El problema de las cookies

Mi amiga Carla Vigara, gran humorista del mundo mundial, en absoluto gilipollas a pesar de su insistencia, ha publicado el otro día este texto sobre las cookies en una red social:

Hoy, en «Los problemas del primer mundo», vengo a comentar mi indignación ante las famosas cookies. Esos textos que aparecen en sitios web y que están ahí para que dichos sitios registren información sobre ti, para venderte hasta a tu madre y que vuelvas repetidamente a estos mismos sitios.

Mi política de cookies había sido aceptar todo y a correr. Hasta hace poco. Que me dio por rechazar todo y a correr. O rechazar hasta donde me dejan rechazar, porque hay unas «cookies necesarias» que te las vas a comer sí o sí. Quizá por eso las llamaron «cookies». PORQUE TE LAS COMES.

Total. Que mi indignación viene de que, como en tantas otras cosas, utilizan la política del hastío, del hartazgo, de la desesperación. Porque tú rechazas. Y rechazas. Y esta no y esta tampoco. Todo no, menos las «necesarias». Pero si vuelves ahí, sorpresa: tienes que volver a rechazarlo todo otra vez. De una en una. Ninguno de estos sitios web guarda, pese a haberle dado a un botón que pone «guardar y cerrar» y pese a que estás accediendo desde el mismo dispositivo, tu configuración de «idos, por favor, a freír espárragos».

Curiosamente, sí guardan la configuración si lo aceptas todo. Te comes TODAS las cookies y engordas para morir cayendo en la manipulación, que es lo que harán con «el registro» de tu visita.

De momento me coge con ganas así que voy a seguir rechazando. Dijo ella, mientras publicaba en una red social.

A lo que un amigo le ha respondido cordialmente, con información bastante acertada:

Un sitio web no puede guardar que has rechazado las cookies si no se lo permites… No es una trampa. Es que no puede.

Mi amiga, que es mucho menos ignorante de lo que ella afirma, le pregunta o comenta lo siguiente:

Soy una ignorante en esta como en tantas otras cosas, pero si tú guardas la configuración de las que aceptas y las que rechazas porque hay un botón para ello, ¿qué es? ¿Guardar para este ratito y no preguntarte en dos minutos otra vez si no sales de aquí? No entiendo que exista este botón si no vas a guardar, efectivamente, las preferencias de cookies. Pero insisto. Ni pajolera idea.

No he podido por menos que lanzarme a responder hablándole de cómo funcionan las cookies, ese pequeño engendro del «demoño», con el que nos controlan, haciendo no veladas referencias a mi querida película de Amanece que no es poco, que tanto ella como yo veneramos:

Como dice tu amigo, para que un sitio web guarde tu decisión sobre las cookies o cualquier otra información, ha de usar cookies, pero como le has dicho que no guarde cookies, pues no puede guardar tu decisión sobre las cookies, así que te seguirá preguntando en un bucle divertido e infinito si quieres que guarde tu decisión sobre las cookies, pero la única forma que tiene de hacerte caso por siempre jamás es que aceptes las cookies, información que la web guardará en una cookie (en tu dispositivo, por otro lado, así que no lo guarda, lo guardas tú), pero por otro lado, el hecho de una web que te pregunte si quieres que guarde tu decisión sobre las cookies en realidad te dice que no tiene ni idea de qué hacer, lo que viene a significar que no tiene una cookie tuya (o suya) que le diga nada, o sea, que es la mejor señal de las posibles. Pero todo esto es mucho más divertido de lo que puedo llegar a explicar. ¿Acaso hay cookies de chocolate? ¿de jengibre? ¿Por qué las cookies se llaman cookies, es porque te las comes, como tú crees o es porque te las dan, a modo de «hostias» más o menos consagradas? ¿En qué idioma hablan las cookies? ¿Tienen pelo las cookies? ¿envejencen las cookies? ¿Les duele algo? El honor de las cookies, la pauta completa de cookies… ay… ¿Son las cookies las nuevas ingles? … [Por favor, déjame usar tu texto y mi respuesta para un viejo proyecto cuyo reinicio ha despertado]

Y ahora estoy deseando lanzarme a terminar ese proyecto de cookies, una aplicación web que ofrezca una y otra vez aceptar todas las cookies de todas las web del mundo mundial y que no pueda hacerlo, lo diga, pero insista, en un bucle infinito de aceptación de todas las cookies de las web del mundo mundial, en realidad, en un ejercicio de sumisión absoluta y absolutamente imposible.

Otro de esos proyectos absurdos de poesía programable que tanto me divierten.

Particiones del PC de mi estudio

Tengo 2 discos duros internos (SSD/SATA) en el PC pues hace unos meses el que tenía me dio problemas, que era para instalar el sistema operativo y aprovechar la velocidad de acceso que se supone que da sobre los discos mecánicos (HDD).

El equipo se quedaba parado en el reconocimiento de discos, antes de iniciar el sistema operativo, y en esa pantalla negra triste me dejaba absolutamente indefenso y sin muchas pistas de cuál podría ser la causa.

Después de pensar en adquirir un nuevo PC, incluso, lo que no me hacía mucha gracia, encontré una posible razón basada en un problema en el sector de arranque del disco que tenía, así que probé a comprar un disco interno SSD (también de 240Gb, como el existente) e instalar, aprovechando la coyuntura, una versión más reciente de Linux Mint, en concreto la 20.3, frente a la 19.3 que tenía (y aún tengo) en el otro disco.

Cambié los discos de sitio (y los cables SATA, por si eran el problema, que también podía ser) y probé con la nueva instalación y todo funcionó. Desde entonces, mi ordenador arranca sin problemas, pero había quedado un poco «desordenado», pues las particiones estaban dimensionadas como si el disco nuevo solo sirviese para el sistema operativo y una enorme partición /home que apenas contenía nada en ella.

Hoy he estado haciendo cambios, con todo el miedo que eso conlleva (pero es viernes y tengo margen de maniobra), sabiendo que tengo backups por todas partes (jejeje), para tener en el disco primero (sda) el sistema operativo principal (Mint20), así como la partición /home a la que le he reducido el tamaño pues tan sólo utilizada 13Gb para migrar desde el disco sengundo (sdb) una partición que dedico a máquinas virtuales (/media/vmachines). He dejado más de 80Gb sin asignar, porque nunca se sabe… (viejas costumbres de viejo administrador de viejos sistemas).

Eso me ha dejado un disco segundo (sdb) mucho más «limpio» con tan sólo 2 particiones, la del viejo sistema operativo Linux Mint 19.3 (que próximamente borraré, si lo preciso) y una partición /users (/dev/sdb5) que contiene lo que más me importa: dos carpetas con ./giusseppe (para algunos documentos, correo electrónico POP3, algunas imágenes…) y mi carpeta principal ./jmdomin que cada día ocupa más… y me parece un buen síntoma.

Esta es mi carpeta de trabajo y llevo décadas teniéndola organizada y sabiendo lo que ocupa. Hace tiempo que ha excedido los 128Gb y uno de los dispositivos (un pendrive llamado «minijmdomin») que utilizaba para sincronizarla ya no me sirve. Pero es uno entre más de 6 discos… así que puedo relajarme.

De esta carpeta hago copias de seguridad tanto en la nube (Mega) como en otros discos con herramientas de desarrollo propias de las que me fío y ejecuto cuando lo deseo o planificadamente.

Tengo un disco externo de 1Tb (GSPDISK1T) en el que almaceno aquello cuya velocidad de acceso de lectoescritura me resulta menos importante. Por supuesto, amén de las copias de seguridad de carpetas importantes o de mi blog.

19 metros de cable VGA

19 metros de cable VGA
recorren nuestra casa
y me he quedado corto.

19 metros de cable VGA
para llevar señales de vídeo
(de ahí la V)
hasta un proyector que ya no existe.

19 metros de cable VGA
que unen un ordenador
(que nunca ordena)
con una pantalla de televisión.

19 metros de cable VGA
encerrados en una canaleta
soga alrededor de nuestro sofá
donde nos sentamos
cada ciertas horas
a disfrutar de caricias bajo unas mantas
mientras vemos
(de ahí la V)
una serie que nos gusta
o que no nos gusta mucho
en un dispositivo
conectado a algún emisor de imágenes
por HDMI
que hace que el viejo VGA
(de ahí la V)
sea un montón de cableado obsoleto
como yo.

No dejo que los algoritmos simplifiquen mi vida

No tiene la menor importancia (como casi todo lo que me afecta), pero hace unos días tuve una conversación con un sobrino de Carmen sobre por qué no dejo que los algoritmos simplifiquen mi vida.

Es cierto que no estoy libre de ellos, y si creo lo contrario mi ingenuidad no tendría límites, pero me gusta mantener ciertos hábitos que considero saludables de esfuerzo en la búsqueda, pues resulta interesante interesarse y no dejar que me resuelvan la vida.

Quizá las listas sugeridas de Spotify sean mucho más de mi agrado que buscar por mi cuenta los artistas que me interesan y seleccionar «manualmente» el «vinilo» que quiero que suene, en lugar de «abrir mi mente» a las sorpresas que el algoritmo pueda tener preparadas para mí, para mis gustos que conoce con absoluta precisión, mucho mejor de lo que yo pueda llegar a conocer.

Quizá gracias al algoritmo descubra otra manera de escuchar música, otras músicas, pero con una nueva metodología de hallazgo.

Y es que este es el quiz de la questión, que no quiero hallar, sino buscar, quiero equivocarme, quiero cometer errores, quiero ser humano (pero no transhumano) y es que, quizá, me estoy quedando obsoleto.

Intentando recuperar un miniportatil olvidado

Tenemos por casa un viejo (muy viejo, de más de 12 años) miniportátil Toshiba NB100 que tenemos puesto a la venta en Wallapop, pero por el que nadie da nada de nada…

No obstante, con un linux ligero instalado (Lubuntu 18.04, con soporte (LTS) hasta 2023) funciona para un montón de cosas básicas, como navegar por internet o ver alguna película usando VLC Player, etc, etc… Carmen, de hecho, lo ha estado usando hasta justo antes de una pandemia para musicalizar en algunas de sus prácticas de Tango menores, que no requerían mucho ajetreo de programas sofisticados para una TangoDJ como ella.

Hoy he visto un vídeo de un chico que recuperaba (mejoraba, en realidad) con una memoria de 2Gb un equipo parecido, añadiendo además un disco SSD y me ha dado por recordar que teníamos ese tipo de memorias extirpadas de un portátil HP Pavilion que me salió bastante mal y acabé descuartizando y despiezando. Así que lo he abierto precipitadamente (quería irme o venirme al estudio a trabajar en otro tipo de cosas editoriales) y le he sustituido la memoria de 1Gb que trae por una d 2Gb (ambas DDR2) pero tras hacerlo el portátil no arrancaba. Lo dejé inconcluso, aunque cerrado, para ver si exploro otras posibilidades este fin de semana, pero siempre pensando que es una tarea absurda esta vocación anticonsumista en un mundo que ignora que la obsolescencia programada no está injerta en los dispositivos sino en nuestros hábitos.

tecnología humanizada

Humanizar: 1. tr. Hacer humano, familiar y afable a alguien o algo. 2. prnl. Ablandarse, desenojarse, hacerse benigno.

¿La humanidad es un hecho o un acto?

Tiene algo de absurdo humanizar una inteligencia artificial.
Quizá, incluso, absurdo del bueno.

¿Puedo yo humanizarme (convertirme en humano)? ¿Puedo dejar de ser humano, incluso demasiado humano?

Escucho hablar de Hitler o Hítleres varios bajo el epíteto de inhumano, pero siempre guardo silencio y pienso que no quiere asumirse la elasticidad de la acción humana, la elasticidad salvaje, brutal, si se desea, pero humana.

Era un bebé más o menos tierno, como bien acierta a apuntar el poema de Wislawa Szymborska titulado Primera fotografía de Hitler. Bebé humano.

humanizar

Formas no personales

Infinitivo

Gerundio

humanizar

humanizando

Participio

humanizado

Indicativo

Pronombres personales

Presente

Pretérito imperfecto / Copretérito

yo

humanizo

humanizaba

tú / vos

humanizas / humanizás

humanizabas

usted

humaniza

humanizaba

él, ella

humaniza

humanizaba

nosotros, nosotras

humanizamos

humanizábamos

vosotros, vosotras

humanizáis

humanizabais

ustedes

humanizan

humanizaban

ellos, ellas

humanizan

humanizaban

Pretérito perfecto simple / Pretérito

Futuro simple / Futuro

yo

humanicé

humanizaré

tú / vos

humanizaste

humanizarás

usted

humanizó

humanizará

él, ella

humanizó

humanizará

nosotros, nosotras

humanizamos

humanizaremos

vosotros, vosotras

humanizasteis

humanizaréis

ustedes

humanizaron

humanizarán

ellos, ellas

humanizaron

humanizarán

Condicional simple / Pospretérito

yo

humanizaría

tú / vos

humanizarías

usted

humanizaría

él, ella

humanizaría

nosotros, nosotras

humanizaríamos

vosotros, vosotras

humanizaríais

ustedes

humanizarían

ellos, ellas

humanizarían

Subjuntivo

Pronombres personales

Presente

Futuro simple / Futuro

yo

humanice

humanizare

tú / vos

humanices

humanizares

usted

humanice

humanizare

él, ella

humanice

humanizare

nosotros, nosotras

humanicemos

humanizáremos

vosotros, vosotras

humanicéis

humanizareis

ustedes

humanicen

humanizaren

ellos, ellas

humanicen

humanizaren

Pretérito imperfecto / Pretérito

yo

humanizara o humanizase

tú / vos

humanizaras o humanizases

usted

humanizara o humanizase

él, ella

humanizara o humanizase

nosotros, nosotras

humanizáramos o humanizásemos

vosotros, vosotras

humanizarais o humanizaseis

ustedes

humanizaran o humanizasen

ellos, ellas

humanizaran o humanizasen

Imperativo

Pronombres personales

tú / vos

humaniza / humanizá

usted

humanice

vosotros, vosotras

humanizad

ustedes

humanicen

¿Qué se imaginan que hace un artista de arte conceptual?

Encuentro esta página buscando información sobre las posibilidades de Krita, una herramienta de edición de imágenes de código abierto, muy vinculada al escritorio KDE de Linux y que, quizá por ello, pues es un escritorio que siempre me ha recordado demasiado a Windows, por su peso para conseguir unos efectos que, en buena medida, me son innecesarios, quizá por que yo soy más afín a los escritorios derivados de GNU directamente, como GNOME o, posteriormente, desde mi asco hacia UNITY, linux mint con cinnamon, he sido más usuario de GIMP, pero que es una herramienta que no acaba de despegar, entre otras cosas, por su falta de soporte para gráficos vectoriales (SVG) y, sobre todo, por la imposibilidad de manejar imágenes aptas para impresión en color CMYK.

Esto último me ha hecho buscar alternativas (dentro de lo enormemente alternativo que es el universo linux, ya per sé) a Inkscape, que es la aplicación que más me gusta para diseñar cubiertas de libros o carteles o lo que sea, pero que adolece de soporte para CMYK, lo que me parece imperdonable.

En resumidas cuentas, me fui a explorar las posibilidades de Krita y me encuentro que satisface ambos requisitos (Vectorial y CMYK) pero tiene poca documentación actualizada en español. (Siempre hay alguna deficiencia…)

Lo divertido fue encontrar esta descripción:

Diseñada para artistas de arte conceptual

que me ha hecho preguntarme ¿qué se imaginan que hace un artista de arte conceptual?

Quizá sería más útil decir que cualquier herramienta de mind-mapping es mucho más adecuada para este tipo de artistas, pero eso tan difícil de explicar como hacer entender que una obra pueda ser una idea y no su realización tridimensional.

Así que me río y sigo mi camino.

Facebook y 10 años después…

En enero de 2012 escribí el siguiente texto cuando cerraron Megaupload sin más causa que la de que albergaba contenido pirata, sin tener en cuenta que personas como, por ejemplo, yo, lo usaba sin albergar nada que fuese piratería, sino creaciones propias o de dominio público.

¿Estaré ahora fichado por haberme atrevido a entrar (intentar entrar) en una web criminal? ¿Tengo tratos con el demonio y no lo sabía? ¿Qué habrá pasado con la copia que tenía albergada de los documentos de Wikileaks? Estamos cerca de ver el final de una era. Se avecina mucha, mucha censura.

Pero esta semana, 10 años después de aquella publicación, Facebook, ese «garante de la libertad de expresión», ese «inocente lugar donde publicar confidencias», ese «defensor del derecho a la intimidad», me recuerda que en enero de 2012 publiqué una foto (una imagen en realidad que no es una fotografía, sino una captura de pantalla) y me dice que si quiero compartirla…

La ironía de este acto inconsciente no se me escapa, así que la comparto con la siguiente parrafada que, en enero de 2032, facebook me recordará que publiqué en esta semana… Refritos…

Facebook no es un ser humano. Lo sabemos. Es una aplicación que gestiona la información casi sin darse cuenta de lo que hace (con directrices, claro y claras, pero inconsciente) así que me recuerda que ya anticipábamos hace 10 años que su censura era sibilina.

Nada nuevo bajo el sol. Nada inesperado.

Pero me hace tanta gracia que para FB cualquier imagen sea «una foto», «un recuerdo» que no puedo sino acordarme de esos androides (nexus) que guardaban como oro en paño su puñado de polaroids por el que estaban dispuestos a matar o morir.

¿Existirá FB en 2032?

estepicursor

imagino un estepicursor rodando sobre fondo blanco con toques de azul…

facebook en caída libre, antes de existir en un metaverso paralelo(s), está dejando de ser una plataforma líder en lo que a redes sociales se refiere, como anteriormente pasó con MSN u otras por el estilo.

solo se ven pasar viejos dinosaurios ante la pantalla, estepicursores digitales que necesitan una banda sonora de Ennio Morricone, un spaghetti western con duelos verbales verborreicos proverbiales, una obsolescencia improgramada se ha apoderado de sus servidores, y de un servidor que ve, agotado, el paso del tiempo y cómo esto quizá exija una nueva migración a países cálidos, sean o no miembros de la misma parafernalia, como sería instagram, donde llevo sin publicar más de un año seguido, viendo que sólo es un escaparate para egos necesitados de ensalzamiento, como el mío.

el otro día saltó otra voz de alarma cuando mi querida amiga Ana Matey dijo que iba a dejar la red para solo publicar en instagram. yo me pregunto si no dejará pronto aquella otra para publicar en tiktok o en cualquier otra cosa, pinteréstica de poco interés para mí.

sigo sintiendo cómo se viene la muerte, tan callando, como Manrique vaticinaba, y habito o vivo en un mundo que ya no existe, la impermanencia es lo único que pervive, que permanece constante como f(x)=3, que nos enterrará a todos y todas nuestras cuitas.

2022

Hasta el año 2200 no vuelve a haber un año compuesto únicamente con doses y ceros. Al menos en este arbitrario calendario.

He realizado un pequeño script que escribe los años que vamos a pasar en sequía de una condición tan arbitraria como cualquier otra:

#!/bin/bash

for ((i=2022; i<=2200; i+=2)); do
echo $(printf "%03d " "$i")
done

y el resultado, después de sustituir los finales de línea por barras, para unirlos en una sola línea es:

2022/ 2024/ 2026/ 2028/ 2030/ 2032/ 2034/ 2036/ 2038/ 2040/ 2042/ 2044/ 2046/ 2048/ 2050/ 2052/ 2054/ 2056/ 2058/ 2060/ 2062/ 2064/ 2066/ 2068/ 2070/ 2072/ 2074/ 2076/ 2078/ 2080/ 2082/ 2084/ 2086/ 2088/ 2090/ 2092/ 2094/ 2096/ 2098/ 2100/ 2102/ 2104/ 2106/ 2108/ 2110/ 2112/ 2114/ 2116/ 2118/ 2120/ 2122/ 2124/ 2126/ 2128/ 2130/ 2132/ 2134/ 2136/ 2138/ 2140/ 2142/ 2144/ 2146/ 2148/ 2150/ 2152/ 2154/ 2156/ 2158/ 2160/ 2162/ 2164/ 2166/ 2168/ 2170/ 2172/ 2174/ 2176/ 2178/ 2180/ 2182/ 2184/ 2186/ 2188/ 2190/ 2192/ 2194/ 2196/ 2198/ 2200/

Como puede verse, me ahorré los impares, pues obviamente no están formados únicamente por dígitos ceros y doses. Era por ahorrar… 😉

Esto no es una broma