hipérbole de radio de curvatura igual a cero
hipérbole de trazos infernales
hipérbole con ojos de metralla
hipérbole gruesa como universo obeso
hipérbole big bang a la espera de colisión
hipérbole de métrica kafkiana y ribosomática
hipérbole con aros de cebolla ardiendo
hipérbole con foco entre las niñas de tus ojos
hipérbole en mitad de la nada nadando
hipérbole camino a la muralla que nos separa
hipérbole de años luz de amplitud
hipérbole sin ganas de vivir
hipérbole que engulle parábolas y vomita rectas
hipérbole que hiperventila a la sombra de un velero
hipérbole de nácar rodeando la galaxia
hipérbole silente y a la espera
hipérbole de muerte y de miseria
hipérbole de manos aplastadas ardiendo en la amazonia
hipérbole de oscuros intereses a la puerta de una higuera
hipérbole con lágrimas de sueño
hipérbole hiperbólica hipoalérgica
hipérbole obtusa y aguda con simultáneo ahínco
hipérbole meteórica y metafórica desaforada
hipérbole a la brasa y a la brisa
hipérbole de hipérbolas barítonas
hipérbole de suerte y de injusticia con ascuas en las puntas
hipérbole interminable y aburrida
hipérbole de dimensión fractal
hipérbole sin parangón de parangones
hipérbole en fin de fin sin fines.
Poemas
Nos vamos de vacas
Era el cartel
de un restaurante vegano
al que he dejado de ir
por motivos religiosos
(no me gustan los proselitismos)
durante estas vaca
ciones estivales.
Bien podrían cerrar
porque tuvieran siete años
de vacas flacas.
Supongo que será
humor vegano
y no
humor verano.
Políticamente incorrecta
Una mujer
bajo mi balcón
está teniendo una conversación
que no he podido evitar escuchar
aunque se reduce a unos improperios
y unas cuantas frases de alto voltaje
del tipo:
me toca la polla
¿sabes lo que te digo?
que no hay otro argumento que me toca la polla
me importa una polla
a mí me suda la polla
el caviar tiene que traerlo él
no me sale de la polla
no soy su puta esclava
me la suda
dile que se joda
es un jodido hijo de puta
deberías de haberte salido de la reunión
no se lo dije
ya no no
esto no es para pedirte permiso
o sea
porque no te lo he dicho antes
y ahora empieza a bajar el tono
casi hasta llegar a un conciliador
volumen que invita a pensar
que se está reconciliando con el universo
nacho tiene toques
tiene toques
y este va a ser mi último toque
en qué momento no te das cuenta de que yo no soy tu compañera
que así no tienes que contarme las cosas…
… ya
no estás de acuerdo
navegamos a la orilla del silencio
roto por el bramido de una moto
un camión de reparto
algún coche acelerando
sigue hablando
intuyo
pero apenas perceptible
a la sombra del enfado
que puede o no estar justificado
o necesita o no estar justificado
para verter sus exabruptos
a un millar de decibelios
con una
por otro lado
melodiosa voz
con apetito de hostilidad.
Me asomo al balcón
Me asomo al balcón
como un croasán
y pienso
¿cómo sería sacar una silla
y desayunar todas las mañanas aquí
mientras miro pasar la gente
calle Arenal abajo
calle Arenal arriba
o leo un libro
o
sencillamente
planifico mi día
con cuidado?
Me asomo al balcón
y por primera vez en mi vida
me planteo tener unas plantas
a las que regar poco
– podrían ser cactus –
e imagino incluso ponerles nombre
y esperar el surgimiento de sus órganos sexuales
llamados flores.
Me asomo al balcón
y no pasa por mi cabeza
la idea de suicidarme
quizá por ser un primer piso
quizá por ser un primer momento del día
quizá por ser un primer atisbo de futuro.
Me asomo al balcón
y recuerdo no haber escrito nada
en este blog que nadie lee
y cuya repercusión me es indiferente
mientras miro pasar la gente
de quien no sé nada
y que no sabe nada de mí.
Me asomo al balcón
e imagino lanzar un poema
en un pájaro de papel
con tan mala suerte
que acabe en el ojo de esa señora
que camina
despacio
con una maceta en los brazos
buscando un lugar donde dejarla.
Mi primera casa
Mi primera casa estaba en Mesón de Paredes 84
esquina con la calle Miguel Servet
que resulta que era un científico algo herético.
Mi primera casa estaba en el sur de Madrid
antes de que el sur de Madrid fuese
el centro de Madrid.
Mi primera casa estaba aterrorizada por la policía
que eran llamada «los grises» por sus uniformes
y que disparaban pelotas de goma a quien se asomaba a los balcones
para ver las manifestaciones del tardo-franquismo.
Mi primera casa estaba enmoquetada
y dibujé un campo de fútbol para las chapas
que constaba de unos cuantos rectángulos
y unos cuantos semicírculos blancos.
Mi primera casa estaba habitada por mi abuela materna
que murió cuando yo apenas contaba 5 años
o menos o más
porque no lo recuerdo
salvo que me pidió una galleta la noche en la que falleció
en su cama.
Mi primera casa estaba en un portal viejo
que ahora es considerado una reliquia
y cuyo valor en el mercado supera los sueños
de un especulador ebrio de ambición.
Mi primera casa estaba a pocos metros de mi primer colegio
Legado Crespo
en el Paseo de las Acacias número 2
donde me (nos) recogía mi (nuestra) madre a la salida
después de haber comido en el salón colectivo
casi siempre barato y frío
nunca vegetariano
siempre casero y tradicional.
Mi primera casa estaba sobre la vivienda
del que fue mi primer amigo
un tal Patrik
hermano de una niña que era la antítesis de mi hermana
y a quienes no he vuelto a ver
desde que nos mudamos a Colmenar.
Mi primera casa estaba cuatro plantas por encima del suelo
por encima de un sótano donde vivía un pintor
amigo de mis padres
que se llamaba manolo y pintaba unos bodegones
espantosos
que hoy identifico como una de las cosas que más me repelió
del arte
hasta que descubrí que había otras opciones.
Mi primera casa estaba llena de humo
permanentemente
que entraba a través de las persianas de hierro
desde la Tabacalera Española
que no era el centro de arte
más o menos autogestionado que es ahora
sino una sencilla y fea fábrica
que expelía una permanente nube gris oscura
cuya tristeza se impregnaba en todo.
Mi primera casa estaba a dos pasos
como quien dice
de la corrala donde Franco dio uno de sus últimos mítines
inútiles para un régimen que no aceptaba diferencias.
Mi primera casa estaba plagada de recuerdos
que no tengo.
Y sin embargo
cada día que paso por delante
tengo ganas de entrar y afrontar el escalón
donde un perro me saltó por encima
aterrándome
tengo ganas de entrar y ver si encuentro
aquella vecina a la que se le cayó todo el pelo
incluso el de las pestañas y las cejas
con lo que su expresión se volvió inquietante
para un niño que apenas había vivido
más allá de sus cuatro paredes marrones
y que se escondía en el pasillo
del paso del tiempo.
Cada día que paso por delante
pienso que paso por delante de tantas cosas
plagadas de recuerdo
impregnadas de pasado
que me impresiona mirar hacia atrás en el tiempo
como si fuese un abismo con fondo de rocas
olas rompiendo furiosas
y silencios sin explicación.
Lágrimas ventanal
Las ventanas de las lágrimas
daban a la luz de las niñas
de los ojos
negros negros ojos
sobre un cristal opaco
surcado por grietas de tiempo
y sol
incandescente
central nuclear de fusión de helio
en el corazón de una galaxia
sin riñones y con el hígado reventado
de tanto beber nebulosas.
Las ventanas de las lágrimas
daban a luz.
Hoy es festivo y no lo sabía
Adoro no saber cuándo es festivo
y venir a trabajar
escribiendo
pintando
rompiendo cosas para construir alguna nueva
lo que podríamos llamar transformando
el universo
para hacer versos.
Adoro enterarme por la prensa
que apenas leo
o por teléfono
de una festividad que no respeto
porque no es digna de mi alabanza
ni de un minuto de mi tiempo.
Adoro evitar las fiestas patronales
en las que últimamente
casetas de un partido xenófobo
machista y execrable en general
pululan por las mismas haciéndose gloriosa propaganda.
Esperar a unas amigas en el estudio
ofreciéndoles espacio y tiempo para crear
como diría Bukowski
que el aire y la luz entren a raudales
por el recién abierto ventanal.
Prepararé un té
comeremos unos donnuts
y seré más feliz que si estuviese celebrando
algo distinto que la vida misma
cada día de ella.
Datos
A ratos los datos malos
son raptos con atraco.
Los hombros calvos son otros opacos atajos
para alcanzar los astros.
Las locas o los locos:
todos son acosados.
Asalto lomas adosadas
con trozos blancos como alabastro
con pájaros rojos volando bajo
con cántaros rotos contra las rocas
con ostras sacadas al sol.
A ratos los datos
son solo datos.
No como las sotas
alzadas a la montaña
alzadas a la campaña
alzadas a las ramblas
alzadas a los canastos
alzadas a los santos
alzadas como los sotos.
No, no lo son.
Lo borro.
Lo añoro.
Lo ataco.
Lo arrollo.
Lo ato.
Lo mato.
Mato dato malo.
Poesía de Cartón
He comenzado una serie de cartones intervenidos con spray con distintos «motivos», a modo de un libro realizado con páginas, cada una de las cuales es un cartón de las mismas dimensiones. ¿Cómo realizaré la «edición» de un libro semejante que contendrá 27 páginas de cartón? ¿Cosidas o pegadas? ¿Dentro de alguna caja que haga las veces de soporte?
Hoy he visto un palé alargado
Hoy he visto un palé alargado
y he pensado que hace mucho que no escribo poesía
pensando
en lo que veo por la calle
en lo que siento en el corazón
o en las tripas
en lo que me hace llorar
o reír
en lo que expande mi mirada
en lo que expande las miradas de quienes me lean
y he pensado
que hace mucho que no me llevo a casa
un palé alargado
sobre el que escribir poesía
sobre palés alargados
que han podido tener una vida muy triste
o han podido tener una vida muy alegre
sobre su esqueleto de madera clara
unida por articulaciones inarticulables
hexaédricas.
Hoy he visto un palé alargado
y tenía que escribir
este poema.