Acabo de volver de la Puerta del Sol de Madrid, hoy, 20 de mayo de 2011, y siento que se ha estado produciendo un fenómeno revolucionario único en la historia de España. Pero me pregunto: ¿y esto que va a cambiar?
Y la respuesta es obvia: Ya ha cambiado cosas.
Ha cambiado la imagen que la sociedad tiene de sí misma. Si después de este día alguien aún dice que no se puede hacer nada, que sólo los partidos pueden convocar, o los sindicatos, o la iglesia (que es otro sindicato) o alguna gran empresa, que como no se forma parte de lo uno ni de lo otro, no se puede hacer nada…. si alguien cree esto después de esta semana es que no se ha enterado de lo que ha estado ocurriendo: un grupo de personas han conseguido captar la atención, la escucha, de todo el país. Su discurso es heterogéneo y naïf, pero es verdadero. Hacía falta que volviésemos a ser capaces de distinguir el valor de la verdad en el discurso.
En cuanto a cambios concretos, podemos pensar que a corto plazo lo ideal sería (desde mi punto de vista) un fraccionamiento en la representatividad política en las instituciones: el bipartidismo de partido único que lleva establecido en el poder desde hace décadas es falaz, humillante, arrogante porque puede y, cada día, menos democrático. No necesita debates para hacer reformas tan impopulares como las que está haciendo últimamente (ni el PSOE en el gobierno central ni los distintos PPs en sus correspondientes feudos), no necesitan escuchar a los ciudadanos porque dependen demasiado de otros a quienes prestan oídos.
Creo que el objetivo principal de una convocatoria como esta de www.democraciarealya.es es, sobre todo, fomentar la reflexión individual y, conseguido parcialmente este objetivo, es inverosímil que con las diferentes sensibilidades políticas que existen sólo sean elegidos 2 partidos políticos. Sé lo que es la Ley Electoral actual y su perverso sistema D’Hont pero confío en que el reparto de voto sea lo suficientemente grande como para que la representatividad sea también repartida. Esto llevará a un debate parlamentario sano y necesario en épocas difíciles, donde el aprobar decisiones difíciles sin más apoyo que los de un partido es, cuando menos, triste.
Y ahora no sigo escribiendo que viene mi amiga Aída, pero me gustaría hablar de lo que va a influir a más largo plazo…
Se ha ido Aída y continúo mi pequeña especulación sobre el futuro de esta protesta y su repercusión.
A medio plazo, hay que plantear como objetivo concreto que en las elecciones de 2012 no se planteen como un mero trámite de cambio de mano del cetro gubernamental. Pero, mientras tanto, es importante sentir y saber, ser consciente de que el gobierno que sea tendrá que tener presente que una revolución late en las calles y hay que escucharlas.
Imaginaba, por ejemplo, el escenario en el que se presentase la «necesidad» de una nueva reestructuración económica, como los ajustes fiscales y laborales de la última reforma, la contemplada en el Real Decreto-ley 10/2010, de 16 de junio, de medidas urgentes para la reforma del mercado de trabajo e imaginaba cómo se lo pensarían dos veces antes de volver a poner a la sociedad en una situación de crispación semejante.
Una revolución late en la calle.
Hay que escucharla, porque de ella depende el futuro.
Es posible que, incluso aunque no se vea lo que va a cambiar, ese cambio está ahí, ya ha llegado y no se va a ir.
El cambio y el lugar de cambio no es el gobierno, sino el cerebro de cada uno de los integrantes de la sociedad. Esta movilización está movilizando ese órgano, desde hace tiempo tan necesario para funcionar en una sociedad responsable, básico para la democracia, llamado cerebro.