Algunos recuerdos de la presentación del proyecto Paraguas

El domingo pasado presenté el proyecto Paraguas, tal y como estaba previsto, en uno de los más bellos y delicados espacios de Madrid.

Escribí una breve y muy merecida reseña del lugar en Google, para ayudar a la difusión de uno de los mejores lugares que conozco en esta ciudad:

Madrid Music Hall es dirigido con talento, dedicación, esfuerzo, pero sobre todo con ilusión y amor, por Marta Aranda, quien ha logrado en menos de 2 años convertir una antigua oficina bancaria en una maravillosa escuela de música que además de enriquecer a la población local con cultura, ofrece la oportunidad (muy escasa en esta ciudad) de seguir sus eventos, de organizar eventos artísticos, literarios, musicales… en un Auditorio perfectamente equipado (con piano de cola incluido en el escenario) y diligentemente atendido.

No puedo imaginar un lugar mejor que nace con la voluntad de hacer del mundo un lugar mejor.

Gracias a la organización por su trabajo y auguro felices años venideros llenos de poesía, música, artes y belleza, platónica belleza, de la de «bueno/bello/vero».

No perderse su programación de eventos y cursos. ¡De lo mejor!

Algunas de las fotografías que se hicieron el domingo pasado muestran lo agradable que resulta una presentación en este espacio:

Brindis por la vida

por los arranques y las conclusiones
por los inicios y las despedidas
pero sobre todo por lo que hacemos en el medio:
por festejar
por acompañar
por felicitar
por los abrazos
por la amistades (más o menos peligrosas)
por los encuentros virtuales virtuosos
por la alegría (y la tristeza)
luces y sombras
por la comida… y la bebida
por los cumpleaños
los cumplemeses
los cumpledías
por cada instante en este bólido bola
por las caricias
por los besos
por las pieles (no el visón)
por las risas y las sonrisas
por las miradas
por la atención
por el cuidado
por los cuidados
por el amor
por el amor
por el amor

Yo soy el SPAM

Invitado por Andrea Vidal Escabí a participar en una iniciativa de arte postal en principio orientada a los 7 asistentes (ella incluida) de su grupo del Taller de Poesía de Clave 53 en el que se encuentra, decidí hacer extensivo del mismo a mi querida Carmen de la Rosa y enviarle esta postal fabricada con una fotografía orientada a una renovación de DNI o Pasaporte que, por la razón que fuera, había quedado sin usar. 8 fotos no usadas para una renovación que posiblemente ya no me servirían por el paso del tiempo fueron lo utilizado para la cara A de la postal, que rezaba SPAM.

La propuesta de Andrea era la de generar postales/collages con el correo no deseado, pero hace años que no recibo nada que no desee recibir. Es extraño, es como si hubiese dejado de existir como consumidor. ¿Se habrán dado cuenta?

Pero como no recibo SPAM (correo no deseado) en papel, estuve tentado de realizar algún tipo de collage con el SPAM electrónico, pero implicaba imprimirlo en algún momento y me parecía contrario al espíritu de la propuesta, que trataba de recuperar el papel innecesario, no tanto de generar nuevos papeles innecesarios.

Así que terminé por asumir que mis fotografías (ya obsoletas) eran ese papel innecesario con el que realizar, sobre cartulina negra, un simple mensaje que dijese que yo soy el SPAM, lo que no deja de ser triste: ¿no soy en absoluto deseado? e instaba a hacer «conmigo» lo que se quisiera.

En realidad, no sé si quería decir (sí lo sé, pero no pienso desvelarlo) si ese «conmigo» era conmigo como persona o conmigo como representación de una persona. ¿Quién está diciendo ese «conmigo»? ¿Soy yo (el que escribe) o es mi fotografía o la postal?

En cierto modo, cada cual es libre de interpretarlo a voluntad, teniendo en cuenta que me defenderé de aquello que no me guste que me hagan. Supongo.

¿Puede un poeta escribir sobre Ana Rosa?

No soy un experto en «celebritys» ni en el mundo de la farándula televisiva, pero creo recordar que hay un programa llamado «El programa de Ana Rosa», que es conducido por una tal Ana Rosa Quintana (me niego a buscar estas cosas en Internet, así que asumo que estaré en lo cierto).

Hoy, mientras desayunaba con mi amigo, propietario de la librería que más me gusta de Madrid, MenosDiez, me he encontrado mirando esta pared que sostenía algunas de las lecturas menos apasionantes que conozco, pero me ha sorprendido su titular:

ANA ROSA, su día a día antes de su …

y me ha dado por acordarme de otro amigo, mi muy querido Adolfo Álvarez, que trabaja al otro lado de estas cosas que, habitualmente, me espantan. Él me invitó hace décadas a una mesa redonda sobre la trascendencia en el sector de una producción como Gran Hermano, a la que acudí en calidad de poeta y tras la que escribí un artículo titulado «Los verdaderos protagonistas del Gran Hermano».

Lo que me ha sorprendido de este titular es pensar que Ana Rosa, que habitualmente está explotando la información similar a la que invita a leer el Diez Minutos, es el objeto explotado. Su vida expuesta (seguramente con su propia aquiescencia, por supuesto) pasa a ser el motivo y no el sujeto que expone la de otras personas, como esa tal I. Pantoja, que no creo que tenga un programa en el que ejercer de sujeto activo.

Mientras escribo esto pienso en Bertín Osborne, que pasa también de un lado al otro de un espejo que, quizá, solo yo creo que existe y hace tiempo que puede que no exista. ¿Es esto un cambio de paradigma en este tipo de, llamémosla, información?

Dejo aquí el texto que escribí a finales del año 2000, sí, hace la friolera de 22 años:

Los verdaderos protagonistas del Gran Hermano.

Muchos han seguido desde el primer día este producto televisivo que está llamado a ser un punto de inflexión en lo que se viene a denominar mass media. Otros, se han unido después motivados por las innumerables discusiones y polémicas suscitadas, incluyendo: análisis de mercados, estudio de cliente que, cada vez más, es usuario, enfocados desde distintos puntos de vista como lo psicológico, social, económico, cultural, etcétera.

Hace un par de semanas, fui invitado a uno de estos debates organizado por profesionales del sector y me llamaron la atención algunos de los puntos tratados.

Se habló de la tendencia a una televisión más interactiva, más bilateral, en la que la participación del espectador afecte más al resultado, al tiempo, evidentemente, que este muestra más información sobre su propia y privada personalidad. Hablándose de Internet y nuevas tecnologías, se examinaron temas como la disponibilidad en varios canales simultáneos y complementarios las 24 horas del día con lo que el consumo de este tipo de productos puede aumentarse al máximo.

A nadie se le escapa que, ante estos dos retos, una Internet redimensionada, global y omnipresente, verdaderamente portátil, basada en UMTS, resulta ser sin lugar a dudas, la solución. Estamos hablando de lo que se conoce actualmente con el nombre de telefonía de tercera generación.

Ahora bien, sumemos a estos dispositivos un GPS (sistemas eficientes para localización geográfica), un gestor de contenidos que permita una eficaz personalización de la información, una sectorización altamente detallada de la población y unas leyes orgánicas de protección de datos poco o nada divulgadas y de un hermetismo casi absoluto.

Todo este cóctel más o menos ininteligible es el sueño dorado, la panacea, de un buen profesional del marketing directo.

De otros usos que se puede hacer de esta hábil herramienta de control de usuarios-clientes-personas, mejor no hablar pero cualquiera puede imaginar lo que supondría la utilización por parte de un criminal de esta información.
A su vez, también resulta un arma muy firme en manos de un poder ejecutivo que ningún gobierno totalitario en el mundo hubiese codiciado tener a su alcance.

Por otro lado, hace ya tiempo que en las calles de Madrid existen cámaras rodando las 24 horas al día nuestro comportamiento y no sólo el del vándalo manifestante que se regodea destruyendo una farola. Se están aprobando leyes que permiten grabar y analizar el contenido de todas nuestras comunicaciones, tanto de voz como de datos y no sólo los accesos a web del pedófilo de turno.
Es conocido hasta por las películas de serie B que la telefonía celular permite de modo simple su intercepción por parte de terceras partes sin la aprobación ni conocimiento de los interlocutores. El FBI ya ha instalado su controvertido software Carnivore, creado explícitamente para inspeccionar nuestra correspondencia electrónica privada.

En resumen, no estoy hablando de una novela de Orwell, estamos siendo observados, localizados, todas nuestras comunicaciones son espiadas, son conocidos todos nuestros datos, gustos, tendencias políticas, religiosas, sexuales, culturales, somos, en definitiva, los verdaderos protagonistas del Gran Hermano, pero nadie nos ha preguntado si queríamos serlo, no está levantando debates de ningún tipo, los mass media no parecen considerarlo noticia, no nos van a pagar nada por ello y, sobre todo, esto no termina cuando termina una serie de televisión.

Dedicado a mi amigo
Adolfo Álvarez de Telecinco.

Giusseppe, M-20001127

Ahora tengo un móvil en el bolsillo que ha hecho que esta distopía que narraba en el artículo no sea sino una pequeña muestra de lo que llegó… y de lo que está por llegar ya prefiero no hablar.

Dady-Dada

Dada Daddy es una intervención que alguien (a quien no conozco, no necesariamente anónimo) ha realizado la calle Costanilla de los Ángeles, justo al lado de donde tengo el Estudio 53.

Maravilloso que esté justo al lado de un texto que dice: «Prohibido fijar carteles».

No he podido resistirme a tomar una fotografía y enviársela a mi querida amiga Tanja Ulbrich, que es la persona más dadá que conozco. Pero ni de lejos es la única. En realidad, gran parte de lo que hace que una persona llegue a ser amiga mía tiene que ver con el gusto por las vanguardias históricas (que no clásicas) del SXX. Es muy poco probable que alguien a quien no le interesen o considere que son algo ridículo y tomadura de pelo sea muy buen amigo mío. Pero también puede ocurrir. Faltaría más. En esto no soy tan intransigente como con el machismo, el racismo o la homofobia/lesbofobia (a veces también incluiría el clasismo, pero suele estar incluido en alguna de las anteriores).

El problema de las cookies

Mi amiga Carla Vigara, gran humorista del mundo mundial, en absoluto gilipollas a pesar de su insistencia, ha publicado el otro día este texto sobre las cookies en una red social:

Hoy, en «Los problemas del primer mundo», vengo a comentar mi indignación ante las famosas cookies. Esos textos que aparecen en sitios web y que están ahí para que dichos sitios registren información sobre ti, para venderte hasta a tu madre y que vuelvas repetidamente a estos mismos sitios.

Mi política de cookies había sido aceptar todo y a correr. Hasta hace poco. Que me dio por rechazar todo y a correr. O rechazar hasta donde me dejan rechazar, porque hay unas «cookies necesarias» que te las vas a comer sí o sí. Quizá por eso las llamaron «cookies». PORQUE TE LAS COMES.

Total. Que mi indignación viene de que, como en tantas otras cosas, utilizan la política del hastío, del hartazgo, de la desesperación. Porque tú rechazas. Y rechazas. Y esta no y esta tampoco. Todo no, menos las «necesarias». Pero si vuelves ahí, sorpresa: tienes que volver a rechazarlo todo otra vez. De una en una. Ninguno de estos sitios web guarda, pese a haberle dado a un botón que pone «guardar y cerrar» y pese a que estás accediendo desde el mismo dispositivo, tu configuración de «idos, por favor, a freír espárragos».

Curiosamente, sí guardan la configuración si lo aceptas todo. Te comes TODAS las cookies y engordas para morir cayendo en la manipulación, que es lo que harán con «el registro» de tu visita.

De momento me coge con ganas así que voy a seguir rechazando. Dijo ella, mientras publicaba en una red social.

A lo que un amigo le ha respondido cordialmente, con información bastante acertada:

Un sitio web no puede guardar que has rechazado las cookies si no se lo permites… No es una trampa. Es que no puede.

Mi amiga, que es mucho menos ignorante de lo que ella afirma, le pregunta o comenta lo siguiente:

Soy una ignorante en esta como en tantas otras cosas, pero si tú guardas la configuración de las que aceptas y las que rechazas porque hay un botón para ello, ¿qué es? ¿Guardar para este ratito y no preguntarte en dos minutos otra vez si no sales de aquí? No entiendo que exista este botón si no vas a guardar, efectivamente, las preferencias de cookies. Pero insisto. Ni pajolera idea.

No he podido por menos que lanzarme a responder hablándole de cómo funcionan las cookies, ese pequeño engendro del «demoño», con el que nos controlan, haciendo no veladas referencias a mi querida película de Amanece que no es poco, que tanto ella como yo veneramos:

Como dice tu amigo, para que un sitio web guarde tu decisión sobre las cookies o cualquier otra información, ha de usar cookies, pero como le has dicho que no guarde cookies, pues no puede guardar tu decisión sobre las cookies, así que te seguirá preguntando en un bucle divertido e infinito si quieres que guarde tu decisión sobre las cookies, pero la única forma que tiene de hacerte caso por siempre jamás es que aceptes las cookies, información que la web guardará en una cookie (en tu dispositivo, por otro lado, así que no lo guarda, lo guardas tú), pero por otro lado, el hecho de una web que te pregunte si quieres que guarde tu decisión sobre las cookies en realidad te dice que no tiene ni idea de qué hacer, lo que viene a significar que no tiene una cookie tuya (o suya) que le diga nada, o sea, que es la mejor señal de las posibles. Pero todo esto es mucho más divertido de lo que puedo llegar a explicar. ¿Acaso hay cookies de chocolate? ¿de jengibre? ¿Por qué las cookies se llaman cookies, es porque te las comes, como tú crees o es porque te las dan, a modo de «hostias» más o menos consagradas? ¿En qué idioma hablan las cookies? ¿Tienen pelo las cookies? ¿envejencen las cookies? ¿Les duele algo? El honor de las cookies, la pauta completa de cookies… ay… ¿Son las cookies las nuevas ingles? … [Por favor, déjame usar tu texto y mi respuesta para un viejo proyecto cuyo reinicio ha despertado]

Y ahora estoy deseando lanzarme a terminar ese proyecto de cookies, una aplicación web que ofrezca una y otra vez aceptar todas las cookies de todas las web del mundo mundial y que no pueda hacerlo, lo diga, pero insista, en un bucle infinito de aceptación de todas las cookies de las web del mundo mundial, en realidad, en un ejercicio de sumisión absoluta y absolutamente imposible.

Otro de esos proyectos absurdos de poesía programable que tanto me divierten.

Generosidad holográfica

Mi muy apreciado Pepe Buitrago tiene siempre el detalle de enviar holografrías postales a un puñado de personas seleccionadas. Me hace ilusión ser una de las selectas.

Hoy he recibido su poema visual holográfico titulado La escala del tiempo, que ha sido hecho en 2 idiomas con 2 colores diferentes que se ponen de manifiesto cuando el ángulo de inclinación con el que la luz incide cambia.

Un gran regalo que te llega al correo postal y te hace sentir especial. Siempre de agradecer para quienes, de cuando en cuando, lo olvidamos.

Menudencias

Hablo con Carmen sobre lo que vamos a comer hoy
y tenemos un problema porque no nos quedan plátanos.
Hablo con mi madre y me cuenta
que sigue poniéndole gotas a mi padre
tras su operación de cataratas.
Hablo con una amiga
que está a punto de perder su empleo
o peor aún
a punto de perder la cabeza
por no perder el empleo.
Hablo con una de mis alumnas
que llega tarde a clase porque hay un problema
en el metro.
Hablo con mi compañero del estudio
que tiene un problema con los hornos de barro
disponibles en Madrid.
Hablo y hablo y hablo…
problemas y problemas y problemas…

Hablo con una de las personas que asisten
a mi taller de poesía
y me cuenta
que a su familia le han estado cayendo bombas
esta noche en Kiev.

No sé qué decirle.

Todos mis problemas
y muchos otros
me parecen nimios
y
sin embargo
son nuestras vidas
mientras no nos caigan bombas
sobre nuestras cabezas.

Los precios del gas
aumentarán.
El tiempo de trabajo será más extenso
para ganar el mismo dinero.
Habrá más tensión en cada conversación.

Pero todos mis problemas
y muchos otros
me parecen nimios.

Hoy estaba editando un libro
de 27 haikus
que
tras mucho pensarlo
voy a enviar a imprenta
y elegiré un papel grueso
para que abulte un poco más de lo que serían
36 páginas.

El programa que utilizo
no es el más cómodo del mundo
para enviar documentos en PDF con CMYK.
Esto es mi gran problema de hoy
mientras no caiga una bomba
sobre mi vivienda.

Nimio.
Menudencia.
Nadería.

Mi vida.

El anillo del poder es italiano

Este fin de semana viene una amiga querida de Hamburgo, pero que es italiana. Mi muy querida amiga Aída es nuestro enlace y su pareja es italiana. Estoy rodeado, mientras miro frente a mi ventana una bandera que ya no ondea tricolor (verde, blanca y roja).

Quizá por ello encuentro banderas italianas donde podría, perfectamente, encontrar banderas iraníes o mexicanas, entre otras posibles que ahora mismo no recuerdo.

Sobre una banqueta junto al sofá de nuestra casa, estos tres alambres estaban enlazados de esta guisa y no pude evitar ver a Garibaldi campar a sus anchas por mi memoria.

Esto no es una broma