividad

Hoy, después de hablar un rato con mi amiga Ana Matey, le he comentado lo divertido que me resulta que la imagen sea tan importante que ahora se está utilizando incluso para mostrar textos: imágenes de textos. Lo que resulta una especie de contradicción, de absurdo.

Pero lo que resulta ya excesivo es que una de esas imágenes con texto sea incluida como imagen para ser respondida textualmente y se haga una captura de pantalla que la transforme en imagen, de nuevo, así hasta el infinito. Facebook tiene alguna de estas divertidas cosas que hacen que piense en seguir usándolo, aunque solo sea para criticarlo.

recursivo, va. (Del lat. recursus, part. pas. de recurr?re ‘recurrir’, e -ivo). 1. adj. Sujeto a reglas o pautas recurrentes. La capacidad recursiva del lenguaje.

recurrente. (Del ant. part. act. de recurrir; recurrens, -entis). 1. adj. Que recurre. 2. adj. Que vuelve a ocurrir o a aparecer, especialmente después de un intervalo. 3. adj. Anat. Dicho de un vaso o de un nervio: Que en algún lugar de su trayecto vuelve hacia el origen. 4. adj. Mat. Dicho de un proceso: Que se repite. 5. com. Persona que entabla o tiene entablado un recurso.

Facebook y el derecho a la intimidad

Hay un gran número de mis amigos (de facebook, lo que podríamos llamar facemigos) que han decidido publicar la siguiente nota en sus respectivos muros:

ATENCIÓN: Cualquier persona, institución, empresa, agente, agencia de cualquier estructura gubernamental, incluyendo, pero no limitado al Gobierno Federal de los Estados Unidos, usando o monitoreando este sitio o cualquiera de sus sitios asociados, no tiene mi permiso para usar mi información del perfil, o cualquier parte de los contenidos que figuran en el presente sitio web, incluyendo, pero no limitado a mis fotos, o los comentarios sobre mis fotos o cualquier otra «imagen» del arte publicado en mi muro.

Se le notifica aquí que tienen estrictamente prohibido divulgar, copiar, distribuir, difundir o tomar cualquier otra acción contra mí con este perfil o muro y el contenido del mismo. Las prohibiciones anteriores también se aplican a sus empleados, becarios, agentes, socios, amigos, simpatizantes o cualquier personal bajo su dirección o control. El contenido de este perfil y muro es información privada. La violación de mi intimidad es penada por la ley. UCC 1-308 1-103.

Facebook ahora es una entidad que cotiza en Bolsa. Se recomienda a todos sus miembros que publiquen un aviso similar a este, o si lo prefieren, pueden copiar y pegar esta versión. Si no publican dicha declaración al menos una vez, indirectamente están permitiendo el uso de elementos como las fotografías y la información contenida en las actualizaciones de su estado público.

Y no alcanzo a entender por qué siguen en Facebook, con una cuenta que se creó con la intención de ser de información pública, de propiedad privada (de FaceBook Inc.). No entiendo qué importa que cotice en Bolsa para la gestión pública de la información que aporto a la empresa.

No alcanzo a entender a qué ley se refiere ese UCC… que tenga aplicación internacional, cuando estamos tratando con una empresa que se ha de circunscribir a la legislación de EEUU (con alguna restricción adicional que puedan imponer los demás países).

¿Cómo impedir que usen o monitoreen la información que uno, libre y voluntariamente, pone al alcance de todos o casi todos? porque por muy privado que se pretenda hacer, es un patio, es un lugar o espacio público y cómo tal hay que entenderlo.

Pero ¿acaso no estamos publicando (haciendo público) cada una de las entradas o comentarios o fotos que «subimos» a esta empresa que dispone de un servicio público de muestra pública de nuestras entradas, comentarios y fotos?

Yo no lo acabo de entender. ¿No sería preferible no publicar nada de esta manera, es decir, contrayendo una relación mercantil con una empresa privada que se dedica a publicar y, en cambio, tener una estructura propietaria a la que ceder acceso a quien se desee con las restricciones consecuentes de la legislación vigente en el lugar de residencia de quien publica y del lugar de alojamiento del servidor?

Quien está tan obsesionado con la gestión de nuestra información autopublicada y que trata de manera más o menos abusiva FB (y entidades comerciales y/o gubernamentales asociadas), debería plantearse la tarea de instalar un servidor propio (contratarlo es algo que implica una confianza con la empresa que vaya a alojarlo) y una IP fija, una gestión de derechos de acceso a determinados recursos publicados en Internet desde ese servidor, una gestión de tráfico, de derechos de tráfico nacional e internacional, etc… que creo que desborda a más de uno. Pero es posible. Es más, se puede contratar. O contratar a quien lo realice.

Pero FB es lo que es. No pretende engañar a nadie. Es una empresa que vive de que deseamos publicar nuestras propias cosas con el fin de hacerlas públicas (en un ámbito más o menos discutible). No tiene posibilidad de ser de otra manera.

Y, en resumen: Publicar esta declaración al menos una vez, permite el uso de la misma, que es un elemento informativo contenido en las actualizaciones de su estado público.

Si no deseas publicar, no publiques. Estoy pensándome esto de seguir en FB… pero no sé si por culpa de FB o de la inocencia, a veces torpe, de algunos de mis facemigos.

Una mala conexión a Internet

Después de varios años, hemos decidido cambiar de ISP (Internet Service Provider) desde Jazztel a Orange, intentando hacer un poco menos de gasto, ya que también tenemos móviles de Orange y había una buena oferta de ahorro mensual al combinar las altas de línea ADSL y una de móvil.

Así lo hemos hecho, pero hemos empezado con mal pie. No tenemos conexión a Internet ni telefonía fija (que ya va por Internet (VoIP), en el caso de Orange). Aunque se supone que el alta era efectivo a partir de ayer por la mañana.

A veces parece tremendo, pues paraliza un poco la actividad febril que llevamos a cabo en la red y gracias a ella. Por ejemplo, tengo que interrumpir mi trabajo en el proyecto de las lenguas, porque casi todo el material está en Internet. Ni que decir tiene que son épocas en las que convocar para nuestros talleres y cursos regulares a nuevas personas interesadas, mediante el tedioso trabajo de envío de emails que muchos consideran masivos y correo no deseado. Es la parte de este trabajo que menos me gusta. De hecho, es la única que diría que me disgusta. Estaría dispuesto a subcontratarla si pensase que puedo evitármela sin gastar demasiado en ello.

Pero también, el no tener una buena conexión, permite que nos dediquemos a otros menesteres también importantes: me he terminado la novela que estaba leyendo (Los Idus de Marzo de Thornton Wilder) y tengo tiempo para pensar en los proyectos que voy a comenzar en este nuevo periodo 2012/13, como el contenido detallado de los talleres de escritura, las colaboraciones con algún que otro colectivo de performers, el trabajo conjunto con mi buen amigo pintor Iván Araujo que me ha propuesto un libro entre los dos, lo que me llena de orgullo y alegría, pero me hace sentir cierto temor de no estar a la altura de su compromiso y nivel profesional, una entrevista con una amiga que hace video-creación relacionada con lo performativo, pero bastante lateralmente, diría yo, y así un buen número de pequeños lunares en la piel de mi actividad que, como en mi espalda, a veces me agradan y, a veces, no.

Por supuesto, a estas alturas alguien se preguntará cómo o desde dónde estoy escribiendo esta entrada en el diario, ese pequeño continuo gran proyecto vital, y claro… desde mi casa. No lo olvidemos, tengo un perfil tan (inmodestamente) variopinto como para saber resolver estos problemillas con un clip de oficina y una radio de galena… así que imagina lo que puedo hacer con un smartphone recién adquirido (gratuitamente… o así) y un puerto USB en mi portátil.

No es la panacea, pero permite que pueda dedicar algunos minutos a escribir, a contar esta pequeña anécdota casera, este desventurado suceso intrascendente, que ha tenido la inmisericordia de molestar a nuestros vecinos, quienes se han visto afectados, posiblemente, por la torpeza de un operario que tomó mal los datos o una orden mal gestionada… (los caminos del señor (ISP) sin insondables).

Ahora tengo que cocinar. La receta, otro día y en otro momento. Será un sencillo salmón a la plancha con una ensalada de garbanzos…

Quizá comience un audio-blog

He estado pensando en la posibilidad de aprovechar el tiempo que deseo seguir usando en caminar en realizar pequeños aportes grabados en este diario.

Si cuando lo comencé tenía mucho que ver con el diario de Soren Kierkegaard, con el paso del tiempo se va pareciendo más a las ensoñaciones de un caminante solitario de J.J. Rouseau. Y sin que mi mente sea comparable a la de ambos, quizá mi voluntad sí lo es.

Tengo pensado grabar en el móvil con un manos libres y después recortar lo interesante, quizá escribir un pequeño texto descriptivo del audio correspondiente y, a continuación, crear la entrada o entradas del día, como cada día hasta ahora.

Pensé inicialmente en usar ese audio en un software de dictado que lo convirtiese en texto, pero quizá ha comenzado el tiempo en el que el soporte de un diario o de unas ensoñaciones puede ser multimedia. Sí, incluso para un poeta, pero uno que, hostil en parte a las nuevas tecnologías, no las desdeña, ni las ensalza, las usa como usaría un teclado, como habría usado un teclado Shakespeare, de quien he comprado sus obras completas en un puestecillo en la playa… ¡qué cosas!

Aún no descarto ese formato más tradicional, pero no descartaré la idea del audio-blog, del diario sonoro, del repositorio de mi voz directamente, como si estuviese en una conversación con otros, con los lectores que empezarán a ser oyentes… o quién sabe qué.

De momento, sé que me está costando retenerme para no publicar nada durante mis «vacaciones». Hoy hago una excepción.

Los nuevos gastos

Cada día me planteo
si merece la pena gastar
dinero en cosas tan absurdas
como un hosting
o una conexión ADSL
o una subscripción a una guía de televisión interactiva
que cada día
además
funciona peor
o una línea de telefonía fija que apenas uso
o una línea de telefonía móvil que casi no me aporta
ingresos
y sí
gastos
pero sigo moviéndome hacia delante
como si esa huida de la reflexión sobre el gasto
innecesario
no fuese necesaria
y fuese necesario
sin embargo
gastar
gastar
gastar
gastar
para
vivir.

El monopolio y el bipartidismo

Oigo hablar desde muchos ángulos criticando el bipartidismo PP-PSOE que, efectivamente, no es ni siquiera muy bi (de 2) partidismo, puesto que a penas se diferencian. Algunos amigos y algunas amigas lo critican como causa de que la democracia no esté representando con verosimilitud una pluralidad mucho mayor en lo directo, en las diferencias que, realmente, existen.

Pero yo me pregunto porqué no se cuestionan estas mismas cosas cuando confunden Internet con Google, cuando confunden sistema operativo con windows, red social con FaceBook-Twitter, web con internet, blog con web…

Quizá es un problema de buscar simplezas, respuestas simples ante mundos complejos, mundos que, gracias a su complejidad, nos dotaban por primera vez en la historia de herramientas que podrían hacernos ser más libres, más poderosos, más hábiles.

Pero requieren esfuerzo, requieren luchar un rato a la contra, como contra el bipartidismo, ese tan falso que no, que no, que no nos representa…

Voy a aclarar un par de cosas:

Internet es una red pública basada en un protocolo de comunicaciones (IP) que lo único que hace (simplificando) es asignar un número a un dispositivo, habitualmente un ordenador. Que la gestión de muchos de sus competencias, como la asignación territorial de esos números o la conversión de los mismos a nombres sea privada no significa que la red sea privada. Que haya redes privadas que utilicen ese mismo protocolo asignando números con esos mismos formatos, no significa que internet sea privada.

Pero, sobre todo: Internet no es la web.

La web, lo que la gente llama la web, es un conjunto de servidores que operan atendiendo un protocolo (HTTP) de la familia de protocolos TCP/IP. Así, podríamos decir (simplificando) que la web está incluida en internet, pero no al revés. Esto significa que no deberíamos dejarnos caer en la simpleza monopartidista de pensar que en Internet solo hay web. Hay otros muchos protocolos que se usan para cosas tremendamente útiles, como POP/SMTP, FTP, varios VoIP…

Y esta simpleza se lleva aún más lejos y más peligrosamente cuando se asocia Internet (ya simplificada a solo web!) a una empresa, como es el caso de lo que está consiguiendo Google. Hasta llegar a afirmarse que si algo no está en google… Google no es Internet: Google es un servidor de los servicios web.

Pero bueno!!!! Google es (entre otras cosas) un servicio de búsqueda en la web, es decir, está incluido en un gigantesco maremagnum de servidores web, dentro de los cuales no es más que uno más, un servidor avanzado, un buscador, un portal de búsquedas y servidor de correo electrónico asociado, pero no es y no deberíamos decir que es Internet. Y pedir que me borren de google no es pedir que me borren de internet… ¿se entiende?

Me encuentro cada día más gente que busca todo, incluso lo que sabe dónde está, en google… haciendo de esta herramienta la llave para acceder a Internet. ¿Nadie es consciente del peligro de dar esta llave de algo público a una empresa privada?

El correo electrónico de la inmensa mayoría de la gente es de google (gmail) o microsoft (hotmail) y a nadie parece preocuparle mucho: es como si el planeta entero fuese bipartidista. Y esto es mucho más grave que la mierdita PPSOE que solo afecta a españa.

Y qué decir de los famosos servicios de redes sociales, como FaceBook o Twitter, que desean eclipsar a las otras dos empresitas mencionadas anteriormente. Una red social no es Face o Twt… este invento de las redes sociales no es más que un servidor web con una base de datos muy sofisticada, poco más que un servidor web con un gestor personalizado de contenidos, esa herramienta orwelliana que hace las maravillas de estados que deseen saber detalles íntimos de sus ciudadanos por voluntad propia.

Pero no me preocupa, de nuevo, qué cosa sean, sino que solo haya 2 o 3 famosas usadas por una enorme cantidad de la población mundial. Y son privadas. Son 2 empresas privadas.

Y qué decir del mundo de los sistemas operativos donde Windows ha conseguido una cuota del mercado de más del 80%. Y junto con MacOS, casi llega al 95% de los sistemas operativos de personal computers, alias PCs.

Y son otras 2 empresitas… las que representan el uso operativo de los ordenadores del mundo entero. Así que lo del bipartidismo PPSOE sigue palideciendo hasta parecer insignificante.

¿Por qué tenemos esa necesidad de homogeneizar?

Es cierto que se mejoran las cosas si se pueden hacer compatibles, especialmente en lo tecnológico, pero se podrían fabricar estándares compatibles que puedan ser usados por varios (colectivos, empresas, organismos), como ocurre con la tecnología IP, o el protocolo de comunicaciones HTTP, sobre los que es fácil desarrollar múltiples navegadores, por ejemplo, que repartirse la cuota de mercado, pero incluso así, la gente desea reconocer siempre el mismo entorno, encontrarse siempre ante las mismas formas, así que para qué cambiar.

Pues aunque solo sea por eso, por obligar al mundo a ser un lugar un poco más complejo, más diverso, donde la diferencia no sea solo algo superficial a eliminar o minimizar, sino algo a recuperar como un valor, un bien, un pro y no una contra, una dimensión a explorar en lugar de verla como un obstáculo a superar.

No creo que con este pequeño artículo haya profundizado sobre la raíz del problema de esa necesidad de homogeneizarse, de ese sentirse usando lo mismo que los demás, pero sí espero haber sido capaz de hacer entender que a aquellos que nos preocupa la falta de representación por un sistema bipartidista sean capaces de entender que deben aplicarse a des-simplificar sus vidas en muchos otros frentes.

De esa acción autocrítica nacerá una mayor comprensión de aquellos que adoran los sistemas bi o mono partidistas.

¿o no?

Tío Pepe

Que lo quiten, que lo quiten…

Dicen por ahí que el cartel del Tío Pepe es un símbolo de Madrid, de los madrileños y ni siquiera pienso desmentirlo, pero quizá sí cambiar el tiempo verbal: fue.

Era un símbolo del Madrid de la diversión basada en un bar (-eto) en el que mojarse el gaznate con un manzanilla baratito, mientras se fumaba un cigarrito con un bocata de calamares más o menos grasiento.

Hoy encuentro un Madrid bien distinto, donde la diversión se basa en locales (de diseño) cool que abren sus puertas con seguratas en las que consumir un cóctel más o menos luminoso acompañado de una minitosta de paté de ricacholuá con mermelada de pastiche caramelizando una pieza de sandía de la Martinica, midiendo todo ello la friolera de 2 centimetros cúbicos, todo light, todo guay, todo koooooool, todo i-Pollas.

En este Madrid que veo cada día, vintage (=falso), new age, hipertecnológico, no veo otro símbolo mejor que una manzanita blanca de esas del difunto Jobs.

Y si no nos gusta, quizá deberíamos pensar en qué tipo de madrileños (y madrileñas) queremos ser. Es momento, como todos, para la reflexión… y, de paso, por qué no un poco para la lírica…

De la privacidad y otras paranoias

El sábado estuve hablando con una amiga de Carmen sobre lo expuestos que estamos a la vulneración de privacidad en Internet. Especialmente, ella estaba preocupada por Facebook y la facilidad que supone que existe de que la información puesta allí acabe por ser expuesta.

Está claro que no puedo por menos que darle totalmente la razón. Hace tiempo que he hablado de esto de FaceBook y la Intimidad y soy más que consciente de la falta de privacidad que supone tener una cuenta abierta de Facebook… pero…

Si llevamos al extremo la paranoia de la privacidad, podemos llegar a la conclusión de que en la era de la información, es imposible sostener la intimidad más allá de lo que creamos. Necesitamos, de algún modo, ser capaces de meter la cabeza en la tierra (o en la red) y olvidarnos de que nos pueden estar y, de hecho, nos están vigilando. También escribí al respecto en un artículo sobre la Ley SOPA, la criptografía, y otras cuestiones que sería interesante tener en conocimiento, pero, aún así, sería imposible (como fue con PGP) mantener durante mucho tiempo la libertad y el control de mi propia privacidad en Internet.

Internet es un lugar público. Es lo básico. Cualquier intento por hacerlo no público resulta complejo por no decir inútil. Existen posiciones más o menos radicales que luego vulneran las libertades de otros muchos en aras de la seguridad… pero es que la seguridad y la libertad son casi palabras contrapuestas, son caras de una moneda que ha de convivir constantemente pero que sacrifica constantemente la una por la otra.

Hace unos días he llegado a la conclusión de que este ordenador lo uso solo yo y, por primera vez en mi vida, he quitado la clave de acceso para poder acceder al mismo. En realidad, era bastante ridículo porque casi todo lo importante lo almaceno en mi disco externo, que podría ser visto sin contraseña. Tenía la opción de cifrar el contenido de manera que no cualquiera pueda acceder a él, pero entonces yo me vería obligado a saber que la solución de cifrado era fiable y confiable, que iba a ser mantenida más allá de un tiempo que puedo imaginar… o sea, que sacrifiqué la seguridad por la usabilidad.

Hay otros ámbitos de seguridad como es la copia de seguridad que no implican esta restricción, pero que resultan ser de difícil gestión en cuanto a lo que privacidad se refiere. A medida que vayamos yendo a modelos de Internet en la Nube (que siempre lo fue, aunque no lo supieran muchos), nos encontraremos con ese paradigma entre depositar mi información en local o en remoto y, de este modo, confiando en el responsable del almacén.

Algunos (y me incluyo) usamos en algún momento megaupload para este fin, con el consabido problema derivado de almacenar qué. Y las responsabilidades que, un gobierno de un país concreto, decidió tomar unilateralmente en un servidor de ámbito global.

Quizá este será el próximo gran reto de la nube: siendo un espacio de empresas con objetivos internacionales, estar sometidas a las restricciones nacionales. Este conflicto país-globalización no está en absoluto resuelto y los primeros síntomas de que esto es un problema no acaban más que de empezar.

Véase, por ejemplo, la decisión de Blogspot de tener dominios por país, así que ahora un blog está asociado a España o a Francia o a… aunque tenga contribuyentes de los distintos países… lo cual es algo bastante absurdo e insostenible… pero bueno, intentan resolver un problema irresoluble…

Claro que yo puedo (y todos) tener un hosting propio, con un blog asociado a ese espacio en Internet, pero no dejo por ello de estar sujeto a las restricciones nacionales del país en el que está dada de alta la empresa en cuestión. En mi caso se trata de JustHost, pero no hay forma de saber realmente, dónde tienen los servidores, es más, es previsible que tenga su estructura empresarial distribuida a lo largo y ancho del mundo. Sin embargo… en algún lugar está dada de alta… y entonces es de allí.

Pero, volviendo al tema de la paranoia… la gente que se plantea si Facebook puede o no vulnerar su privacidad, no se plantea, o pocas veces, que Microsoft es un sistema propietario de una empresa que se niega a revelar lo que hace con la información que se almacena en él. Y las últimas versiones de Windows, de hecho, con su afán por personalizar la interfaz, han avanzado aún más en la gestión de la información personal, haciendo incluso que muchos de los detractores comiencen a atacar por esta vía a la futura implementación de un presumible windows cloud que guardará información como DNIs, tarjetas, por no decir fotos, etc… en un perfil online accesible desde cualquier lugar…

Y de la transparencia en las comunicaciones y los protocolos de Internet, mejor ni hablar, porque nos darían los siete males. Asumámoslo: Internet es un lugar público, aunque pretendamos tener nuestras parcelas privadas… pero, ahora más que nunca, vuelve a ser vigente el dicho de Es imposible ponerle verjas al campo.

Esto no es una broma