10 haikus a vuelapluma

La masa roja
junto a las sillas
no huele a nada.


Con oscas sacas
sacos de cosas sosas
ascos sin casa.


Los dos casquitos
persiguen en silencio
nuestras ausencias.


La A agrandada
salva la alborada
cada mañana.


La bicicleta
tiene ruedas de viento
bajo la tripa.


En la pared
cartabones y escuadras
copulan rectas.


En el espejo
mi reflejo me mira
desde el espejo.


Baja la lámpara
a la caja aplastada
para amasarla.


Sobre la mesa
el foco llora sombras
de porcelana.


El palo selfie
brilla sobre el informe
con apatía.

La cucharilla

La cucharilla
no osa reflejar
concavidades.

Haiku de 17 sílabas tónicas (5-7-5) rompiendo la sinalefa del segundo verso, lo que otorga a la lectura algo similar a la pausa necesaria en el haiku conocida como Kireji (切れ字), sin serlo, no obstante.

Excepcionalmente un haiku puede tener entre 16 y 23 moras, en cuyo caso se denomina hachô (haiku de metro roto.

Podríamos añadir que le faltan otros de los elementos formales que hacen que un haiku sea un haiku, pero quizá el exceso de exigencias paralizaría la creación. Afortunadamente, también podemos hacer lo que nos dé la real gana y punto. A riesgo de que algún ortodoxo no nos considere Haijin… lo que, por otra parte, es intrascendente.

Esto no es una broma