720 maneras de escribir tu nombre

Gracias a la propuesta de «Amig@ invisible» a la que estuvimos jugando en el taller de Poesía y Escritura Creativa del grupo de los miércoles, me tocó hacerle un regalo a ISABEL y me planteé la curiosa propuesta de hacerle un pequeño obsequio sin adquirir absolutamente nada que no tuviese ya en mi poder.

Así que busqué un código que pudiese hacer permutaciones de palabras (sin repetición). Lo adapté a mis necesidades, aunque usar la palabra necesidad para esto no deja de tener algo de gracia, y generé un documento de las permutaciones que se pueden realizar con las 6 letras de la palabra ISABEL. A continuación, procedía hacer una desordenación aleatoria de las mismas con un comando linux bien sencillo:

sort -R isabel.txt > isabel_desordenada.txt

Lo más laborioso, pero también lo más bello, ha sido realizar la maquetación y posterior impresión de unos libretos con las 720 maneras de escribir su nombre, elegir la letra de la portada, en concreto, me ha llevado casi una mañana.

Las cartulinas que tenía disponibles para realizar la cubierta eran escasas y de un gramaje algo que pusieron en apuros (hasta casi estropear) a mi impresora Canon PIXMA 3650. Por supuesto, algunas de las tipografías elegidas para ser delicadas, como una Josefin Sans Light, apenas se ha impreso correctamente en varios de los ejemplares editados (no voy a realizar tiradas largas). Cada ejemplar de los así creados tendrán un precio de 6€ que era el máximo destinado al regalo del juego navideño.

Ahora me he encontrado con una fuente casi inagotable de generar publicaciones que me fascina: la utilización de la matemática y la informática para escribir textos poéticos delicados y dedicados, explorando la naturaleza corpórea del resultado en impresiones caseras sobre las que tengo un control exhaustivo y que me permiten, además, reutilizar materiales que casi tenía a punto de tirar (eso nunca, y lo sabes).

Autenticación en 2 pasos

El otro día me llegó este mensaje para seguir operando en la cuenta del banco ING:

Como seguramente sabes, la normativa PSD2 ha entrado en vigor, por lo que es imprescindible que, antes del 25 de noviembre, sigas los dos pasos que te indicamos a continuación, ya que de lo contrario no podrás realizar operaciones desde el ordenador sin tener descargada la app en tu móvil.

Ya sabía que iba a ser así, que poco a poco, varias empresas «son forzadas» a implementar medidas de seguridad que ni a ellas mismas les beneficia y este es uno de esos casos.

Esta misma semana comentaba con mi amiga Aída, que algo sabe del tema, que el desarrollo de aplicaciones móviles era algo con visos de entrar en decadencia, puesto que la programación orientada a front-end y back-end en HTML (a partir de la versión 5 especialmente) garantiza una compatibilidad de dispositivos más fácilmente alcanzable, así como un tiempo de desarrollo y mantenimiento infinitamente menor; es decir, que para innumerables necesidades (llamarlas así da algo de reparo) es mucho mejor utilizar la versión web que la app en el móvil, como por ejemplo me pasa en www.just-eat.com, frente a la obligatoriedad (tampoco es para tanto en un servicio como este) de uber-eats. Razón por la cual (es una mínima razón, pero para mí es suficiente) no usaré esta segunda opción para encargar comida a domicilio, más allá de alguna oferta puntual que quiera aprovechar (instalando, consumiendo y desinstalando a continuación la app en cuestión) haciendo así que la mayor parte de las ocasiones prefiera la primera.

Pero cuando este requerimiento viene de un banco… las cosas ya son más serias.

Bien es verdad que es un banco que ha defendido siempre (desde su más o menos desleal competencia) su posicionamiento «online» o tecnológico, carente de oficinas físicas prácticamente en la totalidad del territorio en el que opera, pero es algo que poco a poco van a ir incorporando otras empresas y organizaciones.

Y sin embargo…

Que digan que la autenticación en dos pasos es más segura que a través de en una única pantalla es posible que sea cierto (no es tan seguro, porque el uso que se hace de las herramientas depende, en última instancia, del usuario o la usuaria, pero eso es otro tema, del que no quieren ni hablar) pero que uno de los dos pasos sea la utilización de una APP específica en lugar de un código enviado por SMS (¿por qué no por Telegram/Whatsapp cifrado o con un cifrado básico sobre un SMS o un par de SMSs?) no es nada probable que sea más seguro.

No obstante, no nos quedará más remedio si queremos seguir siendo clientes del susodicho banco o entidad financiera, así que habrá que pasar por el aro de instalarse una versión muy criticada de la APP (tiene una puntuación actual de en torno a 2/5, lo que es un suspenso en toda regla).

Y me da por pensar en la gente que, como mi padre, no tiene un teléfono móvil «smart» y en si se mantiene la opción, de algún modo, que permita a ese perfil de clientes seguir operando con su entidad financiera.

Obvio que el banco no quiere perder clientes, así que no les culpo por la propuesta que habrán valorado como la más sencilla de implementar en su caso (o la más barata, si evitan gastos de contratación de líneas telefónicas para los SMSs), pero ¿y si la próxima vez se trata de la declaración de la renta de las personas físicas? ¿el voto electrónico?

No me acaba de convencer la exigencia social para tener un «smart»-phone, aunque yo tenga uno (que uso para innumerable cantidad de cosas), de lo que hablo es de LA EXIGENCIA de tenerlo para realizar gestiones que no tienen que ver con la telefonía, sino con servicios tradicionalmente realizables en persona, por teléfono, etc.

¿Y la gente mayor? ¿Y el coste de un smartphone y sus consabidas actualizaciones que acaban acarreando una nueva adquisición? ¿Es razonable esa exigencia?

¿Qué es vestirse de «chico»?

El otro día, leyendo un artículo de El País, titulado Poesía contra el machismo me encontré que algo me olía mal… como a tufillo machista más allá de las buenas intenciones del artículo, de esa poesía contra el machismo… y no supe qué era, pero algunas frases del mismo me resultan algo machistas y no puedo evitarlo.

El pie de una de las fotos dice:

«Katleen viste como un chico para evitar que la acosen en el camino al colegio.»

Yo tardé en encontrar a quién vestía «como un chico», pues no acabo de entender quién viste «como una chica». Supongo que se referirá el articulista a llevar faldas o pantalones, o llevar una gorra o una camiseta. No sé. Son cosas que cuando las oigo decir en el mundo del Tango me hacen recular y salir corriendo como alma que lleva el diablo por no quemar la iglesia que dicen que es. Pero encontrar esa frase en un artículo titulado «Poesía contra el machismo» me resulta algo como para saltar al cuello de alguien y decirle que se mire eso de «vestirse de chico/a».

Una frase de la escritora adolescente de la que hablan también me hiere, quizá más de lo que debiera (al fin y al cabo tiene 15 años y en un contexto en el que sus palabras pueden resultar admisibles):

“Cuando me visto femenina, con escote grande, y voy andando, acabo sufriendo acoso«.

En primer lugar por ese «vestir femenina» como si no llevar escote, llevar pantalones anchos, o algo similar no fuese o pudiese ser «femenino».

Pero acabar sufriendo acoso y decidir vestirse aparentando ser un chico… no es lo más «empoderador» que hay. Lo terrible es que haya acoso. No hay que permitirlo y punto. Todo lo demás me resultará machista. Pero una estructura (llamémosle patriarcado) que no ACOSA a los acosadores es claramente injusta y violenta. Incluso si recomienda empoderarse a través de la costura y el bordado… Pero eso es otra historia.

Apuntado de nuevo a Gimnasio y Piscina

Recién llegado de la PISCINA… no sé hacer nada… que me lío mucho con tanto trasto que hay que manejar, que si dónde dejo las llaves del candado, que si me llevo la toalla dentro o la uso en el vestuario, que si me llevo camiseta o no… y no tengo ni gafas… bueno, las de ver, pero me han dicho que necesito unas especiales… para el cloro (sin dioptrías, ni nada… así que veré dentro del agua pero no fuera…)

Parece ser que hay también gafas de piscina con graduación, incluso con auriculares, con tapones para los oídos, ¿por qué no con GPS? Seguramente las hay o habrá. Este lunes he comprado unas normalitas… de las de uso «iniciación», que me han costado 9,99€ en los grandes almacenes de deporte.

Eso sí, mi piscina está en el 4º Piso de un edificio céntrico de Madrid… y tiene unas vistas flipantes. Ya un día de estos hago una foto y la subo a insta…

Postureo total, no te imaginas… en pleno barrio de Chueca… Yo era, con DIFERENCIA, el más cutre del local. No tengo arreglo.

Hoy me he dado el día completito, con sauna, chorros de aguas termales, baños… (es que el primer día me lo regalaban, pero puede que lo contrate a partir del mes que viene (son 7€/mes))

Y tengo una toalla de baño tipo «abuela-de-toda-la-vida»… que canta un poco… pero qué le voy a hacer. Nada de toallas absorbentes especiales de las que no sueltan pelusas y son livianas como pluma de ganso, no, una toalla de las de siempre… pero, como dice mi amiga Aída, son mi pequeña resistencia pacífica contra el hipsterismo invadiendo la ciudad.

También he tenido que adquirir un pantaloncito de deportes (porque tiene que ser «de deportes«) que en realidad es sólo de running, pero espero que me sirva para bicicleta estática. He pedido ayuda a una dependienta que me ha dicho que ese era básico, pero que estaba muy bien. Creo que le ha quedado clara mi poca afición a esas cosas cuando le he preguntado si lo podía usar encima del bañador y cuando le he pedido que me indicase cómo salir de semejante laberinto de consumo temático.

Me resisto a comprar una camiseta especial antitranspirante o similar, así que será otro de mis pequeños gestos de punki trasnochado y usaré una camiseta con mangas recortadas de algodón, por ejemplo, de publicidad de una empresa de construcción, sin ir más lejos.

Uy, se me ha olvidado comprarme unas deportivas especiales (todo tiene que ser especial) para la bicicleta estática. Maldita sea.

Hasta el momento: Gastos: 35€/mes de gimnasio + piscina (municipal), 10€ de candado de combinación, 10€ de gafas, 10€ de bañador, 10€ de gorro de baño (el más cantoso posible), 10€ de zuecos de plástico, 5€ de pantalón… 90€ total en envejecimiento.

Eso sí, he llegado todo chulo, desde mi rehabilitación en el Hospital San Francisco de Asis a la Calle de la Farmacia (sic), con mi cochecito car2go de puerta a puerta, que si ya hago gimansia… pues digo yo que no hay que pasarse, ¿no?

Machista a más no poder

Vaya publicidad tan asquerosa, que, por otro lado, no entiendo porqué me recomienda si en mi vida he entrado en una de esas webs de «dating». De hecho, recientemente hablé por teléfono con mi amiga Aída sobre ello… A veces me da por sospechar que las conversaciones son escuchadas por Google quien comparte datos con… vaya usted a saber.

Prefiero pensar que ha sido aleatorio.

No obstante, la fotito y el mensaje se las trae. Bazofia…

Tech4Girls

¿Y por qué a mí me sonó terriblemente machista?

Era una cabina cerrada en una de las enormes salas de InterMediae en el Matadero de Madrid y me pareció un ghetto, una jaula donde meter a las chicas osadas que se atrevieran a interesarse por la tecnología, campo claramente masculino donde los haya, según parece.

Sé que es una forma de intentar disminuir esa brecha de la que habla el cartel, pero me resulta algo disgregante, aunque quizá sea por la casualidad de conocer mujeres claramente interesadas por la tecnología desde hace años sin que por ello pierdan un ápice de su «femineidad». En resumen, que me parece una forma de reforzar estereotipos… aunque quizá sea algo positivo y yo no lo pueda comprender por mi exceso de «masculinidad» o por lo fácil que he tenido el tener una pasión, como en su día fue la tecnología, dada por sentada, por asumida dentro de la más completa «normalidad» heteropatriarcal.

hummm… supongo que es sólo una cuestión de estrategia, no de lucha. Así que no es importante.

Proyecto Puntuación

Sólo por ver en el navegador la pestaña de la publicación de uno de los engendros generados por el programa puntuación.c ha merecido la pena hacerlo.

La idea es realizar un libro cuyas páginas tan sólo contengan puntuación, incluidas también la ñ y la ç. Además, hay otros signos como los paréntesis, corchetes, llaves, las arrobas, almohadillas, dólares y ampersand.

No he querido emular a e.e.cummings, sino ir más allá de lo posible con una lectura imposible. Quizá más en la línea de los Cuatro Sonetos del Apocalipsis de Nicanor Parra.

Por un puñado de series

Ha sido toda una sorpresa la oferta de entretenimiento que ofrece la plataforma de Amazon Prime Vídeo o, para simplificar, Prime TV.

Fue por mera casualidad que contratamos el servicio, pues íbamos haciendo muchos pedidos a Amazon, los más caros de los cuales han sido para amueblar y equipar el estudio de Costanilla en el que ahora tengo los talleres y que pienso rentabilizar mucho más (he de hacerlo) a partir de este nuevo curso. Para mejorar las ofertas disponibles en el mercado online, así como para agilizar trámites de envíos, cobros, etc, merecía la pena abonar los 19,90 euros anuales que cuesta pasar a tener una cuenta «Prime» / Premium.

Sin saberlo, como «daño» colateral, estábamos también contratando el servicio de Vídeo por Streaming y bajo demanda vinculado al gigante de las ventas internáuticas. Aunque mis espectativas eran poco menos que misérrimas teniendo en cuenta el pago tan reducido comparado con las ofertas similares del sector, como Netflix o HBO que rondan, de mínimo, los 10 euros cada mes (más de seis veces el precio de Prime TV).

Este verano, accidentado de una rodilla, he consumido más de lo habitual este tipo de productos (olvidémonos de denominarlo arte, pues no dejan de ser consumibles de mejor o peor factura, pero hechos para entretener y sin mayor pretensión ni objetivo que el de permitir ratos de asueto y anestesia cerebral) y lo he hecho principalmente en mi teléfono móvil conectado a las omnipresentes redes wifi y utilizando la aplicación (app) de Amazon Prime Vídeo.

Sorprendido, he disfrutado de unas cuantas series que recomiendo para empezar en este universo Amazing…

American Gods

Delirio audiovisual que no deja indiferente más allá de si su narrativa es rocambolesca. Una trama que parece un versionado muy libre de la más descabellada teogonía griega o hindú, mezclando mitología cristiana dándose todos los permisos para ser incorrecta hasta la saciedad.

Sexo, sangre a raudales, acción reposada y tirando a lenta, personajes perdidos en una historia loca, pero una verdadera joya visual. Reminiscencias de lo mejor de Spartacus pero con más cuidado por los detalles. Parece estar hecha para que cada fotograma sea digno de ser la portada de un disco de rock.

Hand of God

Protagonizada por Ron Perlman, quien lleva en televisión y cine desde 1979 y a quien no puedo olvidar en su inmejorable caracterización de Clay Morrow en Sons of Anarchy, es otra de esas series que deja con ganas de ver más capítulos, a pesar también de una marcada obsesión con la cristiandad, los fanatismos y los tejemanejes de las iglesias en el libre mercado.

Influencias de la inigualable Breaking Bad en la evolución de un personaje que parte de una maldad organizada y política para acabar siendo una especie de locura traumática que consigue que te apiades de su alma a pesar de los pesares.

Narrativamente sencilla, Hand of God usa bien sus cartas para que llegues a dudar de la posibilidad de lo imposible, para que aceptes el juego de la fe ciega y caigas en las garras de las explicaciones fáciles.

Hipnótica y de factura intachable. Corrupción, religión, crimen, infidelidad, sexo, fragilidad, locura, denuncia del racismo y machismo instituido, parece tenerlo todo. Y todo lo hace bien.

Patriot

Serie irreverente más seria de lo que parece y menos seria de lo que parece. Bajo un título que espanta proviniendo de una serie made in USA, se esconde una pieza que mezcla la ironía con una trama de espionaje más o menos bien llevada.

Otra pequeña grata sorpresa de este canal (PrimeTV) que parece apostar por series bastante indies (algunas de las cuales lo son en demasía, como las de la pedante/hipster creadora de las pretenciosas postmodernas Transparent y I Love Dick, Jill Soloway, a pesar de debérsele en parte la serie de culto A dos metros bajo tierra) que no tienen cabida en las alternativas más conocidas «emisoras» de streaming.

The Man in the High Castle

La impecable puesta en escena de la escalofriante novela de ficción histórica de Philip K. Dick merece un visionado y es merecidamente una de las más famosas series de la plataforma.

No obstante, la trama no avanza a un ritmo razonable estancándose en unas migajas de misterio que no acaba de desvelar ni de explotar como si se tratase de una novela de 1200 páginas, en lugar de una serie de televisión.

Aun así, la realización, el vestuario, la ambientación son tan buenas que perderse esta serie es una pena. Fantásticos los personajes femeninos y el del ministro japonés.

Goliath

Injustamente desconocida, la última serie protagonizada por Billy Bob Thornton no deja de ser un drama bastante manido de denuncia de pequeños contra grandes al más puro estilo Erin Brockovich, y como esta es un tanto maniquea y condescendiente, pero también se apoya y se levanta formidable sobre el talento interpretativo del actor protagonista.

8 capítulos que saben a poco y que prometen una segunda temporada mejor aún.

Flesh and Bone

La hermana oscura de aquella serie ochentera titulada Fama o una producción realizada para los fans de Cisne Negro, dicen de ella, pero la verdad es que esto es tan sólo debido a que el «fondo de pantalla», el lugar en el que ocurren los acontecimientos circunvala la danza clásica y su mundo plagado de tópicos sobre el sacrificio, el dolor, el autoritarismo…

Más allá de personajes poco desarrollados y tramas o lineas argumentales que no han sido continuadas, esta serie abortada en una minúscula temporada de 8 capítulos tiene bellísimos momentos y la originalidad (o no tanta) de situarse en ese contexto dancístico.

La verdad es que lamento que no haya dado más de sí y se hubiesen creado historias del mismo peso para otros personajes de la serie, una temporada por cada bailarina por lo menos. La serie tenía posibilidades, pero se desplomó enfocándose en un drama oscuro de superación y de familia más allá de lo disfuncional dándole más protagonismo del que merecían a un hermano exmilitar y un vagabundo inverosímil a costa de restarle foco a la pieza de danza y el mercado de la misma.

El sábado fue mi cumpleaños

Fue un fantástico día que comenzó a las 0:00 bajo la lluvia en una terraza de un bar cutre incluso aunque intente «hipsterizarse»(Mesón Nueva Galicia) con mi querida amiga Aida Márquez, la simpar Sofia y algunas estupendas personas más algunas de las cuales ni siquiera conocía.

En mi día «oficial» de cumpleaños, el sábado, disfruté de un plan maravilloso con mi amada Carmen De La Rosa asistiendo a un Concierto de 2 Pianos con música de Rajmáninov, Debussy… y otros cuyos nombres no recuerdo.
Después una estupenda cena casi en la misma calle (no muy lejos del bar cutre de la noche anterior) y un patxarán bajo la música de Billie Holiday en el Central.

¡Qué maravilla de música!
¡Qué maravilla de ciudad!
¡Qué maravilla de vida!

Hoy estoy celebrándolo con agradecimientos a todas las personas que se acordaron de mí. (Excepción sea hecha, esta de conectarme a Facebook un domingo)
Así da gusto cumplir años, cumplir meses, cumplir días…
Así da gusto vivir.

¡Quiero ir a por mi primer milenio!
Y luego ya si eso vamos viendo.
😉

Esto no es una broma