sobre la mesa
(que no es una mesa)
fluye mi mente
Poemas
Elegía
Yo elegía
tu elegía
mientras su elegía
elegía
mi elegía
como única elección.
El estudio
Me fui lejos.
No te vi, pero supe que tu olor
me llegó.
Tus besos no pudieron
conseguir mi olvido.
Te recordé sin fin:
tu cuello, tus ojos,
tu piel, tu sexo,
tus muslos, tus tobillos,
tus pies.
Me fui lejos y tú
viniste conmigo
porque tu cuerpo
fue, como siempre,
mi estudio
preferido.
Fisura Anal
En Agosto estuve con mi amada en Malta, país curioso donde los haya, pero que disfrutamos de una forma un tanto desagradable: al primer día presentamos síntomas de un cólico o algo similar. Fuimos a un médico que estaba en el trasfondo de una farmacia y nos diagnosticó gastroenteritis. Tres días en cama y sin ganas de. Tres días en cama visitando el baño cada 2 horas. Muy desagradable. El medicamento que nos recetó era un fuerte astringente que pretendía evitar la deshidratación.
Y llegamos a Madrid, casi sin haber disfrutado de Malta, salvo, afortunadamente, de la maravillosa compañía, que siempre es lo mejor en cualquiera de los viajes que realizamos juntos.
Y el medicamento seguía haciendo efecto, hasta el punto de que la primera vez que en Madrid acudí al baño a defecar sufrí unos dolores desgarradores. Dolores que perduraron unos días y que entendí como normales. Pero el tiempo pasó.
Llegó septiembre y Carmen se fue a Buenos Aires, como cada cierto tiempo, requiere y busca nuevas formas de impartir sus clases, es algo que admiro especialmente de ella, su interés por seguir creciendo como persona, como bailarina, como profesora…
Mi culo seguía molestándome. Poco a poco fue doliéndome de una forma más profunda, casi interna. Pero el miedo, mi hipocondría, hizo que tuviera ganas de esperar al regreso de mi amor. Diría que sentía que quizá su presencia me sanaría, pero no fue así. Regresó y seguía doliéndome.
Primer médico: siempre que puedo en la Seguridad Social, porque he de reconocer que soy de los que opinan que tanto la medicina como la educación deberían ser públicos en exclusiva. Me dijo que presentaba síntomas de unas hemorroides, también llamadas almorranas, palabra que me resulta sumamente desagradable. Hemorroide es algo más… ¿científico? No sé, pero me gusta más. Así que me contenté pensando que era algo extendido, que tenía más gente (mal de muchos…) y que, en el peor de los casos, tenía una intervención posible. Pero, para estar seguros, me pidió que volviese al cabo de un mes. Y volví, claro, siempre hago caso a mis médicos. Y el problema seguía y no parecía haber mejorado, así que me recomendó visitar a un especialista del aparato digestivo por si se trataba de algún problema más interno.
Segundo médico: el especialista. Tras una observación minuciosa, me dijo que tenía una fisura anal. ¡Se me ha roto el culo! Y que tenía que seguir un tratamiento de supositorios durante 3 semanas. Claro, siempre hago caso a mis médicos. Seguí el tratamiento pero no se acabó de cerrar la fisura. Este señor, además, indagando en los antecedentes familiares (las herencias genéticas) descubrió que mi abuelo había padecido cáncer de colon, así que me recomendó una colonoscopia. Además de ser dolorosa, una colonoscopia resulta una intervención parcialmente invasiva y he decidido no hacérmela de momento, pues tengo aún ciertos dolores que me hacen pensar que pueda la fisura haber resistido a la cicatrización.
Pero lo peor es que pienso que quizá me he equivocado, que quizá tendría que ir a realizarme la prueba y descartar posibles problemas más internos. Me da miedo afrontar que puedo tener cáncer, me da mucho miedo afrontarlo porque estoy seguro de que no quiero vivir de esa manera, con tratamientos duros, con una calidad de vida mermada, con dolor alrededor, con compasiones, incluso autocompasión. No quiero vivir de esa manera y no lo haría. ¿Me mataría? Bufff… pensarlo me hace temblar, me hace latir el párpado sin que pueda evitarlo, los músculos del muslo palpitan en cuanto relajo la pierna. No quiero pensarlo y no puedo evitar pensarlo. Mi pensamiento está como encerrado en un bucle absurdo del que la única salida es la muerte o el olvido. Olvidarme es la solución si todo va curándose de manera definitiva y morir puede ser la otra salida del bucle. Morir por voluntad propia o no tan propia. Pero bueno, morir es algo inevitable, ¿no? Alguna vez afirmé que era inmortal y puede que aún lo crea a veces, si pienso que el mundo es una concepción subjetiva, una especie de creación mental, con mi mente apagada se acaba el mundo y, sin mundo, no hay muerte.
Estoy muy asustado. Es un miedo infantil. Un miedo absurdo. Un miedo paralizante. Aplazo comenzar proyectos, aplazo encuentros, aplazo hasta citas con amigos que suelen ser amigas. Aplazo tantas cosas que tengo una sensación de haber dejado mi vida en stand-by.
Quizá eso es lo que más me gusta de haber comenzado este blog, la sensación de que salgo, de alguna manera, de ese estado de bloqueo ridículo, de parálisis injustificada, irracional, aunque ya sé que eso es comprensible, que entra dentro de la naturaleza humana, incluso animal, el tener miedo, el sentir pavor ante la idea de la muerte. ¿Acaso quiero ser un espíritu puro? ¿un ser sin cuerpo, sin las ataduras físicas del mismo? Hablé un día con una amiga a la que quiero mucho sobre esa sensación tan curiosa que es no pensar en que se tienen órganos dentro de la piel. Se sabe, sabemos, que están ahí, pero los ignoro como si no fuesen míos, los hago sufrir y los someto a mi voluntad (cerebral) y luego, claro, ellos protestan (digo ellos porque no son yo, son otros, son ajenos, por muy dentro de mí que parezcan estar). Especialmente el ano. Ese lugar por el que se expulsan las heces: mierda, mierda, mierda… y sigo teniendo miedo.
El ano, el culo… y sé que tiene terminaciones nerviosas que, incluso, pueden proporcionar placer, pero jamás, jamás, he sido capaz de imaginarlo de manera placentera, siempre como un lugar olvidable, ignorable, oscuro (sin chistes), un lugar ignominioso, sucio, feo… no quiero hablar de mi culo, no quiero comentar nada y menos aún de manera pública sobre mi culo, sobre mis almorranas que ya son otra cosa y puede que luego sean otra cosa. No quiero mencionarlo, no quiero… y es el asunto principal de mi cerebro desde hace casi medio año: lo ocupa como un hipopótamo en una plaza de garaje.
Fisura anal: ¿qué poema le dedicaría?
Tengo una fisura en el ano
desde hace tiempo
y mi mente
piensa sin cesar en ella
y mi mente
no me deja pensar en otra cosa
y mi mente
se atasca
me obliga a visitar médicos, hospitales, reposos, tratamientos…
y mi mente
hace latir mis músculos
nervios
tendones
y esas cosas que hacen que el cuerpo
sea un chisme físico
tridimensional, por lo menos, tridimensional
y mi mente
hace que mis conversaciones giren alrededor de un agujero
que no planifique sin recordar mi ano
que no viva con la intensidad que considero mínima
que no viva olvidando el dolor
el dolor de vivir
el dolor de ser
el dolor
y duela
el miedo
el angustioso miedo a morir
a matarme
a matar
a dejar de amar
a dejar de querer vivir
a no poder olvidar
una maldita
fisura
anal.