Sangre encebollada

Hacía años que no preparaba este plato tan curioso de la alimentación hispana.

Aprovechando que Carmen estaba tangueando en Berlín, me he lanzado a cocinarme esto como en los tiempos en los que vivía solo y solía visitar la casquería en busca de suculentos manjares de precios irrisorios.

He comprado 300 gramos de sangre de cerdo (quería menos, pero el carnicero se ha propasado) y he usado, además, 1,5 cebollas (de las dulces, dicen, que así repiten menos), junto con dos dientecitos de ajo laminados y un vaso largo de vino blanco de cocinar.

Menos ingredientes es complicado. Y la preparación es cuasitrivial.

Con unas cucharadas de aceite de oliva, he añadido los dientecillos de ajo y cuando empezaban a estar bastante calientes, la cebolla y media cortada en juliana, para que luego la cebolla sea más entretenida que si se corta picadita.

Dejé hacerse la cebolla (pochándola) hasta que fue cambiando de color, transparentándose, y entonces añadí la sangre cortada en taquitos de un centímetro cúbico cada uno, aproximadamente. Momento ideal para salpimentar suavemente, sin pasarse.

Pasados unos 10 minutos (o 12) cuando el color de la sangre indicaba o parecía indicar que había cambiado de estado, añadí un chorreón largo de vino blanco que dejé reducir hasta que formó una salsita suave y oscura.

Ha quedado un resultado bastante parecido al de esta foto que, he de admitir, no es mía.

Muslitos de pollo al horno sobre lecho de Cebolla dulce y guarnición de patatas asadas.

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Receta para 2 personas que se amen.

Si no son muy comilonas o si se trata de un día de trabajo, pueden ser suficientes 4 muslos de pollo (grandecitos).

Ingredientes:

  • 4 muslitos
  • 1 patata grande
  • 1 cebolla dulce grande
  • 2 dientes de ajo
  • 50 gramos de almendras crudas
  • hierbas provenzales o romero y tomillo
  • pimentón dulce o agridulce
  • una cucharadita de sal gruesa
  • un chorreón de aceite de oliva
  • un vaso de vino blanco

Preparación:

Se precalienta el horno a 180 grados centígrados o Celsius.

Mientras el horno se va calentando, se prepara en una fuente grande una cama de rodajas de cebolla que se riega con un poco de aceite.

Sobre las rodajas de cebolla, se depositan unas delgadas láminas de una patata grande.

Se sala ligeramente y se mete al horno durante 40 minutos. (190 grados)

Mientras tanto, se prepara la salsa que va a aderezar el pollo. En un mortero se echan los 2 dientes de ajo, un puñadito de hierbas varias (romero y tomillo, por ejemplo), un poquito de pimentón dulce, una cucharadita (o menos) de sal gruesa y se machaca la mezcla. Cuando esté bien machacada, se añaden las almendras y se rompen en trozos pequeños, pero no es importante si queda algún trozo mayor o, incluso, alguna almendra entera. Sobre esta mezcla heterogénea, se agrega un chorreón de aceite de oliva y, con el mortero, se sigue removiendo para que se impregne bien todo el material.

Se vierte en un plato (o un pequeño taperware) la mezcla y se restriegan bien los muslitos sobre esta mezcla. Se dejan reposar sobre el resto de la mezcla que dará lugar a la salsita.

Con un vaso de vino, se llena el mortero y se limpia, arrastrando el material sobrante y se riegan los muslos de pollo reposando.

Pasados los 40 minutos, se introducen sobre el lecho preparado y se mete al horno por una hora más a 190 grados.

A mitad de asado, se abre el horno y se les da la vuelta a los muslos para que se doren por ambas partes.

Sugerencia guarnición:

En paralelo, si la bandeja es lo suficientemente grande, se puede asar una guarnición de, por ejemplo, un calabacín cortado en seis trozos transversalmente o un pimiento rojo, o una berenjena en dos mitades o unos champiñones grandes.

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Receta de Paella de Brócoli

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Ingredientes para 2 personas:

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1 Diente de ajo
1 Cebolla mediana
1 Pimiento italiano (verde) grande
1 Puerro
2 Zanahorias
1 Brócoli o brécol
1 Tomate
30 mililitros de AOVE
1 Vaso pequeño de arroz blanco largo
1 Cucharadita de azafrán turco en polvo
1 Cucharadita de sal común, habitualmente conocida como Cloruro Sódico, NaCl.
Agua

Preparación

En una sartén amplia o una paella se pone a calentar un poco de aceite de oliva virgen extra y cuando comienza a estar templado se echan un diente de ajo cortado en láminas (si se quiere más sabor a ajo, se puede agregar, además, un segundo diente de ajo sin pelar).

Se corta una cebolla mediana (sin saber muy bien qué es grande, mediano o pequeño, así que va en gustos) en trozos no muy pequeños (¡imprecisiones al poder!). Yo recomendaría que se cortase en 2 mitades longitudinalmente y luego cada una de ellas en 4×4. Resultando un total de unos 32 sectores de «esferoide». Pero allá cada cual con sus preferencias.

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Se corta el pimiento en trocitos o en finas tiras y se añade al sofrito cuando la cebolla haya empezado a clarear. El puerro, se divide en 2 partes, una con la parte más verde y otra con la parte más blanca. La parte verde se secciona en moneditas y la parte blanca en cuatro grandes trozos. Se echa todo el puerro cuando el pimiento esté comenzando a estar blandito.

Mientras, se pelan 2 zanahorias y se cortan en trozos más o menos de tamaño aleatorio… o no bien definido. Pero más bien pequeños. De un centímetro cúbico, aproximadamente. Se agregan al sofrito.

Limpiamos y cortamos un brécol o brócoli quedándonos con las ramas del mismo y se van depositando en la base de la paella, haciéndoles hueco para que queden cubiertos o lo más posible con lo que va fraguándose.

Se añade un tomate cortado en tacos de un centímetro cúbico de tamaño. Es preciso que el tomate esté bastante maduro. (¿bastante?)

En este momento, añadimos la sal. Es conveniente, para aprovechar más la cocción, tapar o semitapar la sartén, para que el brécol se vaya cociendo al vapor al mismo tiempo que directamente. Es importante no dejar demasiado tiempo esta fase pues puede quemarse la cebolla o algún otro ingrediente.

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Cuando esté muy blandito y bastante reverdecido el brócoli, se agrega el arroz largo, el azafrán, removemos para que se empape del sabor del sofrito y se deja mezclar unos minutitos… pocos o pequeños… podrían ser minutos de 30 o 40 segundos, en lugar de los habituales de, digamos, sesenta segundos.

Vertemos, cuidadosamente, un par de vasos de agua grandes, aproximadamente 400 ml de dicho líquido, en la mezcla obtenida y dejamos hervir durante unos 30 minutos, corrigiendo de agua si va quedándose seca la paella.

El resultado depende de tantos factores que es posible que nunca se parezca a otra ocasión anterior, así que esta receta es meramente orientativa. De hecho, en la mayoría de las ocasiones suelo añadir medio calabacín o, incluso, berenjena al arroz.

Hoy ha quedado así.

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Pasta al pesto

Aunque solo fuese por el nombre, ya me gustaría, pero además está ese intenso color verde, ese saborcillo al ajo, y el aroma inconfundible de la albahaca.

Estas navidades el hermano de Carmen me regaló una planta entera de albahaca que él había estado cultivando con cariño. Tanto que le crecía demasiado… casi se podría pensar. Yo me la comería a bocados, hoja a hoja… así que como él lo sabía, me la dio el día 5 de enero cuando pasamos por allí de vuelta a casa desde nuestras merecidas vacaciones.

Lo primero que hice fue sacarla del tiesto en el que estaba viviendo. La corté con una tijera inmisericorde para poder traerla a Madrid sin riesgo a que se cayese en el camino. Esto le restó algo de frescor, pero qué le vamos a hacer.

Una vez en mi cocina, fue dirigida a varios frentes:

1.- Servir de aroma de un aceite de oliva virgen que convivió con unas cuantas ramas de la planta durante unas semanas, hasta alcanzar el sabor de aceite aromático deseado. Ideal para ensaladas, o para tostadas… o para tantas cosas.

2.- Junto con un queso manchego que también fue regalado en la región, aromatizar unos trozos de queso curado en aceite. Este queso es una auténtica delicia, una vez terminado el tiempo de absorción de sabores. Y además, después, se puede usar ese aceite, que también tiene el resto de aromas de albahaca y queso. Hummm…

3.- Unas cuantas ramitas fueron reservadas para utilizar durante la semana como adorno y como condimento de las comidas.

4.- El plato fuerte fue el pesto.

Preparación de Pasta al Pesto de albahaca fresca.

Ingredientes:

  • «Medio litro» de hojas de albahaca fresca. No prensándolas.
  • 3 dientes de ajo.
  • 250 gramos de queso curado.
  • 100 gramos de almendras o piñones.
  • 200 mililitros de aceite de oliva virgen.
  • 100 gramos de espaguetti por cada comensal.

Preparación del pesto

Nota: Con esas cantidades, sale mucho pesto, así que tuve hasta para exportar (incluso un poco a quien me había dado la albahaca, que lo merecía). Yo lo hago fresco y luego lo almaceno en tarritos de conservas para usarlo más adelante. Dura bastante tiempo, una vez que está hecho y cubierto por una capita de aceite para que no se oxide, aún más. Además, lo guardo en el frigorífico y lo uso sacándolo una hora antes de su utilización.

Hice todo el pesto siguiendo una recetilla que tengo en un libro (aunque la hago un poco sobre la marcha, porque en realidad no importa mucho) de recetas con Thermomix.

En el cubo de Thermomix trituré el queso (poniéndolo a potencias 5/6 y aumentando varias veces hasta que quede bastante fino: cuanto más seco sea, mejor) y lo retiré.

Introduje los 3 dientes de ajos cortados en cuadraditos y trituré. Agregué las almendras. Trituré…

Acabo de ver una receta que lo explica más en detalle. Copio:

Poner en el cubo las almendras, la albahaca, el ajo, el queso y programar 15 segundos, velocidad progresiva 5-7-9.

Verter poco a poco el aceite a velocidad 5, con el cubilete puesto, de forma que caiga un suave hilo que vaya emulsionándose. Añadir sal, si fuera necesario, aunque el queso aporta suficiente sal y sabor.

Ya dije que reservaba el exceso para su uso posterior. Este viernes tocó usarlo.

Preparación de la pasta al pesto

En un recipiente que soporte altas temperaturas, añadir agua en abundancia (3 litros). Y ponerlo a fuego a toda potencia. Para que no se detenga la cocción cuando se produzca. Echar un par de cucharadas de sal. Ya que estaba hecho, usé aceite de oliva aromatizado con albahaca para añadir sabor, echando un par de cucharadas al agua de la cocción.

Cocer la pasta normalmente cuando el agua comience a hervir. La mejor para esta receta son tallarines, porque son planos y adsorben (sí, adsorben con d) más salsa, pero los espaguetti estaban abiertos. Así que…

Cuando esté la pasta, escurrirla sobre uno de esos aparatejos con agujeros que sirven para ello, preferiblemente planos, metálicos, para que la pasta sufra menos abrasiones. Antes se habrá tenido la precaución de poner bajo el chisme colador en cuestión una jarra en la que vamos a recoger algo del agua sobrante de la cocción. Bajo ningún concepto lavar la pasta: si esto es inadecuado siempre, en este caso es terrible, porque luego la salsa no se adherirá correctamente y quedará deslavazada.

En un bol (o en un vaso) mezclar la cantidad deseada de pesto (sin excesos, que es muy sabrosa) con una cucharada de aceite de oliva y una cucharada (o dos) de agua de la cocción.

Mezclar en el cacharro mismo que se ha usado para la cocción con la pasta y añadir algo de agua si fuese necesario, siempre, de la que quedó en la jarrita que usamos para recoger la de la cocción de la pasta.

Es simple, pero no tanto como parece. A mí me parece un plato delicioso que tengo la suerte de conseguir que me salga estupendo de sabor, de apariencia… y para rematar: marida perfectamente con vinito blanco o un rosado de aguja… Muy de restaurante italiano, vaya.

Humus de garbanzos de cocido

Humus

Cada vez que Carmen hace cocido, que viene siendo una vez cada dos meses, le pido que añada un extra de garbanzos. Después de terminado el primer día de ese fantástico plato, yo separo las partes (que viene siendo lo normal a las partes, aparte) y una de ellas son los garbanzos. Recojo en botes de conservas más o menos de medio kilo cada uno los sobrantes y los congelo. Cuando los necesito, o quiero preparar este humus, los saco del congelador al frigorífico dos días antes de su utilización para su descongelación progresiva y lenta (creo que es preferible este tipo de descongelaciones).

Esta es la base de esta receta de humus que extraje de una web y que varío según me apetezca, pero que consiste esencialmente en lo siguiente:

Ingredientes:

  • 500 gr. garbanzos de cocido
  • 3 dientes de ajo
  • 1 cucharada de comino molido
  • 1 cucharadita de sal
  • 1 cubilete de aceite de oliva
  • 1 cubilete de zumo de limón, colado
  • 1 cubilete de agua fría
  • pimentón dulce.

Ignoro la tahína, que también la recomiendan pero que no veo fundamental, digan lo que digan. Y que, sin embargo, no suelo tener en mi cocina.

En primer lugar, pelo un limón y lo meto en la thermomix (aparatejo que solo uso para alguna de sus funciones más básicas, como es, en este caso, la de triturar a distintas velocidades). Aprieto el botón de turbo durante unos 20 segundos hasta que está líquido. Lo mezclo con el cubilete de agua en el thermomix y lo retiro.

Con el cubo libre de nuevo, añado los 3 o cuatro dientes de ajo (según el tamaño, pueden ser incluso solo dos) cortados en cuatro trozos y vuelvo a triturarlos a velocidad 4 o 5 durante 10 segundos.

Una vez triturados los ajos, agrego los garbanzos, el comino molido, la sal, el aceite de oliva, el zumo de limón y el agua reservados anteriormente.

Coloco la tapa (faltaría más) y trituro todo durante 2 minutos (previamente le doy unos cuantos «golpes» de cuchillas para que se facilite la siguiente fase) a velocidad 4. Corrijo de aceite (añadiéndole generalmente un poco más que ese simple cubilete).

Es un plato sencillísimo que está preparado en menos de 10 minutos. Barato y riquísimo.

Lo sirvo acompañado de pimentón dulce en abundancia y un hilo de aceite de oliva. Puede decorarse con perejil seco o fresco picado, lo que reducirá los efectos halitósicos del ajo.

Un par de rebanadas de pan denso son ideales para esta comida. Y un vino blanco de rueda mi recomendación para maridar.

Mejillones con salsa de tomate y bacon

Hacía tiempo que no escribía una receta en el diario. Y esta vez va otra con mejillones, baratos, nutritivos y muy fáciles de preparar.

A partir de una fotografía que Carmen hizo de unos mejillones que comió en Bruselas durante su estancia en un encuentro de tango hace unos meses, decidí copiar la idea: Realizar un sofrito muy caldoso que añadir a unos mejillones al vapor, básicamente.

Ingredientes para 2 personas:

  • 1 diente de ajo (o dos pequeños incisivos)
  • 1 cebolla grande (lo del tamaño, a pesar de no usar un adjetivo relativo, sí que lo es)
  • 2 tomates maduros (debo añadir otra vez lo de grandes, pero pueden ser medianos o enormes… según se mire)
  • 150 gramos de bacon (¡por fin algo en el sistema internacional!)
  • 1 vaso de vino blanco
  • 1 cucharada de harina
  • 1 cucharadita de azúcar
  • 1 limón
  • 600 gramos de mejillones

Preparación:

Lo más tedioso de usar mejillones es limpiarlos uno a uno, quitándoles las barbas, sin que se pueda llamar propiamente afeitarles, hasta que queden lo más limpios posibles. Descartar los que estén abiertos es algo que me duele en el alma, pero parece ser que conviene hacerlo así.

Yo voy depositando los que estén limpios dentro de la cazuela que voy a usar para cocerlos al vapor con el jugo de un limón que exprimiré cuando estén todo los que puedan haber sido salvados de la basura.

En esa cazuela los coceré a fuego lento, con la misma tapada, hasta que estén abiertos todos o casi todos. Conviene recordar que los que no se abran no se podrán comer.

Menos mal que los mejillones son baratos, porque entre lo que se pierde en la limpieza y los que no se abren, sumado a que las cáscaras no es posible comérselas… queda poco y nada. Pero rico en nutrientes, según tengo entendido.

Para la salsa, bien simple:

Echamos 3 cucharadas de aceite de oliva, que ni siquiera pongo como ingrediente, sobre una sartén honda. En el aceite, antes de que esté caliente, el ajo laminado.

Cortamos la cebolla mientras tanto en trozos pequeños. Lo agregamos sobre los ajos antes de que estos se quemen. Y seguimos cortando, en esta ocasión, el tomate. Yo lo suelo hacer de forma bastante peculiar, pero no es momento de explicarlo.

Añadimos los taquitos de bacon (si no está previamente en tacos, cortarlos antes). Esperar a que el bacon suelte parte de su grasita y se mezcle con la cebolla que debe de haber ido cogiendo transparencia.

Echamos el tomate cortadito en trozos sobre el sofrito y dejamos que vaya soltando juguito. Para ayudar, podemos añadir una cucharadita de azúcar, sí azúcar, que va haciendo que el tomate suelte más jugo y además, parece ser, reduce su acidez.

Cuando el tomate esté bien desmenuzado y haya soltado su jugo, añadimos una cucharada no muy llena de harina. Removemos asegurándonos de que no se pega ni se quema, que suele ser habitual con esta materia. Es el momento de verter el vasito de vino blanco, que puede ser directamente de un cartón (sin pasar por el vaso si sabes calibrar aproximadamente 200 ml). Seguimos removiendo la mezcla en un intento de que coja consistencia pero no demasiada… ¡hala, a joderse con las aproximaciones y los mensajes difusos!

Por otro lado, cuando se hayan cocido los mejillones, se cuela sobre un recipiente para aprovechar el líquido posteriormente, sumándoselo al sofrito para recuperar parte de los sabores de los mejillones y el limón.

En esta misma cazuela mantenemos los mejillones y sobre ellos añadimos la mezcla atomatada cuando se hayan mezclado bien los ingredientes en la misma. Dejamos que se caliente un poco más y que los mejillones se penetren de caldo y salsa…

Servir, idealmente, en una cazuelita individual y acompañar de un vino blanco de Rueda, seco, o un Albariño o un Ribeiro (según el gusto).

Yo lo disfruté ayer con Carmen y fue un placer, todo un placer. Para mojar pan, en este caso, un pan alemán de centeno, negro y apetitoso.

Arroz con Puerros y Alcachofas

Ingredientes para 2 personas:

  • 3 cucharadas de aceite de oliva
  • 1 cucharadita de sal
  • 1 pizca de azafán, en mi caso, turco y en polvo
  • 4 dientes pequeños de ajo
  • 1 cebolla grande
  • 1 puerro hermoso
  • 2 pimientos verdes italianos pequeños
  • 2 tomates maduros
  • 1 lata de corazones de alcachofas cocidas
  • (opcional: un puñadito de guisantes)
  • 150 ml de arroz largo

Preparación:

Sobre una paellera o una sartén profunda, verter el equivalente a tres (o cuatro) cucharadas de aceite de oliva. Cortar 2 dientes de ajo en rodajas y añadir los otros dientecitos al aceite para que tome color. Cuando el aceite empieza a calentarse, echar las rodajas recién cortadas de ajo.

Mientras, se pela y se corta una cebolla grande, dejando que los trozos sean bastante grandes. Por ejemplo, se divide longitudinalmente en dos mitades; sobre cada mitad, se corta longitudinalmente en 4 gajos, procurando que el ángulo de incidencia del cuchillo sea de 45º sexadecimales y, a continuación, se corta transversalmente en 4 dividiendo primero entre 2 y luego otra vez entre 2, es decir, utilizando la factorización del 4 en su único primo repetido.

De esta manera, se habrán obtenido 16×2=32 trozos que, al agregarse al aceite y el ajo, se dispersarán proporcionalmente en trocitos menores como capas tenga la susodicha cebolla.

Se cortan los pimientos en trozos grandes, vaciando bien el contenido de pepitas, aunque no sé muy bien por qué se hace esto, pero lo he visto hacer tantas veces, que asumo que no debe ser muy digestivo el comerse esas simientes. Se echan al sofrito cuando el color de la cebolla comience a ser transparente (aunque nunca llegaría a tal extremo de des-opacidad).

Cuando el pimiento esté bastante blandito, se añaden 2 tomates en trozos. Se puede seguir el mismo procedimiento que el utilizado para cortar la cebolla, o bien otro procedimiento similar, que obtenga como resultado un número de trozos par, incluso, divisible entre 4. No es preciso, no obstante, que sea una potencia de 2.

A un puerro grande se le quita la parte verde (no completamente, pero casi) y se le pela quitándole un par de capas. Se lava bien y se trocea en 4 cilindros más o menos de la misma longitud o altura, según sea su disposición espacial. Se echan al sofrito.

Es un buen momento de agregar la sal, para que los tomates, el pimiento y el puerro suden. Antes de que se fría completamente el tomate, cosa que le costaría bastante pues la cebolla habría soltado agua suficiente para que se produjese un proceso más próximo a la cocción que a la fritura, se echa el arroz para que comience a sofreírse. Añadiríamos en este momento la pizquita (difícil calibrar en qué consiste una pizquita) de azafrán, para que no se queme en el aceite.

Después de un par de minutos, se añaden las alcachofas de una lata de ellas precocidas. Supongo que se podría hacer esto mismo con alcachofas crudas, pero requerirían una fase previa bastante larga de preparación, pelarlas, cocerlas, etc. A mí, para salir del paso, me sirvió la lata.

Por supuesto, el caldo de la lata se aprovecha para que dé sabor y se completa con el agua que haga falta para que pueda estar cociendo durante unos 32 minutos. Durante este tiempo, tan solo es preciso observar que no se quede sin agua el arroz. Si hiciera falta, se añadiría poco a poco agua fría, para que la temperatura de la mezcla no decrezca demasiado.

Si nos hubiese apetecido, podríamos haber añadido un puñado (cantidad dependiente del tamaño de la mano del cocinero), de guisantes después de agregar las alcachofas, para que estuvieran bien cocidos al final. Pero en esta ocasión, es decir, antes de ayer, tuve la sensación de que me había pasado de comida y no pude probar esta pequeña variación que, seguro, daría buen resultado.

Se procura que quede algo caldoso para que resulte más jugoso. Presentar jugando con construcciones tridimensionales de los cilindros del puerro que no resulten demasiado simétricas.

Marida muy bien con un vino italiano rosado espumoso, tipo Lambrusco, pero seguramente también con un blanco de rueda, por ejemplo.

Y siempre con buena compañía.

Entradas preparadas como comida congelada

Hay algunos días que tengo poco tiempo para escribir en el blog y me encantaría tener, para esos días, entradas preparadas, algo así como hoy que llegábamos tarde a comer a casa y saqué, previamente descongelada, una comida que había precocinado el sábado para evitar que se estropease la carne picada.

Hoy simplemente tuve que microondear la carne sofrita junto al tomate y la cebollita, disolver unos polvos deshidratados de puré de patata que, sometidos a la radiación correspondiente, dieron lugar a un jugoso puré con el que cubrir el sofrito. Añadí unas virutas de queso enmental y lo metí al grill. Salió el pastel del carne que ya describí, y estaba rico, no obstante no haber sido hecho en este mismo día completamente.

La comida estuvo preparada en menos de 15 minutos sin esfuerzo.

A veces me gustaría tener algo preparado para este blog y no hacer entradas estúpidas, vacuas, como la de hace una hora, para no dejar el hueco de un día sin escribir en mi calendario.

Hummm… y esto que estoy haciendo ahora mismo, ¿no es una entrada vacua?

Bigoli Al Musso

Tuve el placer de comer un plato tan original como sorprendente… que no es lo mismo.

En un restaurante baratito más o menos de Verona, este lunes probé un plato de Bigoli Al Musso y he querido buscar hoy la receta, aunque esté en italiano, para compartirla.

No sabía que Bigoli era un tipo de pasta, ni qué tipo de carne lleva, aunque me imagino que se puede variar… es genial. Sabroso en cantidad y rico rico… aunque seguro que más de uno, con estómagos delicados o mentes estrechas no se atrevería a probarlo.

Dejo la receta a continuación, sin traducir… extraída de la web Radio Adige.

Bigoli al musso
Sergio Viero – Chef del Ristorante S. Eufemia, Corso Portoni Borsari 22, Verona

Ingredienti per 4 persone:

300gr di asino macinato o tagliato a cubetti piccoli
½ cipolla
½ gamba di sedano
½ carota
1 spicco d’aglio
¼ di vino rosso
sale
pepe
rosmarino
salvia
350gr di bigoli (pasta fresca all’uovo)
un cucchiaino da caffè di bicarbonato
acqua
Olio d’oliva extra vergine

In una pirofila ponete: la carne tagliata a cubetti, un rametto di rosmarino, qualche foglia di salvia e la metà delle verdure precedentemente tritate molto sottili(cipolla,sedano,carota,aglio). Aggiungetevi ¼ di vino rosso, un cucchiaino da caffè di bicarbonato, ¼ d’acqua, sale e pepe (q. b.). Coprite il tutto con il domopak e lasciate riposare per un giorno intero.

In una casseruola, approntate un soffritto con olio d’oliva extra vergine e le verdure restanti, precedentemente tagliate.
Aggiungete la carne marinata con tutte le verdure e ¼ d’acqua.
Lasciate cuocere a fuoco lento per tre ore, controllando ed aggiungendo acqua e sale se necessario.

Pastel de carne

Ayer hice la comida siguiendo una receta que hacía mi madre (aunque no sé si era exactamente así) y que me acabó de explicar mi hermana (aunque ella tampoco la hace así).

Es muy fácil, eficaz, rica y nutritiva. Quizá algo escasa de fibra, pero se compensa con un primer plato que puede ser unas verduras a la plancha o, como hoy, una sopa de verduras. Ah, no, la sopa de hoy será una sopa de caldo de cocido que Carmen hizo la semana pasada y congelé parte del caldo para usarlo… hoy!

Ingredientes (para cuatro personas, diría):

Una cebolla muy grande o una cebolla y media si sin medianas. Esto último es lo que yo usé.
Tres tomates. Para esta receta me gustan los de pera, maduros, bastante maduros, casi al borde de ponerse malos… pero yo usé, sin embargo, tomates de rama y poco maduros, de esos que parecen un poco artificiales.
Un diente de ajo.
Un chorreón de aceite de oliva. (No sabría decir exactamente cuantos centilitros, pero, por aventurar, diré unos 30 centilitros (teniendo en cuenta que la precisión en los ajos y en las cebollas y los tomates tampoco es lo más característico de esta descripción de ingredientes, no creo que sea muy criticable que se empleen términos como chorreón o pizca)).
Unas pizcas de sal.
Una cucharadita de azúcar.
Un toquecito de pimienta negra en polvo.
500 gramos de carne de ternera picada (podría ser también carne picada mezcla de ternera y cerdo que es un poquito más barata).
150 gramos de queso rallado emmental o, como usé ayer, mozzarella.
Para el puré de patatas
Un paquete de puré de patatas de esos instantáneos deshidratados, que hay que preparar como digan las instrucciones correspondientes (con agua y leche, sal y mantequilla).

Preparación:

En una sartén grande y profunda o una cazuela de barro (idealmente) se sofríe el ajo partido en trozos pequeñitos con la cebolla también muy picada que se añade cuando el ajo ya está empezando a dorarse. Cuando la cebolla comienza a quedarse transparente se agrega la carne picada y se remueve bien para que se mezcle con la cebollita y se vaya rehogando.

Mientras tanto, vamos picando también en taquitos, más o menos de igual tamaño, con la complejidad que ello implica, los tomates. Los añadimos al sofrito de la carne cuando esta adquiera un color que indique que está hecha, so pena que tras el añadido de los tomates con su consiguiente aporte de jugos se detenga el proceso de cocinado de la misma que pasará a ser cocida y no sofrita.

Es en este momento cuando yo añado la sal, la pimienta y una cucharada de azúcar para endulzar el tomate que tiende a dar acidez de estómago en caso contrario. Tapamos (o tapo o tapas…) la cazuela o sartén y dejas que se reduzcan los tomates hasta que forme una salsa homogénea aproximadamente. Suele llevar unos 10 minutos. Podemos aumentar la cantidad de calor proporcionada para acelerar el proceso, pero no demasiado y no sin atender para evitar que se pegue al fondo (especialmente si estamos usando la cazuela de barro).

Mientras tanto (para aprovechar el tiempo y supuesto que podamos trabajar en paralelo o multitarea) preparamos el puré de patata que, en mi caso, consistió en meter en el microondas un recipiente de vidrio especial pirex con una mezcla de 500ml de agua, 250ml de leche entera, una cucharadita de sal y el puré preparado deshidratado durante 4 minutos a potencia 900W. Después, saco el puré ya preparado y le agrego una cucharada sopera de margarina (debería ser mantequilla, dicen, pero es más cara) para conseguir que esté un poco más suave.

Mientras tanto (es lo que tienen los procesos en paralelo cronológicamente hablando) se habrá terminado de hacer el relleno que se pone en la base de un recipiente apto para el grill (por eso era ideal la cazuela de barro de no mucha profundidad, por ejemplo 8 centímetros de anchura y 27 de diámetro es estupendo, pero depende del horno de cada cual). Sobre el relleno, bien extendido, se echa el puré y se distribuye formando una capa superior que es recubierta por el queso rayado.

Se mete el pastel tricápico en el grill hasta que el queso va dorándose. Se sirve caliente. Marina estupendamente con un vino tinto joven, como un Ribera de Duero o, incluso, un Somontano.

Disfruta y difunde.

Esto no es una broma