Obvio que podían hacerse otras como…
Mucho más sofisticada, pero que conduciría a un trivial…
Diario
Obvio que podían hacerse otras como…
Mucho más sofisticada, pero que conduciría a un trivial…
Hoy empieza este temático, dentro de los Talleres de Poesía y Escritura Creativa de la Asociación Cultural Clave 53, que hace años que no hago y que además he adaptado para que dure más horas (habitualmente lo hacía de 5 horas) y que pueda incluir la poesía interesantísima de Raymond Carver, cuasi completando la poesía más característica del Realismo Sucio estadounidense. Aunque siempre habrá ausencias por desconocimiento o por falta de influencia posterior.
Me habría gustado hacerme con textos en papel de Tess Galagher, aunque no sea una escritora del Realismo Sucio, pero por su «parentesco» con, e influencia en, Carver.
Hay otros poetas como el cubano Pedro Juan Gutiérrez o la más moderna estadounidense Lucía Berlín
Seguiremos aprendiendo.
Lamento no haber tenido en cuenta la ortografía, no acentuando este MURCIELAGO del que fabriqué un obvio MURCIEGO que le hice llegar a mi admirado Pepe Murciego, bello donde los haya.
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g |
a |
s |
m |
o |
111 |
114 |
103 |
97 |
115 |
109 |
111 |
CXI |
CXIV |
CIII |
XCVII |
CXV |
CIX |
CXI |
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147 |
141 |
163 |
155 |
157 |
6F |
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67 |
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6D |
6F |
1101111 |
1110010 |
1100111 |
1100001 |
1110011 |
1101101 |
1101111 |
Giusseppe Domínguez
Madrid, 30 de noviembre de 2005
A veces no sé si avanzamos
o no.
Tengo una extraña sensación
de estancamiento social
de parálisis permanente
de insana quietud
de calma chicha
de mar muerta
de paz gélida
de guerra fría
de vida gris
de tormenta sorda
de ilusión apagada
de papel mojado
de lápiz romo
de palabras mudas
de amanecer opaco
de adjetivo inútil
de verbo pasivo
de enumeración nula
de rosa negra
de piedra pómez
de viento inane
de brisa cálida
de botijo roto
de libro huero
de texto ignoto
de tierra yerma
de llanto anquilosado
de llanta desinflada
de pulmones lacios
de pelo calvo
de cuero nuevo
de azulejos descascarillados
de tantas
tantas
tantas
pausas
no solicitadas…
como puntos suspensivos
para cerrar un poema.
Con esta bonita imagen comienzo la campaña de los Talleres de Poesía y Escritura Creativa de la Asociación Cultural Clave 53 este curso 2024-2025, después de 22 años de andadura en los que he ido ganando madurez, pero también perdiendo algo de frescura.
Esta pintura fue realizada sobre una puerta encontrada en las proximidades de la sede que tuvimos entre el 2003 y el 2008 en Calle Campomanes, 8. Seguramente a varias manos (Toni, Bea…) y muchos, pero muchos, corazones.
Le tengo cariño especial y quiero que ese cariño se refleje de algún modo en este inicio o. más bien, reinicio de temporada.
Me pongo romántico o todo lo contrario con esta pequeña composición de 2 palabras de 4 letras cada una que no significan exactamente lo mismo, pero sí parecido, ya que los idiomas no son piezas de lego®.
Es parte de unos juegos compositivos con un teclado desmontado que limpié para intentar arreglar y extender su vida sin lograr que volviese a funcionar (no funcionaba), así que hubo de ser descartado para su función primordial, si es que no era esta que está fungiendo ahora de servirme al divertimento creativo… con la restricción obvia de usar lo que tengo para escribir, sin nada más.
Las referencias a Joan Brossa no están únicamente en el empleo de la A como símbolo de toda la cultura, o el uso de la Ç confrontada a una Ñ, sino sobre todo, por el hecho de usar algo (una tecla) que tras su utilización en un poema visual pasa a formar parte del siguiente poema, recordándonos que el contexto forma el texto y que la transformación es la vida… en este caso de esa tecla elegida.
Acabo de dar por concluido el Proyecto de Haikus de Montaña y Mar que se gestó a raíz del cuaderno que encuaderné (valga la redundancia) con materiales reciclados que me había regalado María José Gómez Sánchez-Romate.
Una vez que tenía la cubierta puesta (con un sugerente arbolado sobre cartulina para acuarelas) me vino a la mente la idea de escribir haikus con los que llenar el libreto.
Los haikus para el libro los escribí a máquina (PC, que es una máquina) entre el 3 y el 10 de junio de este año y después, (no recuerdo exactamente qué día) impresos, los transcribí manuscritos sobre el libro casi artesanal.
Seleccioné 48 de los 58 existentes, pero no los deseché.
Terminado el libro manuscrito, quise realizar un programita que usase combinaciones de los versos de los mismos, pero me parecía innecesario utilizar los 58, o los 48 haikus, así que hice una selección de 27 que separé en tres conjuntos de «primeros, segundos y terceros» versos.
Con ellos, escribí el poema programable 272727haikus.js en la primera semana de julio (unos pocos días antes de irme de vacaciones).
Al volver de las mismas, en esta quincena cálida de agosto, terminé el proyecto utilizando los restos de esa impresión de 58 haikus (menos uno, para hacerlo coincidir con mi edad) y di con una manera de editar objetualmente esos 57 haikus en una bella envoltura de cuero que parecía estar hecha para la ocasión.
Volver a la rutina es un proceso largo, que pasa por momentos de desorden inquietante hasta acomodarse en un aterciopelado devenir de los días entre el calor y la calma, entre la soledad y el bullicio, entre la espalda y la pared.
Volver a la rutina me gusta tanto como volver a la runita.
Volver a la rutina es una forma de volver al norte, a la brújula, a la guía, a la orientación, al camino…
Volver a la rutina es un proceso largo, que pasa por momentos de desorden inquietante en los que parece que nada va a volver a ser como era, sin saber cómo era.
Volver a la rutina es jugar otra vez con los juguetes rotos de cada día, recordándome que soy otro juguete roto con el que algo que no soy yo parece no divertirse.
Volver a la rutina me gusta tanto como volver a la vida después de haberla dejado en suspenso durante unas semanas en las que habité un silencio monacal acompañado. Muy bien acompañado.
Volver a la rutina es un proceso largo, que pasa por momentos de desorden alimentario en los que parece que ya he olvidado cocinar, que no lo disfruto como antaño.
Volver a la rutina es teclear esta entrada en un diario desactualizado y desacralizado terminando a las a las 13:35, después de haber pensado muy mucho qué decir sobre la rutina e incluso después de haber publicado un hallazgo inesperado en una red social para aparentar más intelectualidad de la que realmente siento.
Volver a la rutina es mentir una y otra vez o errar y no herrar al comentar que había terminado esta entrada a las 13:35, siendo ya las 13:36.