Disfrutando de la Globalización


Ayer comí con mi amiga querida
con Sylvia, de Toulouse,
en un restaurante oriental
en el que se mezclaba cocina japonesa
con china
y vietnamita
(con un vino blanco de la Ribera del Duero)
y pagamos en Euros
hablando en español
para luego quedar con mi otra gran amiga
Aída (B.)
y tomarnos un Spritz Aperol
en un café italiano a menos de 50 metros de mi casa.

Recordaba Verona
como si lo estuviese paladeando
y cómo le había dicho a Carmen
que era un poco menos significativo viajar
desde que la globalización campa a sus anchas por el mundo
porque encontrar Aperol a 50 metros de mi casa
o pasta a la albahaca
como la que hice ayer para cenar
se había convertido en norma
(normal)
y se apreciaba algo menos al estar en otros países.

Quizá ha llegado el momento de pensar
si tiene sentido viajar
pero, sobre todo,
si tienen sentido las fronteras.

Ayer Mateo me enterneció

Mateo es un alumno al que doy clases desde hace años y a quien cada día tengo más cariño. Es una pena, me encariño con los alumnos sabiendo que si hago bien el trabajo, dejarán de ser mis alumnos. Pero es más penoso no encariñarse, así que opto por lo primero sin pensarlo dos veces. Y además, si se trata de gente a quien querría tener entre mis mejores amigos desde su más tierna infancia, mejor aún.

Ayer, después de decirme la semana pasada que lo iba a hacer, me presentó el trabajo que estaba preparando para su clase de audiovisuales: iba a hacer una presentación de la historia del cine en blanco y negro. Podía elegir cualquier tema: fútbol, la playstation, el skate… y ¡eligió el cine! ¡Y juro que yo no le influí en lo más mínimo!

Le puse de tareas encargarse de ver las siguientes películas para documentarse durante el fin de semana:

Llegada de un Tren a la Ciudad, de los hermanos Lumiere, 1895.

[youtube_sc url=http://youtu.be/tz_l8JDYXmc]

La primera película de ficción: Viaje a la Luna, de Georges Mélies, 1902.

[youtube_sc url=http://youtu.be/dxB2x9QzXb0]

El surrealista y sorprendente Perro Andalúz, de Buñuel, 1929.

[youtube_sc url=http://youtu.be/DREePfBA_ik]

Nosferatu, por el expresionismo, de Murnau, 1922.

[youtube_sc url=http://youtu.be/rcyzubFvBsA]

La lista no era exhaustiva, pero sí bastante representativa de un comienzo que quedaría truncado por la irrupción de la prosa prosaica… Quizá fui algo tendencioso, pero es inevitable en todo educador, así que es mejor asumirlo.

Y, después de vistas todas, lo que hizo como un buen amigo que es, casi diría, le pedí que viese también y para ayudarse a preparar el enfoque de lo que quería presentar, las películas más actuales sobre el tema:

Y también las vio.

Pero lo que realmente me enterneció, más allá de su presentación, que hizo en tres minutos delante de un cuadro del salón de su padre, con muchas ganas por mi parte de grabarle, fue lo que sucedió cuando seguimos estudiando estadística.

Leyendo sobre un tabla de pesos de bebés al nacer, le pregunté por la clase modal y me respondió que qué era eso y que si él había estado en la clase modal, es decir, la más «normal», aunque no es lo mismo, pero sin entrar en detalles de medidas de dispersión, me dijo: ¡No! ¡Yo no quiero ser normal!

Le habría abrazado en ese preciso instante. ¡Lo juro! Y no juro en vano.

Solo le respondí que no, que no se preocupase, que él era cualquier cosa, pero que nunca era ni sería normal… y que se lo tomase como un verdadero cumplido.

¡Cuánta empatía pude sentir!

Y pensar que mi sobrino y tantos otros, quieren ser normales como máxima aspiración de sus vidas… ¡ay!

Si como máxima es la media, esa función es casi constante… casi como la curva de un encefalograma plano… hummm… casi como si oliese a muerte.

¡Viva Mateo y los padres que le han parido/educado!

Es todo lo que puedo decir.

Hambre

El hambre en el mundo

Hoy Iñaki Gabilondo centraba su comentario del día en torno al Hambre en el Mundo. Da cifras (y letras). Es descorazonador, desgarrador, pero preclaro. Conecta esta situación con la que vivimos en la famosa crisis financiera, habla de la posibilidad de resolver este problema y de que está, por primera vez en la historia de la humanidad, a nuestro alcance.

Y sigue pareciéndome tan lúcido como cuando veía sus entrevistas políticas en CNN+. Antes de que el canal fuese sustituido por la emisión ininterrumpida del programa El gran hermano. Y no pasó nada. Entonces no pasó nada y ahora tampoco.

Me canso de los códigos del Tango y dejo de ir a las milongas; es algo que puedo hacer, porque nadie me obliga a vivir en ellas, pero ¿qué ocurre cuando me canso de vivir en un mundo con unos códigos, unas prioridades que, como dice Iñaki, parecen locura absoluta? ¿qué lugar hay para poder evadirse?

Mientras, cada día me horroriza más esta frivolidad con la que tratamos el tema manido de esta década: la crisis, una crisis que ni mucho menos es de subsistencia, sino más bien de niños pijos acostumbrados a tener de todo. Hemos luchado para conseguirlo, pero también cabría comenzar a recordar a base de qué lo mantenemos. ¿No es cierto que, en parte, este sistema necesita la desigualdad para generar incentivos? Es la bandera que se enarbola contra comunismos aparentemente trasnochados constantemente, como si fuesen el infierno de lo posible… Mientras, cada día vemos que este sistema (¿capitalista?) es un sistema diabólico, perverso, que se alimenta de nuestra sangre y nos obliga a alimentarnos de las sangres de otros, como si de una película de zombies se tratase o una de vampiros.

Siempre me dieron mucho miedo las películas de vampiros. Mi amiga Aída se ríe de mí cuando le cuento que no soy capaz de ver la película dirigida por Coppola sobre el más famoso de ellos. Pero lo que más me aterraba era que me pudiesen morder y, así, convertirme en uno de ellos, en un vampiro que necesitaría alimentarse de la sangre de los demás, convirtiéndolos a su vez en otros vampiros que se alimentasen de las sangres de otros… y así hasta ocupar el planeta completamente.

No me di cuenta de que yo ya era un vampiro, de que ya había sido mordido por otros que a su vez lo habían sido por otros… y que llevaba dentro de mí la necesidad de seguir perpetuando este sistema perverso para poder vivir, para poder pervivir.

Cuando leí Los Cantos de Maldoror, ese libro apasionante del Conde de Lautreamont, no pude evitar sentirme identificado, en lo más profundo de mi ser, con ese Maldoror vampiresco, pero con una angustia existencial y un sentimiento de soledad tan profundo como consciente de su carácter perverso irremediablemente. (Hoy día es posible que ese libro fuese censurado por la iglesia católica, pero esto y Krahe no vienen al caso en esta ocasión)

Ser antisistema dentro del sistema es tan absurdo…

Guión de un corto de animación

Estructuralmente Inestable
[youtube_sc url=http://youtu.be/xBKX9QrRqxI]

Este vídeo se realizó hace ya cinco años… en la Asociación Cultural Clave 53, dentro de un taller de Animación con Plastelina que coordinó Aída B. Márquez en el que participé como alumnito con un pequeño guión dentro del curso que contaba esta pequeña historia:

Alma pinta un cuadro para llevárselo a su amor Oliverio. Elige un marco, desenrolla un lienzo, los une, lo pinta de azul, les pinta un retrato simbólico en blanco y se dirige con ellos al avión.

El avión despega pero no llega a su destino porque pierde un motor y luego el segundo motor. Aterriza y vuelve a irse a su casa donde encuentra su escoba. Recurre a un viejo hechizo para conseguir que la escoba vuele. Finalmente, encuentra a Oliverio y le regala el cuadro y su corazón que, al llegar, forma parte del cuadro porque se ha desprendido de su pecho.

El Script del guión puede verse como se hizo a mano en esta serie de imágenes escaneadas del original, que hoy mismo voy a tirar a la basura.

Las fotos que se usaron están en:

Fotos para el corto de Animación con Plastelina

Los Soprano

Hace unos días hablaba con mi amiga Aída sobre el porqué de la bondad de esta seria y ella decía que dos temas cinéfilos por antonomasia son la guerra y la familia, y que la mafia tiene ambas cosas.

Cierto, cierto, no puedo estar más de acuerdo. Así que le publico aquí el vídeo de la cabecera de la serie que es espectacular sin ser espectacular. Estamos hablando de que hay películas y series de televisión que podríamos comenzar a llamar Contemporáneas. ¡Ya era hora!

[youtube_sc url=http://youtu.be/NQilxGHU3jI]

Tengo agujeros en todas mis pieles

Primera piel: Epidermis

Mi ano ha vuelto a dejarme intranquilo
la tendinitis no desaparece
al menos puedo decir que me constipo menos
(constipo=resfrío… que no es francés)

Segunda piel: Ropa

Los calcetines son como de político
de aquel cuyos calcetines tenían agujeros
las camisetas tienen redondelitos por los que entra la luz
y van gastándose
aquellas que más utilizo
sin que vea una previsión del tiempo que les queda
como a mí.

Tercera piel: Casa

Siempre en constante mantenimiento
ahora el microondas
luego los fuegos
también algún PC
y muchas pequeñeces
que mantienen mi mente ocupada en no resolverlas

Eso sin entrar en las deudas (ya casi de cuarta piel
que tienen los vecinos del 1º y del 3º
que ascienden a medio millón de pesetas
y que obligan a organizar mejor la basura
porque me negué a subir el pago a la comunidad por los
que sí pagamos.

Cuarta piel: Entorno social.

Sin que tampoco se sepa muy bien
qué entendemos por esta piel que se abre al mundo (5ª)
habría que decir que me siento triste
porque no veo a mi amiga Sylvia
porque mi amiga Aída está triste y me contagia su tristeza
porque mi amiga María está muy preocupada y me entristece su preocupación
porque mis otros amigos casi no están en mi vida
salvo de cumpleaños en cumpleaños
y no entiendo porqué
salvo que siempre me pillan agotado en sus convocatorias
o con trabajo
que debe estar muy mal remunerado pues apenas llego a fin de mes
y si salgo siempre me siento culpable ante un mínimo gasto
como una caña, una ración de bravas o algo mucho más caro
que apenas puedo permitirme.

Quinta piel: El mundo.

Empezando por Madrid
luego España
luego Europa
luego «Occidente»
luego El Mundo
veo tanta injusticia, brutalidad, tiranía, falta de libertad
que me asusta
me da miedo
aunque sé que es el objetivo de quienes quieren dominar el mundo
y occidente y europa y españa y madrid…
aunque lo sé
no puedo evitar tener miedo
mucho miedo
casi tanto como para compararme o sentirme identificado con
un judío huyendo del régimen nacional-socialista alemán allá por los años 30
pero no sé a dónde ir
porque este miedo, con globalización incluida, no deja un resquicio de esperanza
y siento que no hay dónde escapar
y pienso en Islandia y sé que es una falsa ilusión
y ¿qué hago yo en Islandia?
y ¿le pediría a Carmen que dejase su vida para venirse?

Tengo miedo a que los agujeros de mis pieles
estén dejando entrar a la muerte
salvo cuando aplico el parche
mágico
de la piel del amor.

.
.
.

hoy he soñado que me casaba

y me casaba por la iglesia
y venía toda la familia
por parte de mi padre
porque la parte de mi madre
está mermada (sin entrar en detalles
esto es mera especulación
interpretativa)
pero lo más gracioso
es que me casaba solo
sin nadie con quien casarme
porque quería desafiar a la iglesia
y el cura
un cura de pueblo anciano
canoso alto y enjuto
no entendía por qué me casaba
y mi familia
o la de mi padre para ser más exactos
no entendía por qué me casaba
ni para qué
y yo no tenía ganas de explicarles
que quería dar
a entender que una familia
también podía ser una persona

mi amiga aída estaba en la ceremonia
porque se había encargado
de la música de sala
y los demás se fueron
a tomar algo al pueblo
mientras llegaba en cura
y me casaba conmigo mismo
y yo caía al suelo
vestido de blanco
de bruces
con los brazos en cruz
pero poco simétricamente situado
quedaba esperando
en la losa fría
que llegase
mi familia
o la de mi padre
a meterme dentro de ella
(supongo
interpretando
otra vez)

tras su vuelta
teníamos que irnos
(quizá
interpretando
a celebrar)
y cogía un coche
cuyo modelo no puedo recordar
(aunque no sé si recuerdo es una buena palabra para referirse a un sueño)
pero los cristales estaban
empañados
porque hacía mucho frío
fuera
y se había escarchado
el aire

me apremiaban
desde otros coches que estaban detrás de mí
a que me pusiese en marcha
así que encendí los limpiaparabrisas
y arañado un poco el cristal frontal
me puse en marcha
aunque casi no pudiese ver

un camión
con todas sus luces alumbrándome
chocó con mi lateral izquierdo
justo antes de que entrase
en un maizal
porque me había detenido
un poco adelantado
a la señal de stop
que
obviamente
no vi

los demás coches
siguieron su camino
por la carretera
que había quedado atrás
en la bifurcación
y que yo no había tomado

hoy he soñado
posiblemente
que moría

Harto de lamentaciones

Programa en C que explica mi situación actual a la perfección… aunque algunos días es variable. Tengo pensada una versión posterior para mañana.

#include <stdio.h>
#include <string.h>
#include <stdlib.h>

#define LONG_ENLACE 15

main()
{
int estoyharto=10;
char comienzo[] = "Estoy";
char hartura[] = "harto de";
char enlace[LONG_ENLACE] = " estar ";
char motivo[] = "lamentaciones";
char *hartazgo = malloc(LONG_ENLACE*estoyharto*sizeof(char));

strcpy(hartazgo,hartura);
strcat(enlace,hartura);

while (estoyharto--) {
printf("%s %s %s.\n", comienzo, hartazgo, motivo);
strcat(hartazgo,enlace);
}
}

La salida de este programa compilado es la siguiente:

Estoy harto de lamentaciones.
Estoy harto de estar harto de lamentaciones.
Estoy harto de estar harto de estar harto de lamentaciones.
Estoy harto de estar harto de estar harto de estar harto de lamentaciones.
Estoy harto de estar harto de estar harto de estar harto de estar harto de lamentaciones.
Estoy harto de estar harto de estar harto de estar harto de estar harto de estar harto de lamentaciones.
Estoy harto de estar harto de estar harto de estar harto de estar harto de estar harto de estar harto de lamentaciones.
Estoy harto de estar harto de estar harto de estar harto de estar harto de estar harto de estar harto de estar harto de lamentaciones.
Estoy harto de estar harto de estar harto de estar harto de estar harto de estar harto de estar harto de estar harto de estar harto de lamentaciones.
Estoy harto de estar harto de estar harto de estar harto de estar harto de estar harto de estar harto de estar harto de estar harto de estar harto de lamentaciones.

Pero hay días que estoy mucho más harto.

Tengo que cambiar el programa para que la variable estoyharto pueda ser eso, variable. Y recoja un valor preguntándome cuánto harto estoy… es fácil, pero ahora tengo que irme. Puede que, en breve, suba la versión modificada para esto.

Me obsesionaba la idea de usar más espacio que el necesario, así que usé un puntero para el hartazgo. Podía haber usado un array de tamaño fijo (en las primeras versiones era así), pero ya lo tengo preparado para que el tamaño del hartazgo se fije en función de la variable estoyharto.

Qué tontería, podría decir… pero es que es lo que siento. Hartazgo, también, de desperdicios.

Hoy casi no llego

Cada día quiero dedicar un ratito a escribir
en este diario
atípico
y
me
he encontrado con
que por poco no llego a escribirlo por
haber estado todo el día con mi amiga Aída
B.
Con quien he tenido el gustazo de disfrutar
de una excursión magnífica
con la excusa de un curso monográfico
en el que intentar ayudar a desarrollar la creatividad
que voy a hacer en Castrejón Alto.
Parece ser que es una finca del antiguo conde de Floridablanca
del que tendré que aprender algo más antes del curso.
Es difícil hacer un curso sobre algo como
el desarrollo
de la creatividad.
Algo que ocurre en el cerebro
que no se ve
que no se nota mucho
que se siente pero no se aprecia…
es algo extraño
extravagante
casi esnob
pero sé que tengo mucho que aportar en este campo
en el que he pensado mucho y muy bien
aunque me esté mal el decirlo
y he leído textos que pueden
aportar herramientas
invisibles
inodoras
insípidas
inútiles o de una utilidad muy cuestionable
que
bajo ningún concepto
pueden venderse como terapeúticas
aunque algunos como el Jodoroski
lo intenten para arreglar un mundo
que necesita ser arreglado
tanto
tanto
tanto
que es fácil engañar a la población
vendiéndoles
lociones de laspur lotion.
Creo que yo no lo hago
pero nunca estoy seguro de lo que hago.
Ahora
tampoco.

Nombre-Hombre

Esta mañana, escuchando los desayunos de la 1, algo bastante patético, por otro lado, me daba cuenta de que a Jose Luis Rodríguez Zapatero se le llama Zapatero, a Alfredo Pérez Rubalcaba se le llama Rubalcaba y a Carme Chacón se la llama Chacón, a Mariano Rajoy se le llama Rajoy. Es obvio que es porque la sencillez del primer apellido de los primeros (Rodríguez o Pérez) no haría muy identificable de quien se está hablando.

Me resulta interesante pensar porqué entonces, a Patxi López se le deja el apellido, aunque siempre se usa también el Patxi. Claro, es la forma más sencilla de decir que, dentro de ser claramente español (López, hijo de Lope), no deja de reconocerse vasco (Patxi, por Francisco Javier López Álvarez).

Mi nombre de carnet de identidad, por decirlo así, es Jose Manuel Domínguez Sabaté. Jose por mi abuelo paterno y Manuel por mi abuela materna. Es decir, soy un refrito de falta de originalidad familiar, sumado a un primer apellido tan vulgar (en el mejor sentido de la palabra) como Domínguez, hijo de Domingo.

Domínguez es un apellido patronímico el sufijo -ez significa hijo de Domingo. Al tratarse de un nombre propio muy común debido a la devoción a diversos santos, como Santo Domingo de Guzmán, fundador de los dominicos o Santo Domingo de Silos, no existe un origen común y existen múltiples ramas.

Es evidente que esto de los apellidos contiene toda una historia de la que a veces queremos librarnos.

Yo vendría a ser un hijo de Domingo, nieto de José y, también, de Manuela. Pero, sin embargo, Sabaté, ese segundo apellido no es tan convencional como lo demás y, aparentemente, no es patronímico.

¿Por qué, entonces, no asumí como nombre Giusseppe Sabaté?

La historia de cómo me empezaron a llamar Giusseppe es siempre preguntada y muchas veces no sé si me apetece contestarla con un simple: yo lo elegí. Así que ahí va:

Todo empezó allá por mis tiernos 19 añitos, hace más de 24 años. Yo salía con una muchacha a la que no dejaré de querer nunca que se llamaba Marta (tentado estuve de escribir Carmen, qué cosas), con la que mantuve una larga y feliz relación durante siete años. Ella, de familia numerosa, tenía 7 hermanos y hermanas, el menor de los cuales, se llamaba Alberto.

Alberto y Marta y sus amigos me hicieron asiduo de Alcobendas, donde entonces vivían. En aquella pandilla recuerdo que éramos varias parejas más o menos estables y algunos personajes un poco más, digamos, outsiders. Alberto tenía una novia llamada Cristina, estaban Jose y una chica cuyo nombre no recuerdo, Marta y yo y Raquelt y Queralt.

Como se puede observar, éramos dos en un grupo con tres chicos los que nos llamábamos Jose, y Queralt tuvo la genial idea o la sutil broma de comenzar a llamarme Josep, con un marcado acento catalán. Poco a poco, antes de tener los 20 años, ya me llamaban todos giusseppe.

Entonces a mí me era indiferente el tema del nombre y no le di mayor importancia que la de que sirviera para distinguirme de un (otro) Jose.

Pero el tiempo pasó y acabamos separándonos, Marta y yo, y Queralt y Raquelt y los demás. Queralt se fue a vivir a Alicante y yo comencé a salir con Raquelt. Fueron unos extraños tiempos en los que nuestra relación se aposentó sobre un delirio tras otro, negándonos la sencillez de la felicidad. Ninguno de los dos estábamos preparados y prefiero no entrar en detalles (quizá otro día). También acabé rompiendo con R, por una pasión algo incontrolada que sentía por Patricia… pero esto es otra historia.

Definitivamente, rompí con casi todo aquel grupo salvo para encuentros casuales o acordados para mantener un contacto cada vez más artificial.

Y en un momento en el que lo que necesitaba era romper, acabé por romper, incluso, con mi familia, con el resto de amistades, con todo lo que pudiera ser y me fui a vivir a Australia.

Y en poco tiempo regresé.

Pasados unos meses (yo buscando trabajo en EEUU, en Irlanda, en UK…) recibí una llamada de Beatriz, la hermana pequeña de Raquelt, con quien alguna ocasión había flirteado. Me pedía que volviéramos a vernos, que retomáramos el contacto, que siguiéramos siendo amigos a pesar de que ya no quisiese, por su bien, ver a su hermana. Y eso hicimos.

Para Beatriz yo era, simple y llanamente, giusseppe.

Y me animó, maravilla de las maravillas, a que me apuntase a Teatro, en un grupo en el que, según sus palabras, había 18 mujeres y sólo 2 hombres. No dudé mucho en apuntarme, aunque el primer día recuerdo mirando los ojos azules-violetas de mi amiga Ruth, que pensé: «Pero si yo estoy aquí para ligar, ¿por qué me está gustando tanto esto de jugar a actuar?». Y me acabé olvidando de que a lo que había ido era a otra cosa.

Ya para todos mis nuevos amigos, yo era, simple y llanamente, giusseppe.

Jose (Eugenio Vicente Torres), el profesor de Teatro a quien tanto debo que nunca podré pagarle, me presentó a mi amiga del alma, mi querida Sylvia, a Aída, a Elena, a Rafa… para quienes yo seguía siendo, simple y llanamente, giusseppe.

Incluso, Sylvia llegó a fabricar el primer recorte, la modificación natural del nombre (artificial), que fue giuppe. Aún me llama así.

Y esa parte de mi vida, ese entorno, siguió creciendo mientras los demás mermaban. Cada vez eran más para quienes yo era, simplemente, giusseppe.

Y fui giusseppe para mí por primera vez cuando, animado por Jose, me decidí a registrar mi primer libro de poemas. Una vieja recopilación de poesía adolescente, titulado, finalmente, El SinSentido de la Vida. Y lo firmé como, simplemente, giusseppe.

Elegí una minúscula intencionada y carente de apellido, simbólicas de mi humildad (pretendida) y mi creación ex-nihilo: giusseppe, sin más.

Pero poco a poco fue abriéndose una inevitable confrontación entre Jose Manuel Domínguez Sabaté y giusseppe. El primero era al que le correspondía el lado analítico, científico, tecnológico, de la vida, mientras que al segundo le tocaba el lado sintético, creativo, artístico. El primero estrechaba manos, el segundo abrazaba. El primero era serio, el segundo era irreverente. El primero era maduro y pragmático, el segundo era adolescente y utópico idealista. El primero era contenido, el segundo era desbarrado. El primero tenía trabajo en unas importantes empresas, el segundo consideraba importantes empresas aquello en lo que deseaba trabajar.

Hasta que, poco a poco, se fueron haciendo amigos. Y en el nombre tenía que quedar algo de ambos, en el nuevo nombre: Giusseppe Domínguez

Quedó el gusto por las mayúsculas de los adultos, el apellido que marcaba parte de mi origen que, de esta manera, reconocía, pero quedó la elección personal de un nombre procedente de una amistad, que servía para distinguirme que contenía una pequeña trampa barroca como era el tener 2 eses y 2 pes.

¿Pero por qué no Sabaté?

Giusseppe ya es bastante característico, como para elegir además el minoritario Sabaté para que lo acompañe. Se trataba de que para reconocerme no me llamasen Sabaté, sino Giusseppe.

Y parece que lo voy consiguiendo.

A parte de algunos familiares, reticentes a llamarme Giusseppe, aunque ya se les escapa alguna vez un Giuppe, como a Carmen que siempre me llama así, cuando no otras cosas más cariñosas que no voy a repetir en este espacio, ya nadie me llama Jose. Ah, sí, algunos de mis alumnos; cuando tiene que haber un contrato de por medio, acaban llamándome Jose porque es lo que ven en los papeles. Me gusta dejar salir a pasear esa parte de mí, de cuando en cuando, pero ya están tintados ambos el uno del otro: ese Jose viste como giusseppe y a ese giusseppe no le avergüenza reconocer que le encantan los ordenadores.

Poco a poco, voy logrando ser sólo una persona, variada, casi federal por dentro, pero una única persona.
Y me encanta.

Adoro ser Giusseppe Domínguez, adoro construirme, no ya de la nada, pero sí a cada mañana, aunque algunos días resulte cansado.

Giusseppe aclarando cosas….

Esto no es una broma