Qué pesaditos estos de Facebook

Cada día me apetece pasar menos tiempo mirando las actualizaciones de estado y los maravillosos artículos que desean compartir conmigo en FaceBook mis amigos. La mayoría de los cuales son completos desconocidos y otros muchos son tan solo eso, conocidos.

Obvio que no es culpa de la aplicación, pretendida base de una renovada Internet… mucho más privatizada, menos neutral, más comercial, menos desinteresada. Esta Internet 2.0 es (y era) una puta mierda.

No puedo ser más claro ni más contundente.
¿Sirve?

Sí, sirve para hacer negocios, para publicar lo impúdico, para cotillear como en un programa del corazón (aunque yo diría programas de vísceras, en general) que claro que está bien que existan, que tengan su público y su, incluso, tiempo. Pero que se quieran autoproclamar los líderes de la tendencia en Internet y que no sean tosidos por nadie es algo muy, pero que muy, peligroso.

Ahora, cada vez que entro en la pantalla (como si esta afirmación fuese posible) de la página principal de FaceBook, me encuentro con que insisten en que consiga una dirección de correo electrónico giusseppe.dominguez@facebook.com

Pero ¿Por qué esta insistencia?

Está claro que es una forma práctica de conseguir un cliente fiel, casi esclavo, casi imposible de escapar de una aplicación que debía ser tan solo un útil y no una vida paralela (y para-lelos).

Pero es preocupante la pérdida de independencia que se tendría (ya se tiene en Gmail y HotMail) al tener un correo electrónico en manos de una de las 3 o cuatro más importantes empresas de Internet que están intentando fuertemente conseguir un oligopolio a la manera de las telefónicas en España, por ejemplo, en un campo que conocí libre y libertario. Era la Internet 1.0. Parece ser.

Pues bien, me niego a seguir jugando a esto. Estoy por darme de baja en FB y pasar olímpicamente de esas presuntas ventajas que me otorgaba. Lo único que me ha aportado hasta ahora ha sido el retomar el contacto con algunas amigas lejanas (y esto es algo que aprecio) de forma sencilla, sabiendo qué hace mi amiga Mariel, por ejemplo, cada dos horas, o haber visto las fotos de su pequeño y ver cómo va creciendo. También me aporta una infinidad de eventos a los que acudir, que no acudo por falta de tiempo, ganas e interés.

Se suponía que lo iba a usar para fines publicitarios (de ahí que haya aceptado tantos desconocidos entre mis amigos) y que iba a poder conseguir alumnos interesados en mis clases, pero la realidad es que hay tanta oferta y tanta dispersión que quien está en FB lo que acaba haciendo es, como yo mismo, perder el interés por las ofertas que se presentan por falta de tiempo y ganas.

Hummmm… siento algo de incoherencia en mí, uno de mis fantasmas acechando…

Si deseas salir de FaceBook, hazlo ya!

¿Por qué digo que no lo hago?

La verdadera razón (hay algunas razones no verdaderas, supongo) es que sigo creyendo que puedo usarlo yo y no ser usado por él, que tengo en mi poder una herramienta que puede servirme para contactar con amigos infrecuentes y saber algo de sus vidas, así como para conseguir algún que otro contacto interesante entre tanta morralla.

Pero esta creencia se desmorona por minutos. Y estoy seguro de que no seré el único que piense así en los próximos años, cuando aparezca una Internet 3.0 que desmonte el mito de que estar permanentemente conectado es un placer.

Y mientras tanto…

Sopa de caldo de puerros con patatas, acelga, pimiento y calabacín.

Otra receta con puerros. Y van tres. Ya escribí una sopa con puerros y unos mejillones con puerros. Es uno de mis alimentos preferidos, de un tiempo a esta parte, a pesar de que lo contrarrecomiendan por su generación de flatulencias o haya que tener precauciones por el alto contenido en fibra.

En esta ocasión solo aproveché la parte verde del puerro. Sí, la que todo el mundo tira a la basura, como me dijo el verdulero. Un compañero suyo, reconociendo mi buen juicio, dijo «Lo que hace es lo mejor, porque la parte verde es la que tiene más nutrientes porque está al sol». Yo no tengo nada claro que eso sea así, lo que sí sé es que es una parte que está muy rica y aporta mucho sabor.

En esta ocasión, la hice con lo que había comprado el viernes pensando en hacerla, pero se puede variar cualquier ingrediente por casi cualquier otro que se tenga, o eliminar alguno. La ocasión, repito, era que venían a comer el sábado los amiguetes Burak y Yaki que nos dijeron que se van a casar. Qué preciosa noticia… por cierto.

Empiezo con la recetilla:

Ingredientes para 6 personas (y me sobró un poquito de caldo que reservé para otro día, una sopita de 2 personas):

Para el caldo:

  • 4 cucharadas de aceite de oliva
  • 2 cucharaditas colmadas de sal (NaCl)
  • 4 dientes de ajo
  • la parte verde de 4 puerros
  • la parte más verde de la acelga y la parte más blanca del tallo de la misma
  • la parte más verde de unas ramas de apio
  • los tallos de un manojo de perejil

Para la sopa:

  • 2 cucharadas de aceite de oliva
  • una pizca de pimentón dulce
  • 2 dientes de ajo
  • 2 cebollas medianas
  • la parte blanca de un par de ramas de apio
  • 1 acelga entera
  • 1 pimiento rojo de los de asar (carne gruesa)
  • 1 calabacín
  • 3 o 4 zanahorias, según el tamaño. Usé 3.
  • 4 tomates de rama pequeños
  • 2 patatas hermosas

Preparación:

Muy muy larga en tiempo, pero no es muy trabajosa. Con esas cosas de los niveles de dificultad, diría que cualquiera puede hacerla.

Para preparar el caldo que luego voy a usar en la sopa, lo primero que hago es coger una cazuela grande (nunca uso la olla exprés, pero seguro que se haría mucho más rápido) y pongo un poquito de aceite, como cuatro cucharadas, le añado 2 dientes de ajo picados y otros 2 dientes de ajo si pelar siquiera, pero un poco machacaditos, para que suelten más sabor. Cuando comienzan a dorarse, añado la parte verde de los puerros cortada en láminas gruesas y tapo la cazuela para que empiece a soltar el agua. Corto la parte más dura de la acelga, lo que podríamos considerar un tallo, y la parte más verde de las hojas, añado esto a los puerros. Después agrego la parte verde de un par de ramas de apio cortaditas en trozos grandes y los tallos de un manojo de perejil (lo que habitualmente también tiraríamos, pero he descubierto que en procesos industriales se aprovechan este tipo de cosas para preparar esencias de sabores, como las pastillas de carne o verdura o pescado, los aromatizantes, etc… y he decidido hacerlo yo mismo), dejo que siga rehogándose tapada la cazuela con lo que aprovecho el vapor de los alimentos.

Cuando ya están sueltos todos los elementos, especialmente las rodajas de puerro, echo 2 litros y medio de agua y dejo que hierva durante 2 horas. (Aproveché para juguetear un rato con el PC)

Pasado ese tiempo, cuelo el caldo resultante y separo un poco para otro día, porque seguro que va a sobrar. Ese poquito, muy condensado, lo mezclo con agua para que no sea tan fuerte y lo guardo en un frasco de conservas en el congelador (cuando se enfría, claro).

Me apena tirar el residuo verde que queda sobre el colador, después de presionarlo para que suelte el máximo de juguito. Seguro que podría hacer algo con ello, pero ahora mismo no sé qué y, de momento, lo tiro. ¿Alguna sugerencia?

Ahora ya puedo comenzar a hacer la sopa.

En la misma cazuela, para no manchar más cacharros de los imprescindibles y así reducir el consumo de agua en su limpieza, así como el consumo de detergentes, pongo un poquito de aceite y 2 dientes de ajo picados, pero antes de que lleguen a dorarse, añado 2 cebollas cortadas en grandes trozos.

Para cortar 2 cebollas, mi forma de hacerlo es bastante matemática, casi geométrica, me atrevería a decir, cortando primero en 2 trozos cada una longitudinalmente por la mitad, para luego, alineando las 4 mitades, cortar longitudinalmente en 2 por un eje imaginario central, haciendo 2 cortes, paralelos a ese eje longitudinal para dividir ambos lados en otras sendas 2 partes, pero haciendo que la incisión tenga un ángulo aproximado de 45 y 135 grados respectivamente. Por último, cortar en 4 cortes transversales las 4 mitades cortadas, cada una en 4 sectores semiesféricos. De este modo, tendríamos 64 fragmentos de sectores esféricos de unos 45º cada uno a partir de 2+1+2+4*4=21 cortes. Desprecio la curvatura longitudinal para no complicar los cálculos, pero me produce cierta desazón saber que estoy despreciando esta característica cebollil. Tampoco tengo en cuenta el número de capas de la cebolla.

Seguro que se puede hacer de otra forma, pero a mí me gusta así.

Pico el apio y, en cuanto la cebolla cambia un poco de color, lo agrego junto con el pimiento rojo cortado más o menos regularmente en trozos grandes, después de vaciarlo bien de semillas.

Corto un calabacín de la manera similar a la descrita para cortar la cebolla. Del mismo modo, corto 4 tomates, preferiblemente maduros. Corto en trozos transversales, de 2 centímetros de longitud aproximadamente, las zanahorias. Corto también la acelga que me queda en tiras, dejando más grandes las más verdes.

Agrego el calabacín y dejo que suelte un poco de agua y que se impregne del aceitito, después la zanahoria, el tomate y, por último, la acelga.

Cuando la acelga se reduce y se mezcla bien todo lo que está siendo rehogado, añado las patatas cortadas con un cuchillo de mantequilla y sin terminar de hacer cortes limpios, para que suelten mejor, parece ser, el almidón que contienen y ayuden a dar consistencia al pote. (En esta ocasión, agregué también un par de trozos expresamente machacados en un mortero para aprovechar esta propiedad de las patatas).

Ya solo queda agregar una cucharadita de pimentón dulce, mezclar bien, añadir el caldo de puerros que tenía preparado y dejar hervir durante 40 minutos, hasta que las patatas estén bien blanditas, algunas deshechas, incluso.

Salió muy bien. No hago muchas fotos, pero se merecía alguna… otra vez será. Tardé, en total, unas 4 horas, pero pudiendo dedicarme a otras cosas más del 75% del tiempo.

Zuckerberg no tiene la culpa

de que yo pierda mi tiempo
entre caras desconocidas
buscando algo de interés
(simple o compuesto
mientras no llamo a mi amiga
y no hablo con mis vecinos
y no me doy la vuelta y le doy un gran beso a mi mujer

zuck… es solo un hombrecillo
que estaba tan aburrido
que quiso enseñarnos su miseria
para que pudiéramos compadecerle
y lo que hicimos fue copiarle
hasta que su miseria es nuestra
y la hemos multiplicado por
casi siete mil millones
de los que algunos llaman billones
y que está actualizándose
al segundo

he estado casi un minuto viendo esa página
web
y dándome cuenta de lo rápido que
crece la población
actualizándola
con F5 cada varios segundos
y dándome cuenta de que la gente nace
a pesar de todo

no deja de nacer gente y gente

seres humanos
(más o menos humanos
que crecerán
a pesar de todo
y lucharán
algunos incluso en guerras
para perder la vida
luchando
por la vida de otro
a quien muchas veces
no conocerán

así pasarán su tiempo
mientras yo actualizo
el número de personas vivas sobre la faz de la tierra
y las noticias de mis presuntos amigos
a quienes no conozco

pero zuck no tiene la culpa
es otro entero que se sumó al largo número
de los que hay en este momento
sobre la faz de la tierra
la faz esférica o cuasiesférica
de esta naranja mecánica
que habitamos
a pesar de todo.

¿qué pasaría si yo me muriera mañana?

Una amiga (Querida Mariel, va por ti) me lanza esta osada pregunta que pretende que conteste como quien habla del queso preferido, porque va a hacer un libro a partir de las respuestas de algunos amigos escogidos (gracias por escogerme). Me dice que no hay mínimo ni máximo… y yo me planteo que cómo gestionaría que le contestase que tengo una novela (más de 200 páginas) dedicada al tema.

Recuerdo el libro de mi admirado Paul Auster, A salto de mata, en el que incluye como apéndice una novela de las que él escribió trabajando de negro literario, hecho que relata en la novela en cuestión, haciendo una magistral utilización del juego de muñecas rusas.

Mariel podría poner mi texto ¿Cómo y en qué momento se enterará el mundo de mi muerte?. Ampuloso título para ampulosa ambición: ser tan grande o tan importante como para que al mundo le importe mi muerte.

El mundo es algo enorme (quizá infinito) y yo soy algo diminuto, epsilon, diferencial, infinitésimo, atómico o subatómico, quárkico, fotónico, mesónico… no sé, apenas nada.

Para empezar, no llego a ser ni una 0,000000000142857143 parte de la humanidad. Así que ni imaginar quiero al resto de especies vivas, animales, vegetales… luego minerales, y seguimos contando… o ya es incontable, como dicen que son los granos de arena de una (de solo una) playa. Es decir, casi no soy. Mi vida es así de minúscula.

Pero al mismo tiempo, puedo contar porque percibo, así que mi percepción es lo que importa. Seamos cartesianos por un momento y pongámonos, ni más ni menos, que en el centro del universo mental, diciendo que si pienso, YO existo. Vaya, vaya, qué listo, no otro, no, YO. El yo que yoyea, como diría Oliverio Girondo.

Y en ese centro, pienso, ya de paso, que la realidad no es ni más ni menos que una proyección mental de mi percepción: pseudoplatonismo cientifista. Como si el mundo existiese mientras lo pienso. Sí, cuando yo muera, entonces, se acabará el mundo. Al menos el que percibo, que es el único que habito.

Sé que esto puede ser paradójico en parte, pero por otro lado…

Vamos a seguir el hilo de otro de mis queridos muertos:

No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio. Juzgar si la vida vale o no vale la pena de vivirla es responder a la pregunta fundamental de la filosofía. Las demás, si el mundo tiene tres dimensiones, si el espíritu tiene nueve o doce categorías, vienen a continuación. Se trata de juegos; primeramente hay que responder. Y si es cierto, como pretende Nietzsche, que un filósofo, para ser estimable, debe predicar con el ejemplo, se advierte la importancia de esa respuesta, puesto que va a preceder al gesto definitivo. Se trata de evidencias perceptibles para el corazón, pero que se debe profundizar a fin de hacerlas claras para el espíritu.
El mito de Sísifo, Albert Camus

Y claro, no podía dejar de asentir cada una de las palabras de este amiguete. Además, con lo que me gusta controlarlo todo, dejar en manos del azar, del caos, de la naturaleza, algo tan trascendente como el fin de mi vida me parece intolerable, así que cada cierto tiempo me atrapa la idea de acabar voluntariamente antes de que, casualmente y no causalmente, me muera.

En su día, seguí la respuesta a la pregunta de Mariel atravesando distintos laberintos que comenzaban con mi suicidio y que variaban en función del lugar, el día y la forma en que lo llevase a cabo: no era lo mismo morirse en casa, en la bañera, cortándose las venas silenciosa y cálidamente, un viernes por la noche viviendo solo que lanzándose con una bomba atada al pecho contra el monarca.

No era lo mismo suicidarse después de que una mujer me hubiese desairado (jodiéndola de por vida, para ser cabrón…) o antes de ir a la cena de Navidad con mi familia.

Escribí una novela que no quiero enseñarle a nadie porque tiene lo más oscuro que haya tenido nunca: un deseo de morir, un tánatos freudiano:

En la teoría psicoanalítica, Tánatos es la pulsión de muerte, que se opone a Eros, la pulsión de vida. La «pulsión de muerte» identificada por Sigmund Freud, que señala un deseo de abandonar la lucha de la vida y volver a la quiescencia y la tumba.

No he podido evitarlo nunca, salvo quizá desde que viví en Australia y decidí que para huir, mejor viajar lejos, muy lejos… había descubierto una especie de sucedáneo de suicidio pero no irreversible, un sucedáneo barato, teniendo en cuenta las consecuencias.

Y desde entonces han pasado más de 15 años, durante los cuales he ido redefiniendo mi vida, mi entorno, mi actitud vital, especialmente, de manera que siento agudos deseos de seguir viviendo… o dejar de hacerlo, pero mantener siempre la exigencia de felicidad a corto o medio plazo. ¿Qué quiero decir con esto?

Vivo siempre pensando que me quedan 3 meses de vida (más o menos la cantidad de tiempo que estuve viviendo en Sydney), así que no se debe pensar que estaré bien pasado ese tiempo. Si en ese tiempo no voy a estar feliz, no me sirve la vida. No quiero durar, quiero tener una vida que merezca la pena vivirla, como decía Camus. Si no siento que merezca la pena, no seguiré un paso más. Hacía tiempo que estos pensamientos casi ni habitaban mi mente hasta que el año pasado estuve enfermo y recordé que no quiero durar: la vida no debe ser eterna, ni tan siquiera larga: me gusta lo de vive rápido, muere joven y haz un bonito cadáver, aunque ya no pueda cumplir casi ni una de las propuestas.

Lo que sé es que esta pregunta me lleva siempre a pensar en mis amigos más próximos, en mi cotidiano, en mi entorno que podría llamar mi cuarta piel, como la denominaría Hundertwasser y en el orden en el que se enterarían. Claro que, ahora, con FB, por ejemplo, esa información volaría a miles de kilómetros muy rápidamente. Aquellos hace 20 años hoy me parecen lejanos en el tiempo.

Sobre mi legado o lo que dejo, sobre si he cambiado el mundo, lo cual es inevitable (y no por ser artista, o poeta o cualquier otra profesión más o menos pública e impúdica), y de ese cambio sigo sin saber si habrá sido a mejor; sobre todo lo que ocurra al día siguiente en el mundo no me preocupa una mierda. Sigo sintiendo que lo que haga en vida es lo único que me importa. Puede ser que, como sigo sosteniendo de alguna manera, cuando yo muera se acabará el mundo.

¿De qué tengo que hablar hoy?

Parece ineludible la mención a la noticia del día del adiós a las armas de ETA. Pero me limitaré a un enlace a la crónica humana y sencilla que de ella hace mi amigo Juan Carlos Etxeberria.

Ya tocará hablar de la justificación futura de la parcial ley de partidos, ya tocará hablar de la legitimidad de las peticiones democráticas soberanistas, de la posibilidad de abrir un debate sobre la naturaleza de la estructura del estado, quizá, aunque esto sería demasiado, de la necesidad arbitraria de la existencia de estados. Pero eso será otro día.

Hoy sólo quiero hablar de lo bonita que es la ciudad de Donosti.

Si alguna vez decides (lector o lectora) ir a ver esta maravilla, verás que es un paraíso para todos los sentidos. El olfato, el gusto, el tacto, la vista y el oído. Además de otros sentidos menos utilizados…

La primera vez que estuve allí fue con mis padres, hará más de 30 años, y casi no recuerdo nada de aquel viaje salvo que me enamoré de los motivos con los que estaba decorada la barandilla del paseo marítimo.

Pasaron los años y conocí a mi amigo Xabi, mi gran amigo, una especie de alma gemela que tuve la suerte de encontrarme gracias a suspender algunas asignaturas de la carrera y dejar que se escapase el cuarto curso de Química Cuántica que estaba cursando. De esa forma me encontré con una promoción de gente mucho más fresca que la que me correspondía (a excepción del señor Alberto Luna Fernández, alias ALF).

Tenía 21 añitos recién cumplidos y comenzamos a viajar juntos a su tierra, su ciudad, tan asiduamente que casi me sentía de allí. Aprendí, incluso, rudimentos del idioma euskera que siempre me ha fascinado, quizá, por lo inútil para cualquiera que no tenga intención de vivir allí. Pero este romanticismo me ha perseguido en la mayoría de las elecciones que he ido haciendo a lo largo de mi vida.

Gracias a Xabi, J, (y a la tolerancia que mis padres me habían inculcado, dicho sea de paso), conocí a un gran número de amigos que inmediatamente entraron en mi vida, haciéndome sentir menos solo de lo que entonces me sentía.

Xabi me presentó a Iñaki (con quien acabaría por viajar por Bangkok, Sydney, etc), Poto (el ínclito periodista narrador de historias como ninguno), la sin par Junki de quien era difícil no enamorarse, con su dulzura, su cariño, su sutileza, Jose y Ainhoa, maravillosa e insólita pareja, él culturista cervecero y buen comedor defensor de su arte peculiar de soldaditos de plomo y también defensor de su independencia de elección de idioma fundamental, eligiendo, curiosamente en ese contexto, el castellano, especialmente si se tiene en cuenta que su pareja, la siempre sonriente Ainhoa, era y es profesora de Euskera en una Ikastola. Ella me ayudó con mis primeros pasos en esa declinativa lengua de incierto origen, regalándome material didáctico que conservo entre mis pertenencias más queridas.

Cómo olvidarme de Álvaro, un extraño informático, más amigo de Pablo Varona, compañero de batallas en el Instituto de Ingeniería del Conocimiento, con quien no acabé de cuajar pero que también introdujo en mi vida un gran número de personas a las que tengo en mi vida y mis recuerdos para siempre, como Mayelín y Ulises.

Cómo olvidarme de Aitor e Idoii (Idoia, pero había que diferenciar…) que acabaron viviendo en Iruña, Nafarroa con quienes compartí preciosas acampadas por los hayedos de Aralar, por las laderas del Txindoki, por Santisteban… Cómo olvidarme de Antxón, ese gran cocinero (también grande en tamaño) con quien, incluso, llegué a compartir comida en Colmenar Viejo, llevándole a uno de los mejores restaurantes de allí, ingenuo, para intentar deslumbrarle.

Cómo olvidarme de MariaJo y Alex, el maravilloso dúo que actualmente habitan en Hondarribia, frente a un castillo tan precioso como las tortillas de bacalao que él es capaz de hacer. Todavía tengo en mi memoria la mayor comilona que me haya dado nunca con Alex en Pasajes de San Juan donde nos trajeron una olla de lentejas maravillosamente hechas y que, al terminarla, exhaustos, nos preguntaron qué queríamos de segundo. Quizá sólo compitiendo con otra enorme farra gastronómica en Santesteban, tras la cual estuve jugando al mus en Euskera dándome cuenta de lo fácil que era, porque claro: envido, órdago y otras son palabras de ese idioma.

Cómo olvidarme de Willi, el músico silencioso, también químico, ese amigo con el que hice el Camino de Santiago, gastronómicamente, claro, después de visitar en Daroca a nuestra común amiga Junki que estaba tocando el órgano en un encuentro internacional de música antigua.

Cómo olvidarme de Marta Arrue, pareja de Iñaki, luego pareja de Xabi (con la controversia consiguiente), esa mujer con carácter, adorable, más tierna de lo que ella misma cree, con quien tuvo una maravillosa hija a la que Xabi porta orgulloso en su perfil de Facebook.

Cómo olvidarme de Xabier Sansebastián, de Idoia Lekue, de tanta y tanta gente, siempre buena gente, que conocí en años durante los que sospechaba que acabaría por irme a vivir allí.

Hasta que volví de Sydney convencido de que deseaba vivir y comprometerme en Madrid, y conocí a Sylvia, Elena, Jose, Ruth, Carmen… y esto ya sería otra historia…

Pero entonces, durante un enorme periodo de mi vida, mi corazón estuvo en el norte. Amaba Granada, y a alguna granadina, pero mi acento era vasco, mi apetito también, mi libertad era la suya y siempre quise vivir esa pasión por lo político que solo encontraba allí, hablando con mi querido Xabi en el espigón de La Concha o bajo el peine de los vientos, donde respiran las 7 provincias vascas.

Y después de todo esto, me doy cuenta de que no eran sólo las calles perfectas, la ubicación maravillosa, la comida, la música en la calle, el mar rompiendo en el paseo nuevo, los cubos del kursal, los puentes del Urumea, el castillo de Urgul, el monte Igeldo, la increíble Santa Clara, la plaza de la Consti, ni tan siquiera los pintxos… lo que realmente adoré (y adoro) de Donosti es a su gente, estos Giputxis que se instalan en tu corazón para no salir jamás, para quedarse dentro y no dejarte pensar ni vivir la vida sin ellos y ellas.

Y sigo conociendo gente allá que me fascina, como Igone, Gotzon…

Y es que Carmen y yo tenemos un acuerdo: Desde que comenzamos a ser pareja, allá por el día 6 de septiembre de 1999, le dije que no podía pasar mucho tiempo sin ir a visitar a mi gente del norte, a ver Donosti… y ella también se enamoró, en el primer viaje, como no podía ser menos, de aquella cuadrilla descuadrillada, de aquella tierra, de aquella gente. Así que acordamos quedar anualmente, de manera independiente, incluso cuando hubiésemos cortado en un futurible no deseable, en el Paseo Nuevo de Donosti el tercer sábado del mes de septiembre a las 4 de la tarde.

La única fotografía que tengo en nuestra recién reformada habitación es con Carmen y, de fondo, la Concha. No podía ser de otra manera.

Sé que hoy mi gente está feliz y esperanzada. A mí me hace feliz saber que están. Les quiero y, como siempre, tengo ganas de encuentros.

¡Aupa lagunak! ¡muxu bat!

Defendiendo a Esperanza Aguirre

Parece mentira que ya sea la segunda vez que defiendo a esta persona (o creo que, incluso, la tercera vez) discrepando tanto como lo hago de sus programas o los de su partido, aunque no los hagan públicos, pues saber cual va a ser el derrotero que tome este país a partir del 20N es algo más que sabido.

Aunque tanto esta vez como la anterior he comparado a su partido con el nacionalsocialista. Sin acritud. Con lo que creo que es su ideario más o menos oculto entre palabras de neoliberalismo (con lo engañoso etimológicamente hablando que tiene esta palabra de emparentarse con liberal, libertad, etc).

Esta ocasión ha sido a raíz de una correspondencia con una amiga, docente de un instituto público de la Comunidad de Madrid.

La cito a continuación:

EL NO VA MÁS DE LA EDUCACIÓN PÚBLICA EN MADRID

Una amiga me ha enviado un mail, en el cual algunos profesores de la enseñanza pública relatan cómo se está cubriendo la plantilla en sus centros. El texto es bastante largo, os cito una sola frase: ‘A mi centro ¿o debo decir ex-centro? han llegado dos «profesores» procedentes de la «Fundación Botín» que, al parecer, van a dar horas de matemáticas y economía. Están adjudicados desde julio y por supuesto no proceden de las listas de interinos….(El texto completo aparece a continuación de este mensaje) He querido verlo por mí misma y esto es una muestra de lo que he encontrado en la web de esa Fundación : ‘Si eres admitido al programa de Empieza Por Educar, serás destinado a un CENTRO PÚBLICO o concertado de ESO para dar clases de Matemáticas o de Lengua –según tu especialidad de estudios. Ya tenemos plazas en la Comunidad de Madrid y en breve podremos ofrecerte plazas en otras comunidades autónomas, puedes indicarnos tus preferencias al rellenar la solicitud online.’ (Fuente: www.empiezaporeducar.org, Presidenta de la Fundación: Ana Patricia Botín). Por supuesto a estas personas no se les ha exigido, como al resto de profesores de la pública, el Curso de Adaptación Pedagógica ni las duras pruebas que suponen las Oposiciones.
Como persona, como ciudadana, como madre sólo puedo decir: NO QUIERO. Os pido que una vez hechas las verificaciones oportunas le deis la máxima difusión posible.

Cuando me llegó este email, me puse a hojear (¿se puede hojear una página web?) la web en cuestión y me dieron escalofríos. Es una trampa y una trama… es juego sucio… pero es tan … ¿asqueroso? que contesté a mi amiga que era acojonante y que le agradecía la información. Ella volvió a escribirme diciéndome, entre otras cosas, «Que dos tiparracas inmorales -Aguirre, Figar- tengan el poder de insultarte y mentir a diario, que sus mentiras se difundan como la pólvora y que un gran número de personas le den crédito…» e hizo saltar en mí algo de crítica a las formas por la personalización del discurso.

No soy muy de personalizar y me parece demasiado duro lo que dices de 2 personas que representan (nos guste o NO) a un montón de gente que, esencialmente, están de acuerdo con lo que estas «personas» están haciendo. Sé de gente que las vota por lo que hacen y dicen… aunque parezca increíble!

Ella me respondió, sin enfado, lo cual ya es de agradecer en estos tiempos que corren de crispación absoluta:

En cuanto a lo de ser demasiado dura con esas dos personas… bueno, quizás podría ahorrarme lo de «tiparracas inmorales», pero en este caso concreto de la educación, dado que se trata del medio en que trabajo, sé cuáles son sus mentiras y sé también que mienten a sabiendas de que lo hacen. Muy moral, no me parece, la verdad. Tampoco me parece muy moral beneficiar a quienes menos lo necesitan y quitarles recursos a los más desfavorecidos (y no lo digo por decir, me baso en datos). Pero tienes razón, muchas personas las han votado; lo que no tengo tan claro es que todas esas personas sepan realmente en qué consisten las políticas educativas que llevan a cabo. (¡Pero si muchísimos de los padres que llevan a sus hijos a la concertada ni siquiera saben que no están obligados a pagar nada, y que de hecho, es ilegal que les pidan una mensualidad…!)

Y, para terminar de explicarme, volví a la carga con otra misiva explicativa de lo que había querido decir, pero más detalladamente:

No sé si me has entendido mal.
Es más una cuestión de forma que de fondo: prefiero no descalificar a dos personas. Se trata de que creo que ellas (y su partido y otros partidos) creen en la bondad de sus propuestas, aunque sea una bondad para algunos. También creo que sus votantes no son tontos o ignorantes (aunque haberlos haylos) sino que ellos creen también en esa bondad para ellos (cortoplacista y poco profundamente analizada, quizá). Conozco más de un caso, espeluznante, puede, en el que una profesora de colegio público lleva a su hijo a un colegio privado animada por el resto del claustro para que «tenga más oportunidades».

Es un modelo que no comparto y en lo esencial estoy de acuerdo contigo, es decir, discrepo abiertamente sobre la política que se viene haciendo desde hace años (y ahora ya sin tapujos ni eufemismos) entorno a la privatización paulatina de la sanidad y, en especial, de la enseñanza. Si estuviese en mi mano, que no lo está, prohibiría absolutamente la existencia de colegios concertados o privados de cualquier tipo. También haría lo mismo en sanidad.

Dicho esto, vuelvo a insistir en que se trata de no descalificar a unas personas, sino centrarse en la visión «cortoplacista y poco profundamente analizada» y, pedagógicamente, explicar las ventajas de un modelo alternativo al que nos están tratando de imponer (rectifico: imponiendo) como única posibilidad. Es un modelo que ya existía, casi. Se trata de no perder lo que en algún momento tuvimos (soy un orgulloso alumno de escuelas públicas de calidad). Pero, por favor y sin que te hierva la sangre: no te rebajes a la descalificación (ni siquiera a la de Hitler: lo malo no es él, sino el nacionalsocialismo). Es posible que para mí sea fácil decirlo porque tú no me ves como un «afectado» porque no trabajo en eso, pero yo sí me siento directamente afectado. De ahí que me interese y mucho la información que proporcionas. Se trata de un modelo claramente antisocial, que generará conflictos de clase en muy pocos años, que generará unas desigualdades injustas para una sociedad democrática (dicen que tenemos una así), un modelo, en definitiva, que nos hace retroceder a los privilegios de clase tan típicos de la época feudal y prerrevolución francesa.

Y sí, me gustaría que me contaras, por último, cuales son los HECHOS que te hacen descalificarlas de ese modo. Pero, insisto, mejor descailifa a la idea, porque un día no estará esa persona (Aguirre o Figar) pero seguirá funcionando esa propuesta insolidaria, inconsciente del valor atribuible a la cultura y su difusión, del valor de su libre acceso y del compromiso que debería tener un estado democrático por garantizar la formación igualitaria a todos sus ciudadanos, dejando de tratarlos como consumidores o clientes. Pero, insisto, esto no es solo responsabilidad de A o F sino de todos los que, con nuestros votos, con nuestras manifestaciones, con nuestras acciones, formamos parte del estado.

Querida Elisa, espero que no te parezca que soy un pesado, ni que esta tontería de la cuestión de forma es baladí. No quiero caer en la tentación de simplificar la cuestión y atacar a (o discrepar de) 2 personas cuando he de atacar a (o discrepar de) millones.

Encantado, otra vez, de seguir recibiendo información. Otros cauces son posibles y gracias a ellos y a ti (y no a Telemadrid) podemos informarnos más directamente.

Supongo que tendré en breve otra respuesta suya y que seguiremos discrepando en algunas cuestiones, pero lo que me gustó fue que me obligó a articular mi discurso de forma más ordenada, a ser lo suficientemente calmado como para explicarlo, a escuchar con algo de sensibilidad el dolor que está padeciendo la persona directamente afectada, a darme cuenta de que también yo soy directamente afectado, a responsabilizarme de dar a conocer (un poco más) la información que ella me está dando a conocer a mí y a un montón de cosas más… difíciles de nombrar.

Gracias, amiga, por tan fructífera correspondencia.

Nos agobia el ocio

tenemos tiempo
y ganas de hacer cosas
muchas cosas
y de asistir a eventos
muchos eventos
y de ver a los amigos
muchos amigos
y amigas
y muchas más amigas
y de llamar por teléfono
muchos teléfonos
y luego lo cancelamos
para encontrarnos
con los pocos
los pocos amigos (amigas, muy pocas)
los pocos eventos (muy pocos)
las cosas (muy muy pocas)
y las llamadas (casi ninguna)
y
en el mejor de los casos
con una única persona haciendo una única cosa
de la que no informar
ni considerarla evento eventual.

hacer amor:
amar
y
ya.

de los derechos y deberes de los cónyuges

Hoy he estado en la boda de mi amigo Fernando Becerra con su pareja, Paco, y me quedé pensando si los del famoso foro por la familia se daban cuenta de que estaban encontrando aliados. Por momento me planteé la duda de si podían adoptar, por ser una pareja gay, pero luego me confirmaron que sí, que no había ningún problema.

DE LOS DERECHOS Y DEBERES DE LOS CÓNYUGES

Artículo 66. Redacción según Ley 13/2005, de 1 de julio.

Los cónyuges son iguales en derechos y deberes.

Artículo 67. Redacción según Ley 13/2005, de 1 de julio.

Los cónyuges deben respetarse y ayudarse mutuamente y actuar en interés de la familia.

Artículo 68. Redacción según Ley 15/2005, de 8 de julio.

Los cónyuges están obligados a vivir juntos, guardarse fidelidad y socorrerse mutuamente. Deberán, además, compartir las responsabilidades domésticas y el cuidado y atención de ascendientes y descendientes y otras personas dependientes a su cargo.

Me lo he pasado genial en la boda… ojalá todas fuesen como esta, con esta ilusión y esta autenticidad. Y eso después de llevar más de 19 años juntos. ¡Qué maravilla!

¿Cómo se puede disponer la información tan aglutinada?

No sé si es a mí solo a quien le llama la atención la manera en que se muestra o se presenta la información. Es como si no importase nada el contexto. Pero contexto tiene que ver necesariamente con información.

contexto. (Del lat. contextus). 1. m. Entorno lingüístico del cual depende el sentido y el valor de una palabra, frase o fragmento considerados. 2. m. Entorno físico o de situación, ya sea político, histórico, cultural o de cualquier otra índole, en el cual se considera un hecho. 3. m. p. us. Orden de composición o tejido de un discurso, de una narración, etc. 4. m. desus. Enredo, maraña o unión de cosas que se enlazan y entretejen.

El sentido de un fragmento depende de ese entorno. ¿Qué significa, en ese entorno, que uno de cada cuatro hispanos sea pobre en EEUU? ¿De qué manera se impone la web de Hollywood a esa noticia? ¿Y la promesa de regalos que nos hace El País mediante concurso?

Cada vez más me encuentro con que debemos ser capaces de ver fragmentos situados en contextos casi arbitrarios o buscar la conexión entre los fragmentos. Es como cuando caminando por la ostentosa Gran Vía madrileña veo a una mujer recolocándose la estola de piel de zorro y a dos palmos de sus pies un indigente pidiendo algo para comer. O como cuando en una pantalla de plasma de 40″ hablan de la crisis europea como la peor que hemos vivido.

Si lo conectamos tenemos problemas de conciencia o de exigencia de coherencia, que es básicamente lo mismo (la desigualdad permite que la señora se ajuste la estola, la pantalla y el endeudamiento provocado por el consumismo puede que sea lo que nos ha llevado a esta crisis), pero si no lo conectamos, el mundo cada vez nos parece más inexplicable.

La primera vez que encontré algo literario en esta dirección fue cuando leí Hocus Pocus de Kurt Vonnegut. No me podía creer que no hubiera leído antes algo como esto. Un texto que era aparentemente desordenado, pero que era al mismo tiempo globalizador. Después encontré a otro maravilloso hacedor de puzzles que me obsequió mi amigo Jaime Vallaure, la novela La vida, instrucciones de uso, de George Perec.

Quizá lo que pretendo hacer en este blog tenga algo que ver con esto, con esta mirada caleidoscópica a la realidad, olvidándome de cualquier patrón formal o semántico, mezclando poemas con recetas de cocina, opiniones políticas o confesiones sobre mi estado de salud. Y es que el contexto ya no es lo que era. Ahora es un lugar complejo en el que ser capaz de obtener información de los distintos fragmentos mirándolos individual y colectivamente a un tiempo: es como el principio de dualidad onda-corpúsculo traducido a la información: dualidad texto-contexto.

De esta manera, puedo acercarme asintóticamente a retratarme.

Un email con Celia

El otro día, escribí un artículo sobre la gratuidad y el arte que me recordó a diversas personas con quienes quise compartirlo. No quería compartirlo en FaceBook, porque, como dice el propio artículo, es demasiado patio de vecinos y acaba siendo agotador comentarlo, defenderlo, debatirlo… es una asamblea interminable.

Entones le envíe un email a aquellas personas a quienes consideré que podía interesarles:
Mi amigo y corresponsal vasco Juan Carlos Etxebarria, la periodista de arte Celia Valenciano, la bailarina de danza contemporánea Simona Ferrar, el performer y organizador de eventos artísticos Paco Nogales, el coordinador de la Asociación cultural Círculo Ágora (por alusiones) y, obviamente, a mi amada Carmen por todo lo que le tocaba.

> El 31/05/11 15:07, «Giusseppe Domínguez» escribió:
>
>> https://giusseppe.net/blog/archivo/2011/05/31/sobre-la-gratuidad-y-el-amor-
>> al-arte/
>>
>> Porque cuando lo escribí me acordé de ti.
>> Giusseppe

Varios me han respondido diversas cosas, pero casi todos ellos están de acuerdo en lo esencial: la insostenibilidad de la actual situación.

La respuesta de Celia, en la misma línea, ha generado una mía:

El 02/06/11 20:22, Celia Valenciano Bono escribió:
> Hola Giuppe! ¿qué tal estás? Espero que muuuy bien. Al fin tuve tiempo
> para leer bien tu texto y sí es una pena contemplar como la cultura y, en
> concreto algunas manifestaciones, parece que la gente no les da ningún
> valor si no van asociadas a un nombre popular y conocido, pero yo sigo
> pensando que hay que seguir ahí y apostar por lo que te gusta y te hace
> feliz, aunque lo ideal sería que eso te reportara un beneficio económico,
> al menos para cubrir gastos. Espero que granito a granito la cosa vaya
> mejorando 🙂
>
> Muchas gracias:-)
>
> Un beso gordo!
>
> Celia

Y ahí va la mía, animándola a seguir con lo que creo que es el mejor camino para ella y para mí y para todos:

Me alegra que te gustase el texto. Sí, creo que son tiempos complejos para la cultura, pero también que hay que espabilar en lo que respecta a formas de vida/trabajo distintas de las habituales. Hay herramientas nuevas y hay que aprender a usarlas. Por eso me encanta lo que estás haciendo en PuntaFinaNews. Espero que sigas con ello como hasta ahora y que organices un servicio de subscripción a bajo coste que envíe, por ejemplo, artículos a uno diario o semanal con digests mensuales… me encantaría poder pagar por ello para que mantengas la calidad que hasta ahora caracteriza tu página.

Si puedo ayudar en la parte técnica para ver la manera de hacerlo, lo haré encantado. Será algo que me aportará experiencia para una forma de financiación de generadores de contenidos que pronto se debe extender…

Hay ha sido elegida la primera mujer para dirigir el New York Times en 160 años y una de las primeras medidas que va a tomar es la de hacer que exista un servicio de subscripción a su periódico para que no todo lo que ofrecen sea gratuito. Esto hay que implementarlo con mucho cuidado, puesto que hay muchas otras fuentes de información en Internet gratuitas, y debe aportar algo que justifique su no gratuidad. Es una exigencia más que razonable, y estar a la altura de ella es un reto para el nuevo periodismo.

Seguro que vas a saber hacerlo. Quiero aprender de lo que vas haciendo. Me encanta. Y, además, eres feliz haciéndolo, como debe ser: no hay que renunciar a la ilusión de trabajar disfrutando, la alienación es una consecuencia de una decisión personal.

Un abrazo grande y afectuoso,
Giusseppe

Esto no es una broma