Premio Nobel

Cuando era pequeño, igual que otros niños aspiraban o soñaban con ser futbolistas, bomberos, astronautas, policías, camioneros, o ya más mayores, médicos, cineastas (pocos), economistas, ingenieros, yo tenía la osada aspiración secreta de ser Premio Nobel.

Por supuesto, en algo científico, porque, como sabemos, Premio Nobel de la Paz lo puede ser cualquiera.

Sin embargo, con el pasar del tiempo, me fui haciendo más realista o, sencillamente, más pragmático y enfocar mis esfuerzos a la asignatura en curso, al curso vigente, al día a día (paso a paso, y me acuerdo de John Rambo alejándose hacia el amanecer). Así, desistí de esa aspiración loca, algo infantil, de ser Premio Nobel.

Entre otras cosas, comprendí que era una vida (supuesto de que hubiese tenido alguna posibilidad de vivirla) dedicada a una única actividad durante muchos muchos años. Y eso dejó de atraerme pronto. Demasiadas actividades me atraían, demasiados focos divergentes me hacían caminar en tantos rumbos dispares que, por momentos, parecía que no avanzaba en ninguna dirección. Es más, aún siento esta deriva algo caótica por la que me «arrastran» mis inquietudes.

Pero cuando estaba a punto de desvanecerse aquel anhelo, conocí a Jose Luis Sanz Vicario. (En realidad le reconocí, pues ya le había conocido en segundo curso de carrera, pero nos reencontramos dos o tres años después en la especialidad de Química Cuántica)

nobel joseluis

Jose Luis era para mí el modelo de persona que sí podría haber llegado a ser Premio Nobel. Es más, aún está en disposición de llegar a serlo. Seguro que tampoco había soñado con ser futbolista, ni bombero, ni astronauta, ni policía, ni camionero… (aunque nunca creo haber hablado de esto con él). Pero posiblemente tampoco fantaseaba con la idea de ser Nobel. Esa es quizá la diferencia: para él no se trata de una fantasía, ni de una aspiración. Es, quizá, el lugar al que puedes acabar llegando después de una vida de dedicación plena o casi plena a una actividad como la investigación. Ahora él es Director del Grupo de Física Atómica y Molecular, Sede de Investigación Universitaria SIU, Instituto de Física, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Antioquia, Medellín (Colombia). Yo soy profesor particular de alumnos de secundaria… (Absurdo esto de medirse, hay demasiadas facetas y la regla esta es demasiado unidimensional).

Por un tiempo, incluso, estuvo viviendo en Suecia (en aquella época yo le llamaba Jose Luis, «el sueco», pero ha sido «el alemán», «el inglés», ahora «el colombiano») y pensé que aquel era su sitio, pero me equivocaba. Pensé que, si alguna vez me llegaba una invitación como la de la imagen, sería de él.

Sin embargo, lo que con el tiempo más añoro de él no es su amplísimo conocimiento bibliotecario casi de infinidad de materias, ni la intensidad de nuestras conversaciones sobre teoría de la ciencia, sino los bocadillos de calamares, las películas de cine, incluso recuerdo con nostalgia el viaje compartido que, con origen en Aachen, nos hizo conocer (o revisitar) Maastrich, Bruselas, Amsterdam… Su pasión por las vidrieras góticas, su alegría siempre irónica…

En 2005, le había regalado un objeto que pensé en el 2002, titulado Principio de Incertidumbre. Otro amigo común, mi querido Xabier López, me regala un texto maravilloso que tengo que contestar en breve en su fantástico blog de divulgación de Química Cuántica. Adoro seguir en contacto con ambos. Es un honor y un placer tenerles en mi vida de una manera u otra.

De correos

Hoy no he mirado el buzón de correo postal.

Tengo una maleta (que ya son 2)
donde guardo correo postal
desde los 14 años.

Pero poca gente queda que me escriba
personalmente
por correo postal.

Yo aún lo intento, cada verano,
enviando unas 10 postales
y quizá unas 10 cartas
anualmente.

Pero no parece tener sostenibilidad
con lo difícil que es conseguir
un sello
un buzón
un sobre
palabras de 5 letras todas
como carta.

Cada vez tengo menos urgencia
por mirar mi buzón (buzones)
de correo electrónico.

Desde hace casi 30 años
tengo correo en internet
aunque aún no se llamaba internet (era en BITNET)
y mucho menos
Internet.

Tenía una cuenta en un gran IBM 3090
y no recuerdo bien el usuario
pero era algo así como JMDOMIN at IBMCCI11
para luego tener una cuenta ya formalita
allá como en 1994
en un equipo UNIX
jmdomin@Helena.iic.uam.es
cuyo nombre me evocaba a la mujer que me había vuelto loco
durante más de un año.

Aún guardo todo ese correo
y con nostalgia
algún día
como hoy
lo abro y veo qué cosas me preocupaban
para ver lo lejos que queda
y lo cerca que queda.

Los últimos años
el correo electrónico para uso personal
lo he ido reduciendo al mínimo
hasta llegar a límites insospechados
entonces.

A duras penas sigo guardándolo
cada cierto tiempo
con mi obsesión permanente por hacer backups
del universo entero
por si un día debo restaurarlo.

Pero me resulta difícil saber si merece la pena guardarlo
y, sobre todo,
qué guardar.

He comenzado a borrar mensajes que recibo
de gente cuyo correo
es meramente informativo
sin intención de ser comunicativo.

Supongo que al otro lado
muchos y muchas están haciendo eso con mis envíos de correo masivos
informativos y poco
o nada
comunicativos
en el sentido de necesitar un feedback
que alimente la conversación,
la correspondencia,
convirtiéndola
en una interacción humana a dos (o más) bandas.

Así que ahora que tengo
whatsapp
facebook
line
skype
gtalk / G+
un par de dominios (de segundo nivel) propios en Internet
jmdomin@giusseppe.net
jmdomin@clave53.org
más de 10 cuentas de email
tipo
jmdomin@gmail.com
gsspp@hotmail.com


ahora
no me siento más conectado que entonces
hace más de 30 años
cuando miraba ansioso
el buzón
en busca de una carta de una chica a la que criticar
por sus faltas de ortografía
mientras pensaba en sus enormes tetas,
ahora
voy sintiendo que almacenar la información
es inservible
y que lo interesante es la inmediatez
el ahora
el ahora mismo
mismo
mismito
ahora te llamo
ahora
hablamos
y no almaceno esa información
salvo
distorsionada
en la memoria
frágil
de mi cerebro.

Ahora
este diario
está empezando a ser
de vital importancia
para un pez
que no se llama Wanda.

Orfandad

Deshabitado
huérfano
solo
con más silencios que sombras
y sin un duro.

Aída se fue
y no tengo una amiga semejante
con quien ir al cine
con quien ir de cañas
con quien debatir frikadas
con quien compartir humor
con quien abrazar incomprensiones

para ver esas películas comerciales
que nos gustan a ambos
sin sentir que tenemos que ser más cool
ni más hipster o gafapastas
de lo necesario

para aprovechar esas ofertas
de franquicias abusonas
o de oleosos viejos bares
algunos de los cuales
por fin
están de moda

para no sentirme solo en el universo
y dejar volar nuestras obsesiones
hasta que ocupen el lugar
reservado a la creación

para saber que la risa
está en cualquier lugar
está en cualquier palabra
está en cualquier mirada

para condolerse
como puede hacerse gracias a la amistad
más seria y más profunda.

Siento orfandad
aunque por un momento fue horfandad
de huérfano emigrado
país abandonado
désolé
je suis.

Al menos
en la distancia
tenemos IEEE 802
tenemos TCP/IP
incluso HTTP, SSH, SMTP, POP3
además de VoIP, XMPP
pero sobretodo GaNAS
muchas
de seguir estando
siendo
habitados
acompañados
hermanados
enriqueciéndonos
juntos.

Plebiscito vinculante

plebiscito

Una buena amiga ha publicado este mensaje en una red social, requiriéndonos a la participación:

Estas son las 4 preguntas que se votaran durante el plebiscito:

1. ¿Quiere usted una Democracia Participativa incorporando el Plebiscito en la Constitución y en la Legislación, como herramienta vinculante de decisión ciudadana, para que la soberanía del pueblo sea real?

2. ¿Quiere usted pagar y avalar la deuda contraída por el Gobierno, como la destinada al rescate de los bancos, sin haber contado con el respaldo de la ciudadanía?

3.¿Quiere usted que para evitar la corrupción se cambien las leyes para que la ciudadanía tenga el control de los poderes del Estado y de las administraciones públicas, garantizando una total transparencia?

4. ¿Quiere usted que se garantice por ley la gestión íntegramente pública de los bienes y servicios públicos (sanidad, dependencia, educación, agua, servicios sociales, etc.) y el ejercicio efectivo de los derechos fundamentales (vivienda, empleo, justicia, pensiones, medio ambiente, igualdad, etc.)?

No he podido por menos que responderle:

sí, no, sí, sí. Pero ¿no te parece un cuestionario un tanto retórico e, incluso, tendencioso?

voto-plebiscito-ciudadano-2013
aunque suele estar mal visto el responder en contra de un plebiscito, como si fueses alguien que opina que, entonces, estás con «ellos», o que no crees en la voluntad popular, o que no eres idealista o poco democrático, etc, etc, etc.

Pero es que estas preguntas son estúpidas. Por decirlo muy crudamente. En realidad, matizando, lo que son es un conjunto de pueriles preguntas tendenciosas que incluyen la respuesta correcta. Si votas lo contrario a lo previsible, pasas inmediatamente a estar equivocado. Lo plantearé de este modo:

¿Puedes no querer una Democracia Participativa? ¿Puedes no querer que los ciudadanos decidan?

Claro que no. Puesto que en tal caso, ni siquiera te estarías deteniendo a ofrecer tu opinión/decisión.

El populismo de la segunda es insultante para la inteligencia:

¿Quién desea pagar los dispendios que el gobierno ha tenido sin contar con la ciudadanía? No hablamos, por supuesto, de esa ciudadanía que, mediante su voto (que no se reconoce como vinculante, parece ser) ha decidido poner ahí a este gobierno que tenemos. Ah, que ese gobierno no prometió hacer lo que está haciendo… ya, estamos de acuerdo, pero la deuda existe. ¿Nos negamos a pagarla? ¿Nos hacemos cargo de las consecuencias del impago? ¿Hablamos de ello? No. Lo único que sabemos es que nos parece mal hacernos cargo.

La tercera, tan retórica y huera como las anteriores…

¿Quiere usted, para evitar la corrupción…

Pues claro que quiero, ¿cómo no iba a querer? ¿Soy idiota? ¿Soy corrupto? Es decir, en términos de lo que verdaderamente me importa, el hecho de que se supone que es una consulta, en la que, se supone (insisto), hay opciones… ¿alguien puede contestar a esta pregunta con un no?

4. ¿Quiere usted que se garantice por ley la gestión íntegramente pública…

Esta cuarta tiene una alternativa que no suele gustar a quienes están planteando este plebiscito. Menos mal, al menos hay una pregunta que se puede contestar de dos maneras sin errar. Eso sí, quien ha llegado a esta pregunta va a responder lo que yo respondería, obviamente, que sí, que quiero una gestión íntegramente pública pero ÍNTEGRAMENTE. Hasta el punto de que prohibiría (con la más feroz represión posible) la privatización de la enseñanza y la sanidad, al menos. Ni hablar de la subvención de empresas privadas que llevan a cabo labores que realizarían perfectamente aparato público.

Pero una pregunta que me hago es la de si se puede considerar vinculante en ambas direcciones o siempre se ninguneará la no participación (cosa que, por cierto, se suele criticar cuando el voto en blanco o nulo no recibe representación parlamentaria). Es decir, ¿si el grado de participación no supera ni el 5% de la población, no se puede entender como indicativo de que el plebiscito no ha logrado su objetivo?

Ahora hablemos de objetivo:

Dicen en algún lugar de la web que «Esta acción Plebiscitaria puede ser de dos tipos: o bien un Plebiscito Consultivo (es decir, una consulta ciudadana para refrendar o no ciertas iniciativas de carácter general) o bien un Plebiscito Vinculante (una consulta ciudadana pero de obligado cumplimiento por el Gobierno)«.

Están anunciando este como Vinculante, aunque reconocen que, en realidad, en España un Plebiscito no puede ser vinculante. ¿Me están, por tanto, engañando? Bueno, para quien le importan las palabras, simplemente se están confundiendo. Suponiendo, siempre, buena fe.

En otro punto de la web afirman «Estas preguntas son abiertas, así como la acción del Plebiscito en sí ya que la intención es ir definiendo todo el proceso entre todas las personas que quieran participar en las diferentes reuniones específicas para ello.»

Y aquí subyace otro error. Preguntas abiertas son aquellas que pueden ser respondidas con algo distinto a un sí o un no. En absoluto son abiertas, es más, como indiqué antes, inducen a o incluyen en su formulación misma la respuesta correcta. No es un plebiscito ni consultivo ni vinculante ni leches. Es, en el mejor de los casos, una desesperada forma de expresar el descontento, cosa que puedo comprender, con un gobierno que está defraudando a la ciudadanía, a un sistema de tres poderes judicial, legislativo y ejecutivo (¡ay, si Montesquieu levantase la cabeza!) que apesta por todos los lados, un sistema en el que el cuarto poder no tiene el más mínimo poder porque es una herramienta al servicio de otros poderes, ocultos, financieros, por decirlo así.

Comprendo la necesidad de generar corrientes de opinión afines a la búsqueda de alternativas, pero esta manera me resulta preocupante, por su falta de transparencia, por su falta de criterio, por su sucesión de errores y por el alarde de falta de respeto a quien opine de manera diferente, no dejando hueco en las preguntas/respuestas más que para el «estás con nosotros o contra nosotros».

Este «plebiscito» me recordó otro, de hace más de 30 años, que empañó nuestra reciente adquirida democracia, el famoso Referendum de la OTAN. Pero este nace desde la promesa de que nuevos aires, más participativos, son posibles, nuevos aires de verdadera democracia, de democracia 2.0, y cosas así, pero si siguen por esta línea de enfrentamiento infantil no contarán con mi apoyo y, puede que con el tiempo, ni siquiera con mi simpatía.

Y si eso dice de mí que estoy contra alguien… pues que así sea. Siempre lo he estado. Y esto también me recuerda otra cosa, en este caso, al maravilloso Charles Bukowski y su libro «Peleando a la Contra». Y a Isidoro Valcárcel Medina… y a otros admirables librepensadores.

Cuando digo que soy cuántico

Es gracioso ver la reacción de mucha gente cuando, en mitad de una conversación, surge el tema y comento que soy licenciado en Química Cuántica.

He de reconocer que hay algo de pedantería en la afirmación. Es más, la mayoría de los químicos jamás puntualizan la especialidad en la que se licenciaron. Quizá porque no aporta un apellido tan ilustre. Y es que, de un tiempo a esta parte, la máxima cúpula del intelecto se le atribuye a quien sabe mecánica cuántica.

En innumerables ocasiones, en televisión, en conversaciones casuales, en facebook, en todo contexto inimaginable, surge alguna vez la palabra cuántica como el cumun de lo in. Así, se han ido desarrollando todo tipo de cosas con el mismo apellido, muchas de ellas absurdas: Terapias cuánticas, limpiezas cuánticas, negociaciones cuánticas… vaya, cualquier cosa.

Tras la afirmación, reafirmación, en la que digo haber estudiado esa cosa tan inextricable, tan extraña, tan ajena para el común mortal, apunto que además estudié matemáticas y el doctorado en inteligencia artificial. Si da tiempo y ocasión, incluso, menciono que versaba sobre lógica difusa.

Vaya, repaso mi curriculum escolar pavoneándome como si aquello que hube estudiado me convirtiese en mejor persona, en más grande o admirable. Despliego las plumas al máximo. A veces, según el contexto, cuento que trabajé de «experto» de seguridad de redes en grandes empresas… para acabar dejándolo para escribir poesía.

Me vendo estupendamente. Aunque solo vendo el nombre. Luego se me olvida cobrarlo.

Y muchas de esas veces me avergüenzo, en algún lugar, de saber que no continué muchas de esas disciplinas que comencé, me avergüenzo de saber que ya no sé tanto de ellas, que he olvidado tanto… y me avergüenzo del pavoneo, de la necesidad de exaltarme, de hacerme ver más grande, más importante… como cuando me cambia la voz y se agrava, se vuelve seria y formal, se hace adulta, digamos. Me avergüenzo de saber que estoy manipulando la opinión que se tiene sobre mí. Volverme inalcanzable. Pero oculto esa vergüenza en risas, en tópicos, diciendo que al fin y al cabo he dedicado mi vida a «lo inútil». Pero subyace otra altanería más sutil, la medieval de sentir que dedico mi tiempo a las artes liberales, que soy un noble que vive aparentemente pobre. Pero sé que es todo apariencia. Muy superficial.

¿Por qué todo esto, esta necesidad de afirmación a través de la mirada de los otros?

Inseguridad. En el fondo, algo de esta acción me dice que me siento inseguro. Quizá es la edad. Quizá. Quizá el tiempo invertido intentando conseguir despegar como coordinador de talleres de poesía o creatividad sin mucho éxito. Quizá. Quizá algo más antiguo, algo más primigenio, de origen infantil… quizá.

Ya no recuerdo cómo me enfurecía y entristecía ser tratado de «interesante» o «inteligente» en mi adolescencia, cuando deseaba ser deseado, sin más, sin filtros. Quizá me da tranquilidad a ese respecto el saber que, de una u otra forma, Carmen sí me desea. Quizá.

Ya no recuerdo cómo me avergonzaba ser conocido como administrador de sistemas en empresas bancarias o de telecomunicaciones. Cómo afirmaba tener cualquier tipo de profesión para que nadie pudiera saber de mi «formación académica». Para que el trato se normalizase, para que nadie pusiese caras raras ni me preguntase si era verdad. Apenas recuerdo a mi amiga Olga y el tiempo que estuvo pensando que yo era policía. Ni cuando afirmaba ser fontanero, teleoperador (que sí fui), barrendero, etc.

Ayer, de hecho, me preguntaron que si había estudiado química cuántica de verdad. Contesté que sí, que no sabía que hubiese una química cuántica de mentira, pero que también me habría gustado estudiarla, pensé en si era algo que tendría que ver con la ficción, con las narrativas contemporáneas al estilo investigador de Paul Auster, pero de eso no quise hablar.

En otros contextos me promociono como artista, poeta, performer, qué se yo. Tengo una sensación de querer ser el raro, el diferente, lo que durante tanto tiempo odié, ahora reivindicarlo. Soy de lo que no hay. Viene a ser mi lema.

Quizá por todo esto, entre otras cosas, supongo que me enorgullece (en el mal sentido de la palabra orgullo) cuando colaboro y leo, comprendiéndolo, el blog de mi amigo Xabi, Función de Jota. Quizá.

Los estúpidos dicen estupideces, pero no todo aquel que dice estupideces es estúpido.

Hablar con alguien que dice una estupidez no es considerar a esa persona estúpida. En caso de considerar que eso es cierto, sería preferible dejar de hablar con esa persona por considerar que no tiene arreglo.

Implicaciones éticas, políticas o morales surgirían del hecho de considerar que la humanidad está dividida en estúpidos y no estúpidos, una visión elitista que no me agrada desde un punto de vista estético.

Distintas capacidades no hacen una diferencia en la humanidad (calidad de humano) de las personas. Puede haber quien tenga cierta forma de inteligencia afectiva o resistencia ante el dolor emocional o empatía… habilidades que suelen estar menospreciadas ante la capacidad de análisis o la ambición, por ejemplo.

El sábado mantuve una acalorada conversación con una amiga de Carmen a quien no considero estúpida pero que sí dijo un buen número de estupideces argumentando su visión simplista de la creación, basada de manera infantiloide en la de la Biblia, sin que ella la hubiese leído, por cierto, afirmando que la experimentación científica es algo tan «opinable» o cuestión de creencia como lo es el creer en verdades de un libro supuestamente escrito o dictado por dios.

Sus razonamientos (por llamarlos de algún modo) eran básicamente los mismos que los de los creacionistas Bush-eros, con una sofisticada falta de interés por la cultura, por la confianza en la experimentación científica, sin el más mínimo respeto por los trabajadores que dedican su tiempo y sus vidas (y así ha sido a lo largo de toda la historia de la humanidad) a ampliar los conocimientos que tenemos de nuestro pasado, de nuestro presente, de nuestro contexto natural y social… científicos o investigadores de historia, ciencias varias, sociología, etc… Pero a ella le basta con una exención de su propio conocimiento para decir que es dudoso lo que han descubierto. Y asume que no sabe, pero que a ella le resulta difícil de creer…

Y aquí confunde un creer con otro creer: No está hablando de duda metodológica, lo que habría sido, al menos, respetable, aunque también, y de manera diferente, nos llevaría al epojé o un silencio escéptico; no, no hablaba de ese método de pensamiento, hablaba de no creer lo que no ha visto porque ella no lo ha visto… y lo compara con lo que no he visto y que otros (visionarios) sí que han visto. Pero aquí es donde el plano de creencia es diferente: lo que ella no ha visto (o no conoce) no le es inaccesible (a menos que supongamos cierta incapacidad mental), sino que no ha hecho el esfuerzo para acercarse a ver o conocer las pruebas objetivas que cualquier otra persona puede ver. Lo que yo no he visto (una virgen apareciéndose en lo alto de un cerro, por ejemplo) no es verificable objetivamente, no puedo guardar registros de los mismos y, desde luego, eso no merma su posible verdad, pero es una verdad (caso de serla) no científica, es decir, de un plano diferente de conocimiento.

En ciertos momentos, le pregunté, para descartar si era un escepticismo auténtico, sobre si creía en que ella estaba delante de mí, si otro podía verla y comprobar, mediante la vista, una presencia objetiva. No era esa la duda que albergaba, en realidad, solo dudaba de algo que no comprendía por el hecho de que no lo comprendía. Vamos, por poner un ejemplo, como si yo digo que los chinos, entre sí, no es que hablen un idioma propio, sino que están jugando a hacer soniditos sin la más mínima intención de trasmitir mensajes, única y exclusivamente por la razón de que yo no sé chino. Así que bien podría ser la segunda una explicación «razonable», eso sí, para mí y solo para mí.

A pesar de que esto segundo pueda parecer estúpido, que yo lo pensase no me convertiría en estúpido, pero negarme a aceptar que pueda ser de otra manera, quizá sí me convierta en estúpido irreconciliable. Al menos en el sentido de fabricante de dogmas basados única y exclusivamente en mi aceptación de que sobre lo que yo desconozco es mejor afirmar cualquier cosa que creer la que puedan darme como explicación aquellos que dicen tener pruebas refutables.

¡¡¡¡Aggg!!!! Fue amarga la noche, con momentos en los que, enajenado, le dije que no podía respetar sus estupideces, sus argumentos carentes de toda lógica y que bien podía metérselos por el culo. Mi vehemencia me traiciona, pero es que me sentía insultado, tratado como un charlatán cuyas afirmaciones eran poco más que opiniones propias basadas en ignorancia. No quise ser arrogante, o pedante, pero sabía de lo que estaba hablando, sabía lo suficiente sobre la teoría del origen de las especies y el cómo se ha llegado a ella como para poder ceder, callado, a sus desprestigios, a sus, aparentemente inocuas, descreencias… ¡Me estaba llamando mentiroso! Y no me iba a estar callado.

Tampoco me iba a aguantar que me dijese frases impersonales o imperativas como «en algo HAY QUE creer». Me parece bien que ella crea en aquellas cosas que le hagan falta para ser más feliz, para suponer que se va a encontrar con su madre muerta o lo que sea, cuando muera, puedo tolerarlo o respetarlo, pero no puedo respetar su simpleza al no darse cuenta que está imponiendo una actitud, está afirmando algo que no es cierto y que me atañe: No HAY QUE creer. Se cree o no se cree, pero no es necesario y, mucho menos, obligatorio.

Y eso sin volver al tema de que su «creer» era un creer de fe, pero no de conocimiento comprobable, sin embargo, seguía menospreciando el conocimiento científico, por la ridícula razón de que no haya sido capaz aún de dar con una cura contra el cáncer (de lo que murió su madre), sin tener en cuenta ni aceptar como válido, ni como réplica que sí se hubiese sido capaz de dar con curas para enfermedades incontables desde hace millones de años. ¿Merecía la pena que le contase que en los últimos siglos la población del planeta se había multiplicado por mucho? ¿Que la esperanza de vida y la longevidad eran las más largas de la historia de la humanidad?

Todo giraba en torno a lo que sus limitados conocimientos veían. Todo lo demás, podía, según ella, ser explicado de cualquier manera (bíblica, claro), porque no aceptaba la existencia posible de otras deidades que no fuesen únicas (y masculinas, para más inri). Podría haberse, al menos, dejado atraer por la creencia en cualquier cosa, como la New Age parece promover, pero no, ella seguía anclada en una visión preconciliar de una mezcla de catolicismo y autoinvención, oportunista, infantil, estúpida (la mezcla).

Pero limitar lo que es el mundo a lo que ves de él, a lo que eres capaz de explicar, sin ni siquiera desear ver más, no es ceguera, es voluntad de ceguera… y esta actitud me parece, simple y llanamente, repugnante.

Me acordaba tanto de las conversaciones verdaderamente rigurosas que había tenido justo una semana antes hablando con mi querido amigo Xabi que no podía dejar de pensar en ¿por qué algunas personas no comprenden que si perdemos la lógica en la argumentación no queda nada que justifique que sigamos hablando?

La metodología del pensamiento es la base del mismo, sin él, se convierte en un conjunto más o menos arbitrario de suposiciones todas las cuales pueden ser tanto ciertas como falsas y carece por completo de sentido el intentar hablar sobre ellas, es decir, sobre cualquier cosa o materia.

También recordaba a otra amiga, también de Carmen, que sostenía que no todas las personas tienen capacidad para comprender ciertos temas. Ella, profesora de filosofía, discrepa conmigo en una visión sobre la naturaleza humana pues sostiene que sí es razonable establecer esa distinción entre «estúpidos» y «no estúpidos», por decirlo de manera exagerada, pero no puedo o no deseo creer en ello. Aunque días como el sábado me hacen replantearme mis propias creencias.

Día de la mujer trabajadora

8 de marzo

Es muy amargo, pero creo que es cierto. Es una frivolidad continua la de felicitar a todas las mujeres por igual, como si las no luchadoras mereciesen el aplauso. Y por no luchadoras me refiero a aquellas que aceptan la situación de sumisión a las que las somete el sistema (que somete también a hombres, pero hoy no es el día para hablar de ellos).

He llegado a ver un comentario que decía: felicidades a todas las mujeres, las que trabajan en casa, las que trabajan en oficinas y una felicitación especial para las que tienen un trabajo mixto, trabajando en ambos sitios. Y yo me pregunto si no es terrible esa felicitación, perversa, que anima a que las mujeres tengan esa sobrecarga de trabajo que nunca le desearíamos a nadie.

Por ende, felicitar a quienes deberían deshacerse de parejas tan sinvergüenzas como para permitir esa falta de reparto del trabajo o de las tareas domésticas es insultante, es depravado y sádico, incluso. Esas mujeres, responsables, porque siempre asumo que son responsables de sus actos, son merecedoras de insultos, si es que los insultos son alguna vez merecidos: al menos, se las puede tachar de sumisas más allá de lo razonable, perpetuando una situación que debe cambiarse ya.

No puedo entender que no se piense en ello.

Puedo comprender que algunas mujeres estén en esa situación, pero no, bajo ningún concepto, que esa situación sea felicitable. Es canallesca y debería ser cambiada, debería revertirse, debe hacerse un esfuerzo por mostrar rechazo social hacia quien acepta esas situaciones, para que la presión que las lleve allá sea «compensada» por presión en sentido contrario.

He encontrado este texto junto a esta imagen


mujeresEn 1908, 40.000 costureras industriales de grandes factorías se declararon en huelga demandando el derecho de unirse a los sindicatos por mejores salarios, una jornada de trabajo menos larga, entrenamiento vocacional y el rechazo al trabajo infantil.

Durante esa huelga, 129 trabajadoras murieron quemadas en un incendio en la fábrica Cotton Textile Factory, en Washington Square, Nueva York. Los dueños de la fábrica habían encerrado a las trabajadoras para forzarlas a permanecer en el trabajo y no unirse a la huelga. El 8 de marzo es día de conmemorar y no de festejar.


Y me quedo con esa última frase como algo que estoy empezando a ver: la mayor parte de las veces, las manifestaciones se convierten en fiestas, en lugar de lugar de reflexión y crítica, los días de conmemoración se banalizan, se celebran cosas (¡CELEBRAN!) como el día del hambre infantil o la desigualdad, o la violencia (de género o no), etc.

Ser mujer (como ser hombre) es algo casual y no es digno de ser ni celebrado ni conmemorado, es como ser alto o bajo, rubio, moreno, de piel clara u oscura, pero ser luchador o luchadora es una elección y eso forma parte de lo que nos caracteriza como humanos racionales, como seres más interesantes (interesantes) que el resto de los animales, la ética de la elección nos hace dignos y dignas, nos encumbra… o todo lo contrario.

Muchas gracias a Pilar Clua Nieto por enviarme ese texto que me ha hecho pensar. Muchas veces, sin alguien cerca para recordarlo, yo también caería en la simpleza de la banalización.

Dualidad o no dualidad, esa es la cuestión.

Pero establecer la cuestión de esta manera, tan dual, no deja de ser un contrasentido. Otra vez vuelvo a dejarme influir por mi amigo Xabi, quien ha realizado una magnífica descripción de lo que supone la naturaleza dual de la luz.

dualidadCon esta imagen, tan inteligente para mostrar lo que significa la dualidad de la luz, pero también de la materia (quedaba extender ese comportamiento ondulatorio a quienes estaban establecidos como partículas, en sentido contrario a lo que había hecho Einstein, completando de ese modo el ciclo), me he acordado inmediatamente del mito de la Caverna de Platón.

A bote pronto, y sin salir de mi casa mental, puedo decir que esto conlleva una conclusión inmediata, que es el hecho de que los experimentos solo son análisis de proyecciones de una presunta realidad existente. Pero de la que no sabemos nada, ni siquiera, y esto se presume en esta imagen, la manera en la que se proyecta ni el lugar sobre el que lo hace.

¿Cuál es el espacio en el que la Realidad existe (¿si es que existe?)? ¿Cuál es el espacio en el que la Realidad se proyecta? Podemos llamar al segundo espacio de lo experimental, pero no deja de ser un espacio por definir. Si bien la palabra espacio, de por sí, ha perdido su absoluto, su visión cartesiana, en aras de una visión más relativa, tanto que fue también Einstein, entre otros, quien la puso en jaque, llevándola a un concepto tan interesante como el de la mecánica cuántica: la relatividad.

El espacio dependía de la materia que lo ocupaba. Es como en el principio de incertidumbre, el objeto observado es afectado por el observador.

Ambas frasecitas se las traen, porque dejan a la ciencia algo más indefensa que antes, cuando podían afirmar con tajante claridad cómo eras las cosas, cómo se comportaban… y pueden hacer caer en explicaciones acientíficas de las que es mejor cuidarse, pues al menos, las primeras, tienen algún tipo de metodología y escapan o buscan escapar de dogmatismos fanáticos: que haya sido capaz, la ciencia, de cuestionarse su poder, es algo que pocas otras logias se atreven a hacer, demostrando que sí, que el método es lo que de verdad importa.

Pero volviendo a la dualidad… no hago más que plantearme si la metodología más acertada no podría ser la de la redefinición de los conceptos con los que nos hemos movido hasta ahora: objeto, partícula, onda, mundo…

En su día, mundo era sinónimo de universo; átomo significaba indivisible. Las cosas cambian, al cambiar las circunstancias, podemos cambiar la manera en la que se entienden los textos. Yo creo que sobra hablar de dualidad, lo que es necesario es entender que las partículas no son lo que eran, que las ondas no son lo que eran. (Y no quiero decir qué significaba desahucio, antes de que lo pretendan redefinir)

En varios de mis talleres de creatividad he jugado con esta idea de expandir el concepto de, por ejemplo, la palabra objeto, haciendo que signifique objeto textual, sonoro, visual, acción, tridimiensional, y que la creación poética pase a ser una labor de composición de objetos (en ese sentido extendido). Estoy preparando un taller de Haikus Conceptuales donde, en el fondo, la idea es la misma: ¿Qué es un haiku? Si extendemos lo que entendemos por tal, intentando captar la esencia del mismo, igual nos hallamos ante la posibilidad de crear una acción o un dibujo o un texto… o algo completamente multimedia, al más puro estilo Fluxus.

Me interesa mucho la idea de cómo las palabras son la base, la verdadera base de aprehensión de la realidad (que no deja de ser una palabra) y de cómo somos lenguaje, que diría Ludwig Wittgenstein, de quien debo leer más. En su día no me interesó, pero es que yo era demasiado pesimista como para despegarme del existencialismo. Ahora creo que puedo buscar un complemento interesante en este alemán magnífico.

Alguna de sus ideas, extraídas de una web poco cuidadosa:

Wittgenstein opina que el lenguaje es ideal, pero que es necesario buscar su lógica interna. Escribe un libro (Tractatus) con siete proposiciones para buscar esa lógica interna del lenguaje.

  1. Parte de la idea de que el mundo es todo lo que acaece (hechos), por lo que podemos decir que el último dato del mundo son los hechos.
  2. ¿Cómo se nombran los hechos? Nos hacemos imágenes, dibujos, representaciones del lenguaje. No está intentando referir cada palabra a un elemento de la realidad como hacía Russell. Cada proposición del lenguaje es ya un hecho, es “algo”, y hay unas ciertas relaciones entre lo figurado y la figura. Para nombrar los hechos se hacen figuras de ellos.
  3. La Isomorfía Semántica se estructura en una relación de isomorfía o de representación, lo que supone que la relación de isomorfía ya no es simétrica entre dos conjuntos iguales, sino que es una relación de forma, de figuración. Si esto es así, entre lo representado y la representación hay un mínimo lógico. Esta forma mínima es inalterable ! FORMA LÓGICA. Todo el mundo es lógico (incluido el lenguaje). Por ello no hace falta crear un lenguaje ideal porque éste ya es lógico de por sí.
  4. Russell dice que el lenguaje no es ideal porque hay cosas que no tienen referencia, pero Wittgenstein no habla de referencia. Cuando una oración es falsa, si tiene sentido no debe rechazarse porque pinta algo de un mundo posible.
  5. Wittgenstein opina que pensamiento, lenguaje y realidad son la misma cosa.
  6. En la realidad y el lenguaje se distinguen cinco niveles:
    1. NIVEL DE LOS OBJETOS: Aquellos que nombramos con los nombres, éstos pueden formar parte de un estado de cosas.
    2. NIVEL DE LOS ESTADOS DE COSAS: Composición mínima de objetos que queda nombrada por la función o proposición.
    3. NIVEL DEL HECHO: El conjunto de todos los hechos componen el mundo.
    4. NIVEL DEL MUNDO: Queda nombrado por todas la proposiciones verdaderas.
    5. NIVEL DE LA REALIDAD: Conjunto de todos los mundos posibles (incluyendo el que verdaderamente existe).
  7. Hay cuatro tipos de oraciones, podemos hablar de cuatro maneras distintas de dibujar la realidad:
    1. Lenguaje representativo, declarativo, descriptivo, lenguaje de la ciencia que da información.
    2. Oraciones de la lógica, estúpidas, porque son evidentes y no dicen nada, ej: a = a (tienen sentido, pero no dicen nada).
    3. Oraciones sin sentido, oraciones típicas de la filosofía, que parecen que dibujan algo pero no, ni siquiera en un mundo posible. Este tipo de oraciones no deben utilizarse y deben ser rechazadas.
    4. Oraciones que sirven sólo para saber cómo funciona el lenguaje, porque cuando lo sabes ya no sirven para nada. (Éste tipo no lo dijo Wittgenstein, fueron los críticos del Tractatus que escribió).

Según Wittgenstein, en su Tractatus logico-philosophicus:

  • Filosofía no es una teoría, sino una actividad.
  • Una obra filosófica consiste esencialmente en elucidaciones.
  • El resultado de la filosofía no son “proposiciones filosóficas, sino el esclarecerse de las proposiciones”.
  • La filosofía debe esclarecer y delimitar con precisión los pensamientos que de otro modo serían, por así decirlo, opacos y confusos.

Es curioso saber que el denominado neopositivismo ha sido prácticamente abandonado, sin embargo no ocurre lo mismo con la filosofía analítica, también corriente del movimiento analítico, que continúa en vigor en importantes áreas culturales del mundo occidental. Tanto es así, que el mismo Wittgenstein abandona el primero y con sus “Investigaciones filosóficas” crea esta segunda corriente, pudiendo hablarse incluso de Wittgenstein I y Wittgenstein II.

El principio de máxima multiplicidad de Hund y el llenado de los asientos del Metro

Que los electrones son verdes y llevan minifalda, como decía mi amigo y compañero (por no decir camarada) Alberto Luna Fernández, es algo más que dudoso, pero divertido de imaginar.

Imagine usted que por un momento le convirtieran en electrón.

Imagine, por imaginar, que hubiera de meterse dentro de un átomo, que, por imaginar, podríamos visualizar como un vagón de metro.

Imagine, seguimos, que cada orbital fuese una pareja de asientos (vamos a suponer que los asientos están dispuestos de 2 en 2, lo cual no siempre es así. Podríamos haber imaginado un autobús, pero he visto algunos con filas de 1 asiento + 2 asientos. No sirven tampoco para imaginar la restricción de no más de 2 personas por pareja de asientos).

Imagine, que entra en el autobús y que la primera fila tiene una persona sentada en cada par de asientos. No una persona en cada asiento. ¿No le sorprende? Uno podría pensar que la gente no desea estar cerca, que se separan lo más posible por evitar el contagio, o algo parecido. Pero no, parece ser que la mecánica cuántica tiene un símil para explicarlo: El principio de la máxima multiplicidad de Hund.

Cuando varios electrones están descritos por orbitales degenerados (es decir, con el mismo nivel energético, no me entienda mal), la mayor estabilidad energética del total es aquella en donde los espines electrónicos están desapareados (correlación de espines).

¿Y cuál es el espín de una persona?

Pues mire usted, por seguir imaginando que usted era un electrón, podría imaginar su espín como la necesidad que tiene de moverse al encender su móvil, al manejar su tablet, al leer un libro, al recogerse el pelo, al colocarse la ropa, siempre sobrante en esos ambientes artificiales de los supuestos orbitales…

Así que a usted no le gusta tener a alguien cerca porque «se choca». Si no puede evitarlo, lo hará, pero sólo si no puede evitarlo. En principio, usted buscará primero un orbital, es decir, un par de asientos, que esté desocupado, para sentar sus posaderas, para moverse a gusto. Y no solo usted lo hará por su propio bienestar, sino también la otra persona, la que esté semiocupando ese orbital lo agradecerá.

En resumen: ambas personas, si no todas las del autobús o el vagón del metro, serán mucho más felices (en realidad simplemente estarán más cómodas) si se sientan ocupando, semiocupando, el máximo de pares de asientos, lo que les facilita la movilidad, lo que les reduce los conflictos, generando una configuración óptima desde el punto de vista energético, incluso cuando haya requerido un pequeño esfuerzo, generalmente pequeño, el desplazamiento a filas posteriores para buscar un orbital vacío completamente.

A veces el salto que hay que hacer es demasiado grande (poca gente va a cambiar de vagón para buscar un par de asientos libres, conformándose con compartir un par con otra persona). No es que no puedan darse estos saltos, pero requerirían de una excitación provocada por algún tipo de estímulo.

Sobre el efecto fotoeléctrico y la salida de los viajeros de los autobuses lo dejaré para otra entrada, pero no será hoy. Que por ello le dieron el Nobel a Einstein y no es para tomarlo a broma.

Hay ocasiones, podríamos decir, en las que se vulnera el principio de exclusión de Pauli, y, de hecho, suele resultar molesto, incluso, verlo.

Dos electrones en un átomo no pueden tener al mismo tiempo los mismos números cuánticos.

Por ejemplo, imagine, usted electrón, que ha llegado a un vagón bastante ocupado y se ha sentado en el último hueco libre, al lado de otra persona-electrón, que está intentando moverse para otro lado, para no molestarle y para que usted, a su vez, no le perturbe con su espín.

Enfrente, tiene sentada a una mujer mayor que comparte el par de asientos con una pareja (sí, ha oído bien), una pareja, que están casi amalgamados sobre un único asiento, sentados ocupando un único asiento, sí, como si sus movimientos no alteraran a nadie, pero no es así: la pobre mujer mayor no sabe cómo moverse, está harta de tener a una pareja vulnerando el principio de exclusión de Pauli impunemente, como si no fuesen con ellos las leyes de la mecánica cuántica.

Todos nos compadecemos de la pobre mujer mayor (si hubiese sido un emigrante rumano, otro gallo cantaría) aunque nadie está dispuesto a ceder su confortable ubicación orbitalícea para la expansión de la pareja infractora de leyes mecanocuánticas.

¿Cómo es posible? Pues porque intenta, la pareja, reducir su par de espines a uno solo, es algo así como si esos electrones quisiesen convertirse en unidades menores, porque las hay y a los quarks les remito (que son de igual tamaño que usted, pero juguetean con sus espines en inverosímiles combinaciones que a muchos pueden parecer inapropiadas).

Quarks

Me dejo por explorar lo que significa un asiento ocupado por una madre (suele ser del género femenino, ese tipo de electrones, así que la previsión de mi amigo Luna no es tan desacertada) y su retoño, pues aún no he logrado imaginar a dos electrones copulando, procreando, pariendo, un electroncillo menor, un subelectrón que tenga que aprender a desarrollarse en esa jungla de fuerzas electromagnéticas, débiles, fuertes, que le tendrán su vida entera ocupado. Cuando lo logre, lo haré saber.

(Dedicado con todo mi cariño a Jose Luis Sanz Vicario, Alberto Luna Fernández y a Xabier López Pestaña, sin quienes mis años de carrera no hubieran sido, jamás, lo mismo)

Documentación del origen de Giusseppe

Ayer, arreglando algunos papeles, cartas que guardo en una maleta desde hace más de 3 décadas, encontré un papel higiénico con una carta que me escribió mi amiga Queralt (no recuerdo su apellido, si no, la buscaría en Face) en el año 1992. Allá entonces, ya me llamaba Giusseppe. Fue ella quien me fabricó la opción, la posibilidad de reinventarme, y de construirme a partir de un nombre nuevo.

Dejo unas fotos de ese papel que me ha enternecido el fin de semana.

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Esto no es una broma