no están entre los primeros
de mis recuerdos
y
sin embargo
están entre los primeros.
Poemas
Encerrado
ese bolígrafo
abrazado por palillos negros
llora silencios.
Móviles
tu teléfono y el mío
mirándose
juegan a recordarnos.
Himno a Dios
no a Dios
a Dios
Him
Him
Him
no Dios
o Dios
a
a
a
h
h
h
h
h
h
.
.
.
Los que nos precedieron
Hay un haiku de Matsuo Basho que hace referencia a esto mismo, pero que no consigo encontrar en mi desordenada colección de libros de poesía japonesa.
Recuerdo que dice algo así como que caminar por el camino de los ancestros no es imitarles, sino realizar su mismo recorrido para aprender a caminar.
Mientras estoy llevando a cabo un taller sobre OuLIPO y su famosa Literatura Potencial y los juegos de estilo de Queneau, pienso en que caminar por el trampolín de los que nos precedieron para saltar a la piscina de nuestro futuro.
Copiamos sus juegos, para jugar de nuevo y aprender a jugar… después, tocará aprender a crear los propios juegos. Esta es, en última instancia, la aspiración de un poeta (digno de llamarse tal).
Inocuo
Como a mí
mi muchacha acudió
una nocturna hora
a buscar un abrazo
con sus manos puras.
Yo no fui capaz,
no,
al vislumbrarla
tal como supuso un amigo
y fui inocuo (una ocasión más)
con su amor
como un rayo blanco
como una alondra roja o rosa
como su fin
y así,
raudo,
acabó conmigo…
sí, fundidos hasta hoy.
Protuberancia
su nariz
al volverse
me hizo una llave de yudo.
Trata el espacio público como si fuese…
tu casa
la casa de tus padres
la casa de tu mejor amigo
la casa de tu mejor amiga
la casa de dios
la casa del rey o de la reina
la casa de un político
la casa de un policía
la casa de tu suegra
la casa de tu hermana
…
…
pero
en vistas de cómo trata mucha gente
su casa
la casa de sus padres
la casa de su mejor amigo
la casa de su mejor amiga
la casa de dios
la casa del rey o de la reina
la casa de un político
la casa de un policía
la casa de su suegra
la casa de su hermana
…
…
te diría:
trata el espacio público como si fuese
la casa de alguien a quien deseas enamorar.
El misterio de las cucharillas
Han vuelto a desaparecer varias cucharillas
y, quizá, algún que otro tenedor
aunque hay un par de cuchillos que no consigo
que desaparezcan.
Es un misterio asentado
en la impudicia de la infelicidad
de la cubertería
cibernética
contra el paradigma de la extra-post-modernidad.
Desaparecen
perdidas en la niebla del olvido
bajo las mantas de algún residuo putrefacto
sobre las láminas petroquímicas
reutilizadas.
Vuelven a desaparecer
como si fuese cíclica costumbre arrabalera
que inunda la nostalgia de la pérdida
y la prédica
de una semana de festejos
con candor de ventana
y un Río Orinoco
de cauce sacro
que acaricia el recuerdo
de mi niñez.
Las cucharillas
ya no son ningún símbolo
de un pasado que nunca conocí
ni de un futuro que no deseo saber
sino unas herramientas
para voltear infusiones
o alguna combinación láctea en la mañana.
Son solo eso
sin vínculos conocidos con el tráfico de drogas
o las corruptelas de ningún partido político de corte neoliberal.
Son solo eso:
cucharillas que
tras un puñado de días
desaparecen
para no volver más.
Hipocresía
hipocondríaco
hipocampo
hipotálamo
hipo
hipopótamo
hipoalergénico
hipoglucémico
hipo
hipogeo
hipocentro
hipofunción
hipo
hipogénico
hipocentauro
hipocastanáceo
hipo
hipofosfito
hipofostato
hipofosforito
hipo
hipocicloide
hipoclorhidria
hipocrás
hipo
hipófisis
hipócrita
hipócrita
hipócrita
hipócrita
hipócrita
hipócrita
hipócrita
hipócrita
.
.
.