Las hojas secas
mojadas por la lluvia
de la mañana.
Otoño duro
con sus brazos de barro
cubre mi frente.
Diario
Las hojas secas
mojadas por la lluvia
de la mañana.
Otoño duro
con sus brazos de barro
cubre mi frente.
Con esta bella palabra que me ha pasado Javier Jiménez he escrito este rápido haiku sin mucha trascendencia, como debería ser todo haiku:
mi zarramplín
se mira en el espejo
cada mañana
sin la palabra
el silencio se agosta
fundido a negro
silencio terco
negro como esa nube
sin horizonte
ciudad dolida
llueve todo el asfalto
sobre el silencio
una mañana
el silencio me espera
para vengarse
tras la ventana
se esconde tu silencio
que es mi palabra
luz cegadora
la palabra se torna
silencio gris
mudo silencio
el silente silencio
que se repite
bajar persianas
es una acción rebelde
por el silencio
oscuridad
impura palabra
silencio negro
en el silencio
la oscuridad fallece
por ostracismo
papel en negro
oscuridad reinante
texto en silencio
la rama rota
amarga referencia
desde el silencio
haiku invisible
en negro sobre negro
casi no existe
desaparece
el silencio en el negro
se desvanece
roto el silencio
tormenta de palabras
cae desde el cielo
negro y más negro
un haiku y otro haiku
silencio incierto
sin ser esdrújula
la palabra silencio
tiene elegancia
cuando te olvido
el hueco en la memoria
ruge silencio
formas opacas
ocultan del silencio
su lado amable
negritud muda
necesito silencio
para expresarme
silencio negro
sepultando palabras
innecesarias
tras la llamada
el silencio se impone
a la palabra
acariciando
silencio terciopelo
la luna muge
soy el carbunco
que arranca del silencio
último llanto
soy el silencio,
el negro sobre negro
hábito ciego.
tras la palabra
el silencio aterriza
en el misterio.
baja la noche
sobre cada rincón.
Silencio muerto.
cierro los ojos
al borde del abismo
silencio denso.
Ayer, mi querida Andrea Vidal Escabí me regaló (a mí y a varias personas que habíamos participado con unos cuantos haikus en su proyecto) esta preciosidad editada por ella y su madre con todo su cariño. Es tan bello el regalo que me quedé sin palabras.
Le pregunté si conocía el famoso libro de Raimond Queneau titulado Cien mil millones de poemas del que llevo usando una imagen desde que lo descubrí para anunciar mis temáticos de OuLIPO.
El bordado, dice Andrea, que lleva la portada está realizado con una técnica japonesa que yo no conocía:
La cubierta es un bordado japonés llamado kogin que usaron las clases bajas durante la dinastía Edo, pues tenían prohibido usar algodón o seda. Debían usar cañamazo que no sólo era muy duro, sino también muy poroso, así que bordaban las telas para hacerlas más gruesas
Me encanta saber que parte de mi trabajo consiste en inspirar creaciones como esta que hacen, claramente, del mundo un lugar mejor.