Juegos con el teclado: AMOR-LOVE

Me pongo romántico o todo lo contrario con esta pequeña composición de 2 palabras de 4 letras cada una que no significan exactamente lo mismo, pero sí parecido, ya que los idiomas no son piezas de lego®.

Es parte de unos juegos compositivos con un teclado desmontado que limpié para intentar arreglar y extender su vida sin lograr que volviese a funcionar (no funcionaba), así que hubo de ser descartado para su función primordial, si es que no era esta que está fungiendo ahora de servirme al divertimento creativo… con la restricción obvia de usar lo que tengo para escribir, sin nada más.

Las referencias a Joan Brossa no están únicamente en el empleo de la A como símbolo de toda la cultura, o el uso de la Ç confrontada a una Ñ, sino sobre todo, por el hecho de usar algo (una tecla) que tras su utilización en un poema visual pasa a formar parte del siguiente poema, recordándonos que el contexto forma el texto y que la transformación es la vida… en este caso de esa tecla elegida.

A

Llevo una A en el pecho que se ensancha cuando respiro.

Llevo una A en la mente que se ensancha cuando pienso.

Llevo una A en los pies que siembro cuando camino.

Llevo una A en los labios que habla por mí.

Llevo una A en los brazos que abraza cuando abrazo.

Llevo una A en la memoria que se ensancha en el olvido.

Llevo una A en la polla que se ensancha cuando fornico.

Llevo una A en la cabeza que se ve desde la luna.

Llevo una A en la palabra palabra que escribe palabras palabras.

Llevo una A en los dedos que se ensancha cuando tecleo.

Llevo una A en el riñón que se ensancha con la cerveza.

Llevo una A en los ojos que se ensancha con la mirada, con tu mirada.

Llevo una A en la nariz que huele a meteorito.

Llevo una A en la duda que se ensancha cuando afirmo.

Llevo una A en la Z que viaja hasta el principio del universo.

Llevo una A en la verdad que se ensancha cuando miento.

Llevo una A en el alma que busca busca busca

Llevo una A

hasta en la A.

Riqueza

riqueza

Uno de esos maravillosos poemas textuales de Joan Brossa.

No puedo sino compartir completamente el sentido del mismo. Me encanta su enseñanza constante. El día de mi cumpleaños, el miércoles 3 de junio, «me regalé» dedicarle la clase del Taller de Poesía y Escritura Creativa a este ínclito poeta.

Anécdota de la tarde: sentado en una terraza terminando de preparar la sesión, se acerca un hombre a mi mesa (situación ante la cual se tiende, en Madrid, a adoptar una posición defensiva) y me dice que si me importa ser molestado. Le confirmo que no, que no me importa, pero sigo expectante y me cuenta que es por Brossa. Se abren mis ojos sorprendidos y me cuenta que es un apasionado de ese autor y que le parecía extraño que alguien estuviese leyéndolo, así, como si nada, amén de que hace notar que había notado mi detallado estudio del libro, con anotaciones, páginas marcadas… a lo cual procedo a informarle de que soy coordinador de talleres de poesía y que, por ser el día de mi cumpleaños, el miércoles 3 de junio, me voy a regalar dedicarle la clase del Taller de Poesía y Escritura Creativa a este ínclito poeta.

Por la noche, tomando algo con mis alumnos, les conté la anécdota de la tarde cuando, sentado en una terraza, terminando de preparar la sesión…

Hoy escribo sobre esa noche en la que, habiéndole dedicado la clase a ese poeta, me había encontrado en la situación de hablar sobre una anécdota que involucraba a un hombre que se me había acercado mientras preparaba la sesión…

Una imagen vale más que mil palabras

Era un dicho que se solía repetir sin parar. Era un dicho que a mí siempre me ha sentado muy mal, porque no creía que fuese así, es más, no creía que hubiese que medirse lo que «vale» una imagen o una o mil palabras. Hoy encuentro que, en ese álbum de fotos más o menos casero que es FaceBook, cada día se encuentran más imágenes que, lo que contienen, son textos.

Encuentro que con estas imágenes se dicen tan solo unas cuantas palabras, más o menos dispuestas con acierto, como si Marinetti pudiera volver a escribir sus Palabras en Libertad. Él, seguidor posterior de Mussolini. ¡Qué cosas!

Apenas se usan las posibilidades gráficas de las letras, como mucho, en el mundo del diseño e influidos por autores como Joan Brossa, mi querido Brossa, que supo sacarle partido a las letras casi como si fuese un artista calígrafo árabe o chino. Pero con la contemporaneidad y la modernidad de la tipología de imprenta. Sus gigantescas Aes son tan maravillosas e inspiradoras que apenas hay algún artista visual que no las conozca… ¡y es una letra! ¡Una sola letra!

¡Una letra vale más que mil imágenes!

Y entonces me muero de placer sabiendo que hemos ganado la batalla (la estúpida batalla) los poetas, los amantes de las letras y palabras… hasta que llegó John Cage y su silencio… ¡Y nos barrió del mapa a todos!

Esto no es una broma