Negro sobre negro

Quiero escribir
en negro sobre negro
para no dejar huella
para dejar huella muda
para no dejar tinta
para dejar tinta ciega
para no dejar restos
para dejar resto muerto.

Quiero escribir
en blanco sobre blanco
para dejar huella muda
para no dejar huella
para dejar tinta ciega
para no dejar tinta
para dejar resto muerto
para no dejar restos.

No tengo cuenta de twitter

Facebook está de capa caída.
Instagram es el auge del postureo.
Whatsapp es un correo electrónico privado.
Twitter dicen que es la red del enfado.
Tic-Toc genera adicción.
Youtube tiene mucha publicidad.
Google no tiene plus.

El enfado no me va a pillar por banda
para aumentar el descontento.

No quiero publicar vídeos
de menos de 9 minutos
porque no soy muy guapo.

Me cuesta usar Instagram
sin boicotearlo.

Hoy pensaba
que cualquier día
dejaré de usar Facebook
en el ordenador
ya que no lo uso en el móvil
y me olvidaré de esas absurdas
advertencias sobre posibles estafas
por suplantación de cuentas.

Si alguien
alguna vez
suplanta mi cuenta de twitter
seguramente no me enteraré
porque no tengo tal cosa.

La de linkedin la di de baja
por ausencia de propósito.

Esta internet 2.0
es una calamidad.

Pavos Reales

Basándonos en un verso de Elva Macías, escritora mexicana de poesía contemporánea, nos dejamos llevar por el sugerente título de Pavos Reales y escribimos esta pequeña publicación.

Escrito por Andrea Vidal Escabí, Armando Silles Mclaney,
Isabel Jiménez, JMariano Velázquez, María José Gómez Sánchez-Romate, Yolanda Jiménez, en octubre de 2021 y editado y publicado por Giusseppe Domínguez para la Asociación Cultural Clave 53 en octubre de 2022.

PavosReales

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Vehículo del miedo

He venido a hablar de mis miedos,
de esas mariposas que se posan en mis labios
y me cierran la boca de por vida.

He venido a hablar de mis pesadillas,
con las que duermo despierto toda la noche
y gran parte del día.

He venido a hablar de mis sueños,
de esos que nunca se cumplen
y generan frustración.

He venido a hablar de mí,
sin más tapujos
y sin vergüenza.

No hay que temer a la verdad desnuda
(porque la verdad siempre está desnuda)
ni a la arrogancia de exhibirla
como trofeo enarbolado.

No hay que temer a la mentira falaz
(porque la mentira a veces es falaz)
ni a la desidia por abandonarla
como quien huye entre ramas.

He venido a hablar,
a hablar y hablar
creyendo que digo algo importante
sabiendo que digo algo trivial.

Pero aun así…
he venido.

Te veo bien acompañado

Dice alguien con una mirada pícara
intentando establecer complicidad.

Ocurre cada vez que estoy en un grupo
donde el único que parece ser un hombre
soy yo.

Ni siquiera se preguntan por mi orientación sexual.
Ni siquiera se preguntan por la orientación sexual de quien me acompañe.
Ni siquiera se cuestionan mi género.
Ni siquiera se cuestionan el género de quien me acompañe.

A veces quiero disentir
pero no puedo
pues suelo pensar que estoy bien acompañado
o cambiar de entorno.

Es la mirada pícara
el burdo intento de complicidad
lo que me hiere.

Es el protagonismo que se me da
por encima de quien me acompañe
lo que me incomoda.

Pero es un mal menor
(lo sé)
comparado con ser considerado objeto
al que no dirigir
una mirada pícara
ni intentar establecer complicidades.

El paraguas de la vaca

Que a una vaca le pongan un paraguas
es de una ternura
que no de una ternera
muy humana.

Esa vaca es la imagen de una conocida
tienda de souvenirs
o tienda de recuerdos
y objetos inútiles
que se pueden adquirir
para cualquier regalo
en una de las múltiples ocasiones
en las que adquirir algo innecesario
para alguien a quien queremos.

Esa vaca está
protegida
por un paraguas
que
además
estaba debajo de un toldo
que protegía el paraguas.

Ese toldo estaba
completamente desprotegido
de una lluvia
que apenas tocaba el suelo.

Esto no es una broma