Quiero ser un martillo

Hay chavales que piensan (nihilistas) que nada sirve para nada. Esto es frecuente.
Hay chavales que piensan que estudiar no sirve para nada. Basta frecuente y algo fundamentado en la situación socio-económica actual.
Hay chavales que piensan que alguna asignatura (que no les gusta) no sirve para nada. Esto es sencillamente pereza, indisciplina mal entendida.

Pero…

El otro día, dando una clase de matemáticas, quise acercárselas diciendo que el estudio de lo sinusoidal estaba en la base de las ondas, como las de la música y me dijo… «eso no sirve para nada». «¿El qué?», pregunté yo.

Según él, la música, el arte, la literatura, eran asignaturas que no deberían existir porque no servían para nada. Así, sin más. Cuando le dije que, siempre según él, tampoco las matemáticas servían para nada, me dijo que bueno, que eso era antes, pero que ahora veía que sí, que servían, como las demás ciencias.

Le sorprendía (explicitó) que a mí (su profesor de matemáticas) me sorprendiese su respuesta. (¡Ay, criaturita!, si supiera…)

Pero yo no le intenté persuadir. No es mi problema si este chaval no pretende otra cosa que ser «útil» en la vida. Quiere ser una herramienta, un martillo, un bolígrafo… algo que no tiene vida propia, sino tan sólo para otro individuo que lo maneje. Especialmente triste, patético, en un chaval cuya vida (económicamente hablando) está más que resuelta.

Pero no es mi problema.

Quizá sea el de los hijos del mañana cuando este «chaval» acabe por promulgar las leyes de educación, dada su previsible trayectoria.

¡Qué persona más muerta, más vacía!

Palimpsesto: Metáforas viscerales

No soy poeta de metáforas viscerales
pero noto una opresión
a unos tres centímetros a la izquierda
del esternón
aproximadamente entre el frente
y la espalda.

Una opresión que podríamos calificar de muscular
incluso sin saber lo que hay dentro de esta cavidad
denominada tórax
cuyo nombre deriva del latín
a su vez de un vocablo griego más arcaico
que significa coraza.

Siento que la expasión de la región intracostillar
está inhibida en cada inhalación
cuando ella está en casa.

Apatía de la musculatura intercostal
asternales decaídas en depresión hacia flotantes
y un diafragma inervado por frénicos de duelo
sofoco
con sensación de opresión en la región torácica o abdominal.

Podría decir (sencillamente)
que me duele el corazón de verla así
que se me encoje el alma
ánima de cañón con pólvora de silencios
que la angustia me hiere
que me puede su mal.

Pero el silencio impuesto en aras de la calma
está cerrando el paso a la voz de dolor
al grito sano
y se me pudre dentro
la contención prudente de un millar de miserias
y sus manos buscando el pomo de una puerta.

Un enorme vacío

Un enorme vacío mueve la Vía Láctea
a dos millones de kilómetros por hora

El País

Dentro de la galaxia me arrastro a pies juntillas
empujado por fuerzas inasibles
interacciones débiles en el éter inmóvil.

Alcanzo a vacilar en la siguiente palabra
mientras miento al teclado de un bólido sideral
rayando el misticismo de un espíritu álgido.

¿Dónde está el planeta?
¿De qué planeta hablas?
De aquel que desalojo a cada bronquiolito
de este que emerge en mitad de mi duda con un ramo de olivo
en el pico himalayo.

¿Dónde está mi hemisferio?
Craneal, sobre tus hombros.
Craneal y altosináptico bajo rayos de axones
lágrimas – gotas de agua en la lluvia –
viajando en la penumbra de tu boca a la mía
rozando una mejilla
bajo la ducha

bajo la lucha.

Relleno de jengibre

Ante todo mucha calma, que una gripe se va con tiempo.
Un poco de té verde con poca cafeína
y miel.
Agrégale limón, para la garganta.
No es suficiente, pero no te preocupes:
una infusión de jengibre es mano de santo
poco más o menos
y sigues igual.

(Desconfianza de los productos que no tienen
contraindicaciones
ni efectos secundarios)

¿Tomas jarabe para esa tos?
Pues hasta ahora no, pero igual va siendo hora.
Tomo jarabe.
Gasto un frasco de jarabe.
El primero sin médico mediante que compro en mi vida.

La tos no disminuye.
Quizá elegí mal el jarabe en cuestión.
¿Era espectorante o antiespectorante?
¡Y yo qué sé! ¿Acaso soy médico?

Lo mejor son los remedios caseros:
Más miel.
Propóleo, hombre, ¿cómo es que no te has tomado propóleo?
Tomo propóleo.
No, ahora es tarde, tenías que haberlo tomado antes
para prevenir.
Bueno, pues no tomo propóleo.
Unos caramelos de propóleo y miel no te harán mal.
Vale, pues tomo algunos.
Pero sigo igual.

La tos se está poniendo muy intensa
y las noches sin dormir se acumulan.

Internet:
Infalible, la cebolla al lado de la cama.
Falible. La cebolla no sirve para nada
salvo para aromatizar.
Será que no era la cebolla adecuada.

Por supuesto, ¿tendrás un humidificador?
Sí, tengo un humidificador que humidifica sin parar
la habitación en la que intento dormir
pero sigo haciéndolo mal por la pertinaz tos.

Pues échale al agua eucalipto.
Es más, haz hervir unas hojas de eucalipto en agua
por unos 10 minutos y luego aspira sus vapores.
Ya, de paso, humidifica, humidifica con vahos de eucalipto.
¿Y si la tos continúa?

Bueno, hombre, ¿seguro que el eucalipto era de herbolario?
Sí.
¿No sería transgénico?
No. Es más, era muy caro.
Ah. Pues prueba con infusiones.
¿Té con miel y limón?
¡Jengibre!

Ah… claro, jengibre. Probemos otra vez:
Jarabe casero de miel, limón y jengibre.
Desagradable, pero hecho.
Jengibre cortado en finas rodajas en una medida de agua
mezclada con otra medida de zumo de limón
y una medida de miel.
Esa noche y las siguientes también tosí.

¿Homeopatía?
¡Venga ya! ¿En serio?
Es que si no crees en tu recuperación…
Vaya, ahora se trata de creencias.
Afortunadamente, mi suegra le reza a la virgen María para mi próxima mejoría.

¿Has probado el tomillo?
A estas alturas ya pruebo lo que sea:
infusiones de tomillo, de salvia, de orégano, de espirulina, de batracios, de mengueles, de miguelitos en vinagre, de mierda de artista…
con miel
y a veces con limón.

Hay que hidratarse. Bebe líquidos.
Me bebo el atlántico diariamente.
Casi 6 litros de líquidos diarios
entre infusiones y agua.

Han pasado 3 semanas.
Primera visita médica:
Laringitis aguda de origen vírico con ramificaciones bronquiales y afectación a la tráquea.
Prescripción: 3 pastillas de corticoides
para bajar la irritación de la laringe.
Mejor procura estar en silencio
y tomará tiempo la recuperación.
¿Me haría mal tomar jengibre o infusiones con miel?
Toma lo que quieras (viene a decir que da más o menos lo mismo)

Pasa el tiempo. Una semana más. Siguiente visita médica.

Entre medias:
Tés, miel, limón, jengibre, ya estoy harto de jengibre, salvia, tomillo, eucalipto, propóleo, agua, mucha agua.

Pues nada, esto ha bajado poco, así que a otorrinolaringología.
(Me encanta esa enorme palabra de 20 letras)
Día siguiente:
Parece una laringitis aguda.
Vamos a explorar los conductos con un tubo de fibra óptica…
pero, mejor por ese otro lado que el derecho tiene tendencia a sangrar.
Dí i.
Oh. o o o o o
Vale. Parece que tienes parálisis de una cuerda vocal.
Así que silencio total. Aumentamos la ridícula dosis de corticoides. Vuelve en una semana.
Esperemos que no sea algo más grave: virus en nervios, por ejemplo.

Ya estoy harto de infusiones, pero sigo con ellas.
Me infusiono hasta el alma.
Silencio total.
Comunicación por señas.
Comunicación por escrito.
Comunicación por conversor de texto a audio.
Aburrimiento.

Cancelo las navidades.
Cancelo encuentros con amigas.
Cancelo clases particulares.
Cancelo trabajos pendientes.

Me recomiendan acupuntura.
Mira, ahora estoy en tratamientos con corticoides.
Pero ya no descarto nada.

¿Pero no tomas antibióticos?
Pues no. El médico dijo que era vírico y los virus no son vida.
¿O sí son vida? Debate. No importa. Los antibióticos no son para ellos.

La tos parece remitir.
¿Serán los corticoides? ¿Serán las infusiones?
¿Será el paso del tiempo? ¿qué será, será?

Vaya, no he tomado erísimo o alguna otra hierba que sí,
seguro,
esa seguro que me habría curado.
Ahora nunca podré saberlo.

4 noches seguidas durmiendo bien.
Ya no lo creía posible.
La afonía persiste
aunque parece que remite.

Escribo un texto en facebook diciendo
«Cuando recupere el habla voy a hacer un monólogo de 6 horas seguidas».
Un centenar de consejos:
toma jengibre
toma miel
toma limón
toma erísimo
toma espirulina
haz vahos
no te pongas nervioso
sé positivo
cree
cree
cree
croa
croa
croa…

Hoy ha transcurrido semana desde la última visita médica.
La otorrinolaringóloga es atractiva y agradable.

Me calma saber que no me recomienda nada sin mirarme
sin preguntarme
sin intentar averiguar qué puede pasarme.
Escucharé sus recomendaciones que nunca asumo como órdenes.
Seguramente, solicitará más análisis.
¿Será que ella no cree saberlo todo?
¿Será que quiere estar segura o algo menos insegura?
¿Será que analiza e infiere y no cree?

En cualquier caso
los humanos nos preocupamos por otros humanos
con nuestras mejores intenciones
y es de agradecer
siempre que no me culpabilicen
por no seguir todos sus consejos.

¿Para qué sirve enseñar el algoritmo de Rufini?

Hoy me he encontrado con esta imagen que me ha regalado mi sobrina Jimena de uno de sus ejercicios de clase en su curso de tercero de la ESO. Y me he acordado de lo que le digo sobre el verbo «rufinear«, como aquella operación por la cual se descompone un polinomio en sus factores más sencillos.

Cada vez que tengo que enseñar ese algoritmo en mis clases particulares, me pregunto por qué no lo quitan del plan de estudios, pues tan sólo sirve para casos en los que el polinomio sea factorizable por (x-a), siendo a un número entero divisor del coeficiente independiente del polinomio en cuestión.

Pero luego me acuerdo que tiene sentido… el mismo que pueda tener el de enseñar a hacer raíces cuadradas, por ejemplo, aun cuando luego pasan a ser una tontería de algoritmos inútiles, habida cuenta de las capacidades de las calculadoras, por ejemplo.

Algoritmo proviene del griego y latín, dixit algorithmus y este a su vez del matemático persa Al-Juarismi.

Abu Abdallah Muḥammad ibn Mūsā al-Jwārizmī (Abu Yāffar) (أبو عبد الله محمد بن موسى الخوارزمي ابو جعفر), conocido generalmente como al-Juarismi, fue un matemático, astrónomo y geógrafo; persa musulmán, que vivió aproximadamente entre 780 y 850.

Debemos a su nombre y al de su obra principal, «Hisāb al-ŷabr wa’l muqābala», (حساب الجبر و المقابلة) nuestras palabras álgebra, guarismo y algoritmo. De hecho, es considerado como el padre del álgebra y como el introductor de nuestro sistema de numeración denominado arábigo.

¿Para qué enseñar este método que tan sólo sirve para obtener un conjunto minúsculo de «soluciones» de la ecuación P(x)=0, para cuando Grado(P)>2?

Pues exactamente por eso, porque es el único método que existe. Es importante hacer constar que la matemática avanza, que no es un corpus cerrado y terminado, sino en permanente evolución, en ocasiones avanzando sobre temas tan «sencillos» como una resolución de una ecuación que los alumnos de tercero de la ESO no se paran a analizar (ni sus profesores a explicarles).

Cualquier alumno de ese nivel está acostumbrado (hasta en demasía) a utilizar la celebérrima fórmula de la ecuación de segundo grado, sin conocer que existe un algoritmo similar para las ecuaciones de tercer grado (que, por otro lado, es muy complejo).

Equis igual a menos be más menos raíz cuadrada… Y así se aprende. O se memoriza. No se deduce. No se investiga. No se piensa.

Y ahí radica el problema por el cual (gracias al cual) tengo siempre demanda de enseñanza en matemáticas. Es inevitable que se convierta en la bestia parda de la enseñanza. Memorizar esa cantidad de abstracciones es, no ya difícil, sino demencial.

Pero si se mostrase que las matemáticas avanzan como todo conocimiento humano, investigando, buscando soluciones, buscando métodos que resuelvan (¿la vida?), si se hiciese partícipe de esa búsqueda al alumnado y no se le exigiese que fuese un residual almacén de lo prefabricado, de una matemática que parece estar muerta, quizá se desearía conocer incluso al tal Rufini o, cuando menos, se entendería para qué se enseña.

Y se mostrase en esa búsqueda los límites, los retos, lo ignoto, esa necesidad de encontrar un algoritmo para descifrar si un número es primo, un método para encontrar algebraicamente raíces de polinomios de grado mayor que cuatro, si se mostrase que pensar y no memorizar es la base de la matemática, que sus cerebros han de ser activos y no pasivos, quizá encontrarían una motivación que yo mismo considero inalcanzable en caso contrario.

Método de la celosía

Hoy he aprendido a multiplicar. Por fin.

De la mano del fantástico libro IDEAS, pasando por el origen de la numeración hindú-arábiga, me he encontrado esta joya algorítmica útil para mis clases particulares y para mi insaciable curiosidad.

Ahora, a pensar en una manera de programarla en C, para pasar un divertido rato inútil.

Para multiplicar dos números, digamos, 1934 x 537, se trazan dos líneas perpendiculares que dejen hueco a la derecha y debajo de ellas. A continuación, se escribe horizontalmente el primero sobre la línea horizontal y verticalmente el segundo a la derecha de la línea vertical.

Completamos una cuadrícula con los 4 x 3 resultantes cuadraditos, los que dividiremos por la diagonal que une el ángulo inferior izquierdo con el ángulo superior derecho.

Rellenamos los triángulos que se han obtenido con la multiplicación expresada en dos dígitos de los números de cada fila y columna, así, por ejemplo, 1 x 5 = 0/5, 9 x 5 = 4/5, etc.

Una vez terminado este proceso, comenzamos con las sumas con las que obtendremos el resultado deseado.

Sumamos en dirección diagonal comenzando por el triángulo inferior derecho. Continuamos la siguiente suma diagonal teniendo en cuenta que si en la anterior superamos el 9, la cifra correspondiente a las decenas se añade a las que han de ser sumadas en la siguiente diagonal.

Finalmente, obtendremos el resultado deseado.

Aterrador

aterrador

La tristeza invade mi mente
con la certidumbre de las corrientes cíclicas
que garantizan un retorno a la oscuridad
como sólo un new age puede prometer y augura.

Me entristece sentir que el desprecio a la filosofía
a la ciencia
a la lógica
a la búsqueda racional de conocimiento
se extiende
desde todas las áreas
desde todos los ángulos
desde todo rincón
y en un minúsculo reducto en mitad del océano de pergaminos gastados
resisten incautos
quienes no se sienten tentados por la facilidad de una revelación
por acercamientos irracionales
por ejemplos sin método
por prejuicios vacuos.

Temo siglos de oscuridad vestida de colores fosforitos
quemando diferencias
en la hoguera del ruido.

Origen de la idea de alma

El método científico hace cinco decenas de miles de años
no estaba precisamente muy evolucionado
y a alguien le dio por explicar
por qué teníamos sueños
por qué bajo los efectos de la droga teníamos visiones
por qué en trance podíamos entrar a ver algo inexplicable
y se le ocurrió que había otro mundo.

Era la más racional de las explicaciones posibles
para alguien que aún no infería la distancia cronológica
entre la fecundación y el parto.

Era convincente
y aún resulta atractiva como explicación
porque nos permite la ilusión
de la evasión.

Yo
para eso
tengo Australia.

Viajé hace ya más de 20 años buscando otro mundo
sin darme mucha cuenta de que el cambio
se produciría en mis ideas
sin ello sea demérito de tal mutación.

El alma
lamentablemente
(o no)
la había vendido a un chico llamado Mariano
por ironías de la vida
en unos futbolines o billares
que regentaron mis padres
por lo que costaba una partida de comecocos.

Neodimio

No tenía ni idea de qué era el neodimio que ha resultado ser un elemento químico de la tabla periódica cuyo símbolo es Nd y su número atómico es 60. Y unos minutos antes me había declarado profesor de química y esas cosas atómicas (cuánticas).

Eso de que esté entre las «tierras raras«, agazapado sobre el Uranio, lo puedo poner de excusa, pero no lo es. La verdad es que hay muchas cosas de las que no sé nada. Es más, estoy convencido de que hay muchas más (pero muchas, muchas, como de una cardinalidad mayor) materias o asuntos que no caen dentro de lo que sé o creo saber que aquello de lo que sé o creo saber.

Estuve con mis queridos alumnitos de taller de poesía viendo una exposición en Paracuellos del Jarama y, de regalo, Alejandro Gallego nos acercó a conocer su taller de ¿carpintería metálica?. No sé cómo se llama eso, pero fue muy enriquecedor. Aprendí, aprendimos, un montón de cosas nuevas, como, entre otras, que hay unos imanes de neodimio que son muchísimo más potentes que los imanes de hierro inducidos o que la vieja magnetita. Yo hablé de los electroimanes sin mucho detalle, pero me quedé completamente intrigado con ese material… que resultó ser un elemento químico. Y ni siquiera de un número atómico tan elevado: 60 protoncillos…

También descubrí no saber nada de las cortadoras de plasma (que no es plasma sanguíneo ;-)) así que hoy mismo tengo que leer algo sobre este método.

Sabía aquello de que el plasma es el cuarto estado de agregación de la materia, pero no acababa de ponerle propiedades a tal estado, más allá de la ionización… pero ¿cómo se puede usar y generar para cortar planchas metálicas a voluntad?

Siempre me sorprende descubrir todo lo que no sé (soy un presuntuoso que creo que sé más de lo que realmente sé). Me recuerda esa famosa frasecita de la zarzuela «La Verbena de la Paloma»: «hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad»

https://youtu.be/1nRToj_vECM?t=3s

Esto no es una broma