De números y hospitales

Hoy
mientras esperaba a que a Carmen
le sacasen la sangre
pensaba en la historia de esta expresión,
cuál sería su origen
y el porqué sería tan tremendo
pensar
que nos están sacando la sangre
en tantos aspectos metafóricos…

En ese momento reflexivo
por megafonía
sonó este mensaje
que juro no haber inventado:

Familiar con el número 111, acuda a sala 1 de información.

Quiero desahuciar a mis vecinos

Sin ser exagerado, pero sí, soy la rama dura de esta comunidad de vecinos en la que parece que no ocurre nunca nada grave.

Hace un año fui nombrado presidente, de manera rotativa, me tocó serlo, y nos informaron entonces de que había algunos impagos en el inmueble porque algunos vecinos no pagaban las cuotas de comunidad correspondiente. Yo fui el único que dije que me parecía adecuado proceder con un juicio. Sé que suena muy duro, pero me parece terrible que se exijan responsabilidades a políticos, a banqueros, a empresas… y no empecemos por pedírselas a nuestros vecinos.

Si alguien adquiere un piso en propiedad, lo que no es en ninguna medida obligatorio sino voluntario, adquiere con él una responsabilidad, en realidad, un conjunto de derechos y obligaciones. Tiene el derecho a alquilarlo, por ejemplo, a venderlo, etc… pero también las obligaciones de hacer frente a algunos pagos como son los correspondientes impuestos (que podemos considerar excesivos, por supuesto, pero sin olvidar que contribuyen al mantenimiento de una estructura urbana, de unos recursos sociales como son la limpieza de las calles, la recogida de basuras, el alumbrado, etc).

Y es grave cuando alguien desea obtener solo los derechos sin las obligaciones.

Hace algunos meses hubo una reunión extraordinaria porque no se había ido a juicio y estábamos al borde de la quiebra como comunidad (lo que no dice mucho de nuestro administrador, a quien despediría inmediatamente, por ello entre otras cosas), debido a impagos sucesivos ya de tres de los diez propietarios del inmueble. El 30% de morosidad…

A pesar de la situación, el resto de mis vecinos seguía sin desear emprender acciones legales contra los que no están pagando y haciéndonos sufrir una lamentable irregularidad a los que sí pagamos.

En esa reunión, se propuso (el administrador destituible) que pagásemos un poco más para poder hacer frente a pagos como el de la recogida de basuras del portal y sacada del cubo cada día.

Ahí hice acopio de cabreo y aproveché mi curso para decir no y me planté en añadir que no subiría ni un céntimo mi contribución a nada de la comunidad de vecinos mientras existiese algún impago pendiente, antes bien, si se proponía algún tipo de aumento por vía democrática, ejercería mi derecho a negarme a pagar, pasando a engrosar la lista de morosos.

Tan solo se logró cancelar algún servicio, como este de recogida de basuras, para poder salir del atolladero en el que estábamos. No conseguí que se enjuiciara a nadie ni se iniciaran los más mínimos procesos de reclamación por vía jurídica.

La secretaria del administrador me informó de algunos de los problemas personales que estaba teniendo ella para localizar a los propietarios morosos, de algunos de los problemas personales que estaban teniendo algunos de los propietarios morosos, de algunos de los problemas personales que estaban teniendo algunos inquilinos de algunos de los propietarios morosos y yo, por mi parte, no le informé de los múltiples problemas personales que tenían muchos de los propietarios no morosos para hacer frente a los pagos correspondientes a sus responsabilidades.

No entienden que no se trata de nada personal. Se trata de algo, afortunadamente, regulado por normas que evitan que tengamos que llegar a convertir esto en algo personal. Si fuese personal, hace tiempo que habría empezado a «insultar» o tratar mal a algún vecino… No. No es personal. Son «negocios».

Quiero incluir una cláusula o norma adicional en las que rigen la comunidad para que ese enjuiciamiento, ese procesamiento legal se inicie automáticamente. No quiero que tengamos que ser consultados sobre algo que, directamente, no debería pasar.

Entiendo algún problema puntual, pero no una acumulación de más de 12 impagos sucesivos, adeudando la friolera, en total, de más de 3000 euros entre ellos. ¿No es posible tener un umbral (y me acuerdo del efecto fotoeléctrico al decir esto) a partir del cual se inicien acciones, se ponga en movimiento algo?

En esa reunión última asistió Carmen representando nuestra posición y defendiéndola muy bien, el administrador sugirió seguir esperando a ver si había resoluciones del conflicto sin llegar a lo jurídico. Carmen, como habíamos hablado, defendió lo contrario y el resto de vecinos, todos ellos tan buenos, casi naife, sonreían y asentían a ambas cosas… como buenos sumisos humanos.

Parece ser que uno de los morosos ha acordado una forma de pago, parece ser que otra ha prometido que va a pagar en breve, a un tercero no sabemos si aún es pronto… Y seguimos sin garantías de cumplimientos por su parte. Ni formas de exigirlas.

En paralelo, queríamos que el administrador incluyese la posibilidad de mantenernos informados a cuantos vecinos lo deseásemos, ahora que hay internet, que todo esto de comunicar parece más sencillo, mediante un email mensual, por ejemplo… y parece ser que contestó que eso era demasiado trabajo, que cómo iba a hacerlo si tenía unos 3000 clientes… ¿y si todos le pedían lo mismo?

Yo pensé, cuando me lo contó Carmen, que si tenía de verdad 3000 clientes, ¿cómo era que no se podía permitir el lujo de contratar a alguien que se encargara de esa gestión? Otra nueva razón para buscar otro equipo administrador de fincas. Pero en este país somos tan inmovilistas… Costará mucho convencer a otros vecinos de que debemos exigir más a quienes realizan para nosotros un servicio remunerado en un sistema en el que debería regir el libremercado nos encontramos atados por nuestra propia incapacidad. Por poner un ejemplo, Telefónica-Movistar sigue siendo en operador principal por falta de voluntad de los particulares para elegir uno diferente. Por no hablar de Windows o Internet Explorer frente a Linux. Hay alternativas, y algunas pasan por el hecho de tomar decisiones, y otras, incluso, por complicarnos algo la existencia, pero nos pueden hacer más libres.

Así que, como para pensar en alternativas en la gobernanza política.

En resumidas cuentas: soy el único que parece exigir que, si es preciso, desahucien a mis vecinos morosos. Si no pueden pagar un gasto comunitario, que se pongan en la piel de quienes pagamos a duras penas ese gasto común, esa aportación social, incluso, y me consta, desde situaciones duras como pareja con ambos miembros en el paro. ¿Qué necesitan estos últimos para, ya no revolucionarse, pero al menos para luchar exigiendo un cumplimiento de obligaciones igualitario?

Seguimos sin recogidas de basuras, seguimos con poco dinero en el fondo común de la, redundantemente llamada, comunidad y el administrador, neoliberal, claro, nos propuso bajar la recaudación… y mis vecinos, con la única objeción de Carmen en representación nuestra, aprobaron encantados esa reducción de contribución.

El cortoplacismo se manifiesta tan frecuentemente que es pasmoso darse cuenta de que lo que se produce a pequeña escala se reproduce a escala nacional e internacional. ¿No son conscientes de que no tendríamos dinero para hacer frente a una pequeña derrama que, en breve, acaecerá?

Me pasma.

Y yo afirmo y reafirmo: no subiré ni un céntimo (y si se baja, no subiré de nuevo) mi contribución, pase lo que pase, hasta que no haya ni un moroso en mi edificio. Quizá el problema estará cuando tengamos un problema de habitabilidad y nos demos cuenta de que, quienes no están llevando a cabo los pagos, curiosamente, no tienen estas viviendas como primera y única vivienda, que son especuladores en pequeña escala, que son propietarios que alquilan sus pisos, o dueños de una empresa que puede declararse en quiebra sin afectar al propietario del inmueble…

Confiemos en que no pase nada… confiemos en nuestra responsabilidad individual para salvarnos el culo, pasemos olímpicamente del hecho de poder beneficiarnos de formar una pequeña «comuna» o comunidad bajo la que guarecernos de posibles contingencias.

Y luego…

ufff… ¡no lo había pensado!

Un bonito cumpleaños

Collage del cumple

Mi querida amiga Sylvia organizó un maravilloso cumpleaños (el suyo, por si quedaban dudas) en un restaurante japonés que, no dejando de ser una franquicia, nos sorprendió a todos con una calidez inusual.

Lo de calidez no solo va por el calor tremendo que pasé y que hizo que lamentase estar, en general, vestido, sino por el trato amable y simpático de las camareras, foráneas, posiblemente filipinas o extremo-orientales de enormes sonrisas y cuerpos menudos. El encargado o dueño es un amigo de Sylvia llamado Raúl, bastante guapete y, sobre todo, generoso en humor y cordialidad. Hace que su lugar, el Sushi Olé de la Calle Francisco Silvela, 71, sea un sitio más que recomendable para organizar fiestas de cumpleaños, o para ir a comer cualquier día, con unos platos riquísimos, servidos con una simpatía y unas salsas deliciosas.

Pero lo mejor, obvio, no fue el restaurante, aunque ayudó mucho, sino el amor que desprende Sylvia en todo lo que hace y que convierte un evento de desconocidos, pues entre nosotros los asistentes no todos nos conocíamos, en una fiesta de la que no quieres irte. Un espacio de corazones abiertos, donde todos queremos encontrarnos con otros, donde compartir el espacio no es solo compartir el espacio.

Súmale a esto que te encuentras con amigos a los que ves menos pero que quieres mucho, como Iván, mi querido Iván Araujo a quien debo tanto, Jose Eugenio Vicente Torres, el grande, Alicia, su chica, que mejora con los años, como el buen vino (que tanto le gusta ;-)) y la tierna pareja de divertidos Guzmán y Patricia, con quienes tenemos muchas cosas en común.

¡Qué delicia! Una fiesta que se te hace corta, que te quedas con ganas de más, como nosotros, que tuvimos que irnos porque la preciosidad de mi chica (¡ay, qué guapa que iba, la muy…!) tenía que ir a Ciudad Real al día siguiente a dar un curso de Tango. Me dijo que me quedara, pero quería dormir a su lado y apagar mis ojos contra su costado.

Le pedí a Sylvia que tuviera la decencia de celebrar su cumpleaños 3 o 4 veces cada año, para poder disfrutar de una noche tan bonita.

Me quedé con ganas de muchas conversaciones pendientes, como con su amiga Begoña, que tiene pinta de ser todo un cielo o un rato más con Jose, o haber podido cruzar más de una frase con Iván, pero sé que nos veremos más…

¡Qué afortunado soy de tener gente tan maravillosa a mi alrededor!

Y eso que no hablo de los otros muchos amigos (as/as/as/as) que tengo en la cabeza. Pero hoy quería hablar de ella, de su fiesta, de lo grato de su entrega, de su calidez, de su sonrisa… siempre, su sonrisa.

El mundo es un lugar tan bello…

Pilas

No tengo pilas
alcalinas
para mi corazón cansado
(parafraseaba)

Siento que me agoto
siento que no controlo mi energía
mi consumo de energía
con la razonable proporción de dedicar
parte
a la cinética
parte
a la potencial
y aún
quedarme con algo
para lo que los que llaman energía
a lo que no es ni potencial ni cinético
pueda resistir
sin agotarse.

Menos mal
que cada mañana
veo el sol
energía renovable hasta dentro de suficiente
cantidad de tiempo
en la sonrisa de mi amor a mi vereda
y la marea que genera su luna en mi ventana
me arranca una chispa magnética
que me levanta
y soy
feliz
otro
día
más.

Un fin de semana largo

Exposición de Elias Arriero en el ChambaoHa terminado un largo puente de tres días, que en realidad no era un puente, que se supone pasa sobre algún día no festivo a modo de arcada, sino una extensión de la vacacionalidad de los dos días del fin de semana (sin tener en cuenta a quien trabaja sábados, pues tendría que tener en cuenta a quien trabaja domingos o, incluso, a mi cuñada, que trabajó el viernes).

En realidad terminó hace algunos días, más que ha terminado. Terminó denota una acción que ocurre en el pasado más alejado del día de hoy, o ayer… pero esa lejanía es subjetiva, así que su uso podría bien haber sido ha terminado.

Volviendo al tema… si es que este blog tiene alguno… diría que fue extraño.

Me divertí, varias veces, tanto el viernes, con mi amada Carmen, haciendo lo mínimo que necesito para ser feliz con ella, siempre tan fácil.

Me divertí también el sábado, comiendo con Mayte y su chico, al que he regalado (regalé) toda mi colección de CDs de Extremoduro. Les hicimos de comer comida rica, rica y con fundamento. Un delicioso primer plato de brócoli con bacon, ajitos, queso fundido y pimienta y un segundo plato de chuletas de aguja de cerdo (que son baratitas) con una salsa de cebolla caramelizada con mermelada de naranja al orujo. Fruta, helados y te, chupitos y, lo más importante, una fluida conversación.

Me divertí mucho, pero mucho mucho, en la noche del cumpleaños de mi amiga Aída, mi querida amiga a la que estoy empezando a echar de menos. Me reí como hacía mucho tiempo que no lo hacía, con su amiga Sofía, con un amigo llamado Sergio, que me contó el chiste más simple que he oído en años y, por ello, uno de los más divertidos y que dejo aquí para que no se me olvide:

-¿Qué sonido hace un gato borracho?
– …
– Mahou

Me divertí el domingo, también tenía otro cumpleaños. Nuestra amiga Simona celebraba una fiesta con intención de hacerla al aire libre (tipo picnic) y hubo de ser modificado el plan sobre la marcha, llevándonos a casa de su amiga Valeria. Fue divertido, muy «creativo», con ese estilo de fiestas laborales en las que hay que trabajárselo, como si no fluyera si no es gracias al ingenio creativo de los presentes, que no deja de ser desbordante: cantamos juntos, compusimos juntos, poemamos juntos… hablar menos, pero apenas nos conocíamos, así que igual… bueno, a mí personalmente me gusta más dejar que fluya lo que deba fluir, porque seguro que fluyen apasionantes conversaciones interpersonales. Pero no es su modelo, así que…

Y también era otra especie de cumpleaños-despedida: Simona, profesora y coreógrafa de danza contemporánea, ha decidido dejar Madrid para irse a vivir a Ginebra, Suiza. Es comprensible, sabiendo que aquí a duras penas puede subsistir y allí por aportar algo a la cultura de la ciudad, es remunerada con más de mil euros.

Ayer recibí un email de una de mis alumnas, una chica llamada Dolores que se va a vivir a EEUU, por amor, sí, por amor, pero no pude evitar sentir un pequeño dolor por dentro: 3 despedidas en 3 días. No le respondí un entusiasta grito de alegría, pero no podía hacerlo. No quiero que se vaya mi entorno.

Sé que de las tres amigas mencionadas hay motivos diversos que empujan a pensar que se habrían ido de no ser porque este país es cada vez más convexo: Aída y Dolores por amor, Simona por morinha de su tierra natal.

Pero no es del todo cierto.

¿Si en este pueblo las cosas estuviesen envidiosamente bien, acaso las parejas respectivas de Aída y Dolores no desearían venir, en lugar de pedir que se vayan ellas? ¿Simona no seguiría intentando animar con sus propuestas la inerte cultura de esta villa si se lo pusieran un poco más fácil?

Y después de tanta diversión, de tres días de desenfreno, me quedó, sin embargo, un triste sabor en la boca del estómago, un sentir que se desmorona algo delante de mis narices, que la vida se me rompe un poco, que habrá que reivindicar la movilidad e ir a ver a todos los emigrantes, que algo ha cambiado, ya no en esa macroeconomía más o menos alejada del sentir, sino claramente en esas pequeñas parcelas cotidianas de irse a tomar un café, o unas cañas, y no saber con quién.

Quedará gente después del éxodo, este que continúa sangrando España, pero la pregunta que hoy me hago es ¿Quién?

Dime cuando termino

Título de la acción y acción en sí.

Este año, como otros anteriores, he sido invitado a participar en los encuentros que realiza Luis Elorriaga en el pueblo más oriental de La Mancha, llamado Caudete. Como otros años, voy presto a disfrutar de lo que, en su día (Hilario Álvarez), me describieron como un botellón de artistas.

La generosidad de Luis lo mantiene en pie y, supongo que la de los que ofrecemos las piezas que se muestran durante una jornada gastronómico-festivo-artística en la que suele haber unas instalaciones de obra interviniendo la finca en la que tiene lugar el evento, una comida grupal de arroz con verduras que hace Luis al fuego, unas maravillosas charlas de sobremesa regadas de vinos varios mientras pelamos las almendras de la temporada, durante las que suelen gestarse bonitas amistades y/o colaboraciones.

Tras un rato de asueto, se llevan a cabo las acciones, bajo la escasa luz existente, con más voluntad que logística, pero sin faltar nada que haga imposible realizar una performance (¿acaso eso es posible?). Cuando se termina el trabajo performático, se proyectan unos vídeos de colaboradores que no han podido acercarse o que han preferido estar en otro lugar, pues no faltan sugerencias en el mundo para hacer cosas. De hecho, este sábado yo en parte desearía estar en otro lugar, en la manifestación que este 15 S que puede que pase a la historia de este país como la caída de algo… o al menos el comienzo, otro comienzo, de alguna caída o recaída…

Tras las proyecciones, continúa la fiesta hasta que los más jóvenes (entre los que ya no me cuento) se van a dormir a las tiendas de campaña o a aposentos más o menos confortables. El día siguiente, un despertar delicado, libre, va haciendo que nos incorporemos a un desayuno colectivo, asambleario casi, con variedad de opciones nutritivas y apetitosas al aire libre, bajo las telas que protegen débilmente del sol, que irradia débilmente las cabezas de finales de septiembre.

Este año me cuesta más irme que ninguno anteriormente: Carmen se está examinando para conseguir el título de Profesora de Pilates y me gustaría estar a su lado. Sé que es muy nerviosa y que eso la calmaría, le ayudaría a relajarse entre exámenes, le podría servir para que lograse su sueño, uno de sus sueños, una más de sus ambiciones que la convierten en una persona imparable, incansable, que se reinventa a sí misma cada semana, cada mes, cada año… y cada vez que me vuelvo a encontrar tiene algo nuevo con lo que sorprenderme y no deja nunca de deslumbrarme con su ilusión, sus ganas de vivir, su ímpetu, su pasión… e intento apropiarme algo de ese alma, ánima irreductible, invicta, poderosa y valiente.

Pero voy a ir. Debo ir. Ella no me necesita. Ni yo necesito ser su papá. Y voy a ir porque creo que es una buena contribución a este país, porque creo que es un proyecto generoso, intenso, delicado, que hay que cuidar para que siga existiendo. Voy a ir porque hace tiempo que no realizo una performance y me apetece hacer, al menos, una al año; medirme con este lenguaje, ver sus posibilidades, sentirme como me hace sentir.

Todos los años suele ser pensada la acción mientras estoy de vacaciones en Vera, durante el verano, junto al mar. Este año dediqué una hora de mis mañanas a caminar unos 7 kilómetros por un largo paseo paralelo al mar, hasta el pueblo vecino de Garrucha. Un bonito recorrido que aprovechaba para pensar. Y una de las ideas que me vino a la cabeza fue la de no saber cuándo terminar algo. Algo que se repita sin parar, algo que pueda ser hecho hasta la extenuación, como podría ser caminar, entrando en un bucle infinito de repeticiones que pueden, o no, ir aumentando de intensidad. ¿Cuándo termino? Dímelo tú. Voy a pedírtelo. Voy a pedirte que me digas cuando termino.

Y aquí hay un juego tontorrón de palabras, una respuesta implícita, a modo de adivinanza, que hará que si repito esta frase mientras realizo la pequeña acción (caminar, pelar almendras, beber agua, respirar, escupir, tirar piedras, encender cerillas, romper folios de un libro…. o todas ellas a la vez) estoy diciendo que termino cuando me digas cuando termino.

Realizo un pequeño esbozo de lo que será esta acción casi programable, un diagrama de flujo que relacione la programación con la performance, incluso, quizá escriba un programa que pueda hacer la performance. La acción a realizar es lo de menos. Supongamos que son varias.

Después del diagrama de flujo, aquí va el programa que realizaré mañana. Entregaré copias del mismo para que puedan seguir el flujo del mismo, quien así lo desee.


/********************************************************
Performance "Dime Cuando Termino" (escrito en C)
Pensada en Vera, Almería, en Julio de 2012.
Programada por Giusseppe Domínguez
el día 14 de septiembre de 2012 en Madrid.
Se realizará por primera vez (única) en Caudete
9º Encuentro Internacional de Arte de Acción y Performance.
********************************************************/

#define AUTOR "Giusseppe Domínguez"
#include
#include
#include

int realizar_accion(char *accion);
int saludo(char *titulo_performance);
int firma();

main()
{
char titulo_performance[]= {"Dime Cuando Termino"};
char *acciones[]= {"caminar", "pelar almendras", "beber agua", "escupir", "tirar una piedra", "encender una cerilla", "arrancar una hoja de un libro"};
int numero_de_acciones=strlen(*acciones);
int indice_accion;
int dime_cuando_termino=0;
int cuando_termino=1;

saludo(titulo_performance);

while (dime_cuando_termino == 0) {
for (indice_accion=0; indice_accion < numero_de_acciones; indice_accion++) {
realizar_accion(acciones[indice_accion]);
}
printf("\n\n%s\n", titulo_performance);

if (scanf("%d", &dime_cuando_termino) != 1){
/* manejo de error */
printf("\nEn la versión de programa informático, solo se aceptan números. Son las reglas.");
printf("\n%s: Requiere un 0 o un 1", titulo_performance);
printf("\nEn la versión de arte=vida, comienza la incertidumbre.");
dime_cuando_termino=1; /* Se termina la acción, de alguna manera brusca. */
}
if (dime_cuando_termino!=cuando_termino) {
printf("\nMuchas gracias.\n");
saludo(titulo_performance);
printf("\nContinúa la acción.\n");
dime_cuando_termino=0;
}
}

firma();
}

int realizar_accion(char *accion)
{
printf("\n%s", accion);
return 0;
}

int saludo(char *titulo_performance)
{
printf("\nHola. Me llamo %s, y la Acción se titula %s\n\n", AUTOR, titulo_performance);
return 0;
}

int firma()
{
time_t tiempo = time(0);
struct tm *tiempolocal = localtime(&tiempo);
char txt_firma[128];
strftime(txt_firma,128,"\na las %H:%M. M-%Y%m%d\n", tiempolocal);
printf("\n\n%s, %s\n", AUTOR, txt_firma);
return 0;
}

Dos salidas posibles de este programa compilado en C, y editado, obviamente, en VI.

Hola. Me llamo Giusseppe Domínguez, y la Acción se titula Dime Cuando Termino

caminar
pelar almendras
beber agua
escupir
tirar una piedra
encender una cerilla
arrancar una hoja de un libro

Dime Cuando Termino

Muchas gracias.

Hola. Me llamo Giusseppe Domínguez, y la Acción se titula Dime Cuando Termino

Continúa la acción.

caminar
pelar almendras
beber agua
escupir
tirar una piedra
encender una cerilla
arrancar una hoja de un libro

Dime Cuando Termino

Muchas gracias.

Hola. Me llamo Giusseppe Domínguez, y la Acción se titula Dime Cuando Termino

Continúa la acción.

caminar
pelar almendras
beber agua
escupir
tirar una piedra
encender una cerilla
arrancar una hoja de un libro

Dime Cuando Termino

Muchas gracias.

Hola. Me llamo Giusseppe Domínguez, y la Acción se titula Dime Cuando Termino

Continúa la acción.

caminar
pelar almendras
beber agua
escupir
tirar una piedra
encender una cerilla
arrancar una hoja de un libro

Dime Cuando Termino

Muchas gracias.

Hola. Me llamo Giusseppe Domínguez, y la Acción se titula Dime Cuando Termino

Continúa la acción.

caminar
pelar almendras
beber agua
escupir
tirar una piedra
encender una cerilla
arrancar una hoja de un libro

Dime Cuando Termino

Muchas gracias.

Hola. Me llamo Giusseppe Domínguez, y la Acción se titula Dime Cuando Termino

Continúa la acción.

caminar
pelar almendras
beber agua
escupir
tirar una piedra
encender una cerilla
arrancar una hoja de un libro

Dime Cuando Termino

Muchas gracias.

Hola. Me llamo Giusseppe Domínguez, y la Acción se titula Dime Cuando Termino

Continúa la acción.

caminar
pelar almendras
beber agua
escupir
tirar una piedra
encender una cerilla
arrancar una hoja de un libro

Dime Cuando Termino

Muchas gracias.

Hola. Me llamo Giusseppe Domínguez, y la Acción se titula Dime Cuando Termino

Continúa la acción.

caminar
pelar almendras
beber agua
escupir
tirar una piedra
encender una cerilla
arrancar una hoja de un libro

Dime Cuando Termino

Muchas gracias.

Hola. Me llamo Giusseppe Domínguez, y la Acción se titula Dime Cuando Termino

Continúa la acción.

caminar
pelar almendras
beber agua
escupir
tirar una piedra
encender una cerilla
arrancar una hoja de un libro

Dime Cuando Termino

Giusseppe Domínguez,
a las 13:28. M-20120914

Otra:

Hola. Me llamo Giusseppe Domínguez, y la Acción se titula Dime Cuando Termino

caminar
pelar almendras
beber agua
escupir
tirar una piedra
encender una cerilla
arrancar una hoja de un libro

Dime Cuando Termino

Muchas gracias.

Hola. Me llamo Giusseppe Domínguez, y la Acción se titula Dime Cuando Termino

Continúa la acción.

caminar
pelar almendras
beber agua
escupir
tirar una piedra
encender una cerilla
arrancar una hoja de un libro

Dime Cuando Termino

Muchas gracias.

Hola. Me llamo Giusseppe Domínguez, y la Acción se titula Dime Cuando Termino

Continúa la acción.

caminar
pelar almendras
beber agua
escupir
tirar una piedra
encender una cerilla
arrancar una hoja de un libro

Dime Cuando Termino

Muchas gracias.

Hola. Me llamo Giusseppe Domínguez, y la Acción se titula Dime Cuando Termino

Continúa la acción.

caminar
pelar almendras
beber agua
escupir
tirar una piedra
encender una cerilla
arrancar una hoja de un libro

Dime Cuando Termino

En la versión de programa informático, solo se aceptan números. Son las reglas.
Dime Cuando Termino: Requiere un 0 o un 1
En la versión de arte=vida, comienza la incertidumbre.

Giusseppe Domínguez,
a las 13:28. M-20120914

Mes y medio de vacaciones

O casi.

Mis vacaciones casi no lo son y mis no vacaciones casi no son no vacaciones, lo que equivale a decir que casi son vacaciones. Tengo una borrosa frontera que divide días laborales de no laborales. Trabajo todo el tiempo, como aquel que decía que trabajaba mientras dormía (un escritor surrealista francés cuyo nombre ni recuerdo ni quiero buscar, citado por Breton en el Manifiesto Surrealista). Trabajo mientras camino por la playa, buscando un nuevo método de publicar en este diario, trabajo mientras leo (y he leído bastante este mes y medio) incluso aunque las lecturas sean o pretendan ser más entretenidas que formativas, trabajo mientras hablo con Carmen sobre nuestros planes, y planificamos, planificamos…, trabajo mientras asisto a una exposición de una alumna de un taller de poesía online en Garrucha, que me gustó más de lo esperable, todo sea dicho; trabajo desde Colmenar, desde Vera, desde Madrid, buscando nuevos temas para mis talleres de escritura, para mis eventuales talleres de creatividad, acepto clases particulares de matemáticas desde la costa almeriense, y cuando vengo a Madrid, hace ya más de 10 días, sigo trabajando… buscando maneras de convertir esta ciudad en un lugar más lleno de poesía.

Pero no escribo.

Procuro no escribir. Se me escapa un poco mientras hago alguna anotación junto a alguno de los libros que estoy leyendo. Pero poco más. Nada en este diario, nada en otros formatos, tampoco emails, nada en papel, por supuesto, salvo alguna postal.

Tampoco, durante estos días, he seguido haciendo o trabajando en mi proyecto actual de «Las Lenguas». Intento estar ocioso. Descubrir el placer del aburrimiento. Descubrir la necesidad de volver a mis tareas cotidianas, a mi rutina, a la que intento desde hace años construirme. Y cuando consigo aburrirme hasta ese punto, adoro la vuelta, adoro este retorno a mi hogar, a mis tareas, a mis labores, a mis lenguas y mis clases, mis talleres, mis amigos, mis amigas, mis emails, mi diario diario, mi escritura…

¡Qué dulce la vuelta cuando se adora a lo que se regresa!

Incluso disfruto de un rato de ausencia de Carmen, un breve receso en nuestra presencia compartida. Ella se fue a su pueblo natal y yo quedé en el mío, en esta enorme villa manchega. Y la añoro, la añoro y mensajeo, telefoneo, esperando ansioso su regreso y disfrutando ansioso su ausencia.

Adoración, ansia, añoranza, rutina y producción, parece imposible unir todo esto, pero es así, así es… adoro mi vida con ansia hasta el punto de añorar la rutina de mi producción.

Amistades de mucho y poco

Vera, Estela y Marta cenaron ayer en mi casa: son amigas a las que quiero mucho y veo poco.

Veo mucho a María y Aída y siempre me parece poco. Muy muy poco. ¡Son adictivas!

Por mucho que hable con Sylvia se me hace muy muy poco tiempo. Podría pasar días seguidos sin parar de hablar. Es un enorme placer.

Veo tan poco a Jose o Xabi que apenas puedo decir que sean mis amigos y, sin embargo, los echo mucho, mucho de menos todos los días.

Mi querida Vicky me ayuda mucho aunque ella crea que lo hace poco, con su sonrisa, con su ejemplo de fortaleza, de vitalidad: es alguien a imitar en la vida.

Lilian es un poco despistada con el cuidado de los amigos, pero nos queremos mucho, mucho… como diría mi amiga África, como la trucha al trucho. (Heterosexualidad implícita, por cierto)

Carmen es mucho más que mi amiga, es, poco más o menos, mi alma gemela.

Mercedes, Susana, Ana y más movidos y movidas están entre quienes veo poco queriendo mucho, y hay tantos y tantas en esta categoría que impresiona. Muchos y muchas y no pocos y pocas a los que añoro con tanta frecuencia que no pueden imaginarlo: Jose, Poto, Junki, Ainhoa, Melanie, Paloma, Adolfo, Olga, Ayelén…

Por poco ni veo a mis lejanas amigas Ivania y Elena, en lugares tan distantes como Chile o Australia, pero las quiero mucho, las quiero en mi vida, aunque sea, no más, mediante un email cada año, recordándoles que estoy en sus vidas y que ellas están en las mías… porque gracias a mis amigas no tengo una vida, sino muchas.

Por no hablar de mi adorada y admirada Mariel, esa argentina que me mueve mucho el alma, con lo poco que nos vemos en persona: es de las pocas gozadas que me está regalando FaceBook, saber más de su día a día. La quiero mucho, pero mucho mucho… ¡Querida!

Me empeño mucho en no amistosearme con mis alumnos, pero es inevitable que, poco a poco, van calando en mí sus maravillosas personalidades: Cármenes, Ernesto, Dolores, Nines, Federico, Juan Carlos(es), Chema, Anas (3 o más), Teresa la bella, el itinerante Giovanni y, sin que se me noten preferencias, la sin par Saritísima.

Amigas como Simona, Raúl, Silvia, Robert, Marina y otros y otras que he ido conociendo en diversas diversiones, son gente con quienes tengo poco en común, están en una extraña frontera de amistad, pero por mucho que se empeñe esta categoría en ser un tanto excluyente, prefiero incluirles.

Pero hay algún amigo y, sobre todo, una amiga (cuyo nombre prefiero ocultar) a quien veo poco y, sin embargo, cuando la veo me parece mucho, mucho mucho… así que cada vez menos menos menos…

Por suerte, son muchos y muchas los que me saben a poco.

Como las casi invisibles Granaínas (Belén, Mati y Maria del Mar) a quienes por poco que vea, recuerdo mucho. Tenemos pendiente una comida juntos, será un placer.

Habrá muchos y muchas que he dejado en el tintero, pero los que están, lo están… y sé que no es poco lo que les quiero.

Disfrutando de la Globalización


Ayer comí con mi amiga querida
con Sylvia, de Toulouse,
en un restaurante oriental
en el que se mezclaba cocina japonesa
con china
y vietnamita
(con un vino blanco de la Ribera del Duero)
y pagamos en Euros
hablando en español
para luego quedar con mi otra gran amiga
Aída (B.)
y tomarnos un Spritz Aperol
en un café italiano a menos de 50 metros de mi casa.

Recordaba Verona
como si lo estuviese paladeando
y cómo le había dicho a Carmen
que era un poco menos significativo viajar
desde que la globalización campa a sus anchas por el mundo
porque encontrar Aperol a 50 metros de mi casa
o pasta a la albahaca
como la que hice ayer para cenar
se había convertido en norma
(normal)
y se apreciaba algo menos al estar en otros países.

Quizá ha llegado el momento de pensar
si tiene sentido viajar
pero, sobre todo,
si tienen sentido las fronteras.

Hotel Trieste

En Verona
en Corso Porta Nuova, 57,
cerca de la estación de autobuses
cerca de la Piazza Brass
y de la Arena
esa singular obra elíptica
que me alegró tanto visitar.

Hotel Trieste
fue un placer estar
en una ciudad acogedora
que cada día horada más mi voluntad
de seguir queriendo cambiar Madrid
o me hace plantearme
abandonar el mesianismo
y abandonar
me
y
ya.

Trieste no triste.
Trieste en Verona.
Trieste
que te quiero verde…

Esto no es una broma